tag:blogger.com,1999:blog-36555701274306143342024-03-12T16:27:22.211-07:00HISTORIAS QUE ENCIENDEN EL ALMANovelas en capítulos y cuentos cortosgisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.comBlogger203125tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-22557455830727221372022-08-04T05:47:00.002-07:002022-08-04T05:47:45.973-07:00SUEÑOS OLVIDADOS<p> <i>¿DÓNDE ESTÁS AMOR DE MI VIDA QUE NO TE PUEDO ENCONTRAR?</i></p><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><div>Caminaba distraída por las calles poco concurridas de una tarde gris. El otoño la deprimía, la melancolía se apoderaba de su alma con tesón, ahogándola en un mar de desesperanza. Nunca entendió la razón de esta sensación de desamparo que se encendía en su espíritu precisamente en esa estación del año. Hasta la caída de las hojas, dejando los árboles desnudos, le provocaba lágrimas. "¡Que tonta!", se repetía desconcertada ante su reacción.<br /><div>Tan compenetrada estaba en sus pensamientos que no advirtió que cruzaba con el semáforo en rojo. Una frenada estridente la conmocionó. Con rapidez volteó la mirada topándose con el rostro preocupado de un hombre.</div><div>"¿Estás bien?", la voz grave y rasposa le produjo un misterioso escalofrío.</div><div>Cruzaron las miradas; acerada la de él, sorprendida la de ella. "Debes tener más cuidado, ese auto te podría haber matado", protestó aireado. Ella permaneció en silencio observándolo. "Esa voz...esos ojos grises", un recuerdo escurridizo la atormentó.</div><div>Al verla indecisa, el joven se inquietó. "¿Te sientes bien?".</div><div>Con una tímida sonrisa ella desestimó su preocupación. Él, aliviado, aceleró el paso perdiéndose entre el gentío. Ella lo vio alejarse sintiendo la terrible necesidad de correr tras él. "¿Qué me pasa?", se extrañó.</div><div>Esa noche tuvo un sueño extraño, su memoria le esclareció lo que esa mañana le advirtió su sexto sentido... una experiencia inquietante, una remembranza solapada.</div><div><i>Se vio presenciando un juicio. No era su época. La escena se desarrollaba en un recinto parecido a un cuadro del siglo XVlll. Ella estaba sentada en el primer banco. Lloraba. El hombre que amaba, de pie frente al tribunal eclesiástico. Su aspecto la martirizaba: sucio, la ropa hecha jirones, un ojo morado. Su alma ahogó un grito de desolación. "¡Amor!, ¿ que te han hecho estos miserables?".</i></div><div><i>Un clérigo obeso de maneras adustas lo interrogaba inflexiblemente:</i></div><div><i>_ Doctor Morris, varios de sus vecinos afirman que mantiene tratos con el diablo.</i></div><div><i>_ Una vil mentira _ exclamó indignado.</i></div><div><i>_ ¿Cómo explica entonces las curaciones milagrosas de pacientes?¿Por qué muchos de los niños que usted asiste no padecieron la peste?_ preguntó intrigante.</i></div><div><i>_ ¡Ya se lo he dicho, cerdo ignorante! _ explotó.</i></div><div><i>Uno de los soldados, armado con un garrote, lo tiró al piso de un fuerte golpe en la espalda.</i></div><div><i>Ella quiso auxiliarlo, sostener la cabeza herida en su regazo, besar sus moretones. Alguien se lo impidió, no supo quien, su rostro era borroso. </i></div><div><i>_ No sea impertinente y conteste a mi pregunta. _ insistió con petulancia el sacerdote.</i></div><div><i>_ Utilicé la vacuna contra la viruela para protegerlos _ respondió poniéndose de pie nuevamente, la fortaleza siempre lo había distinguido.</i></div><div><i>_ ¡Ajá!, un método nefasto, magia de los adoradores del demonio. Ustedes son testigos de su declaración _ con un movimiento de su brazo abarcó a los asistentes que escuchaban atónitos en la sala.</i></div><div><i>_ ¿Confiesa entonces, haber empleado métodos diabólicos en esta pobre gente?</i></div><div><i>_¡Nunca! Sólo hice lo correcto. El arte de curar avanza con el correr de los años y yo no he hecho otra cosa que valerme de esos descubrimientos en favor de la salud.</i></div><div><i>_ Lo han escuchado de sus labios. Corpus delictis esclarecido.</i></div><div><i>_ Credo quia absurdum, es absurda su acusación _ contestó empleando el latín, lo que sorprendió al tribunal.</i></div><div><i>_ Estoy harto de sus insolencias, lo condeno en nombre de la Santa Iglesia Católica a morir en la hoguera esta madrugada por brujería. Están todos invitados a presenciar el espectáculo. La justicia Divina se ha expedido _ condenó triunfal el clérigo.</i></div><div><i>Su garganta ardía, irritada de frenar el llanto y los lamentos. Ella se abrió paso entre los curiosos y traidores, nadie pudo detenerla esta vez. Pero antes de llegar a él, un soldado armado se interpuso entre ella y su amado.</i><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><i><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhu2hTVgdxokvrwhF2qLGZKefBh_aJ1HAILEFhwm-iW72trTiOVmc5ytzB8t2SpgmBYA2PglRdFtRTRJoAqjG86_Z276tRGm8cRCW1sO6JG8lwzW1lGtjagnllmllyrJxKIWg3vX-UPsg8/s1600/oto%25C3%25B1o.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhu2hTVgdxokvrwhF2qLGZKefBh_aJ1HAILEFhwm-iW72trTiOVmc5ytzB8t2SpgmBYA2PglRdFtRTRJoAqjG86_Z276tRGm8cRCW1sO6JG8lwzW1lGtjagnllmllyrJxKIWg3vX-UPsg8/s320/oto%25C3%25B1o.jpg" width="320" /></a></i></div><i></i></div><div><i>_ Fuera de aquí si no quieres compartir el fuego purificador _ la amenazó.</i></div><div><i>Ella se resistió, lo empujó con asco y corrió hacia el condenado. Se abrazaron con vehemencia. Un beso robado grabó en sus labios una promesa de amor eterno.</i></div><div><i>De repente las imágenes cambian y se ve llorando debajo de un frondoso castaño sobre una tumba. </i></div><div><i>Es otoño, una lluvia de hojas doradas cae sobre ella cubriendo el lecho eterno de su amor.</i></div><div><i>"Te llevo labrado con punta de diamante en las palmas de mis manos, como sello en mi corazón. ¡Jamás te olvidaré! El tiempo nos resarcirá de tanto dolor, de tanta injusticia. Mi alma inquieta siempre te buscará, nunca se dará por vencida hasta que las ánimas benditas nos vuelvan a reunir".</i></div><div>La promesa se pierde con el martilleo insistente del reloj despertador que la arranca con violencia de su ensoñación.</div><div>Se despierta feliz, como si hubiese hallado lo que siempre buscó.</div><div>Luego de desayunar, hace algunas compras; esa noche es el cumpleaños de su mejor amiga y le había prometido asistir. Odia las reuniones bulliciosas, prefiere las celebraciones íntimas.</div><div>Cuando cruza el umbral de la casa, nuevamente siente el cosquilleo que la pasmó el día anterior.</div><div>Se sienta apartada de todos en un rincón, perdida en sus recuerdos, recuerdos tan vívidos...</div><div>"¿Tomas algo?", la misma voz grave que la electrizó el día anterior. Eleva la mirada y allí está él, el joven del semáforo o acaso el médico que amó con intensidad hacía...¿cuánto?, ¿décadas?, ¿siglos? Siente como esos ojos tormentosos la penetran hasta la hasta la coyuntura de sus huesos.</div><div>_ Eres tú _ ella comprende al instante que él no se refiere al incidente del presente, él la reconoce del pasado.</div><div>_ Soy yo_ responde con el corazón alborozado.</div><div>Él la toma entre sus brazos repitiendo el beso que siglos atrás interrumpió la desventura. Esta vez no es un beso de despedida, es un beso visceral, profundo; nacido de las entrañas de la memoria, chispa atrevida que avivó una hoguera de pasión que el paso del tiempo no pudo extinguir.</div></div>gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-80345257598752122952022-08-04T04:51:00.000-07:002022-08-04T04:51:19.845-07:00LA CORTESANA<p> <i>Se ha lavado los pies con agua de loto y repliega su pierna para anudar sus botines. Con dolor piensa en el egoísmo de los hombres. "Nadie permanece conmigo y cuando eso ocurre, es fruto de un corazón mezquino. Juegan conmigo sólo durante un rato..."</i></p><i><br /></i>Corre el siglo x en la China imperial.<br />Sentada bajo la sombra de un sauce, a orillas del río Qu, Lili llora su pena.<br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>Menuda, delicada, ojos brillantes como un par de estrellas, piel de porcelana y largos cabellos oscuros. La joven cortesana sueña con un amor prohibido. Un amor que le fue arrebatado con crueldad.<br />"¡Que tortura mi vida! Encerrada en el gineceo a disposición de mi Señor.<br /> Desea mi canto, lo divierto con mi voz; desea mi baile, lo complazco con mi ritmo y cadencia; desea mi cuerpo, le permito bucear en él, sumisa y tolerante. Siempre al servicio de sus caprichos...¿y mis sueños?<br />¿Por qué se me ha negado el derecho a ser feliz?<br />¡Oh amor mío!, que tiempos aquellos cuando gozaba de tus caricias y me embriagaba con tus besos".<br />Suspira, un aura de nostalgia la envuelve y gracias a la magia que esconde su alma, nuevamente está en los brazos de su amado.<br />Alguien la llama. El hechizo se rompe y vuelve a la realidad. Es una de las concubinas, la que más detesta. Es maligna y envidiosa.<br />Lili apoya en la gramilla húmeda sus pies vendados, sus "pies de loto dorados", y avanza con paso grácil y doloroso.<br />Las temidas palabras laceran su corazón. "El Emperador te espera en sus aposentos.No olvides el laúd", le ordena socarrona.<br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div>Ambas saben que el Amo desea de Lili más que una bonita canción. Desgarrada, suplica clemencia a los dioses, dioses que permanecen sordos a sus ruegos.<br />El Emperador está prendado de sus pequeños pies, lo seduce su gracioso andar, que se asemeja al balanceo de la flor de loto, mecida por la suave brisa primaveral.<br />Cierra los ojos y sueña que otra boca besa sus labios de grana; que otras manos recorren ávidas su cuerpo generoso; que otra voz pronuncia tibios susurros de amor a su oído.<br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div>Abre los ojos y su sueño se derrumba, se quiebra en mil pedazos.<br />El rostro que la observa con lujuria, no es el de su amado, de aquel campesino al que alguna vez le entregó sus ilusiones.<br />Un velo de lágrimas cubre su mirada. "¡Amargo destino que me esclaviza y oprime!"<br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><i>"Noche profunda. No puedo dormir.</i><br /><i> Me levanto y canto suavemente con mi laúd.</i><br /><i> La luz lunar brilla en las cortinas de gasa.</i><br /><i> Abro mi bata de dormir, y dejo</i><br /><i> Que el fresco aire de la noche bañe mi cuerpo.</i><br /><i> Voy y vengo sin descanso.</i><br /><i> Mi corazón está todo lastimado</i><br /><i> Por los afligidos fantasmas que lo rodean". ( Yuan Chi )</i><br /> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjv1enl-U0g9ts3cj2Jx0rTXBcX9EaUi-0VP5rpgzdDrC38JwRNEyq4Xsfew2IKArvHIbxrv0GvcAQ9Zh2HKbZxOy4F5blI_RvJbV-E1rSD2-q2ONCfUkzDp1oxq8emq3ivm1t7BchymEKiWt-z4CtNBdtwoYNPUWKgBEnneyZ7EXU9MRpxNQ0yVkMasQ/s320/cortesana.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="254" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjv1enl-U0g9ts3cj2Jx0rTXBcX9EaUi-0VP5rpgzdDrC38JwRNEyq4Xsfew2IKArvHIbxrv0GvcAQ9Zh2HKbZxOy4F5blI_RvJbV-E1rSD2-q2ONCfUkzDp1oxq8emq3ivm1t7BchymEKiWt-z4CtNBdtwoYNPUWKgBEnneyZ7EXU9MRpxNQ0yVkMasQ/s1600/cortesana.jpg" width="254" /></a></div><br />gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-50400865877494148672019-07-07T07:17:00.002-07:002022-08-04T05:45:03.967-07:00FELIPA, EN CARNE VIVA - Capítulo 26<i>"Amo el amor que puede ser eterno</i><br />
<i> y puede ser fugaz".</i><br />
Pablo Neruda<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>
Rosaura se llevó una mano al pecho cuando escuchó la detonación. Todos en el salón contuvieron la respiración. ¿Qué había ocurrido?<br />
Abelarda fue la primera en correr hacia la puerta de entrada, la abrió con violencia y un ¡oh! de sorpresa y consternación se dibujó en su boca.<br />
Rubén, erguido, apuntaba a los jinetes que cabalgaban a lo lejos con un rifle Harpers que Ildefonso le había ganado a los dados a un soldado inglés durante las invasiones inglesas de 1807. Un nuevo disparo retumbó en los oídos de los testigos mudos de espanto. A pesar de la distancia que los separaban, Rubén consiguió en esa oportunidad dar en el blanco. Y el blanco fue Rosario.<br />
Rosaura, tiesa como un estaca en medio del salón, escuchó las sonoras carcajadas de Rubén que llegaban desde afuera.<br />
Darío fue en busca de su hermano. ¿Qué había sucedido?<br />
Felicitas se abrazó a su madre temiendo lo peor. No quería escuchar...no quería ver...<br />
_ ¡Hermano!, ¡estás loco!, ¿qué has hecho? _ exclamó Darío sin poder apartar la mirada de los jinetes que se perdían en el horizonte.<br />
_ Hice lo que un buen marido debe hacer: matar a la perra infiel _ y sin más entró en la casa con el rifle colgando de su hombro.<br />
Rosaura se plantó frente a su sobrino. Los ojos chispeantes de ira, las manos hechas un puño a ambos lados de su vestido.<br />
_ ¿Qué has hecho? _ repitió con ira y temor.<br />
Rubén la miró de arriba a abajo destilando desprecio. ¡Mujeres!, todas eran iguales: entrometidas, cargosas, traidoras...<br />
_ Lo que hace mucho tiempo debí hacer: matar a la puta de tu hija _ le escupió y seguidamente se acomodó en uno de los sillones dejando a un costado el rifle _ ¡Abelarda!, sírveme un cognac. ¡Vamos, muévete! _ ordenó.<br />
_ ¿Que dices Rubén? ¿Es eso cierto Darío? _ con los ojos llenos de lágrimas y el pulso acelerado, la mujer desvió la mirada hacia su otro sobrino que, turbado, inclinó la cabeza aseverando.<br />
En el salón se hizo un silencio sepulcral; los presentes, paralizados por la respuesta muda de Darío.<br />
El sonido del golpe seco del cuerpo de Rosaura sobre la alfombra que cubría el piso de piedra sobresaltó a todos sacándolos de la inercia en que estaban sumergidos.<br />
_ ¡Mamá! _ gritó Felicitas y corrió a socorrerla. Darío la imitó. Abelarda seguida por Asunta fueron en busca de las sales y de agua fresca. Sólo Rubén permaneció en su lugar, cómodamente sentado mientras observaba lo que sucedía a su alrededor como un mero espectador disfrutando de una obra teatral.<br />
Cuando Rosaura volvió en sí gracias a la diligencia de su hija y de las sirvientas, Darío la ayudó a incorporarse. Se acomodó en un sillón lejos de Rubén.<br />
_ ¡Asesino! ¡Eres un maldito asesino! _ la voz de Rosaura era suave pero dura y afilada.<br />
_ Rosaura, yo no la vi caer de la montura, quizá solamente esté herida _ conjeturó Darío transmitiendo una leve esperanza.<br />
_ Sí, mamá, probablemente es eso lo que sucedió _ la consoló Felicitas dándose bríos a ella misma, necesitaba aferrarse a esa posibilidad.<br />
_ Lamento decepcionarlas, pero soy un excelente tirador. Nunca erro _ se jactó Rubén disfrutando del pánico que se dibujó en el rostro de las mujeres.<br />
_ ¡Maldito hijo de puta! _ Rosaura explotó abalanzándose sobre su sobrino dispuesta a matarlo. Con rapidez había tomado el cuchillo que se encontraba junto a una torta de naranja que instantes atrás había dejado Asunta sobre la mesa del comedor.<br />
Darío, adivinando la intención de su tía, la sujetó con fuerza.<br />
_ ¡Suéltame Darío! Este mal nacido no merece vivir _ gritó tratando de deshacerse de los brazos que la sujetaban como dos grilletes. Se debatió unos minutos hasta que se dio por vencida y estalló en llanto sobre el hombro de Darío. Rubén los miró con desprecio.<br />
_ Aquí la única víctima soy yo. Yo soy el cornudo, yo seré el hazme reír de todos cuando se enteren que mi mujer huyó con un indio piojoso. ¡No podía permitir semejante afrenta! _ dijo con sequedad y se retiró a su habitación llevando consigo la botella de cognac.<br />
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Alejo, Felipa, Rosario y Lautaro emprendieron a todo galope el camino hacia la libertad. Estaban emocionados y exultantes. Por fin sus sueños se harían realidad. Sueños que en un segundo estallaron en mil pedazos. Primero el sonido de un disparo y luego una exclamación ahogada por la sorpresa. Rosario galopaba detrás de Lautaro, Felipa y Alejo iban delante de ellos. Otro disparo y el grito de Lautaro al ver a Rosario inconsciente sobre la grupa de la yegua moteada. Una mancha de sangre que crecía con rapidez en el costado derecho de la blusa de encaje blanco le detuvo la respiración.<br />
_ ¡Rori!, ¡carajo! _ a lo lejos vio la figura difusa de Rubén apuntando con una escopeta _ ¡Hijo de puta!<br />
Lautaro detuvo la yegua de Rosario y desmontó de un salto. La bajó con cuidado.<br />
_ Rori, mi amor _ repetía angustiado.<br />
Felipa y Alejo también desmontaron y corrieron hacia ellos.<br />
_ ¡Tu hermano la mató! _ lloró Lautaro abrazando a la joven.<br />
_ ¡Respira!, Lauti, ¡respira! _ el descubrimiento de Felipa lo hizo callar.<br />
_ ¡Es verdad!... Rori, te vas a poner bien, te lo juro _ una chispa de esperanza se encendió en el ánimo del indio.<br />
_ Vamos, no perdamos tiempo, debemos alejarnos lo más que podamos antes de asistir a Rosario. Aquí corremos peligro _ Alejo alzó a su prima, Lautaro la tomó en sus brazos una vez montado en el alazán negro. Los cuatro reanudaron la huida a todo galope. Lautaro presionaba la herida con la chalina de Felipa.<br />
_ Soychu, dios creador, dale vida, la necesito pa´seguir viviendo _ rezaba Lautaro.<br />
Cuando creyeron que se habían alejado lo suficiente, se refugiaron en un bosque de chañares. Y allí bajo el amparo de arbustos como el piquillín y la tramontana, Felipa se dispuso a curar la herida.<br />
Lautaro depositó con sumo cuidado a Rosario sobre un quillango y Felipa le abrió la blusa. La joven apenas se quejó, parecía dormir aunque el blanco cerúleo de sus mejillas preocupaba a todos.<br />
_ Ha perdido mucha sangre _ atinó a decir Pipa.<br />
_ ¡Puta madre! _ soltó con furia y miedo Lautaro _ Si la Rosario se muere te juro Alejo que despellejo vivo a tu hermano y en dispué´lo empalo en medio del desierto.<br />
_ Y yo te ayudo, pero ahora lo primordial es salvar a mi prima. ¿Qué necesitás Pipa? _ Alejo se arrodilló junto a su mujer y le besó las manos _ Confiamos en vos, mi amor, vos podes sanarla.<br />
_ Primero debo lavar la herida, por suerte la bala entró y salió por debajo de las costillas. Dame el vino Alejo _ el muchacho se apresuró a alcanzarle una cantimplora hecha con una especie de calabaza. Felipa la descorchó y derramó el líquido sobre la herida. Rosario se inquietó brevemente para luego sumergirse en la inconsciencia.<br />
_ ¡Alejo!, la alforja, por favor _ volvió a pedir con urgencia. De ella extrajo varios paños de lino blanco, hilo y aguja. Derramó vino sobre la aguja y comenzó a cerrar la herida, por delante y luego , por detrás. Rosario apenas se quejaba.<br />
_ ¡Ya está! _ Felipa tenía la frente perlada de transpiración. La tensión la mantenía en vilo sin embargo, parecía serena ante Lautaro y Alejo que la observaban expectantes. Una vez finalizada la operación, Felipa comenzó a untar la herida con un emplasto a base de miel, camomila y ajo triturado. _ Lauti ayudame a incorporarla, con cuidado, con mucho cuidado...así...muy bien.<br />
Lautaro sostenía a Rosario mientras Felipa la vendaba. La venda corría presurosa rodeando el torso de la joven. Finalizada la curación, Lautaro la recostó nuevamente sobre el quillango y apoyando la cabeza sobre su regazo.<br />
_ Vas a estar bien mi amor...pronto...prontito _ le susurraba al oído apartándole el cabello de la frente.<br />
Felipa calentó una infusión de "cola de caballo" en una pequeña fogata que Alejo se apresuró a hacer y se la dio a beber a Rosario.<br />
_ Sorbo a sorbo, pequeña _ Lautaro miraba hipnotizado como Felipa con paciencia introducía con una cuchara la infusión en la boca de Rosario _ Bebe querida, la "cola de caballo" es buena para detener las hemorragias _ le decía con dulzura. _ Ahora hay dejarla descansar, recemos para Dios la ampare.<br />
Alejo ayudó a Felipa a incorporarse y la abrazó. Ella temblaba.<br />
_ Todo saldrá bien, no tengas miedo _ la consoló Alejo.<br />
Dormitaron bajo el amparo de los chañares, todos menos Lautaro que con los ojos abiertos como un búho estaba atento al menor ruido. Rosario pasó la noche tranquila y sin fiebre. Al amanecer despertó con una sonrisa. El indio respiró aliviado y le besó los labios.<br />
_ ¿Cómo te sentís?<br />
_ Como si me hubiera atropellado una tropilla de potros salvajes _ quiso reír pero una puntada en la herida se lo impidió _ ¡Uy, duele! _ se quejó frunciendo el ceño.<br />
_ ¡Pipa!, la Rosario se dispertó y está dolorida _ exclamó desviando la vista hacia un montículo de ponchos cercano a una fogata ya extinguida. Felipa y Alejo dormían abrazados.<br />
_ No la llames Lauti, dejala descansar. Apenas me duele, además quiero estar un rato a solas con vos. ¿qué me pasó?<br />
_ El desgraciado del Rubén te disparó _ respondió, los ojos encendidos de rabia.<br />
_ ¿Te asustaste? _ preguntó acariciándole la mejilla.<br />
_ ¡Casi me muero del susto! Si hasta creo que el corazón me dejó de latir.<br />
_ ¡Exagerado!<br />
_ ¡Qué va!, es verdá. Sin vos nada tiene sentido pa´mí _ le declaró emocionado.<br />
_ Te quiero Lautaro y perdón.<br />
_ ¿Qué tengo que perdonarte?<br />
_ Todo el tiempo que te ignoré por miedo a amarte. Sé que te hice sufrir. Perdón, mi amor _ las lágrimas enturbiaron el azul de los ojos de Rosario.<br />
_ Eso fue hace mucho y ya no tiene importancia. Lo importante ahora es que estás conmigo.<br />
_ Fui una cobarde.<br />
_ ¿Cobarde? Si casi te mata ese malparido por hacerle frente...por elegirme.<br />
_ Pero... _ Lautaro no la dejó continuar. Un beso apasionado la calló.<br />
Felipa se acercó a ellos feliz de encontrar a su amiga mejor. Esperó en silencio a que los enamorados notaran su presencia.<br />
_ Rori, ¿cómo te sentis? _ al mismo tiempo que preguntaba constató, apoyando su mano en la frente de la joven, que no tenía fiebre. Eso la alivió, no había infección.<br />
_ Bien, Pipa, muy bien _ respondió con una sonrisa. _ ¿Tengo que tomar ese té? Es horrible _ se quejó cuando Felipa le alcanzó una taza con la infusión de "cola de caballo".<br />
Felipa sin hacer caso a los pucheros de Rosario la obligó, con ternura al principio y con severidad después, a que se lo bebiera sin chistar. Luego le cambió el vendaje bajo la atenta mirada de Lautaro.<br />
Alejo apareció con un mate y se lo ofreció al indio.<br />
_ Debemos continuar. Sé que sería bueno para Rosario que permaneciéramos un día más en este paraje, pero es muy peligroso. Si conozco a mi hermano, estoy seguro que vendrá en tu busca prima y con toda la intención de matarte, Lauti _ Alejo los enfrentó a la realidad.<br />
_ Alejo, Yocanto está a más de una semana de viaje y Rori está muy débil... _ Felipa se guardó para sí las consecuencias fatales de semejante viaje. La herida podría abrirse y Rosario no debía perder más sangre.<br />
_ Lo sé, lo sé, pero no tenemos alternativa, la vida de todos pende de un hilo, ¿lo comprenden? _ Alejo se sentía terrible, pero alguien debía tomar la determinación de marcharse.<br />
_ Quizás podríamos... _ comenzó a decir Lautaro.<br />
_ Podríamos, ¿qué? _ lo frenó de mala manera Alejo _ No hay opciones, debemos continuar hasta Yacasto, allí estaremos a salvo _ expresó con fastidio.<br />
_ No te calentés, amigo y escuchá _ el indio trató de apaciguarlo. Felipa y Rosario los miraban alarmadas. Cuando Alejo se enojaba era un ciclón que arrasaba con aquello que se le interponía.<br />
_ Hablá, entonces _ dijo aireado. Felipa se paró junto a él y lo tomó del brazo. Debía calmarlo.<br />
_ A un día de camino hay un campamento raculche. Mis primos viven ahí _ dijo Lautaro sopesando la reacción de Alejo.<br />
_ ¿Y con eso? ¿Pensás que escapamos de las garras del puma para meternos en la boca del lobo? ¡Estás completamente loco! Levantemos campamento, nos vamos para Yocanto, ¡ya! _ explotó, de un tirón apartó la mano de Felipa que sostenía su brazo y comenzó a enrollar las mantas con furia.<br />
_ Nosotros nos vamos pa´la toldería. Ustedes hagan lo que quieran _ escuchó decir al indio con decisión. Alejo, dándole la espalda, continuó haciendo lo suyo.<br />
Felipa quiso aquietar las aguas aunque empeoró la situación. Alejo le clavó la mirada destellando rabia y eso la asustó, nunca lo había visto así. "¿Acaso no comprenden que es por el bien de todos marcharnos a Yocasto?", pensó con ira.<br />
_ Yo me voy con ellos, no pienso dejar a Rori en ese estado, me necesita _ declaró con firmeza Felipa.<br />
Alejo en dos zancadas llegó hasta ella y la zamarreó con fuerza.<br />
_ ¿Qué decís? Vos te venis conmigo _ Alejo estaba fuera de control, el miedo a perderla lo descolocó. Lautaro se interpuso y Alejo le dio una trompada en la quijada que lo volteó. Rosario chilló sorprendida por la reacción violenta de su primo y haciendo un gran esfuerzo intentó llegar hasta Lautaro que cayó cerca de ella.<br />
_ ¡Alejo!, de esta manera no vas a hacerme cambiar de idea. Te comportás como un bruto _ le gritó Felipa sin amilanarse.<br />
_ ¡Por favor Alejo, basta! _ le suplicó su prima. Lautaro, por amor a Rosario, no le devolvió la trompada. Además sabía que su amigo actuaba de esa forma porque se sentía responsable de ellos, de que algo grave les sucediera...porque tenía miedo de perder a Felipa. Entonces decidió actuar de otra manera.<br />
_ Alejo, amigo _ dijo con tono conciliador _ te aseguro que en la toldería vamos a estar siguros. Mis parientes nos protegerán, Rubén no tiene las agallas para enfrentarlos.<br />
Alejo estaba devastado. ¿Cómo fue capaz de comportarse como un imbécil con la mujer que adoraba? "No quiero perderte Pipa, no quiero", se repetía al borde de las lágrimas. Felipa, acurrucada contra Rosario, lloraba.<br />
Lautaro, con las manos apoyadas en los hombros de Alejo , esperaba su respuesta.<br />
_ Tenes razón Lauti. Tu opción es lo mejor para el bienestar Rosario _ dijo con sumisión, con calma.<br />
_ Para Rosario y para todos _ al escuchar a Lautaro Alejó afirmó inclinando la cabeza.<br />
_ Felipa, Alejo te necesita _ le susurró Rosario.<br />
Felipa asintió. Se levantó lentamente y caminó hacia Alejo que estaba recostado contra el tronco rugoso de un chañar. Ella vio dolor y arrepentimiento en los ojos de él, esos ojos que la perseguían día y noche protegiéndola...declarándole amor sin tregua...y entonces, lo perdonó sin necesidad de palabras, sin necesidad de juramentos.<br />
_ Nunca más _ dijo él.<br />
_ Te creo _ dijo ella y no se equivocó.<br />
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<br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj75i4uLwRf4TYzT3jD-sp1REuhzWHYmvz6lCuz6FfiiIx9-UKrS0cq7L2TgSYVpdj9qOrfmclSq3ps3S1tjC8zAPJCygW55b-uQEYnQfpmfDsv_3v0sPq9drPpEqtxUvTnmap5YBdN7oX108SMPEvAy3GGxpuJKqXMDBkLRcZJa80hPf_o8qcJaHxn1Q/s236/escritora4.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="235" data-original-width="236" height="235" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj75i4uLwRf4TYzT3jD-sp1REuhzWHYmvz6lCuz6FfiiIx9-UKrS0cq7L2TgSYVpdj9qOrfmclSq3ps3S1tjC8zAPJCygW55b-uQEYnQfpmfDsv_3v0sPq9drPpEqtxUvTnmap5YBdN7oX108SMPEvAy3GGxpuJKqXMDBkLRcZJa80hPf_o8qcJaHxn1Q/s1600/escritora4.jpg" width="236" /></a></div><br />gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-5291190082964259252018-12-05T05:36:00.001-08:002018-12-14T14:12:38.326-08:00FELIPA, EN CARNE VIVA - Capítulo 25<i>"Al contrario presente aunque atrevido,</i><br />
<i> bien puede un hombre hacer resistencia,</i><br />
<i> mas no cuando a traición otro lo enviste".</i><br />
<i> </i>Lope de Vega<br />
<i> </i><br />
<i> </i><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV_cUmOg3fEqVlhTRCamUXM1s68_aFX7s-pgitIezoCbY9sPhAyojpcufd1NKOrmvEAeA1a6XMdh4tWxOYOPkUSwlNH340f4FB9-hpT1Lz7cvuUHAdTtBRE3KcYJtf-KPpmHKFI7jsYeVK/s1600/caballo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="519" data-original-width="380" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV_cUmOg3fEqVlhTRCamUXM1s68_aFX7s-pgitIezoCbY9sPhAyojpcufd1NKOrmvEAeA1a6XMdh4tWxOYOPkUSwlNH340f4FB9-hpT1Lz7cvuUHAdTtBRE3KcYJtf-KPpmHKFI7jsYeVK/s400/caballo.jpg" width="292" /></a></div>
Lautaro estaba cargando las provisiones en una de las mulas cuando, de lejos, lo vio llegar.<br />
"¿Pero este pedazo de mierda no volvía recién mañana?", y sus pensamientos volaron hasta Rosario.<br />
"Que el hijo de puta no se de cuenta de nuestro plan sino...¡ay! Rori, ¡tengo que protegerte".<br />
Decidido corrió hacia la casa, nada le importaba sólo la seguridad de Rosario.<br />
Rosario también vio llegar a Rubén. Estaba asomada a la ventana de su dormitorio que daba al camino real y el corazón se le detuvo.<br />
"¡Dios mío, no!", se aterrorizó. Inmediatamente escondió debajo de la cama el bolso que estaba preparando con sus pertenencias. Rubén no debía sospechar. Se sentó frente al espejo. Tomó un peine de plata de uno de los cajones del tocador y comenzó a pasarlo por el cabello. Era necesario que se tranquilizara. Los segundos de espera se hicieron eternos. Ella, con la respiración acelerada, esperaba impaciente la irrupción del marido en la habitación. Pero eso no sucedía, ¿por qué?.<br />
"Quizás este con su padre dándole cuenta de su viaje", supuso. Dejó el peine sobre el tocador, abrió la puerta y caminó tratando de hacer el menor ruido posible hasta el primer escalón. Se apoyó en la baranda de la escalera aguzando el oído para escuchar alguna conversación. Nada. Silencio. Regresó al dormitorio y con los nervios alterados continuó con la amarga espera.<br />
De repente, unos gritos provenientes del salón le hicieron pegar un brinco. "¡Virgen santa!, ¿qué sucede?", Rosario bajó con premura las escaleras.<br />
Rosaura y Lautaro pusieron pie en el salón al mismo tiempo. Se miraron, ella intimidada; él, desolado. Rubén no advirtió la comunicación visual entre ellos. Corría como loco de un lado al otro del salón.<br />
_ ¡Lo ha matado! ¡Lo ha matado! ¡Alejo a matado a mi padre! _ vociferaba desquiciado.<br />
_ ¿Qué dices? ¡Eso es imposible! _ Rosario, saliendo del enajenamiento, se concentró en lo que decía su marido.<br />
_ Eso no es verdá _ atinó a objetar Lautaro.<br />
_ ¿Qué? _ Rubén giró sobre sí mismo y clavo sus ojos fieros en el indio _ ¿Qué has dicho?<br />
_ El Alejo no es un asesino _ lo enfrentó con firmeza.<br />
_ ¡Cómo te atreves a poner en duda lo que digo, salvaje de mierda! ¡Desaparece de mi vista!<br />
Lautaro, hecho una fiera, se abalanzó sobre Rubén dispuesto a molerlo a golpes. La presión que lo embargaba estaba a punto de explotar, era un verdadero caldero en ebullición.<br />
Antes de que se trenzaran en una pelea en la que el indio tenía todas las de perder, el castigo que recibiría por sublevarse a la autoridad blanca le costaría la vida, Rosario se interpuso entre ambos.<br />
Lautaro, a su pesar, se detuvo. Rubén, en cambio, apartándola de un empujón, le lanzó un puñetazo en la boca del estómago. El indio se recuperó en un segundo, los golpes no le hacían mella, tan acostumbrado estaba a ellos desde muy temprena edad. Inmediatamente le respondió con un cabezazo que impactó en la nariz. Rubén comenzó a sangrar y eso lo enfureció más. Ya fuera de control, lo tomó del cuello intentando estrangularlo. Los dos cayeron al piso derribando una mesa pequeña ubicada cerca de los sillones. Los objetos que descansaban sobre ella volaron hacia todos lados, entre ellos un candelabro de porcelana. Rubén, rojo como la grana, chillaba sobre Lautaro<br />
_ ¡Muere hijo de puta! ¡Muere!<br />
Lautaro estiró el brazo hasta alcanzar el candelabro que había aterrizado cerca suyo y con el último resto de fuerza que le quedaba lo estrelló en la cabeza de su oponente. El impacto no alcanzó para desmayarlo pero sí para que se viera libre de Rubén que cayó a un costado. Lautaro se levantó de un salto y comenzó a patearlo. Rubén sólo atinó a encogerse como un feto para defenderse del ataque.<br />
Entonces Rosario corrió hacia Lautaro para detenerlo. Abelarda y Asunta, observaban la escena atónitas.<br />
_ ¡Basta Lauti, basta!, lo vas a matar _ gimió desesperada abrazándolo por detrás.<br />
Lautaro la miró obnubilado como despertando de una pesadilla, los ojos inyectados de sangre.<br />
_ Y que importa si lo mato, se lo merece por todo lo que te hizo sufrir _ dijo mientras continuaba castigando a Rubén.<br />
En ese momento llegó Alejo en busca de Felipa. La vio en lo alto de la escalera junto a su tía. Estaba pálida y temblorosa. Rosaura la contenía. Ellas, al igual que las esclavas, eran mudos testigos de la pelea que ocurría en el salón.<br />
_ ¿Qué sucede aquí? ¡Lautaro, detente!_ dirigiéndose a su amigo lo sostuvo de los brazos instándolo a frenar la golpiza.<br />
_ Este malnacido dice que matastes a tu padre _ y remató la aseveración escupiendo sobre el rostro de Rubén.<br />
_ ¡¿Qué?! ¿Mi padre está muerto? ¡Rubén!¿Por qué me acusas? ¡Vamos!, ¡levántate y responde, carajo! _ Alejo pateó también a su hermano y este se incorporó con lentitud masajeándose la cabeza. Un hilo de sangre se deslizaba por la mejilla derecha.<br />
_ ¡Tú lo mataste! _ le respondió desafiándolo. Poco a poco, Rubén iba recuperando la estabilidad. _ Y este andrajoso fue tu secuaz _ agregó con rencor señalando a Lautaro. Al observar que Rosario lo abrazaba, le dio un rodillazo en las pelotas. Lautaro aulló de dolor.<br />
_ Eso es por cojerte a mi mujer. Acaso supusieron que no me había dado cuenta. ¡Puta! Eres una puta Rosario _ y para sorpresa de todos la abofeteó.<br />
Rosaura corrió escaleras abajo y lo abofeteó a su vez, con asco y rencor.<br />
_ Es la última vez que pones tu inmunda mano sobre mi hija _ tronó enfurecida.<br />
Lautaro, ya repuesto, se abalanzó nuevamente sobre Rubén pero Alejo se le adelantó.<br />
_ Eres un mentiroso y un cobarde _ vociferó lanzándole un golpe a las costillas. Rubén gimió y sin amedrentarse devolvió el golpe a su hermano.<br />
Un disparo inmovilizó a todos. Felicitas en la puerta de entrada los observaba con un arma en la mano. Darío, que se había quedado conversando en la caballeriza con uno de los esclavos, corrió asustado hacia la casa. Cuando entró al salón se encontró con su mujer, tiesa como un adoquín, sosteniendo una Derringer, una pistola de bolsillo que había adquirido hacía poco de contrabando. Sin dudas, las relaciones sociales de Felicitas eran fuera de lo común para una mujer de su época.<br />
_ Querida, ¿qué..._ la pregunta quedó suspendida en el aire cuando Darío presenció la escena que se desarrollaba frente a él: Rosario llorando en los brazos de su madre; Lautaro y Rubén manchados de sangre; Alejo, con la ropa desordenada hecho un demonio, Felipa sentada en el último escalón con el rostro escondido entre sus manos; Abelarda y Asunta observando todo con ojos de pescado.<br />
_ No sé, al entrar me encuentro con estos tres locos matándose _ dijo sin perturbarse Felicitas. Ella siempre se mantenía fría en las situaciones límites, según su creencia era la mejor manera de afrontarlas y remediarlas.<br />
_ ¡Este loco, como tú dices, me acusa de matar a nuestro padre! _ explotó Alejo.<br />
_ ¿El tío Ildefonso está muerto? _ Felicitas, anonadada, se desplomó en el sillón más cercano.<br />
_ ¡¿Qué dices Alejo?! Nuestro padre, ¿muerto?, pero...¿cómo? _ Darío estaba tan perplejo como todos por la noticia _ ¿Dónde está?<br />
_ En la biblioteca, donde luego de una discusión ¡Alejo lo asesinó! _ insistió Rubén encarando a su hermano. Alejo intentó asestarle un golpe en el rostro pero Darío lo impidió.<br />
_ ¡Basta de pelea! _ se impuso Darío para sorpresa de todos. Rosaura lo secundó.<br />
_ Darío tiene razón _ Rosaura entró entonces en la biblioteca seguida por los demás. Todos rodearon el sillón donde se encontraba el cadáver de Ildefonso. La única que lloró fue Rosaura.<br />
_ ¿Por qué lo mataste Alejo? _ insistió Rubén fingiendo dolor.<br />
_ A ver si me entiendes, ¡yo no lo maté! _ se exaltó Alejo _ Tía, créeme, tuve una conversación con mi padre, dura al principio, pero luego, no sé, algo sucedió y él me demostró su afecto, me dio su bendición para que me fuera con Felipa, hasta me pidió perdón. ¡Don Ildefonso Gómez Castañón me pidió perdón! Te juro tía, yo no lo maté _ dijo mirándola a los ojos y ella le creyó.<br />
Felipa tomó la mano de Alejo y él sintió que recobraba fuerzas. Con Pipa a su lado era capaz de hacer frente a esa ridícula acusación.<br />
_ Hay que avisar al Jefe de Policía _ determinó con acritud Rubén _ No dilatemos más esta situación. ¡Que el asesino pague! _ escupió con rencor fijando la vista en Alejo.<br />
_ Eso es, ¡llámalo! Veremos quien es el verdadero asesino _ desafió Alejo a su hermano.<br />
Rubén salió de la habitación como un rayo maldiciendo en voz baja. Rosario contuvo la respiración hasta que escuchó el portazo que anunció la salida de su marido. Fue en ese instante cuando se volvió y abrazó a Lautaro.<br />
_ Y ahora, ¿qué haremos? _ le preguntó con el alma hecha trizas.<br />
_ Irnos, mi amor, escapar de esta maldita casa _ Lautaro apretó contra su pecho a Rosario y la besó en la coronilla.<br />
_ Y nosotros haremos lo mismo _ Alejo pasó su brazo por la cintura de Felipa acercándola con fuerza a él. Nunca más los separarían _ Perdón tía por dejarte en esta situación pero no voy a cargar con una muerte de la que soy inocente.<br />
_ Por mi madre no te preocupes primo, vete con Felipa y sean felices., Dios sabe cuanto se lo merecen. Y tú Lautaro, cuida de mi hermana _ Felicitas abrazó a Felipa y a Rosario entre lágrimas sabiendo lo urgente que era que escaparan.<br />
_ Huye Alejo, yo me encargo del Jefe de Policía y de Rubén. En la muerte de nuestro padre hay mucho que desentrañar y algo me dice que nuestro hermano tiene mucho que ver. Bueno, no hay tiempo que perder, váyanse ya _ los urgió Darío.<br />
Rosario se despidió de su madre.<br />
_ Mamá, ojalá algún día pueda ser lo mitad de valiente que tú _ declaró alhajada en lágrimas.<br />
_ Mi niña bonita, tú eres valiente. Vete y sé feliz. Te prometo que pronto volveremos a reunirnos _ Rosaura luego de besar a su hija se volvió hacia Felipa que la observaba expectante y con la mirada humedecida.<br />
_ Doña Rosaura, ¡me duele tanto abandonarla! _ Felipa abrazó a la mujer y rompió en llanto. Alejo frunció el ceño, temía que Felipa cambiara de parecer. "¡No permitiré que te quedes. Jamás!", pensó irritado.<br />
_ No digas tonterías querida. Es hora de que pienses primero en ti, es hora de que vivas tu amor junto al hombre que te ama desde la infancia. Es hora de que disfrutes de tu libertad como lo hubiese querido tu madre y tu padre...<br />
_ Mi padre...mi madre murió esperándolo. ¡Él se olvidó de nosotras! _ gimió con una mezcla de tristeza y rencor. Alejo, aliviado por las palabras de su tía, se acercó a Felipa y la ciñó con ternura.<br />
_ Yo conocí a tu padre _ dijo ante el estupor de todos.<br />
_ ¿U...usted lo co...conoció? _ tartamudeó pasmada.<br />
_ Así es y no te lo dije antes porque recién esta mañana lo supe por un comentario de Rosario. Ella me dijo que tu padre se llamaba Phillip Alvey. Era un hombre de palabra, Felipa, un buen hombre, te lo aseguro. Algo tremendo debió haberle pasado para que no pudiera regresar a ustedes, sin embargo tengo en mi poder algo que le perteneció y que ahora es tuyo _ afirmó con una sonrisa.<br />
_ ¿Algo que le perteneció a mi padre? _ repitió perpleja.<br />
_ La casa que los va a cobijar de ahora en más. Tu padre amaba esa casona escondida entre las sierras cordobesas. Allí se dirigirán los cuatro, allí se esconderán hasta que se aclare la muerte de Ildefonso. ¿Estás de acuerdo Alejo? _ expresó poniendo su atención en su sobrino. Temía que por orgullo él se negara.<br />
_ ¿A ti te parece bien, Pipa? _ ella aseveró con una leve inclinación de cabeza, estaba muy emocionada para responder _ Entonces, estoy de acuerdo tía.<br />
_ Muy bien, todo arreglado. Ya le he dado a Lautaro todas las indicaciones para llegar al lugar. Busquen los caballos y huyan antes de que regrese Rubén con la policía.<br />
_ Doña Rosaura, cuéntele a mi abuela lo que acaba de decirme y entréguele esta carta donde me despido de ella. Y por favor, leasela, ella no sabe leer _ le aclaró con un nudo en la garganta, separarse de su abuela le ocasionaba un dolor sordo en el alma.<br />
_ Así lo haré, y no te preocupes, yo velaré por ella _ le prometió y Felipa asintió agradecida.<br />
_ ¡Buena suerte, queridos! _ intervino Felicitas _ Cuando nazca mi hijo iremos a visitarlos _ dijo acariciando su incipiente vientre.<br />
Todos se confundieron en abrazos y buenos augurios. Antes de dejar la biblioteca, Alejo besó en la frente a su padre que con los ojos vacíos de vida bendecía su decisión.<br />
Abelarda los esperaba en la puerta con una canasta repleta de provisiones.<br />
_ Amito, cuidá de la Felipa. Ella ya sujrió mucho, hacela feliz, pué. Y vo´ Lautaro, mejor que te comportés con la niña Rosario sino me vas a conocer enojada y no te va a gustar ni un poquito, ¿entendistes indio deslenguado? _ todos rieron y para sorpresa de Abelarda, Alejo la besó en la frente.<br />
_ Gracias Abe, te quiero mucho _ le dijo haciendo llorar a la negra.<br />
_ Yo voy con ustedes _ Asunta apareció con un atado de ropa debajo del brazo _ Por más que no quieran yo voy igual. Por nada me separo de la Felipa _ y sin esperar una respuesta montó en una de las mulas que esperaban junto a los caballos.<br />
Rosaura, Darío, Felicitas y Abelarda agitaron sus manos saludando a los fugitivos que se lanzaron al galope por las calles empedradas. Cuando los perdieron de vista, entraron a la casa. Fue entonces cuando el estruendo de un disparo detuvo sus corazones.<br />
<br />
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<br />gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-62878824471632543782018-12-02T13:23:00.001-08:002018-12-02T13:23:28.658-08:00FELIPA, EN CARNE VIVA - Capítulo 24<i>"Navegaba impulsado por la brisa,</i><br />
<i> sobre ocultos caminos de fortuna...</i><br />
<i> ¡Era el cielo cristal, canto y sonrisa!".</i><br />
Ramón María del Valle Inclán<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbR9rlYearZ7loSOWJyPzbruHmQANqWQDynUpw2E04R_8F6CgwfVOUPpbkpm3FeaHjWRxK0IXUGvncC9L2hxEcKcU0OnWfnlrO5k8LJSP_vxoLeHbptbywCoBkf-IoY9vHLoHzQYPHBwet/s1600/rori.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="693" data-original-width="564" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbR9rlYearZ7loSOWJyPzbruHmQANqWQDynUpw2E04R_8F6CgwfVOUPpbkpm3FeaHjWRxK0IXUGvncC9L2hxEcKcU0OnWfnlrO5k8LJSP_vxoLeHbptbywCoBkf-IoY9vHLoHzQYPHBwet/s320/rori.jpg" width="260" /></a></div>
Lautaro y Rosario entraron por separado a la casa. El sol del mediodía comenzaba a caldear.<br />
Ildefonso no debía verlos juntos, sospecharía.<br />
Lautaro entró por la cocina.<br />
_ ¡Por fin aparecés! _ Abelarda lo atajó en la puerta _ Tu porción de locro está más fría que<br />
beso e´suegra.<br />
_ Igual no tengo hambre _ dijo lacónico.<br />
_ ¿Cóoomooo? ¿Qué bicho te pico? ¿Estás enfermo, pué? _ se asombró la negra. El apetito del indio ya era leyenda. Una noche, en la festividad de la virgen Morena, se devoró medio novillo asado a la cruz para asombro de los negros que lo acompañaban. Por supuesto, todo regado con un buen tinto.<br />
_ No, no. Me tengo que ir Abe, doña Rosaura me mandó llamar _ y con el apuro casi se la lleva por delante.<br />
_ ¡Epa, m´hijo! _ dijo haciéndose a un lado _ Casi me tirás, indio retobao _ se quejó.<br />
_ Perdón, perdón _ le gritó mientras se alejaba.<br />
_ ¿Y pa´que te llamó la doña? _ le gritó ella a su vez. La curiosidad era su talón de Aquiles. Lautaro no le respondió, no la escuchaba, ya estaba corriendo por el zaguán que lo llevaba a la sala.<br />
Respiró con alivio al encontrar el salón desierto. Subió las escaleras con rapidez y sin aminorar el paso alcanzó el dormitorio de doña Rosaura. Golpeó la puerta con suavidad, la mano le sudaba. "¿Qué me irá a decir?", mascullaba con miedo y ansiedad.<br />
_ Lautaro, pasa por favor _ el tono cordial en la voz de Rosaura lo alentó a no pensar en lo peor, separarlo de Rosario.<br />
La mujer estaba sentada cómodamente en un sillón de terciopelo rojo. Vestía elegantemente. A su lado, Rosario permanecía expectante. Ella también era ajena a los planes de su madre.<br />
_ Siéntate Lautaro _ dijo señalando una silla con el mismo tapizado del sillón.<br />
El indio se sentó con timidez. Nunca había estado allí, le estaba vedado acceder al primer piso de la casa. Al observar la riqueza que lo rodeaba sintió vergüenza. ¿Qué podría ofrecer él a Rosario? Si ella era una princesa y él, un indio harapiento. Era una locura escapar con Rori, sin embargo era lo que más deseaba en la vida.<br />
_ Lautaro, esta misma noche debes llevarte de aquí a Rosario...lo más lejos posible _ lo apremió.<br />
El joven no podía creer lo que escuchaba. "Sin duda estoy soñando", se dijo.<br />
_ Rubén está en el saladero y yo me ocuparé de distraer a mi hermano. Luego de la cena, deberán huir. Tengo una casa en Córdoba, al pie del cerro Champaquí en Yacanto. Es un pueblito perdido entre las sierras. Ildefonso y Rubén no saben que poseo esa propiedad. Antes de irnos a Francia mi marido se la compró a un lord inglés que fue socio de Alfredo Torres, el miserable que asedió por años a Andra, la madre de Felipa. Si mal no recuerdo el lord se llamaba Phillip Alvey. Lo conocimos en una tertulia. Una persona muy agradable.<br />
_ ¿Phillip Alvey? _ saltó impresionada Rosario.<br />
_ Sí, Phillip Alvey, ¿por qué lo preguntas? _ Rosaura interrogó perpleja a su hija.<br />
_ Porque ese es el nombre del padre de Pipa. Siendo niñas ella nos contó la historia de amor que hubo entre sus padres. El se marchó a su país prometiéndole a Andra que regresaría por ella. Ella se enteró que estaba encinta tiempo después de su partida. La pobrecita se murió esperándolo _ Rosario estaba anonadada por el descubrimiento al igual que Rosaura y Lautaro.<br />
_ Esa casa la mandó construir mister Phillips. Cierta vez, mi marido y yo, viajamos con él a Córdoba y al pasar por Yocanto quedó cautivado por el paisaje y el clima. Parece que el buen señor sufría de los bronquios y el aire puro de las sierras beneficiaba su salud. Hoy como ayer, el pueblito está formado por unas pocas chozas de adobe y los lugareños son gente sencilla y hospitalaria sin ser entrometidos. Allí estarán seguros. Y en cuanto a lo que me acabas de decir sobre Felipa...yo hablaré con ella, debe saber esto que acabo de contarles _ determinó Rosaura.<br />
_ Doña Rosaura tengo que ser sincero con usté. Quiero a su hija, la quiero desde que éramos niños. Ya sé que soy un pobre indio que no tiene donde caerse muerto pero le prometo que me voy a deslomar trabajando pa´que a la Rori no le falte nada, se lo juro _ Lautaro se sentía en la obligación de confesarse ante esa señora valiente y gentil que jamás lo despreció.<br />
_ Ya lo sé Lautaro, siempre lo supe. Lo descubrí en como mirabas a mi hija, en el tono de tu voz al hablarle. No soy tonta, yo también amé y fui amada. Estoy segura que la cuidarás...<br />
_ Con mi propia vida _ la interrumpió con ímpetu.<br />
_ Por eso te la confío, Lautaro. Y no te preocupes, no les faltará nada. Toma _ Rosaura le entregó un cofre lleno de reales que sacó de un cajón de la cómoda _ Este dinero es una ayuda para que se instalen en Yocanto y pongan en funcionamiento la finca. La tierra es fértil, podrán cultivarla y criar ganado si lo desean.<br />
_ Mamita, gracias, ¡gracias! _ Rosario abrazó a su madre sin poder contener las lágrimas. Su madre comprendía y aceptaba el amor que la unía a Lautaro. Era inmensamente feliz.<br />
_ Doña Rosaura, esto es demasiado yo no..._ Lautaro, cohibido por la generosidad de la mujer, intentó rechazar el regalo.<br />
_ Tú aceptarás mi ayuda y no se hable más. Has trabajado desde pequeño para esta familia sufriendo injusticias y humillaciones. Ildefonso te ha tratado como un burro de carga. Muchas veces me opuse a ello, pero mi opinión siempre cayó en el vacío. Así que acepta este pago como resarcimiento por todos los años de abusos que has debido padecer _ Rosaura se levantó del sillón y se acercó a Lautaro, le tomó las manos y lo besó en la mejilla.<br />
_ Gra-gra-gracias doña Rosaura _ tartamudeó emocionado, jamás lo habían tratado con tanto cariño.<br />
_ Bueno, bueno y ahora, a prepararse. Lautaro, ve a la despensa y recoje víveres para el viaje, que no te vea Abelarda. Es mejor que por ahora permanezca ajena a nuestros planes, confío en ella pero suele tener la lengua floja y entonces...<br />
_ No se preocupe doña Rosaura voy a tener cuidado de que no me vea. Aprovecho que siguro está en el último patio colgando la ropa y busco las provisiones y las escuendo en la caballeriza. Doña Rosaura... _ Lautaro no podía callar, debía decírselo.<br />
_ ¿Qué pasa Lautaro? Basta de escrúpulos y acepta mi ayuda _ se impacientó.<br />
_ No, no es eso. Lo que pasa es que el Alejo y la Felipa se van a escapar con nosotros _ lo dijo de un tirón, no creía estar traicionando a su amigo, no con esta señora dispuesta a enfrentarse a la cólera del patrón por ellos.<br />
_ Mejor aún. Dile a Alejo que necesito verlo, ¡ya! _ lo apremió, no había tiempo que perder.<br />
Lautaro, sin poder controlar el impulso, besó en los labios a Rosario, un beso ligero como el aleteo de una mariposa pero que encerraba el fuego de una fragua.<br />
Rosario se sonrojó al alzar la vista hacia su madre. Rosaura sonrió y Lautaro, con el corazón rebozante, se despidió con un leve gesto de cabeza.<br />
Un poco más tarde Alejo hizo su aparición en el dormitorio de Rosaura. Se lo veía furioso aunque aparentaba serenidad. Rosaura dejó a un lado el libro que leía, "Meditaciones poéticas" de Alphonse de Lamartine, y clavó la vista en él. Él la miro desafiándola. Ella sonrió.<br />
_ Alejo, ¡qué alegría volver a verte! _ Rosaura se acercó a él y lo besó en ambas mejillas _ Ven, siéntate junto a mí _ dijo señalando una banqueta ubicada cerca de la ventana que daba al jardín.<br />
_ Tía, veo que ya te has recuperado. Me alegro _ Rosaura notó sinceridad en su sobrino a pesar de su parquedad y eso la complació.<br />
_ Gracias al cuidado de mis hijas y de Felipa. Doña Filomena también tuvo mucho que ver en mi recuperación. Le estoy muy agradecida. Y a ti, ¿como te ha ido? _ se interesó.<br />
_ Fue duro, toda batalla es dura...la muerte siempre te acompaña, pero por suerte aquí estoy, sano y salvo _ dijo con dureza, Alejo se mantenía a la defensiva. "Si la tía me pide que no huya con Pipa la mando a la mierda. Estoy cansado de reprimendas y consejos", pensó contrariado.<br />
_ Me imagino querido, pero una nueva etapa se abre para ti. Lautaro me ha dicho que piensas fugarte con Felipa, ¿es así? _ Alejo se levantó con ligereza y caminó hacia la puerta y luego volvió a sentarse.<br />
_ Tía, nada podrá hacerme desistir. Estoy decidido...estamos decididos, nos vamos. Siento mucho que tú la necesites, pero ella es mía _ la mirada acerada del muchacho la conmovió, una mirada desafiante que transmitía valor. Nadie se opondría a su amor por Felipa, él no lo permitiría. Ella era sangre de su sangre.<br />
_ Más errado no puedes estar, querido. Quiero que escapes con Felipa esta misma noche. Tú, ella, Rosario y Lautaro; los cuatro. Aquí corren peligro.<br />
Alejo, impresionado por las palabras de su tía, quedó absorto.<br />
_ Te has quedado mudo. ¿Que piensas? _ lo animó a responder.<br />
_ Tía, nunca imaginé que me pedirías semejante cosa. Pensé que debería enfrentarme a ti como lo hago con mi padre para realizar mis planes. Y tú...tú me concedes lo que más anhelo: vivir mi amor con Felipa libre de toda maledicencia. Hoy mi padre me echó de casa por no aceptar las reglas que siempre me impone. No quiero ser como él, un ladrón, un estafador, un hipócrita _ a pesar de las fuertes acusaciones que hacía contra su padre, estas estaban teñidas de tristeza.<br />
_ Mi querido, tú no te pareces a tu padre. La nobleza de tu madre es lo que te distingue dentro de esta familia. Bueno, aunque de tu padre has heredado la terquedad _ Rosario sonrió acariciándole la mejilla hirsuta, la barba de tres días acentuaba su atractivo.<br />
_ ¿Te ha comentado Lautaro la conversación que mantuve con él y Rori? _ continuó Rosaura.<br />
_ No, sólo me dijo que querías verme. Eso sí, se lo veía muy feliz. Ahora entiendo por qué _ sonrió relajado, la tensión había desaparecido.<br />
_ Alejo, hace bastante que conozco el vínculo que existe entre Lautaro y Rosario. Debo confesar que al principio me resistí a ello, ¿mi hija con un indio?, ¡imposible! Pero después de su matrimonio con Rubén me di cuenta de lo errada que estaba. Rubén es el salvaje no Lautaro. Ese muchacho la trata con tanta delicadeza que me conmueve. Estoy segura que él la protegerá de cualquier peligro y el peor de ellos es precisamente Rubén. Por eso les pedí que huyeran a Córdoba aprovechando que tu hermano está visitando los saladeros. Allí poseo una finca en un pueblito perdido entre las sierras. Tú y Felipa huyan con ellos _ Rosaura quebró en llanto, quería mantenerse calma y fuerte, pero la angustia pudo más.<br />
_ Lo haremos, tía, lo haremos _ dijo abrazándola _ Y ¿tú?, ¿estarás bien?<br />
_ Por supuesto querido. Felicitas y Darío están a mi lado. Además tengo a Abelarda _ ambos rieron, la negra era entrometida y curiosa, pero siempre estaba pendiente del menor deseo de su ama _ ¿Sabias que Felicitas está en estado de buena esperanza? _ agregó sonriendo y secándose las lágrimas.<br />
_ ¡No!¡Que gran noticia! Todavía no he visto a Darío. Antes de irme lo felicitaré. Estoy muy feliz por él, ha pasado por momentos muy duros: su enfermedad, las humillaciones de Rubén, el desamor de papá. Desde la muerte de mamá vivió aislado, sumergido en la tristeza. Sólo Abelarda y yo éramos capaces de romper el cerco de soledad que se impuso. Claro, hasta que apareció Felicitas y el sol volvió a brillar en la vida de mi hermano. Felicitas fue y es su salvación _ exclamó emocionado y Rosaura asintió.<br />
_ Darío es lo mejor que le pasó a mi Felicitas, la hace inmensamente feliz. Ellos están en San Ignacio. Fueron a agradecerle a Dios por esta bendición. Tu padre cuando lo supo se quedó pasmado, luego abrazó a Darío...creo que es la primera vez desde que nos instalamos en esta casa que lo veo hacer semejante demostración de afecto y luego descorchó una botella de su mejor vino y brindamos _ Alejo escuchaba estupefacto, su padre nunca abrazó a Darío, es más, apenas se le acercaba.<br />
_ Fue un momento feliz, uno de los pocos que hemos vivido en estos meses. Todos lo disfrutamos salvo Rubén que al escuchar la noticia abandonó el salón como una flecha, una flecha envenenada, te diré _ concluyó Rosaura con seriedad _ Rosario lo vio ir y los ojos se le llenaron de lágrimas. Aunque ella trató de disimular su amargura, todos nos dimos cuenta. Rubén no ama a mi hija, la maltrata, por eso debe huir. Y Felipa también, ella ya no puede permanecer más en esta casa _ afirmó con rotundez.<br />
Alejo quedó petrificado, ¿a qué se refería su tía?, ¿qué había sucedido mientras él estaba en batalla?<br />
_ Tía, ¿qué me intentas decir? _ preguntó temeroso de la respuesta.<br />
_ Como te dije antes, Felipa corre peligro aquí, debes llevártela. No te diré más.<br />
_ ¡Ah, no, tía! No me dejarás con ese entripado. Dime a que te refieres. ¿Por qué Pipa está en peligro? Es mi padre, ¿verdad? ¿Qué le ha hecho? _ hecho un león comenzó a caminar por toda la habitación.<br />
_ No es hora de revancha, Alejo. Es hora de marcharse sin mirar hacia atrás, ¿de acuerdo? _ intentó disuadirlo sabiendo que sería muy dificultoso. Alejo era vengativo.<br />
_ No, tía, no estoy de acuerdo. ¿Qué le hizo mi padre a Pipa? _ repitió con agresividad. Rosaura que lo estaba siguiendo de cerca retrocedió asustada por la reacción de su sobrino.<br />
_ Perdona tía, no quise asustarte pero estoy como loco. Necesito saber que le hizo mi padre a la mujer que amo _ dijo devastado apaciguada la furia anterior.<br />
_ No me explico que sucede con Ildefonso. Mi hermano nunca se comportó así...<br />
_ Así cómo _ la interrumpió impaciente.<br />
_ Tu padre acosa a Felipa y yo tengo miedo por ella _ finalmente le reveló la oscura verdad.<br />
Alejo sintió que el corazón le estallaba. Sus manos en forma de puños marcaron las uñas en las palmas hasta hacerlas sangrar.<br />
_ ¡Maldito viejo de mierda! ¡Lo voy a matar!_ Rosaura intentó detenerlo, pero él, desquiciado, la empujó con fuerza y ella cayó sobre la cama.<br />
_ ¡Alejo, Alejo! No cometas una locura _ le suplicó Rosaura ahora asomada en la puerta de su dormitorio.<br />
_ La locura la cometió él, tía _ le gritó bajando la escalera.<br />
Al bajar el último escalón se encontró con Abelarda que salía de la biblioteca."El jerez de la tarde", pensó al ver que llevaba una pequeña bandeja de plata vacía.<br />
_ Mi padre, ¿está en la biblioteca? _ preguntó destilando furia.<br />
_ Sí, ¿qué pasa Alejo? Pareces un demonio recién salido del infierno _ se inquietó la negra haciéndose a un lado ante el paso raudo del joven.<br />
_ No parezco, ¡lo soy! _ dijo dirigiéndose al encuentro de su padre. La negra se santiguó invocando a San La Muerte.<br />
Entró como un vendaval en la biblioteca. Ildefonso, sentado en el escritorio, levantó la vista de unos documentos que estaba firmando para enfocarla en su hijo.<br />
_ Creo haberte echado esta mañana. ¿Que haces aún aquí? ¡Lárgate de una buena vez! _ al gritar, el monóculo que acostumbraba usar cayó sobre los papeles que estudiaba.<br />
_ Alejo se tiró sobre el escritorio y tomó a su padre de las solapas del gabán. Lo tironeó con rabia.<br />
_ ¡Cómo te has atrevido, padre! ¡Cómo! _ Alejo sentía que la sangre le hervía. Su cuerpo clamaba venganza...muerte.<br />
Ildefonso, lejos de amedrentarse, empujó con fuerza a su hijo, rodeó el escritorio y sin perder un segundo le lanzó una trompada directa a la nariz. No la fracturó, pero le provocó una hemorragia. La reacción de su padre no lo intimidó, se pasó el antebrazo por la nariz para secar el chorro de sangre que bajaba hasta su boca. Los dos medían su fuerza y astucia como dos pumas machos que buscan marcar su territorio.<br />
Alejo se abalanzó sobre su padre trenzándose en una lucha cuerpo a cuerpo. Finalmente el joven sometió al viejo y agotado, se detuvo.<br />
Alejo, como despertando de una pesadilla, se vio sobre su padre que lo observaba con el rostro desfigurado por los golpes.<br />
La culpa sobrevino y Alejo cargó al padre hasta uno de los sillones. El viejo respiraba con dificultad.<br />
_ Padre, ¿por qué me has empujado a esto? ¿Por qué buscas mi destrucción? _ balbuceó consternado.<br />
_ Pipa es lo que más quiero en este mundo, lo más sagrado para mi, padre. ¿Por qué tratas siempre de quitarme todo lo que amo? Mi madre, mis amigos...¡Pipa! Ella es mi tesoro, padre. ¿Tanto me odias?<br />
¿Por qué, padre?, ¿qué mal he hecho para que me castigues con tu desprecio? Quisiera odiarte pero te amo , padre. Desde niño lo único que quise de ti fue una pequeña muestra de afecto, sólo eso padre, sólo eso... _ Alejo, furioso consigo mismo por no poder doblegar sus más profundos sentimientos, no fue capaz de contener las lágrimas, que rebeldes se desgranaban por sus mejillas.<br />
_ Perdón , hijo. Tengo un demonio que me impulsa a hacer cosas que en realidad me asquean y no lo puedo contener. Sólo tu madre me ayudaba a controlarlo, pero ahora ella no está...¡Vete hijo, vete ya, por tu bien y el mio , vete! Y no te sientas culpable, me merezco esta paliza. Pídele perdón a Felipa por mi, ella es maravillosa, cuídala...Alejo... _ Ildefonso haciendo un tremendo esfuerzo se incorporó apenas en el sillón _ Hijo, te quiero y ahora, vete.<br />
Alejo, emocionado por la revelación de su padre, se arrodilló frente a él y con cuidado de no provocarle dolor, lo abrazó por primera vez en su vida.<br />
_ Gracias, padre _ y con el alma aligerada fue en busca de su destino.<br />
Ildefonso permaneció en la biblioteca hasta el anochecer.<br />
Antes de la cena, adelantando su regreso, llegó Rubén. Estaba de buen humor, los ingresos obtenidos en el comercio de carne salada iban prosperando a pasos agigantados. Fue directo a la biblioteca, allí encontraría a su padre y le daría las buenas nuevas. Celebrarían con un excelente jerez. Más tarde se deleitaría entre las piernas de su amante. Sonriendo entró en la biblioteca y lo que encontró lo dejó pasmado.<br />
_ ¡Padre! ¿Qué te ocurrió? _ gritó al verlo en un estado catastrófico.<br />
_ Tranquilo Rubén, acabo de tener un intercambio de opiniones con Alejo _ expresó con tranquilidad.<br />
_ ¡Maldito gusano! Mira como te ha dejado. ¿cómo te sientes? _ dijo con preocupación.<br />
_ Bien, bien. Olvidemos el asunto, ¿quieres? Y dime, ¿como fue la inspección al saladero?_ preguntó con dificultad al hablar debido a los golpes recibidos.<br />
_ Excelente, mejor imposible _ respondió ufano.<br />
_ Me alegro, hijo. Ahora quiero que prestes atención a lo que voy a decirte porque no lo voy a repetir. Quiero que busques al cacique Carripilun. Creo que después de la epidemia de varicela guió a los sobrevivientes de su tribu a Córdoba, a un paraje cercano a Yacanto. Búscalo y entrégale las escrituras del saladero, le pertenece a los ranqueles, yo robé sus tierras con malas artes _ dijo tranquilizando su conciencia. Muchos habían muerto por su avaricia, incluso había intentado asesinar a su propia hermana.<br />
_ ¿Qué dices padre? ¡Te has vuelto loco! Jamás lo haré _ se exasperó.<br />
_ Rubén no te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando _ dijo Ildefonso alzando la voz y una puntada en el costado izquierdo lo hizo callar.<br />
_ Padre, necesitamos ese dinero. Son muchas las deudas que debemos cubrir. Si hago lo que ordenas estaremos en la ruina, tú lo sabes _ Rubén, manteniendo la calma, trató de hacer entrar en razón a su padre.<br />
_ Haz lo que te dije _ Ildefonso estaba resuelto a enmendar sus errores.<br />
Rubén lo miró fijamente sopesando una decisión. Entonces, tomó el cortapapeles que estaba sobre el escritorio y sin dudarlo lo clavó en el cuello de Ildefonso. Luego encendió un cigarro, los preferidos de su padre, se apoyó contra el escritorio y se dispuso a esperar a que este muriera desangrado.<br />
Mientras se le iba la vida, Ildefonso, miró a su hijo dilecto con tristeza. "¡Que necio fui! ¡Cuánto me equivoqué!".<br />
Cuando Rubén se aseguró que su padre había muerto abrió la puerta de la biblioteca gritando:<br />
_ ¡Ayuda!¡Alejo mató a nuestro padre!<br />
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<i> </i>gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-3814086168985553282018-11-23T14:43:00.000-08:002018-11-23T14:43:01.083-08:00FELIPA, EN CARNE VIVA - Capítulo 23<i>"Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos</i><br />
<i> te pareces al mundo en actitud de entrega.</i><br />
<i> Mi cuerpo de labriego te socava..." </i><br />
Pablo Neruda<i> </i><br />
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Cuando Alejo dejó a su padre con la palabra en la boca, furioso y a la vez perplejo por sus sentimientos para con su hijo menor, salió con la velocidad de un rayo en busca de Felipa. Sólo ella tenía la capacidad de darle sosiego, sólo ella le daba sentido a la vida. Estaría inquieta esperándolo en su refugio secreto, ya había pasado media hora de la cita propuesta en el desayuno.<br />
Alejo apuró el paso. Atravesó todos los patios hasta llegar al último en donde estaban las caballerizas. Respiró con alivio por no encontrarse con Abelarda, no tenía ganas de dar explicaciones. La muy chismosa seguramente habría escuchado con la oreja pegada en la puerta de la sala el enfrentamiento que había tenido con su padre. Su racha no duró mucho, Lautaro le salió al encuentro.<br />
_ ¡Alejo!, ¿cuándo volviste, amigo? _ le dijo dándole un abrazo que Alejo correspondió con alegría a pesar de su apuro.<br />
_ Esta mañana, bien temprano. ¿Cómo estás Lauti? Estos días con el viejo se te habrán hecho insoportables, ¿no? Reconoce que sin mí, todo es peor _ los dos rieron aunque la afirmación de Alejo no se alejaba de la verdad.<br />
_ No quiero amargarte Alejo, recién llegás, pero tu viejo es un gran hijo de puta _ comenzó el indio mientras salían de la casa, atravesaban las calles en las que pululaban los distintos vendedores ambulantes y se encaminaban hacia el Paseo de la Alameda. A pocos metros de allí, a orillas del Plata y tras unos árboles centenarios se ocultaba el refugio de los amantes.<br />
_ Eso no es ninguna novedad. ¿Qué ha hecho ahora? ¡Felipa! ¿Le ha hecho algo a Pipa? _ Alejo se detuvo bruscamente y zamarreó a Lautaro, la ira desatada.<br />
_ ¡No, no! Calma hombre, a Pipa no le pasó nada. Como me pediste, nunca le saqué los ojos de encima _ lo tranquilizó. Lautaro no imaginó en ese momento cuanto se equivocaba.<br />
_ Y entonces, ¿qué carajo pasó? _ dijo retomando la marcha y liando un cigarro de chala. Se lo ofreció al indio y luego se hizo otro para él.<br />
_ Se apropió de las Salinas Grandes. Mi pueblo tuvo que juir hacia las sierras de Córdoba, bueno los pocos que quedaban _ expresó con tristeza y rabia.<br />
_ ¿Cómo los pocos que quedaban? ¿Qué significa eso? _ Alejo volvió a detenerse. Miró fijo a su amigo esperando una explicación, aunque temía oírla.<br />
_ Sobre mi gente se desató una epidemia de varicela. Muchos murieron y como te dije, los pocos que se salvaron de la enfermedá abandonaron todo y escaparon _ Lautaro dio una pitada más al cigarro y tiró con fuerza la colilla entre los matorrales que los rodeaban.<br />
_ ¿Varicela? Pero, ¿cómo pasó? ¿Cómo se produjo el brote? _ reanudaron la marcha, Alejo pasó su brazo sobre los hombros del indio como muestra de afecto y condolencia por lo sucedido.<br />
_ El negro Chamorro me contó que en "El Candombe" muchos murieron por la varicela. Y eso jué anterior a lo de mi pueblo.<br />
_ Ahí vive doña Filomena... ella, ¿está bien? _ preguntó con temor.<br />
_ Si, si, ella está bien. Gracias a doña Rosaura muchas familias se salvaron. Esa sí que es una gran dama. La pobrecita entuavía se estaba recuperando y le pidió a la Felicitas y a la Felipa que la llevaran al Cabildo. Ahí armó un alboroto de la gran puta, le tiró de los huevos a los consejales para que se ocuparan de esos infelices. ¡Mirá que tiene poder tu tía!<br />
_ El poder del dinero y de un apellido con estirpe _ respondió con sequedad.<br />
_ Lo que sea, pero gracias a eso mesmo que decís se ordenó aislar a los enfermos, se fumigó con un no sé que ácido y se hicieron hogueras en las que se quemó pólvora. Felicitas le pidió al dotor O´Gorman que pinchara a los negros con esa vacuna que cura la enfermedá...<br />
_ Que la evita _ Alejo lo corrigió aunque sus pensamientos corrían por otro derrotero. "¡Y Pipa sola! Sola en semejante desastre. ¡Maldita sea la hora en que me fui!"<br />
_ El buen dotor hasta les dio naranjete mezclado con...con... pucha no me ricuerdo. Pero eso sí, esa mezcla le bajó la jiebre a los enfermos _ concluyó _ ¡Lástima que no hubo oportunidá de hacer lo mesmo con mi pueblo! Todo pasó tan rápido _ suspiró contrariado _ Tu tía ni se enteró y cuando lo hizo ya era tarde. Además, dispué de lo del Candombe, tuvo una recaída pero por suerte ya está bien. ¿La viste?<br />
_ No, no tuve tiempo _ dijo parco.<br />
_ Pero Alejo, es tu tía y te quiere mucho. Siempre se priocupa por vo´_ Lautaro se sorprendió del desinterés de Alejo por la salud de doña Rosaura.<br />
_ No me vengas con reprimendas que ya tengo suficiente con mi padre. Ahora lo único que quiero es estar a solas con Pipa... Dime Lautaro, ¿crees que mi padre tuvo algo que ver con la epidemia que arrasó a tu pueblo? _ dijo saltando de un tema a otro.<br />
_ Estoy seguro _ respondió sin vacilar _ y en complicidad con el dotor Arriaga.<br />
_ ¿Cómo lo sabes? _ Alejo se sintió como un caldero gigante en donde su sangre comenzaba a bullir.<br />
_ Me lo conto la Candela _ dijo mirando el suelo mientras pateaba una piedra fuera del camino.<br />
_ ¿Quién?...¡Ah!, la negra liberta con la que te revolcaste un par de veces _ recordó y al hacerlo dio un empujón al indio en gesto de camaradería.<br />
_ Sí, esa mesma.<br />
_ Si, si. Mucho querer a Rori pero...<br />
_ Pero la calentura puede más. Sí, y estoy avergonzado. Vo sabés Alejo que la Rosario es todo pa´mí _ Alejo sonrió ante la mirada de carnero degollado de su amigo.<br />
_ Te comprendo y ahora cuéntame lo que te dijo Candela.<br />
_ Ella es amiga de una negra que tuvo la varicela. En realidá, toda la familia murió : los padres de la mujer y el marido, salvo el hijito recién nacido que también estaba enfermo y el hermano de la parturienta. Y fue el hermano, que es esclavo del dotor Arriaga, el que una noche se llevó al crió. La Candela lo vio cuando volvía al Candombe a la medianoche. Ella trabaja pa´doña Carlota, la dueña del prostíbulo que está en el Riachuelo. Siguro abandonó al crío en el tolderío y así se disparramó la enfermedá entre mi gente.<br />
_ Puede ser pero no lo podemos probar...¿y el hermano de esa mujer? _ la idea alentó a Alejo.<br />
_ A ese negro parece que se lo comió la tierra. Un día me acerqué a la casa del dotor y le pregunté a una de las negritas que llegaba del mercado por Jacinto, ese es el nombre del negro. Ella me dijo que hacía tiempo había desaparecido. "Se habrá escapado", me confió con esperanza y miedo.<br />
_ Esto me huele mal, muy mal. Si mi padre y ese doctor tienen algo que ver, la van a pagar. Te lo juro amigo _ Lautaro sabía que Alejo no mentía, nunca mentía y la venganza los unió aún más _ Luego hablaremos más tendido sobre el tema. Debemos investigar, pero ahora voy con Felipa, me espera. Una cosa más, Lautaro, mi viejo me echó de casa así que me voy a hospedar en el Hotel Comercial, ese que está en el puerto, el dueño es un español que me conoce de niño y no congenia con mi padre. Eso es lo que más me gusta de él. Igualmente durante el día me puedes encontrar en nuestra guarida. Eso será por unos días, nada más, porque pienso huir con Felipa _ declaró con entusiasmo, por fin se haría realidad su sueño: vivir su amor lejos de toda su familia, una familia opresiva y demandante. Felipa sería sólo para él.<br />
_ Yo también me marcho, Alejo. Estoy cansado de esta vida, no soy esclavo y me tratan como si lo juera. ¡No doy más! _ confesó abatido. Detuvieron una vez más la marcha y Alejo arrastró de un brazo a Lautaro hacia bajo la sombra de un álamo. El sol del mediodía picaba la piel.<br />
_ ¿Qué dices? ¿Dónde irás? ¿Y Rosario? _ le gritó alarmado por la decisión de su amigo, tonta y temeraria para su opinión.<br />
_ Me voy pa´ Córdoba siguiendo a mi pueblo. Mi tiempo con los blancos terminó.<br />
_ ¿Y Rori? ¿Y yo? Te necesito Lautaro.<br />
_ Vo' no me necesitás, vo´tenés a la Felipa, ella es todo pa´vos. Sin embargo, mi amistad la tenés hasta mi muerte - dijo con los ojos humedecidos. No iba a llorar, él era un guerrero aunque hasta ese momento había vivido como un sirviente y de esa vida ya estaba asqueado.<br />
_ Claro que te necesito, tú eres mi único amigo, el que me conoce como nadie, ni siquiera Felipa me conoce como tú. No quiero perderte, Lautaro y creo firmemente que Rosario, tampoco. ¿Le has dicho que te vas?<br />
_ ¿Pa´qué? Sé su respuesta: "Lautaro te quiero pero no puedo huir...mi marido...mi madre...mi hermana..."_ el pesar se traducía en las palabras.<br />
_ Te comprendo. Pretextos y más pretextos. Lo mismo ocurre con Felipa, pero esta vez no se lo permitiré. Me iré con ella, esté de acuerdo o no. Y tú harás lo mismo con Rosario. Si no quieren venir con nosotros las secuestraremos. Está resuelto _ los ojos de Alejo despedían chispas. El incendio se había iniciado y absolutamente nadie lo sofocaría y de eso Lautaro era consciente _ Felipa, Rosario y yo te seguiremos a Córdoba. Nos ocultaremos en tu pueblo hasta que decida donde establecerme con Felipa. Tú y Rosario por fin serán libres de amarse como les venga en ganas. ¿Estás de acuerdo? _ concluyó con firmeza.<br />
Lautaro, sorprendido por la declaración de Alejo, apenas atinó a afirmar con la cabeza. En ese mismo momento una voz cantarina pronunció el nombre de Lautaro. Era Rosario que corría a su encuentro.<br />
Alejo fijó la vista en el indio, le palmeó la espalda y con una sonrisa cómplice lo animó a llevar adelante el plan que acababan de idear.<br />
_ ¡Alejo, qué alegría verte! _ Rosario abrazó a su primo aliviada de tenerlo de vuelta luego de tantas batallas.<br />
_ Lo mismo digo Rori y si me perdonas debo ir con Felipa _ y con un ligero ademán se despidió de su prima y de Lautaro.<br />
_ Lauti, debo hablar contigo _ expresó ruborizada por la carrera.<br />
_ Ven _ Lautaro la tomó de la mano y se sentaron sobre la hierba fresca amparados por la sombra del álamo.<br />
_ ¡Huyamos, mi amor! Odio a Rubén, ya no lo soporto. ¡Huyamos esta misma noche! _ Lautaro disfrutó del sabor de las lágrimas de Rosario cuando ella se arrojó a sus brazos y comenzó a besarlo como nunca lo había hecho. Él, aturdido por la emoción, le respondió con la misma pasión.<br />
_ Mi madre quiere verte. Ella nos ayudará a fugarnos _ con esta afirmación sorprendió aún más a Lautaro. Si esto era un sueño, no deseaba despertar jamás.<br />
_ ¿Cómo? ¿Doña Rosaura sabe que nos queremos y está de acuerdo? _ Lautaro se sentía flotar en una pompa de jabón a punto de explotar.<br />
_ Imagino que sí, sino por qué, entonces, me pediría que te buscara cuando le conté sobre la violencia de Rubén _ mencionó con angustia.<br />
_ Rubén, ¿te pegó? ¿Ese malnacido te hizo daño? _ Lautaro se enfureció, mataría a ese animal.<br />
_ Sí, ya no puedo seguir mintiendo. Rubén me golpea y me humilla, es su diversión. Pero ahora eso no es lo importante, lo importante es nuestra huida, escaparnos para nunca regresar _ Rosario se abrazó con fuerza a Lautaro apoyando su cabeza en el pecho del indio. Los latidos del corazón de Lautaro retumbaban con la energía de los tambores de guerra. "Le voy a cortar la verga a esa mierda y se la voy a poner en la boca mientras lo deshollo vivo", repetía en cada beso que depositaba en la piel tersa de Rosario.<br />
_ Vamos con doña Rosario _ le dijo mientras la ayudaba a ponerse de pie _ No la hagamos esperar.<br />
<br />
Alejo llegó al refugio con la respiración acelerada. Ansiaba estrechar entre sus brazos a la mujer que le provocaba insomnio. Y allí estaba ella, tan bella como la llevaba grabada en cada una de sus células. La amaba por encima de todo, hasta de su propia vida. Ella era su alma.<br />
Felipa estaba de espaldas a la puerta principal. Miraba a través de la ventana el oleaje calmo del río.<br />
Haciá más de una hora que esperaba y sin embargo su espíritu estaba en paz. Alejo había regresado y su mundo recobraba sentido. Lo había escuchado discutir con su padre y por un momento pensó que el viejo se jactaría del abuso que le infirió aquella tarde. ¡Sería un desastre! Sin duda, correría sangre y aquella posibilidad la hizo temblar. Pero la discusión fue tomando otros derroteros y ya más aliviada se alejó de ellos. Ahora todo lo que le importaba era descansar sobre el cuerpo tibio de Alejo, que la hiciera suya con la vehemencia que tanto la excitaba.<br />
Él caminó lentamente hacia ella. Felipa lo sintió llegar, pero no se volvió, se quedó quieta...esperándolo.<br />
Alejo la abrazó por detrás. La apretó contra su cuerpo. Ella sonrió cuando la erección se manifestó en toda su plenitud.<br />
_ No te imaginas cuanto extrañé tenerte de esta manera, extrañé tu aroma, extrañé pasar mi lengua por la calidez de tu cuello, extrañé perderme entre tus pechos _ a medida que describía lo iba haciendo. Felipa, con los ojos cerrados, dejaba que él la recorriera a su antojo. Ella también lo deseaba.<br />
_ Pero sobre todo , extrañé estar dentro tuyo, penetrarte hasta las entrañas _ dicho esto la volvió hacia sí y con un solo movimiento le arrancó la pollera y le bajó los calzones. Ella apenas emitió un suave chillido que Alejo aprovechó para meter su lengua en esa boca que lo enloquecía. La saboreó enfebrecido por la excitación. Ella le quitó la camisa y deslizó sus manos por la espalda, una espalda musculosa, atravesada por cicatrices de heridas recibidas en el campo de batalla, una espalda sudorosa y el olor a sudor la excitó aún más.<br />
Alejo la apoyó contra la pared y sujetándola por la cintura la levantó. Ella lo envolvió con las piernas y él la penetró con un solo embate, con furia, con hambre, con devoción.<br />
El orgasmo los aniquiló. Cayeron sin despegarse sobre un catre desvencijado que los contuvo como si fuera el nido más preciado. Los besos no cesaron, las caricias se multiplicaron. Las palabras sobraban, las miradas lo decían todo. Desnudos, entrelazados, bañados por el sol de la tarde, se amaron con desesperación hasta ser sorprendidos por las sombras de la noche.<br />
_ Alejo, te amo _ balbuceó Felipa _ No vuelvas a dejarme o enloqueceré _ las lágrimas comenzaron a correr como perlas por sus mejillas arreboladas.<br />
_ Nunca más, te lo prometo _ y selló su promesa con un beso profundo en el nacimiento de los pechos. Felipa gimió de placer.<br />
Alejo comenzó a vestirla con lentitud, devorándola con los ojos. Ella hizo lo mismo con él.<br />
_ Pipa vayámonos de aquí, lejos...muy lejos. No te niegues, por favor _ el ruego de Alejo la hizo temblar. "¡Dios cuánto lo amo!", pensó asolada por ese amor irreverente, atronador y devoto que la atravesaba como una espada.<br />
_ Cuando quieras _ al escuchar la respuesta, Alejo, abrazándola, la hizo girar por toda la estancia riendo y gritando: "¡Te quiero, te quiero!".<br />
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<br />gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-21791401969301498052018-11-16T05:27:00.000-08:002018-11-16T05:38:25.806-08:00FELIPA, EN CARNE VIVA - Capítulo 22<i>"Un corazón formado en la intriga...no puede ocultar por mucho tiempo el veneno que lo alimenta".</i><br />
<i>Juan José Castelli</i><br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLu1GsilR9V8Undr1foMzTLJ4PiU0qX5GJyz1Iw51hucovVsZZHHNQnscEmlJb7NcjrMSqmVm-ceZotsHJdFkQXqYTk_tqL5U5tOa-N8sjVF5sAll9mhsNnAoRN1_2m9TlURmvtbe8v6ik/s1600/rosario.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="705" data-original-width="564" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLu1GsilR9V8Undr1foMzTLJ4PiU0qX5GJyz1Iw51hucovVsZZHHNQnscEmlJb7NcjrMSqmVm-ceZotsHJdFkQXqYTk_tqL5U5tOa-N8sjVF5sAll9mhsNnAoRN1_2m9TlURmvtbe8v6ik/s320/rosario.jpg" width="256" /></a></div>
Buenos Aires, septiembre de 1820<br />
Alejo entró a la casa por la cocina precedido por el canto del gallo rojo que dominaba en el gallinero de Abelarda. Era de madrugada, el sol apenas se desperezaba.<br />
Se despojó del grueso poncho de lana de vicuña que dejó tirado sobre un banco de caderas y cuero de vaca. Se sentó cerca del fogón ya encendido. Abelarda pronto aparecería, seguramente con una canasta llena de huevos.<br />
_ Y usté, ¿quién e´? _ se sobresaltó Asunta. Tomó la escoba que estaba cerca de la puerta y se dispuso a golpear al desconocido.<br />
_ Quieta negrita, soy yo, Alejo, ¿no me reconoces? _ el muchacho se paró de un salto y tomándola de la cintura la hizo girar. La negra, sorprendida, comenzó a reír.<br />
_ Abájeme pué, patroncito, flor de susto me dio apareciéndose así de sopetón. La Felipa, ¿sabe que llegó? _ le preguntó mientras se arreglaba el delantal y ajustaba el moño del pañuelo rojo que sujetaba su cabello crespo.<br />
_ No, recién llego. ¿Y Abe?<br />
_ ¿Quién pregunta por mi? _ Abelarda apareció con dos canastas cargadas de hortalizas y huevos _ ¡Noo!, ¿Alejo so´vo´? _ exclamó eufórica _ Mi niño , por fin, por fin, estás con nosotros de güelta _ canturreó abrazándolo con fuerza, las canastas olvidadas en el piso de ladrillo.<br />
_ Ten cuidado Abelarda, me estas asfixiando _ rió Alejo correspondiendo el abrazo.<br />
_ Y, ¿cómo estás? ¿Te hirieron? ¿Comiste bien? ¡ Qué va!, si estás hecho un palo. Ahora mesmo te preparo unas tortas fritas con unos huevos pasados por agua, ah...y unos güenos pedazos de panceta.<br />
_ Suena apetitoso _ Alejo se sentó a la mesa mientras las negras corrían de un lado al otro preparando el suculento desayuno.<br />
Media hora más tarde, cuando Alejo daba cuenta de su segundo plato de mazamorra con canela, una voz detuvo su corazón.<br />
_ Buenos días Abelarda, ¿está preparado el té para doña Ro...? _ Felipa se interrumpió al quedar frente a frente con Alejo.<br />
_ Pipa, mi amor _ se acercó a ella y la apretó contra su pecho. La fragancia de la muchacha lo encendió. La besó en el cuello, detrás de la oreja. Felipa sintió como si un millar de hormigas corrieran por su piel _Te extrañé hasta el delirio.<br />
_ ¡Alejo!, prométeme que nunca más volverás a irte. ¡Basta de guerras! _ le suplicó feliz de tenerlo nuevamente junto a ella.<br />
_ Te lo prometo _ y cuando intentaba besarla en la boca, Abelarda los detuvo.<br />
_ Bueno, bueno...basta de arrumacos que la están ruborizando a la Asunta. Alejo, corré a bañarte que tenés un olor a bosta de caballo que apesta. No sé como lo aguantás Felipa...y afeitate, esa barba pinchuda da impresión _ despotricó la Abelarda conteniendo la risa.<br />
Alejo se olió la ropa y se pasó la mano por la tupida barba.<br />
_ Es verdad, huelo a agua estancada. Felipa te espero en nuestro lugar dentro de una hora, allí estaremos a salvo de moscas molestas _ le dirigió una mirada intencionada a las negras. Abelarda, escandalizada, lo amenazó con el palo de amasar y Asunta, avergonzada, agachó la cabeza. Felipa rió divertida y luego de darle un ligero beso en los labios, se apresuró en llevarle el desayuno a doña Rosaura. Ese día le pertenecía por entero a Alejo y ella lo disfrutaría.<br />
El buen humor de Alejo cambió drásticamente al pasar por la sala. Ver a su padre fue como un golpe directo al estómago.<br />
_ Bueno, bueno, mira quien ha llegado _ dijo con sarcasmo _ Combatir no hace mella en ti. A ver...pero si no has recibido rasguño alguno _ inspeccionó de arriba hacia abajo a su hijo con mirada de zorro.<br />
_ ¡Que pena!, ¿no?, padre. Tú hubieras preferido que muriera en batalla, ¿verdad? Soy un estorbo para ti, siempre lo he sido _ expresó con dolor y enojo.<br />
_ Pamplinas, son tontas ideas tuyas. Aunque debo ser franco contigo. Si no fuera porque eres mi hijo y te quiero, esa esclava que amas ya sería mía hace rato. Como ves respeto tus posesiones _ el cinismo de sus palabras impactaron en Alejo con más salvajismo que una bala.<br />
Sin poder controlar su impulso, se arrojó sobre Ildefonso y tomándole de las solapas de su gabán le escupió con furia:<br />
_ Si te atreves a tocarla, te juro que te arrancaré el corazón. No es una amenaza, es un juramento, padre.<br />
_ Calma, calma, hijo. Veo que la violencia que has vivido en el campo de batalla te ha trastornado. Consultaré con el doctor Arriaga, seguramente él te recetará alguno de sus potajes que tranquilizarán tus nervios _ Ildefonso apartó a su hijo de él de un tirón. Luego acomodó su chaqueta con una sonrisa ficticia, en sus ojos había odio.<br />
_ No estoy enfermo, padre y no necesito al doctor Arriaga ni las porquerías que prepara. Son puro veneno y Darío es testigo de ello _ se exaltó.<br />
_ No calumnies al querido doctor. Desde hace un tiempo tu hermano está mucho mejor. Rara vez sufre esas patéticas...¿cómo es que las llama Felicitas? ¡Ah, sí!, convulsiones _ Ildefonso se sentó en uno de los sillones, cruzó las piernas y miró con descaro a Alejo.<br />
_ Si Darío está mejor es por Felicitas y el gran amor que los une. Ella ha consultado con otros médicos que han echado por tierra el diagnóstico de Arriaga y han cambiado el tratamiento obsoleto de tu gran amigo Arriaga. Hasta comienzo a sospechar si acaso sus arcaicos conocimientos mataron a mamá _ enfrentó con audacia a su padre sacando a la luz un interrogante que lo atormentaba desde que Felicitas comenzó a dudar de la sapiencia del doctor.<br />
_ ¡Basta de tonterías! Hasta aquí ha llegado mi paciencia contigo _ el hombre se paró con rapidez y se plantó frente a su hijo. Alejo le sostuvo la mirada. Finalmente Ildefonso se relajó disminuyendo la tensión entre ambos.<br />
_ Y yo que te esperaba ansioso con una excelente noticia...<br />
_ ¿Una noticia?, ¿qué noticia? _ se alarmó el joven. Las buenas noticias para el padre, eran un desastre para la familia, exceptuando a Rubén, claro.<br />
_ ¿Por qué esa cara? Ven, siéntate y toma una taza de café mientras te cuento _ Ildefonso tomó el brazo de Alejo y lo condujo hasta un sillón, luego le sirvió la aromática infusión.<br />
Tanta gentileza desconcertó al muchacho. "Aquí hay gato encerrado", pensó bebiendo el café que le calentó las entrañas.<br />
Ildefonso también tomó asiento y también se sirvió una taza de humeante café. Era necesario poner a Alejo de su lado sino se vería obligado a hacerlo desaparecer. Nada ni nadie entorpecería sus planes y esta vez no fracasaría. Rosaura salvó su vida, pero afortunadamente las tierras ya le pertenecían cuando logró recuperarse y ahora ya era tarde para cualquier molesta intervención de su parte. Su hermana tuvo que aceptar su derrota y mantenerse callada por el bien de sus hijas.<br />
_ ¡Que has hecho Ildefonso! ¡Aniquilar un pueblo entero por esas malditas tierras! ¡Estás loco!Más que eso, ¡eres un asesino! Te desconozco _ le gritó descontrolada cuando se enteró de la tragedia.<br />
En complicidad con el doctor Arriaga Ildefonso sembró el virus de la varicela entre los ranqueles. En menos de una semana muchos murieron y los que pudieron salvarse de la fulminante enfermedad huyeron hacia otras tierras.<br />
_ Tranquila hermanita, cuida tu salud. El doctor Arriaga ha dicho que necesitas recuperar fuerzas y para eso debes descansar y no sobresaltarte. ¿Has comido? Veo que no has tocado tu almuerzo. Recuerda que el guiso de lentejas te dará la energía que necesitas para tu total recuperación.<br />
_ ¡Me importa un carajo el maldito guiso de lentejas! _ y de un manotazo tiró el plato de loza derramando su contenido sobre la alfombra de su dormitorio.<br />
_ Rosaura, que modo de hablar es ese... Yo sólo quiero tu bienestar y el de tus hijas. Doy gracias a Dios que aún estés con vida... aún hermanita, aún...recuérdalo _ Ildefonso clavó sus ojos con saña en ella. Rosaura intuyó con tristeza a que se refería : él había intentado envenenarla, su propio hermano, sangre de su sangre, por unos míseros terrenos _ Somos socios, Rosi _ la llamó como lo hacía cuando eran niños _ Lo que es mío es tuyo y viceversa. Si yo progreso, tú progresas. Compartimos la misma fortuna y las mismas culpas.<br />
_ Pero yo me opuse a semejante locura, matar a tanta gente..._ se esforzó por no llorar delante de ese monstruo pero no pudo.<br />
_ ¿Gente? Pero si son indígenas, animales sin alma, parásitos de nuestra sociedad que se dedican a emborracharse y a robar. Créeme Rosi, le hemos hecho un bien a la Patria. Hazme caso, no pienses más en ello y disfruta que estás viva. ¡Ah!, y te recomiendo que no comentes lo que hemos conversado ni con tus queridas hijas ni con Felipa. Ellas deben permanecer al margen, si lo haces tendré que tomar medidas drásticas, ¿entendido? _ la amenazó sin perder la sonrisa.<br />
_ ¿Qué medidas? _ Rosaura tragó saliva con dificultad.<br />
_ Las enviaré de viaje a Europa por tiempo indeterminado, lejos de ti, quizás nunca volverás a verlas. Dinero tendré de sobra con los saladeros que estoy, perdón, que estamos construyendo en los terrenos que adquirimos gracias a la generosidad de los ranqueles _ al decir esto Ildefonso rió como un desaforado.<br />
_ Ellas nunca se irán _ lo enfrentó.<br />
_ ¿Eso piensas? ¡Qué incrédula eres! Basta con que le haga creer a Felicitas que en Francia o en Inglaterra hay un médico capaz de curar a Darío que no dudará en hacer las maletas. Y Rosario, bueno, ella siempre hace lo que le ordena su marido _ expresó con displicencia _ En cuanto a ti, el doctor Arriaga me ha propuesto enviarte a Córdoba, al convento de Santa Catalina. Allí, el aire saludable de las sierras y el cariño de las monjas ayudarán en tu recuperación. Felipa, por supuesto, se quedará en esta casa para mi atención personal. Por Alejo no te preocupes, el coronel Rosas tiene planes para él. Ya puse todas mis cartas sobre la mesa, ahora todo depende de ti, hermanita. ¿Seguirás poniéndote en mi contra o continuaremos viviendo todos juntos en armonía y disfrutando de los dividendos que nos darán los saladeros? _ Ildefonso, al concluir, observó satisfecho el rostro devastado de Rosaura. Había triunfado, su hermana ya no sería un obstáculo. La tenía controlada a ella y a su fortuna.<br />
_ ¡Padre! ¿Cuál es la noticia? _ insistió impaciente Alejo al notar a Ildefonso distraído.<br />
_ Ya, ya _ dijo volviendo al presente _ Pondré a funcionar un saladero en el sudoeste de la provincia. Además de explotar las salinas proyecto crear una ruta que permita trasladar las planchas de sal hasta los diferentes saladeros que se establecen en Buenos Aires. "La Higueritas", de Rosas y Juan Terrero, es uno de mis clientes. Además acabo de pactar mi primera exportación de carne salada en buques ingleses a Cuba, ¿qué te parece? _ expresó orgulloso.<br />
_ ¿Y cómo fue que te apropiaste de esas tierras? Y los ranqueles que vivían en esa zona, ¿dónde están? _ se alteró Alejo.<br />
_ Me ofendes, Alejo. Yo no me apropié de las tierras, las compré al gobierno _ respondió indignado.<br />
_ ¿Y qué tiene que ver el gobierno si esas tierras pertenecen a los ranqueles? _ retrucó con igual indignación Alejo.<br />
_ A esos pobres diablos se les permitió vivir allí para calmar sus ánimos y para que nos dejaran en paz, a nosotros, gente de buena cepa. El gobierno se las concedió a condición de que cesaran los malones y las incursiones en las estancias de los alrededores. ¿O por qué crees que don Juan Manuel se vio en la necesidad de organizar a sus "Colorados del Monte? Porque estaba harto de esos salvajes sanguinarios.<br />
_ Ellos reclaman lo que desde un principio les perteneció: las tierras que nosotros de a poco nos fuimos apropiando _ Alejo se sentía derrotado, sabía que discutir con su padre era inútil, nunca comprendería su postura, el sólo pensaba en aumentar el contenido de sus arcas.<br />
_ No digas sandeces, cada vez que te escucho recuerdo a a tu madre, la gran samaritana. Siempre preocupándose por los todos menos por mí. ¡Vete!, desaparece de mi vista. Fui un necio al suponer que te alegrarías con la noticia. A ver si te enteras, gracias a mi esfuerzo y al de tu hermano hemos impedido que esta familia terminara comiendo bellotas como los cerdos. ¡Lárgate!, me avergüenza que seas mi hijo _ Ildefonso estaba fuera de sí., rojo como la grana. Una vena, asomada en su cuello, le latía acelerada.<br />
_ Yo te avergüenzo padre, yo, que tú mismo has dicho, me parezco a mi madre, una mujer recta y generosa, que siempre velo por todos nosotros; y en cambio te enorgulleces de Rubén, un hombre egoísta, violento y embustero. De él sí te enorgulleces, ¿verdad, padre? _ saltó con ira. Alejo apretó con fuerza sus manos formando puños. Un deseo intenso de trompear a su padre se había apoderado se él, pero debía contenerse, si lo hacía nunca se lo perdonaría porque a pesar de sí mismo, lo amaba.<br />
_ Rubén es un verdadero Gómez Castañón, en cambio tú... _ Alejo leía la decepción en los ojos de su padre.<br />
_ Me voy padre. Ya no tendrás que avergonzarte más de mí, me voy de esta casa y de tu vida. Supongo que mi decisión te hará feliz.<br />
_ Muy feliz... _ sin embargo una puntada de dolor en las vísceras sorprendió a Ildefonso.<br />
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Mientras Alejo discutía con Ildefonso en la sala, Rosario soportaba en silencio los insultos de su marido.<br />
Rubén se montó sobre ella, estaban en la cama y tomándola de los hombros le susurró al oído con saña.<br />
_ Eres una zorra frígida, un bloque de hielo. ¿Cómo pretendes que me se me pare contigo?<br />
Rosario giró la cabeza hacia la pared, no quería ver el rostro desencajado de Rubén. Lo odiaba. Estaba harta de su maltrato. Apenas la tocaba y cuando lo hacía era para humillarla.<br />
_ Vete con tu amante, ella seguramente hará que se te pare _ cansada de tanto atropello le gritó con amargura.<br />
Sorprendido del arrebato de su esposa, Rubén la abofeteó con rabia.<br />
_ ¡Calla! ¿Quieres que todos en la casa te escuchen? _ y nuevamente la golpeó esta vez en la boca del estómago quitándole la respiración _ Y no, no te equivocas, querida, mi amante es una verdadera gata en celo que me complace tremendamente. Por el único motivo que pierdo tiempo contigo es porque mi padre me ha exigido un heredero, pero ¡ni para concebir sirves!<br />
Rosario, en posición fetal, lloraba su pérfido destino. Rubén se levantó de la cama, se vistió mirándola con asco.<br />
_ Eres una floja, mujer. Siempre llorando como una chiquilla malcriada. ¡Basta ya, Rosario! Sabes que detesto verte llorar, me exasperas o es que quieres más _ Rubén rebuscó entre sus cosas hasta dar con el rebenque. Con una expresión malévola se acercó a la joven, arrancó con brusquedad la colcha que la cubría. Con violencia le aplicó dos rebencazos en las piernas desnudas. Rosario mordió la sábana para no gritar. Su madre no debía enterarse, un nuevo enfrentamiento con Ildefonso podría ser fatal. Ya había intentado envenenarla, debía protegerla.<br />
_ ¿Estás contenta Rosario? Has logrado sacarme de quicio y has recibido tu merecido _ tiró a un costado el rebenque y continuó vistiéndose _ Parto hacia el saladero, regreso mañana por la noche _ la notificó antes de cerrar de con brusquedad la puerta. Rosario respiró aliviada.<br />
Cuando se sintió con fuerzas, se levantó y llamó a Asunta. La negra se asustó cuando la vio.<br />
_ Señora, ¿qué le pasó? _ los morados del rostro y la piel blanca como la leche que revelaba los golpes del rebenque, pasmaron a la esclava.<br />
_ Nada, Asunta, me resbalé al levantarme de la cama. Prepárame el baño _ Rosario ansiaba sumergirse en el agua tibia para calmar el ardor de sus heridas.<br />
Después del baño se sintió renovada. "Dos días de libertad", pensó entusiasmada.<br />
Asunta la ayudó a vestirse, una falda azul acampanada con volados en el ruedo y una blusa de encaje blanco. Con polvo de arroz disimuló el morado de la mejilla y se trenzó el cabello. Unas gotas de esencia de rosas detrás de las orejas y en el nacimiento de los pechos, le levantaron el espíritu.<br />
Antes de bajar a desayunar pasó por el dormitorio de su madre.<br />
_ Buenos días mamá, ¿cómo te encuentras esta mañana? _ Rosaura estaba sentada en la cama con la bandeja del desayuno sobre sus piernas. El aroma del café recién molido la tentó.<br />
_ ¡Qué bien huele ese café!<br />
_ Querida, ven, siéntate a mi lado y comparte conmigo estos buñuelos de manzana. Abelarda me quiere engordar como lo hace con los pavos para la cena navideña _ se rió y Rosario también lo hizo olvidándose por un momento lo vivido anteriormente.<br />
_ ¡Ay mamita, que cosas dices! _ la joven abrazó a su madre y la llenó de besos.<br />
_ Rori, ¡que cariñosa estás hoy! _ Rosaura volvió a reír abrazando ella también a su hija.<br />
_ Es que te quiero mucho mamita y estoy muy feliz de verte sana _ Rosaura, emocionada, acarició la mejilla de su hija y al hacerlo notó lo que Rosario intentó ocultar.<br />
_ ¡Hija! ¿Qué es esto? _ con dedos ágiles barrió el polvo de arroz quedando al descubierto un marca azulada _ Fue Rubén, ¿verdad? No lo niegues.<br />
Rosario sin responder se acurrucó cerca de su madre como cuando era pequeña y buscaba protección en las noches de tormenta.<br />
_ ¡Maldito sea el día en que consentí el casamiento! _ sollozó mientras rozaba los cabellos de su hija _ ¿Por qué no me lo dijiste? ¿No confías en tu madre? _ le reclamó con ternura.<br />
Rosario lentamente se separó de su madre, se secó las lágrimas con el dorso de la mano y le sonrió con aflicción.<br />
_ Madre, eres la persona en que más confío, pero no podía confesártelo por miedo y vergüenza.<br />
_ ¿Miedo? ¿Vergüenza? _ Rosaura quedó perpleja ante las afirmaciones de Rosario.<br />
_ Vergüenza por haber sido tan necia que no supe escuchar tus consejos, ni los de Felicitas ni los de Felipa. Hasta doña Filomena me advirtió que estaba cometiendo un terrible error. Y ahora recibo mi castigo...<br />
_ ¿Castigo?, pero que dices criatura. Tu no mereces castigo alguno. Aquí hay un solo culpable y es Rubén. Alcánzame la bata, iré a hablar con Rubén. Esto debe acabar de inmediato _ Rosaura intentó levantarse pero Rosario la detuvo.<br />
_ Rubén no está en la casa, acaba de marcharse al saladero.<br />
_ Entonces hablaré con Ildefonso. Él debe frenar la violencia de su hijo _ ofuscada comenzó a caminar hacia la puerta.<br />
_ Madre, por favor, aguarda. No quiero que hables con el tío, tengo miedo _ y comenzó a llorar.<br />
_ ¿Por qué tienes miedo? _ Rosaura tomó la mano de Rosaria y juntas se sentaron en una chaise longue que estaba junto al tocador.<br />
_ Tengo miedo que el tío Ildefonso te haga daño, ya lo intentó por oponerte a que usurpara las tierras de los ranqueles. No quiero mamita que vuelva a atentar contra ti _ le suplicó angustiada.<br />
_ Tendré cuidado, ahora sé de lo que es capaz mi hermano. Comprende niña, no puedo permitir que tu marido te pegue, me niego a hacerlo _ dijo rotunda, ningún argumento la haría retroceder, debía defender a su hija.<br />
_ Madre, comprende, ellos son capaces de lo peor. Rubén me amenazó con apartarme de ti y de Felicitas encerrándome en la estancia de Capilla del Monte. Por favor mamá, es mejor callar.<br />
_ Entonces, tendrás que huir _ concluyó con firmeza.<br />
_ ¿Y dejarte a merced del tío Ildefonso? Nunca.<br />
_ No seas terca, nada me sucederá. Ya me siento fuerte y con más energía que nunca. Ildefonso cree que me tiene en sus manos, pero se equivoca.<br />
_ ¿Qué quieres decir madre?<br />
_ Nada, nada , yo me entiendo _ jamás le revelaría a sus hijas que su hermano también la tenía amenazada, no las preocuparía. Ella se defendería y las defendería como lo había hecho desde la muerte de su marido. Felipa también estaba en sus pensamientos, no permitiría que Ildefonso le arruinara la vida. Por suerte había regresado Alejo. Ellos y Rosario debían huir.<br />
_ Pon atención Rosario. Aprovechando que Rubén ha viajado, debes marcharte esta misma noche.<br />
_ ¿A dónde, madre? ¿Dónde voy a ir sola? Tengo miedo, si Rubén me encuentra me matará.<br />
_ No digas pavadas, Rubén no te hallará. Y deja de decir que tienes miedo, eres una mujer hecha y derecha que debe luchar por su felicidad, ¿entendido? Y ahora ve a buscar a Lautaro.<br />
_ ¿A Lautaro? _ Rosario cada vez entendía menos.<br />
_ Sí, a Lautaro. Y deja de mirarme como si fuera una desquiciada. Sé muy bien lo que digo y hago. No perdamos tiempo y ve por él, ¡ya!<br />
Rosaura empujó a Rosario hacia la puerta. La joven bajó las escaleras corriendo, con el corazón agitado y ligero como un pájaro en busca de la libertad. "Lautaro, ¿para qué quiere mi madre a Lautaro? ¿Sabrá ella que lo amo?". Pronto sabría la respuesta.<br />
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<br />gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-47623705489517152872018-11-10T12:59:00.001-08:002018-11-10T12:59:52.478-08:00FELIPA, EN CARNE VIVA - Capítulo 21<i>"¿En qué hondonada esconderé mi alma</i><br />
<i> para que no vea tu ausencia</i><br />
<i> que como un sol terrible, sin ocaso,</i><br />
<i> brilla definitiva y despiadada?".</i><br />
<i>Jorge Luis Borges</i><br />
<i><br /></i>
<i><br /></i>
San Nicolás de los Arroyos, 2 de agosto de 1820<br />
"Aquí estoy amor mío, en el campamento, mi único hogar en este largo tiempo lejos de ti. Acerco mis manos entumecidas por el frío que arrecia esta noche en la pequeña fogata que uno de mis compañeros encendió en un vano intento por calentar nuestros cuerpos desprovistos de abrigo. Uno de los oficiales nos repartió algunos ponchos y quillangos, pero no es suficiente. Igualmente en la lucha se nos olvida el frío y el hambre, sólo pensamos en matar para vencer...y ayer, finalmente, lo logramos. Por un momento tuve la esperanza de que volveríamos a nuestras casas, pero todo fue una tonta ilusión. El gobernador Dorrego insiste en enfrentar nuevamente a López y esta vez en territorio santafesino, en los pagos de Pavón. Don Juan Manuel y don Martín no están muy convencidos, sin embargo aflojaron ante la insistencia entusiasta de Dorrego. ¡Mala suerte!, otra vez a poner el cuerpo en el campo de batalla. A esta altura ya no sé por qué peleo, creo que ya nadie lo sabe.<br />
Muy poco me importa la hegemonía política de Buenos Aires o el entuerto provocado por la distribución de rentas de la aduana. Mi mayor deseo es huir de este cenegal de sangre y carne, y regresar a tus brazos, mi nido, mi hogar verdadero.<br />
Muchos de mis compañeros, amigos todos, yacen en el campo de batalla...muchos más caerán.<br />
Ayer, las aguas del arroyo Yaguarón se tiñeron de rojo, ver semejante masacre me revolvió las tripas.<br />
Privaciones, sangre, frío...así vivo. Sólo tu recuerdo, Pipa, me fortalece en el momento de enfrentar cara a cara a la muerte.<br />
Estoy harto, de patriotismo ya no me queda nada. ¡Ay, mi vida!, debo doblegar mi espíritu rebelde para no desertar y correr a tu encuentro. Debo frenar mi furia para acatar las órdenes de mis superiores, a veces ridículas. ¿Cómo esperan que lancemos ofensiva tras ofensiva cuando las enfermedades, el cansancio, el frío y el hambre están haciendo estragos? Nos gritan : Prepárense para el ataque, y entonces, un rayo me atraviesa. Algunos compañeros se santiguan y otros comienzan a tartamudear plegarias encomendándose a los santos. Yo beso tu recuerdo y me lanzo al ataque.<br />
Don Juan Manuel me mintió. Me dijo que la derrota del caudillo santafesino sería rápida y contundente. Desde que partí del Retiro en febrero ya pasaron seis meses y sin obtener un resultado que satisfaga al gobernador. ¡Maldigo el día en que acepté participar en esta campaña! Y tú tan lejos y desprotegida. Volveré pronto, Pipa y ya nada ni nadie podrá separarnos. Lo juro".<br />
Así reflexionaba Alejo mientras vaciaba una botella de ginebra y se hundía en la tristeza.<br />
_ ¿Qué le pasa aparcero? ¿Por qué esa cara de carnero degollao´? _ el soldado raso Molina, un mulato fortachón de sonrisa franca, le palmeó la espalda y se sentó junto a él cerca del fuego.<br />
_ ¿Y qué me va a pasar? ¡Que estoy hasta el caracú de esta guerra sin fin! _ le respondió Alejo escupiendo cada una de las palabras.<br />
_ No se me enoje. ¿Acaso no le dimos fiero ayer a los santafesinos? _ dijo aceptando un trago de ginebra que le ofreció Alejo.<br />
_ Es verdad, pero Dorrego quiere seguir a López en sus tierras. Lo quiere aniquilar _ Alejo armó dos cigarros de chala, uno para él y el otro para el mulato.<br />
_ ¡Ahh!, fumar me sienta bien _ suspiró Molina mientras saboreaba el tabaco _ Sí, eso escuché. Sin embargo, me parece que el coronel Rosas no está pa´nada de acuerdo con el gobernador.<br />
_ ¿Quién le dijo eso? _ se entusiasmó Alejo.<br />
_ El tuerto Medina. La otra noche le estaba cebando mate a don Juan Manuel y don Martín y les escuchó decir que esto no daba pa´más...¿me da otro traguito de ginebra?<br />
_ Tome, tome. Gracias Molina, me alegró la noche _ la esperanza volvió a nacer en Alejo. Si lo que le dijo el mulato era verdad en breve estaría de regreso en Buenos Aires y huiría con Felipa.<br />
<br />
El 12 de agosto de 1820 amaneció nublado. Una tormenta amenazaba desatarse sobre las filas de hombres, que taciturnos, marchaban hacia una nueva batalla esta vez en la localidad de Pavón.<br />
Alejo, montado en su zaino, tejía pensamientos oscuros cargados de desazón. "Si aquí no termina esta lucha, yo deserto", resolvió decidido.<br />
Dorrego estaba preocupado por la baja moral de sus tropas, sin embargo esto no lo amedrentó y siguió adelante con su propósito: aniquilar a López y regresar victorioso a Buenos Aires. Por otra parte, lo alentaba la férrea disciplina de sus hombres. Estaba seguro, no lo defraudarían.<br />
El enfrentamiento se prolongó hasta el atardecer. Los porteños derrotaron a los rebeldes y López se retiró hacia el norte de su provincia.<br />
Dorrego, no satisfecho con este triunfo, se propuso perseguir al caudillo santafesino aunque sin contar con el apoyo de Rosas y Rodríguez, que hartos de la necia obstinación del gobernador, resolvieron abandonar la campaña.<br />
La mañana del 13 de agosto los "Colorados del Monte" emprendieron el regreso con un resabio amargo en la boca pero felices por retornar a sus hogares.<br />
Mientras tanto, Estanislao López empujó a Dorrego hasta un campo que eligió previamente. Allí los porteños pasaron la noche y a la mañana siguiente, la mayor parte de sus caballos estaban muertos ya que el pasto de ese campo eran venenosos.<br />
<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: sans-serif; font-size: 14px;">La batalla del 2 de septiembre fue una brillante victoria de López, que puso en acción una fuerza más o menos equivalente a la de Dorrego. Con ellos logró envolver a las tropas porteñas hasta obligarlas a retirarse. La persecución fue terriblemente sangrienta, hasta llevar a López a ordenar suspenderla, impresionado por ver correr tanta sangre en una guerra civil: en total murieron 320 hombres del ejército porteño.</span><br />
Alejo se enteró de la masacre a poco de llegar a su casa. Recibió la noticia con dolor y rabia. "Tantos compañeros muertos por el capricho de un hombre que sólo busca la gloria personal", pensó contrariado pero festejó la destitución de Manuel Dorrego. Ahora su comandante, Martín Rodríguez era el nuevo gobernador de Buenos Aires.<br />
Azuzó al zaino con el rebenque para apurar el galope. Desesperaba por abrazar y besar a Felipa.<br />
¿Cómo la encontraría? ¿Lo estaría esperando? ¿Lo seguiría amando con la misma intensidad que lo hacía él?<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhc2HxYdmtzZWbZE8g2-METiSlgkNWecpPMbf5FwVPJIf191mpIiSYDS0wBXe53CPG09UcQPksHH9fDXhSU0lBHtvgduXvoc6z9fxjs57IT_nr9ZQLt4gtEXNlCrr3ymoTDF_yuHsakrWR-/s1600/felipa.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhc2HxYdmtzZWbZE8g2-METiSlgkNWecpPMbf5FwVPJIf191mpIiSYDS0wBXe53CPG09UcQPksHH9fDXhSU0lBHtvgduXvoc6z9fxjs57IT_nr9ZQLt4gtEXNlCrr3ymoTDF_yuHsakrWR-/s1600/felipa.jpg" /></a></div>
Cuando Alejo partió en el mes de febrero para unirse a "Los Colorados del Monte", Felipa sangró de dolor. Sin el amparo de Alejo se sentía desprotegida y vulnerable. Don Ildefonso la aterraba, siempre en las sombras esperándola como lo hace el puma a su presa.<br />
Muchas veces durante la ausencia del muchacho tuvo que huir del acoso del viejo que gozaba susurrándole palabras obscenas. Una noche, mientras dormía en su habitación, sintió sus manos sudorosas sobre sus pechos desnudos. Pegó un salto aterrorizada y ahí estaba él, mirándola con ojos libidinosos y una sonrisa cínica. "¡Estúpida!, ¿cómo olvidé de trabar la puerta?", pensó desorientada.<br />
Felipa se acurrucó en un rincón de la cama, apoyada la espalda contra la pared. Comenzó a temblar, la lengua anudada incapaz de pedir auxilio. Además, ¿quién la ayudaría? Doña Rosaura apenas se restablecía y sus amigas dormían en el otro extremo de la casa. No la escucharían.<br />
"¡Alejo!, ¡Alejo!, ¿dónde estás?", gritaba su corazón en cada latido acelerado.<br />
_ ¡Fuera! _ atinó decir.<br />
Ildefonso rió de buena gana. Sabía que nada ni nadie lo detendría. Esa noche por fin la haría suya. La penetraría royéndole las entrañas. Se tiró encima de ella y comenzó a besarla. Como un salvaje, le mordió los labios para que abriera la boca y poder devorarla con su lengua.<br />
Felipa pateaba intentando separarse de él pero el hombre la tenía sujeta de las manos con fuerza. Le arrancó de un tirón el sencillo camisón de batista y admiró desquiciado el cuerpo generoso que durante tanto tiempo lo desvelaba.<br />
_ ¡Por fin serás mía, puta!_ exclamó excitado.<br />
Se bajó el pantalón ante la turbación de Felipa. Ver la erección del viejo le dio náuseas.<br />
"¡Morenita, ayúdame!", le suplicó a su Virgen.<br />
La Virgen no la escuchó y el bastardo la penetró con violencia. Ella consiguió gritar, un aullido sordo y penetrante que hizo temblar la casa.<br />
De repente y antes que Ildefonso derramara el semen dentro de ella, entró Rosaura en el dormitorio y con una estatuilla de madera golpeó la cabeza de su hermano que cayó inconsciente sobre Felipa. De un solo movimiento rápido, ella se lo quitó de encima, con asco , con repugnancia. Ildefonso cayó al suelo y allí quedó hasta que uno de los esclavos lo trasladó a su habitación.<br />
Felipa lloró con amargura abrazada a doña Rosaura. Si no hubiera sido por su intervención ella ahora llevaría en su vientre la simiente del viejo.<br />
Ahora, al recordar ese atroz momento Felipa rezó para que Alejo nunca se enterara. Si eso sucediera algo terrible e irreparable sucedería....<br />
Desde esa noche, Ildefonso nunca más se acercó a Felipa. Se mantenía apartado, pero la joven siempre sentía el peso de su mirada persiguiéndola, torturándola.<br />
A partir de aquella noche comenzó a dormir en el cuarto de doña Rosaura. La mujer, ya recuperada totalmente, era su escudo. Nunca le mencionó lo sucedido ni a Felicitas ni a Rosario; ni siquiera a su abuela Filomena. Cuántos menos lo supieran, mejor. Si Lautaro llegara a enterarse no dudaría en contárselo a Alejo y entonces...El esclavo que las ayudó se mantendría cayado bajo la amenaza de recibir cien latigazos si abría la boca. Era la primera vez que doña Rosaura tomaba semejante determinación.<br />
La relación entre los hermanos Gómez Castañón se volvió tensa, no sólo por lo sucedido con Felipa, sino también por las tierras que Ildefonso pergeñaba arrebatar a los ranqueles.<br />
Rosaura se oponía rotundamente pero Ildefonso ya tenía trazado un plan y estaba dispuesto a ponerlo en práctica. Lo único que lamentaba era que su hermana se hubiera repuesto, ¿cómo habían descubierto que todas las noches, mientras él la cuidaba, aprovechaba a mezclar arsénico en el agua de la jarra? Ildefonso sospechaba de doña Filomena, la muy zorra y sus artimañas de magia negra siembre desbarataban sus planes. Ya se encargaría de ella también.<br />
Aún le dolía la cabeza por el golpe que le había dado su hermana la noche que violó a Felipa. Bien lo valía, sonrió al recordar. Pronto tendría una segunda oportunidad y esa vez nadie osaría interrumpir.<br />
Si bien Rosaura lo vigilaba como un halcón a su cría, la astucia de Ildefonso lograba engañarla. Dos noches a la semana fingía asistir a "La Posada", un café de paredes de intenso color rojo ubicado a seiscientos metros del Cabildo y donde solían reunirse los patriotas luego de intensas jornadas de discusión sobre temas políticos para emborracharse y jugar a los dados.<br />
Ildefonso, en realidad, acudía a la casa del doctor Arriaga donde ultimaban los detalles para apropiarse de las tierras que ocupaban los ranqueles en las Salinas Grandes al sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Estas tierras eran de vital importancia para los saladeros de la provincia. Idelfonso planeaba crear un circuito comercial donde un asiduo tránsito de carretas portarían las preciadas planchas de sal.<br />
_ Don Ildefonso, ¿no le parece muy audaz lo que se propone? _ dudó el doctor secándose la transpiración de la frente con un pañuelo de delicado encaje.<br />
Ildefonso lo miró asqueado de la cobardía del hombre que tenía sentado frente a él. "No se fíe de él padre, es un mariposón pusilánime", le había advertido Rubén. "Lo necesito, hijo, lo necesito. El doctorcito conoce la forma de diseminar el virus de la varicela sobre la población de los rankulches. Lamentablemente dependo de él para llevar adelante mi plan", suspiró fastidiado.<br />
_ Para nada, mi estimado doctor _ le respondió al tiempo que encendía un cigarro _ ¿Acaso su merced piensa abandonarme? _ Ildefonso lo observó con suspicacia elevando la ceja derecha, fiera la mirada.<br />
El doctor Arriaga se echó hacia atrás repatingándose en el sillón.<br />
_ No, no, lejos de mí semejante suposición mi estimado señor _ dijo tragando saliva. Arriaga estaba arrepentido de haberse dejado envolver por Ildefonso y ahora no sabía como salir del embrollo en el que se había metido.<br />
_ Bueno, basta de palabrerío y vayamos al grano. ¿Tiene usted lo que le he encargado? _ preguntó arrojando el humo del cigarro en el rostro apergaminado del doctor.<br />
_ Esta noche lo tendrá a su disposición _ respondió transpirando, el fuego que chisporroteaba en la chimenea de la sala lo estaba asando. Se aflojó el corbatín, le faltaba el aire.<br />
_ ¡Qué mal color tiene doctor! ¿Se siente mal? Le convendría tomar alguno de esos brebajes que recomienda a sus pacientes _ se rió Ildefonso. "¡Maricón cobarde! Si algo sale mal yo mismo te rajaré el vientre", pensó mientras bebía una copa de carlón de gran cuerpo y de un azul intenso.<br />
Arriga se sorprendió al notar que Ildefonso lo bebía sin rebajarlo con agua. Ese tipo de vino producido con las cepas de uva Garnacha eran de una alta gradación alcohólica y de una potencia aromática fuerte y persistente. Volvió a tragar saliva. Ese hombre era un verdadero animal y él, una presa pronta a ser devorada si no cumplía con lo estipulado.<br />
_ Me voy doctor, no sin antes recordarle que no deben quedar cabos sueltos. Sólo usted, mi hijo Rubén y yo debemos saber lo que sucederá, los demás...bueno, no hace falta que le repita lo que debe hacer, ¿verdad? _ Ildefonso clavó sus ojos oscuros y duros como el pedernal en el hombre delgado que apenas podía mantenerse en pie.<br />
_ Vaya tranquilo don Ildefonso, tengo todo bajo control _ respondió con un hilo de voz, ni él mismo se lo creía.<br />
_ Por su bien eso espero. Y hágame caso doctor, tómese uno de esos brebajes curalotodo que usted prepara, sinceramente no lo veo bien _ Ildefonso tomó el sombrero y el bastón, montó su caballo y se perdió entre las sombras de la noche mientras Arriaga temblaba escuchando sus sonoras carcajadas.<br />
Al quedarse solo, el doctor Arriaga se sirvió una copa de cognac. La mano le temblaba. Bebió el cognac de un trago y llamó a su esclavo de confianza, un negro joven y musculoso con el que pasaba varias noches a la semana. "Que pena tener que matarte", pensó desolado.<br />
_ ¿Está todo listo? _ preguntó ocultando el miedo que lo embargaba.<br />
_ Todo listo, amo. Lo tengo encerrado en el galpón metido en una bolsa de arpillera _ al negro no le había gustado la misión que le encomendara el doctor pero nunca tenía otra alternativa mas que obedecer, como tampoco le gustaba que su amo lo cogiera como si fuera una puta yegua.<br />
_ Muy bien, andando _ le ordenó _ Acabemos con esto de una maldita vez.<br />
Galoparon en silencio, interrumpido de tanto en tanto por un suave quejido proveniente de la bolsa que llevaba el esclavo sobre la montura y entre las piernas.<br />
Llegaron a la toldería dos horas antes del amanecer. El doctor Arriaga se quedó cuidando los caballos oculto en un bosque de caldenes.<br />
_ Ve tú y déjalo cerca de alguna vivienda. Ten cuidado, no deben verte. Aunque creo que los centinelas seguramente deben estar ebrios como es su costumbre, de igual modo, sé precavido _ le insistió. Si los descubrían eran hombres muertos.<br />
El negro hizo un gesto afirmativo con la cabeza y con la bolsa al hombro caminó con paso rápido hacia la toldería.<br />
Todos dormían. Los ranqueles que hacían guardia, también. El negro se arrodilló en la entrada de una de las viviendas hechas con toldos de cuero de vaca y allí, sobre la tierra húmeda, depositó su carga.<br />
Abrió la bolsa y con cuidado, para no despertarlo, sacó un bebé de apenas unos meses infectado de varicela. El pequeño ni se inmutó, la infusión de passiflora que le suministró cumplió su cometido.<br />
Por un instante dudó si estaba haciendo lo correcto. ¡Claro que no lo estaba haciendo! No podía mentirse más. Abandonar a ese inocente en medio de aquellos salvajes era una atrocidad. Pero la vida de su madre y la suya propia dependían de ese malintencionado acto.<br />
"Perdón sobrinito", balbuceó mientras recordaba la promesa del doctor Arriaga de concederle la libertad a él y a su madre si lo ayudaba.<br />
"Igual se va a morir. Esta enfermedá no perdona", se consoló el negro. "Pronto vas a estar en el cielo con tu madre". La mujer había muerto el día anterior por la misma enfermedad.<br />
Con extremo sigilo regresó junto a su amo que lo esperaba con los nervios de punta. Sin decir palabra emprendieron el regreso. El negro, combatiendo con sus remordimientos; el doctor, aliviado y satisfecho. Sólo faltaba un detalle...<br />
Cuando cruzaron el cauce del río Salado, Arriga desenfundó su trabuco y le disparó a mansalva al negro que lo miró sorprendido.<br />
_ Lo siento, pero no puedo dejar cabos sueltos...Espero sepas comprender.<br />
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<i> ya no habrá noches malas</i><br />
<i> si hay un amor secreto</i><br />
<i> que nos presta sus alas". José Ángel Buesa</i><br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdKF-KzQ48-ce_0eSMjqctDnHgUgZzKxovfUPQ-yAT39xf-QnyNHFyzJ6fOSiQuEMY6VaL4ld6iGU1_06UxfInNCe5aUtimqrHD_JvaEn8UH0mHTe2krsj0Q4fZVb_NJqYDlTrD68Fjgbi/s1600/hermanas.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1117" data-original-width="564" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdKF-KzQ48-ce_0eSMjqctDnHgUgZzKxovfUPQ-yAT39xf-QnyNHFyzJ6fOSiQuEMY6VaL4ld6iGU1_06UxfInNCe5aUtimqrHD_JvaEn8UH0mHTe2krsj0Q4fZVb_NJqYDlTrD68Fjgbi/s320/hermanas.jpg" width="161" /></a></div>
Felipa estaba devastada. Alejo había partido, la había abandonado. ¿Cómo era eso posible? No, él jamás haría semejante cosa....aunque... "Me lo había advertido. Pero tenía tiempo hasta la medianoche para decidir. ¿Por qué se adelantó? ¿Qué sucedió? Alejo, ¿donde estás?".<br />
Felipa bajaba lentamente la escalera, su mente ausente, sus pensamientos volando desesperados hacia su amado. Distraída, tropezó en el último escalón, Abelarda la sostuvo evitando un porrazo certero.<br />
_ Niña, mirá que sos descuidada, pué. Por suerte subía a ver a la doñita, que si no... _ se inquietó la negra<br />
_ Abe, ¿sabes algo de Alejo? ¿Es verdad que se marchó? _ le preguntó atropelladamente mientras se masajeaba el tobillo.<br />
_ Pero si te torcistes el pie. Vamo pa´la cocina que te pongo un trapo con agua fría _ la tomó de la cintura. Felipa, se dejó llevar rengueando. Sus protestas no tuvieron eco en Abelarda.<br />
_ Sentate, pué _ la empujó con suavidad para que se acomodara en una de las sillas _ Ahora poné el pie en este banco _ y comenzó a colocarle paños fríos en el tobillo que comenzaba a hincharse.<br />
_ Abe, estoy bien, de verdad _ insistió Felipa aunque su voz denotaba dolor.<br />
_ Dejate de pavadas. ¿En qué estabas pensando?, ¡te podías haber matado m´hija! _ le dijo con cariño.<br />
_ No exageres, sólo me tropecé. Abe, ¿dónde está Alejo? Don Ildefonso me dijo que se fue, ¿es verdad? _ preguntó desolada.<br />
_ Sí, hace un rato no má se jue con don Juan Manuel _ le informó enfrascada en la tarea de vendarle el pie.<br />
_ ¡¡Qué!! ¿Cómo qué se fue con don Juan Manuel? ¿A dónde se fue? ¿Para qué lo vino a buscar?<br />
_ No sé Felipa. Yo sólo le preparé algo de ropa pa´ llevar y una bolsa de provisiones. No me dijo nadita el muy bellaco. Estaba mudo como un finao _ Abelarda se asustó de su comparación y enseguida hizo los cuernos para ahuyentar a la Parca _ ¡Cruz diablo! No sé porque dije eso.<br />
_ Tengo que buscar a Lautaro. Él seguramente sabrá _ se paró de repente tirando en su arranque el banco. Ahogó un grito al apoyar el pie en el piso. Sin embargo, ni el dolor ni los gritos de Abelarda, la detuvieron.<br />
Caminó lo más rápido que pudo hasta la caballeriza. A esa hora, ya eran las dos de la tarde, Lautaro estaría haraganeando como de costumbre.<br />
Para su asombro, lo encontró lustrando las monturas y los aparejos. Cuando el indio la vio dejó el ronzal a un lado y la tomó de las manos. Ella temblaba.<br />
_ ¿Y Alejo? _ las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas pálidas.<br />
_ Felipa, Alejo se jue pa´la guerra _ Felipa sintió que todo giraba a su alrededor. "¡Otra vez no!",el alma se le desgarró en mil pedazos.<br />
_ ¡Felipa! ¡Pipa! _ escuchó los gritos de alarma de su amigo en medio de una oscuridad densa y penetrante.<br />
Cuando volvió en sí, se encontró recostada sobre un colchón de paja y el rostro preocupado de Lautaro.<br />
_ ¿Te sentís mejor? _ y con diligencia se apresuró a ofrecerle un vaso de agua fresca. Ella se negó a beberlo. "Sin Alejo nada tenía sentido".<br />
_ ¿A qué guerra se fue Alejo? _ lo increpó con ira y miedo, un miedo que le calaba los huesos.<br />
_ Don Juan Manuel de Rosas está reclutando gente para terminar con el maldito Estanislao López. Me contó el Alejo que el gobernador Dorrego cuenta con las milicias de Rosas y de don Martín Rodríguez para derrotarlo de una vez por todas y mandarlo pa´su provincia con el rabo entre las patas.<br />
Felipa escuchaba y su corazón parecía estallar. Otra vez esa maldita guerra. Hermanos enfrentados en una lucha absurda por el poder. Sangre y más sangre derramada abonando una tierra sedienta de paz.<br />
Nuevamente debía comenzar el rito de encender cada noche una vela a la Morenita pidiendo por Alejo. Nuevamente lloraría hasta quedarse seca por aquel insensato que arriesgaba su vida por un ideal fútil. Pero ellos, ¡los hombres!, sin pensar en la tremenda herida que causaban en sus mujeres, se enfrentaban como lobos rabiosos en una lucha que alegaba buscar lo libertad cuando en realidad los movía la ambición por el poder político y económico.<br />
_ Y nosotras corremos tras ellos, arrastrando hijos y penas. Y mientras ellos calman la sed de nuestra tierra con su sangre, nosotras lo hacemos con nuestras lágrimas.<br />
_ Felipa, ¿qué decí? _ Lautaro se acercó a ella y la abrazó _ El Alejo me dijo que lo esperes, que te quiere...<br />
_ Me quiere pero me abandona _ replicó con ojos relampagueantes.<br />
_ Felipa, no digás eso. El Alejo tiene que cumplir con la Patria. ¿Queres que sea un traidor, un cobarde?<br />
_ Por más que te lo explique nunca vas a entender lo que siento _ le respondió apesadumbrada. Se levantó lentamente, se sacudió las ramitas de paja de su pollera y se marchó de la caballeriza. Cuando comenzó a caminar hacia el río la alcanzó el grito de Lautaro.<br />
_ ¡El Alejo te quiere Felipa!<br />
Ella se detuvo, dio media vuelta y lo miró de lejos. Una sonrisa triste asomó en sus labios.<br />
_ Yo también lo quiero _ susurró dolida y continuó su camino.<br />
Al llegar a la casa se encontró con la noticia que a la mañana siguiente regresarían a la ciudad. La novedad la alegró y turbó. La alegró porque la distancia a la casa de su abuela sería menor que estando en el Retiro. Tendría que cabalgar mucho menos. Pero al mismo tiempo la intranquilizó tener que trasladar a doña Rosaura en las condiciones en que se encontraba. El viaje sería difícil y complicado para ella. Su estado era muy frágil para enfrentarlo. Abelarda compartía con ella su preocupación.<br />
La negra secaba los platos y murmuraba:<br />
_ Esto no me gusta ni pío. La patrona está muy débil pa´ hacer semejante viajecito. Y vo´, ¿no tenés hambre? No comistes nada.<br />
_ No tengo hambre _ Felipa lo único que deseaba era abrazar a su abuela.<br />
_ No digá pavadas. Dejá esos cacharros _ la joven estaba puliendo unos jarrones de plata _ y comé. Esta carbonada está pa´chuparse los dedos _ La tomó de un brazo y la sentó frente al plato humeante.<br />
Felipa comenzó a comer con desgano. Apenas podía tragar los trozos de papa y zapallo.<br />
_ Estás hecha piel y güesos. Te voy a preparar un caldo de gallina que segurito te va abrir el buche _ le dijo con afecto.<br />
_ Gracias Abe, eres muy buena conmigo _ y comenzó a llorar.<br />
_ No llorés, mi niña bonita. Vas a ver como ese sinvergüenza vuelve prontito y te juro que cuando lo vea le retuerzo el cogote _ explotó describiendo con las manos la amenaza.<br />
Felipa, sin ganas, rió.<br />
_ Así me gusta, basta de llorar y comé que se te enfría la carbonada.<br />
<br />
El viaje de regreso fue engorroso. Los peones ubicaron a doña Rosaura la ubicaron en una carreta para que pudiera viajar cómoda. Un colchón de plumas intentó vanamente disimular el continuo traqueteo que martirizaba el cuerpo débil de la mujer. Su rostro macilento y las quejas que silenciaba, eran el testimonio de la incomodidad cruenta que resistía con valor. A su lado, Felipa y Rosario, la asistían con esmero. Una, le hacía viento con un abanico y la otra, le colocaba paños fríos en la frente.<br />
_ ¿Qué te sucede Rosario? Hace unos días que te noto apagada. Ademas, esas ojeras..._ las amigas estaban frente a frente a ambos costados de la enferma. Felipa extendió el brazo y le acarició el rostro demacrado.<br />
_ Nada, sencillamente que estoy muy cansada, Felipa. Lo de mamá me deprime y encima Felicitas que no está. Menos mal que te tengo a ti _ y con cariño le sujetó la mano que acariciaba sus mejillas.<br />
_ Comprendo que estés angustiada por tu madre, pero hay algo más, no me engañas Rori _ Felipa intuía que el matrimonio de Rosario se desbarrancaba. En varias oportunidades durante ese verano había sido testigo de la brusquedad e indiferencia con que la trataba Rubén. Una noche lo vio salir a hurtadillas y dirigirse hacia el establo. Al rato, lo escuchó alejarse al galope. "¿A dónde irá a estas horas?", se preguntó con inquietud. La respuesta la tuvo a la mañana siguiente cuando por casualidad escuchó una conversación del esclavo personal de Rubén con una de las negras encargadas de la cocina. Estaban muy juntos. El negro la apoyaba por detrás y ella reía mientras él le tocaba los pechos debajo de la blusa.<br />
" ¿Te calienta?", le decía al oído. La respiración de la negra se aceleró. "Así el amo Rubén calienta a su amante antes de penetrarla"<br />
"Negro mentiroso, ¿como sabés eso?" Felipa los interrumpió asqueada. La pareja se separó al instante intimidados por la aparición inesperada de Felipa.<br />
"No miento, me lo dijo el amo", la enfrentó con altanería mientras trataba de esconder la erección.<br />
_ No me engañas Rori _ insistió Pipa recordando aquel momento embarazoso _ Sé que Rubén es un hijo de puta contigo, no me lo ocultes más. ¿Acaso no confías en mí? _ hablaba en voz baja. No quería despertar a doña Rosaura. Ella debía mantenerse al margen de la nefasta situación, al menos hasta su total recuperación.<br />
Rosario se mantuvo callada, las lágrimas pugnaban por derramarse hasta que finalmente la contención se quebró y comenzó a llorar quedamente para no perturbar a su madre.<br />
_ Es verdad Pipa, Rubén me maltrata. Nunca me quiso y yo fui una necia que no aceptó los consejos de los que realmente me quieren. Perdón, perdón _ se desarmó.<br />
_ Hablaré con Felicitas. Juntas lo solucionaremos, ya verás. ¡Ese malnacido la pagará! Pero ahora debes serenarte. Primero es necesario encontrar el remedio para sanar a tu madre. Esta noche iré a ver a mi abuela, ella sabrá que hacer, no tengo dudas.<br />
_ Rubén está en la estancia de Dolores supervisando la cosecha de trigo, de modo que esto es un alivio para mí _ suspiró Rosario secándose las lágrimas.<br />
_ Sí, un verdadero alivio. Prométeme que si ese cerdo llegara a violentarse me lo dirás sin pérdida de tiempo. Lautaro nos ayudará, él no permitirá que te golpeé.<br />
_ No, Pipa, no. A Lauti nada de esto. No debe enterarse. Rubén lo mataría. Por favor, no se lo cuentes _ le imploró desesperada.<br />
_ Cálmate Rori, no se lo diré aunque no estoy de acuerdo. Y ahora trata de dormir un poco. Necesitamos estar fuertes para tu madre y a Rubén...¡ojalá lo parta un rayo! _ Rosario sonrió con tristeza anhelando que el deseo de Felipa se hiciera realidad.<br />
<br />
<br />
Arribaron a la casa de la ciudad poco después del mediodía. Trasladaron a doña Rosaura a su habitación con sumo cuidado. Ella apenas se quejó. Una vez bien arropada en su cama y luego de tomar un caldo de verduras que toleró bien, durmió hasta bien entrada la tarde.<br />
Rosario picoteó algo del guiso de liebre que se esmeró en cocinar Abelarda. Don Ildefonso estaba de buen humor. Algo inusual en él. Luego de almorzar se encerró en la biblioteca con el pretexto de estudiar algunas escrituras. Felipa comió en el dormitorio de doña Rosaura. Estaba inapetente pero se forzó a comer, debía tener energía para cuidar de Rosaura y Rosario.<br />
La puerta se abrió y Felipa pegó un respingo.<br />
_ No te asustes, soy yo _ al ver a Felicitas casi se desmaya del alivio. Por un segundo pensó que era don Ildefonso.<br />
_ ¡Felicitas!, ¡que alegría verte! _ dejó el plato de guiso sobre la cómoda y fue a su encuentro. Se abrazaron.<br />
_ ¡Ey! Te alegras como si no me hubieras visto por años, ¿pasó algo en mi breve ausencia? _ remarcó con ironía.<br />
_ Nada, nada, sólo que estoy muy preocupada por tu mamá. El médico que la atendió en el Retiro es un inepto, no logro que mejorara. Siento decir esto, pero la veo peor.<br />
_ No me asustes Pipa. ¿Qué podemos hacer? _ Felicitas se sentó en la cama junto a su madre y la besó en la frente. Rosaura continuó durmiendo _ Al menos no tiene fiebre _ expresó con sosiego.<br />
_ Durante todo el viaje Rosario la refrescó con paños húmedos. La mezcla de agua y vinagre resultó maravillosa para bajarle la fiebre y cuando llegamos le preparé una infusión de canela y miel que ayudó también.<br />
_ Y hablando de Rosario, ¿dónde se metió? Pensé que la encontraría aquí _ se sorprendió Felicitas.<br />
_ Estará descansando. Felicitas, debo contarte algo sobre Rori y Rubén _ al decir esto Felipa bajó aún más la voz.<br />
_ ¡Uy Dios!, ¿que más sucedió? ¿Es que no puedo ausentarme que se cae el cielo cuando lo hago? _ explotó contrariada, ella también tenía problemas.<br />
_ Baja la voz, no quiero que se despierte tu madre. Rubén le pega a Rosario. Debemos detenerlo.<br />
_ ¿Cómo? ¿Qué dices? ¿Te lo contó ella? _ Felicitas comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación restregándose las manos.<br />
_ Ella me dijo que la maltrata pero yo le vi varios moretones en el brazo. Rosario los oculta usando mantillas a pesar del calor. ¿Cómo lo detenemos Felicitas? _ Felipa perseguía a su amiga en su descontrolado caminar.<br />
_ Matándolo _ aseveró con determinación.<br />
_ Pero ¿que dices? Estas loca.<br />
_ ¿Loca? La loca soy yo y ese hijo de puta, ¿qué es entonces? Le pega a mi hermana, a mi hermanita que es un ángel. ¡Maldito bastardo! Yo misma lo voy a matar, alimaña rastrera.<br />
_ ¿Felicitas? ¿Has vuelto? _ la voz frágil de Rosaura detuvo el peligroso diálogo.<br />
_ Sí mamita, acá estoy. ¿Cómo te sientes? _ Felicitas hizo su mayor esfuerzo por calmarse y con una sonrisa luminosa se acercó a su madre.<br />
_ Te noto nerviosa, ¿por qué? _ se inquietó.<br />
_ No estoy nerviosa, un poco angustiada, sólo eso.<br />
_ ¿Por mí?<br />
_ No mamita, por Darío. El médico que consultamos no nos dio esperanza de cura _ Felicitas y Darío dos días antes habían regresado a la ciudad desde el Retiro para entrevistarse con el doctor Miguel O´Gorman recién llegado al país. En París había investigado sobre las causas que provocaban las crisis de Darío pero sin llegar a resultados contundentes. La droga que descubrió estaba en su fase experimental y se negaba a usar a Darío como conejillo de indias. Una desilusión más.<br />
_ No pierdas la esperanza, querida _ balbuceó. ¿Por qué se sentía tan débil? Sus hijas la necesitaban y ella así...<br />
_ Claro que no. Soy una guerrera como tú, mamita _ Felicitas apoyó la cabeza en el pecho de su madre. Escuchar los latidos de su corazón la confortaron.<br />
<br />
Cuando constataron que todos dormían, especialmente Ildefonso, salieron con sigilo de la casa. La luz de la luna llena guió sus pasos hasta las caballerizas. Allí montaron en tres pingos briosos. Llegaron al camino principal y de ahí a galope tendido se dirigieron hasta el barrio de El Tambor. Filomena las esperaba. Las tres jinetes desmontaron y entraron con rapidez a la choza.<br />
_ ¿Alguien las vio? _ preguntó con avidez la vieja.<br />
_ Nadie, abuela. Todos dormían _ Felipa la abrazo y besó.<br />
_ Felicitas, Rosario, ¡tanto tiempo sin verlas! _ las jóvenes se adelantaron y también ellas besaron a la negra.<br />
_ Doña Filomena, ¿podrá curar a mi mamá? El médico la desahució _ comenzó Felicitas mientras Rosario lloraba.<br />
_ Claro que sí, a doña Rosaura la están envenenando de a poco _ contestó categórica.<br />
_ ¿Qué dice abuela? ¿Envenenando? _ Felipa estaba alelada. Felicitas y Rosario la miraban con ojos desorbitados. Todas se desplomaron sobre unas sillas desvencijadas.<br />
_ ¿Qu...quién la está en..envenenando? _ tartamudeó Felicitas.<br />
_ Tu tío, don Ildefonso.<br />
_ ¿Cómo lo sabe abuela?<br />
_ Primero se toman este té de tilo que las va a tranquilizar. Es necesario que conversemos con calma _ inmediatamente les sirvió una taza a cada una que lo bebieron en silencio, reflexionando. Hasta Felicitas, siempre arrebatada, no opuso resistencia a la orden de Filomena.<br />
_ Ya nos terminamos la infusión. Ahora díganos como sabe que a mi madre la está envenenando el tío Ildefonso. ¡Es su hermano, por Dios santo! _ explotó Felicitas.<br />
_ ¡Es un monstruo!... como su hijo _ completó la frase Rosario. Todas las miradas se centraron en ella.<br />
_ Me lo dijeron las cartas y las cartas nunca se equivocan _ y las jóvenes le creyeron.<br />
"Cómo no creerle si gracias a ella Darío sigue vivo", pensó agradecida Felicitas.<br />
"Cómo no creerle si siempre me protegió, primero de los Torres y después de don Ildefonso", pensó con amor Felipa.<br />
"Cómo no creerle si ella me advirtió que Rubén nunca me amaría y que su violencia sería la condena por mi necedad", pensó abatida Rosario.<br />
La vieja desapareció tras una cortina de algodón raída y regresó con un mazo de cartas. Se sentó a la mesa junto a ellas y comenzó a barajarlas. Mientras lo hacía comenzó a narrar una leyenda. Las jóvenes no apartaban la vista de los collares de cuentas amarillas y las pulseras de bronce que lucía la negra. Felipa era la primera vez que veía a su abuela con esos adornos.<br />
_ Vagaba el hombre por los dominios de Mukuru, el dios creador, ignorante de su origen divino hasta que se encuentra con un orisha, un espíritu de bondá, que le regala el conocimiento. Tonce debe enfrentarse al placer, al poder y a las falsas creencias. Si elige el buen camino, su espíritu va a podé descubrí los secretos del alma y de esa manera, renacer.<br />
Nosotras hoy, nos ponemos tus manos Oshun, generosa diosa de los ríos, diosa de la Vida, y te suplicamo´ por la vida de doña Rosaura, que tu poder destruya al que le quiere hacer el mal _ luego de la súplica continuó _ Felicitas, por ser la hija mayor, cortá en dos el mazo. Pensá en tu madre.<br />
La muchacha así lo hizo. Doña Filomena volvió a mezclar y luego le dijo que eligiera tres. Sin darlas vuelta, las colocó sobre el mantel rojo.<br />
Cuatro cabezas se inclinaron sobre la mesa redonda iluminada por la magia, atentas todas a la respuesta de Oshun.<br />
Doña Filomena las fue dando vuelta una por una.<br />
_ Babalorixá es el hombre virtuoso, pero invertido representa el egoísmo. Es el hombre que corre detrás de sus propios intereses. Hasta es capaz de matar pa´ conseguirlos.<br />
Oxalá es el Padre sabio, representa la protección divina.<br />
Y por último Oya, la diosa del coraje, la guerrera.<br />
_ ¿Qué significan esas cartas doña Filo? _ quiso saber Rosario.<br />
_ Cosas güenas y cosas malas _ fue su escueta respuesta.<br />
_ Por favor abuelita, no nos dejes en ascuas, díganos su interpretación _ le pidió angustiada Felipa.<br />
_ Ahora, más que nunca, estoy segura que don Ildefonso quiere matar a la madre de ustedes. Las mismas cartas me salieron a mí anoche. Y no es casualidá, los orishas han hablado.<br />
Babalorixá es el hombre egoísta capaz de matar para conseguir su propósito. Don Ildefonso necesita algo de doña Rosaura y solamente de muerta se hará realidá.<br />
Pero doña Rosaura es Oya, una guerrera de espíritu juerte difícil de matar. Ella va a vencer, lo dice la tercer carta, Omulo. Omulo predice el fin de la enfermedá, la victoria.<br />
_ ¿Por qué mi tío quiere matar a nuestra madre? _ preguntó irritada Felicitas.<br />
_ Sacá otra carta _ la joven obedeció con prontitud _ Ajá, Xango. Xango, es la justicia, está relacionado con papeles...documentos de propiedades, ¿puede ser?<br />
_ Sí, sí. Mamá firmó una sociedad con mi tío para la compra de unos campos pero resultó que estaban ocupados por una población indígena. Mi tío entonces, como es amigo de don Juan Manuel de Rosas, le pidió ayuda para expulsarlos. El coronel Rosas tiene un regimiento, "Los Colorados de Monte". Nuestra madre, al enterarse, se opuso. Ella está en contra del derramamiento de sangre. El tío se puso como una fiera pero ella mantuvo su posición _ les contó Felicitas. Su madre no tenía secretos con ella.<br />
_ Así que la única forma que el tío pudiera hacerse con esas tierras sería sacando del medio a mamá y eso sería matándola _ concluyó Rosario.<br />
_ ¿Los Colorados del Monte? En ese regimiento se incorporó Alejo para luchar contra las fuerzas de Estanislao López. ¿Él está al tanto de los deseos de su padre? _ se alarmó Felipa.<br />
_ No lo creo, Alejo tiene una sola cosa en su cabeza hueca...tú, Felipa. El que sí debe saber es Rubén _ sentenció Felicitas.<br />
_ Últimamente lo pesqué muchas veces conversando en voz baja con su padre y cuando yo aparecía cambiaban inmediatamente de tema _ Rosario estaba desconcertada aunque sabía que Rubén era capaz de todo por dinero. Hasta casarse con ella sin amarla para después tratarla peor que a un perro sarnoso.<br />
_ Doña Filomena, usted dijo que mi tío está envenenando a nuestra madre. ¿Sabe cuál es el veneno? _ la apuró Felicitas.<br />
_ Por los síntomas que me describió la Felipa hace unos días, creo que le está dando arsénico. Seguramente lo está poniendo en el agua destinada a doña Rosaura o quizás en sus comidas. No lo dejen solo con ella y no permitan que le de de beber o comer. Vigilen sus movimientos _ les encomendó la vieja.<br />
_ Ahora les voy a dar un menjunje para quitar del estómago el maldito veneno. Va a vomitar hasta las entrañas, pero eso la va a salvar _ agregó doña Filomena y acto seguido volvió a desaparecer en el cuarto de atrás.<br />
Las jóvenes se miraron anonadadas. Lo que estaba sucediendo superaba cualquier novela de intriga de los folletines literarios que leían a escondidas cuando eran niñas.<br />
Doña Filomena apareció esta vez con una paloma. Sin dudarlo, le retorció el cogote y con un cuchillo la abrió en dos. Segundos después le arrancó el corazón y lo depositó en un mortero de piedra. La sangre la juntó en un frasco. Luego cortó en trozos pequeños el corazón, agregó semillas de girasol y pétalos de geranio, la flor preferida de Oshun. Trituró todos los ingredientes y le agregó una cuchara de miel. Colocó la misteriosa mezcla en un recipiente de gres y lo tapó con un lienzo.<br />
Las amigas observaban en silencio, hechizadas por los movimientos certeros de la negra.<br />
_ Esto se lo van a dar a doña Rosaura ni bien regresen. Queda poco tiempo, debemos apurarnos. Como les dije, primero va a vomitar hasta las tripas. No se asusten, tiene que limpiarse. Cuando pasen las arcadas debe tomar mucha agua. Tiene que mear mucho, también pa´ limpiarse. Mañana por la noche va a estar como nueva. Confíen, la voluntad de Oshun es que su madre viva.<br />
Y antes de que se vayan quiero que cada una saque una carta del maso.<br />
Felicitas fue la primera.<br />
_ Yemayá, la diosa de la fertilidad. Esta carta anuncia un embarazo _ Felicitas no se sorprendió. Una semana atrás confirmó sus sospechas, esperaba un hijo de Darío.<br />
_ Esto es increíble, las cartas dicen la verdad! _ exclamó convencida. Felipa y Rosario la abrazaron felices.<br />
La negra se quitó una de las pulseras de bronce y se la puso a la joven.<br />
_ El bronce es el metal de Oshun, ella te protegerá a ti y al crío. Es un amuleto poderoso, no te desprendas de él.<br />
Rosario fue la siguiente. Eligió la carta con temor.<br />
_ Oba, espíritu de la fidelidá. Cerca tuyo hay un hombre que te quiere con sinceridá. Va a arriesgar su vida por vo´ pero todo va a salir bien, no tengás miedo.<br />
"Es Lautaro, lo sé", cantó el corazón de Rosario.<br />
Felipa pensó en Alejo y señaló la carta.<br />
_ La tierra. Esta carta anuncia un viaje que puede ser peligroso, un distanciamiento.<br />
_ Abuela, ¿qué significa eso? ¿Voy a perder a Alejo? _ se desesperó.<br />
_ No lo sé querida, no lo sé. Pero te prometo que voy a rezar por vo´a Oshun pa´que los proteja de todo mal.<br />
Felipa abrazó llorando a su abuela. Sus pensamientos volaron hacia Alejo. "¿Dónde estás amor? ¿Te volveré a ver?"<br />
Cuando las jóvenes partieron, doña Filomena cavó un pozo en la huerta, entre el tomillo y la menta. Allí enterró a la paloma. Regó la tumba con la sangre mientras desgranaba una oración a los oshibas, a los espíritus que todo lo ven y todo lo saben.<br />
"Doña Rosaura pronto va a estar bien, sin embargo el diablo está llamando a don Ildefonso", tarareó mientras su contoneaba al ritmo de una melodía imaginaria.<br />
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<i><br /></i>gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-20339535087579857432018-09-24T06:43:00.003-07:002018-09-30T07:06:59.468-07:00FELIPA, EN CARNE VIVA - Capítulo 19<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjksVyKtgrE5iWIOQR2svQPQM1LmSEB9fNUV8LC3ZKtFrX1gOtP-oZBsDnj9qqJjdQleM9I4uFnyTnoNYrA_ACi6QeiB5cXIGHb5STVeSWMgHJNxZ-0XwhVVCGQTELFAWu3sWhwFq-p0cbU/s1600/pipa.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="473" data-original-width="564" height="268" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjksVyKtgrE5iWIOQR2svQPQM1LmSEB9fNUV8LC3ZKtFrX1gOtP-oZBsDnj9qqJjdQleM9I4uFnyTnoNYrA_ACi6QeiB5cXIGHb5STVeSWMgHJNxZ-0XwhVVCGQTELFAWu3sWhwFq-p0cbU/s320/pipa.jpg" width="320" /></a></div>
<i>"Que importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo". Pablo Neruda</i><br />
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Mientras Lautaro cavilaba sobre su situación sentimental, Alejo planeaba la fuga.<br />
Ya no esperaría más. Felipa debía acceder. Sus primas ya habían decidido su destino, en cambio ellos... Sí, ese era el momento para huir. No le iba a conceder dilatar la decisión. Se marcharían a la medianoche del día siguiente, sólo le concedería el tiempo suficiente para despedirse de su abuela Filomena y de Felicitas y Rosario. Satisfecho con su determinación, consiguió dormir.<br />
El canto del gallo lo despertó. Se levantó con prisa y fue hasta el río. Zambullirse en las aguas del Plata le sentaría bien, esa mañana debía tener las ideas claras. Se mantendría firme ante Felipa, ella tendría que aceptar sino..."¡Mal rayo la parta si se niega, estoy harto de que siempre anteponga a mis primas o a mi tía, a mi amor por ella! Esta vez seré duro, sus lágrimas no me conmoverán, sus miedos no me doblegarán. Hoy mismo nos iremos, hoy comenzaremos a amarnos libremente lejos de mi padre y sus amenazas".<br />
Más tarde, regresó a la casa y entró por la cocina. Allí se encontró con Abelarda, que como de costumbre estaba junto al fogón dispuesta a freír decenas de pastelitos de membrillo. Una negra alta y delgada como un junco acompañada por otra, petacona y regordeta, entraban y salían llevando fuentes y tazas hacia el comedor donde estaban preparando la mesa para el desayuno.<br />
_ ¿De adónde vení vo todo mojao? Siguro que te juiste a meter en el río. No te dije que ese río es muy traicionero _ se alarmó Abelarda.<br />
_ Negra quejona, sé nadar y muy bien _ le respondió aireado Alejo. Se sentó a la mesa y comenzó a cebarse unos mates _ No me retes más y dame un pastelito que me muero de hambre.<br />
_ ¡Ja!, vo siempre te morís de hambre. ¿Y por dónde anda el otro hambreao?, el Lautaro. Es raro no verlos juntos a estas horas.<br />
_ Que sé yo, por ahí andará. ¿Acaso soy su niñera? _ le contestó enfadado. Ese día sólo tenía un problema: convencer a Felipa.<br />
_ Parece que hoy te levantastes con la pata izquierda. Ponele azúcar a ese mate a ver si te endulza un poco ese caráter amargo que tené _ lo regañó fastidiada Abelarda.<br />
_ ¿Dónde está Felipa? _ le preguntó suavizando el tono.<br />
_ Está en el dormitorio de doña Rosaura. Sigue indispuesta la doña así que...<br />
_ ¡Puta madre! ¿Y ahora que le pasa a mi tía? _ estalló Alejo presintiendo una nueva negativa de Felipa a huir.<br />
_ ¡Epa! ¡Qué manera es esa de hablar de tu tía! La pobrecita hace ya unos días que se siente mal. Ayer vino el dotor y...<br />
_ ¡¿Qué mierda tiene la tía Rosaura?! ¿Qué carajos dijo el médico? _ Alejo interrumpió a la negra fuera de sí. Siempre sucedía algo que se interponía en sus planes. Pero, ¡basta! Si Felipa se negaba a seguirlo...él se moriría.<br />
_ Algo del estómago, no entendí lo que me dijo la Felipa. Siguro ella te lo va a esplicar mejor que yo. Y tomá _ Abelarda le alcanzó un tarro de barro cocido con yuyos.<br />
_ ¿Qué me das?<br />
_ Ponele al mate unas hojitas de melisa. A ver si con eso te tranquilizas un poco. Hoy estás que te lleva el diablo, muchacho _ dicho esto, la negra hizo cuernos con la mano para alejar a Mandinga.<br />
_ No tengo tiempo para tus tonterías, me voy. ¡Asunta! _ llamó a los gritos a la negra regordeta.<br />
_ ¿Qué necesita patroncito? _ la muchacha apareció con la rapidez de un rayo.<br />
_ Busca a Felipa y dile que la espero en nuestro lugar en media hora _ le ordenó tajante.<br />
_ Ya mesmo voy patroncito _ y secándose las manos en el delantal almidonado desapareció con la misma rapidez con que apareció.<br />
_ Tú deberías aprender de ella, negra confianzuda, no pregunta, no averigua, sólo obedece _ Alejo amonestó a Abelarda antes de abandonar la cocina dejando a la negra con la boca abierta.<br />
_ ¿Qué le andará pasando a este mocito? Ni comió...¡qué raro! Y con lo rico que me salieron los pastelitos... _ Abelarda se quedó mirando la puerta por donde salió Alejo mientras masticaba pensativa la deliciosa confitura.<br />
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Felipa estaba muy preocupada. En el transcurso de una semana la salud de doña Rosaura declinó abruptamente. No toleraba los alimentos sólidos, sólo jugos de fruta y caldos de verdura o pollo.<br />
El doctor diagnosticó indigestión, pero Felipa dudaba. Debía consultar con su abuela, ella sabría que hacer. Esa misma noche iría a verla.<br />
Doña Rosaura dormía, un sueño agitado, por momentos deliraba llamando a sus hijas.<br />
_ Rori, querida, ten cuidado _ suplicó al borde del llanto.<br />
_ Doña Rosaura, tranquila. Rosario está bien _ le susurró y con un paño embebido en vinagre le humedeció la frente.<br />
Unos golpecitos en la puerta la sobresaltaron.<br />
_ Soy yo, Felipa, la Asunta. ¿Puedo pasar? _ preguntó con timidez la negra.<br />
_ Pasa, pasa _ respondió la joven sin apartarse de la enferma.<br />
_ ¿Cómo está? _ se interesó señalando a la mujer _ ¡Está más blanca que la leche!<br />
_ ¡Baja la voz Asunta! Me temo que está peor que ayer. ¿Qué quieres? _ se impacientó.<br />
_ Me manda el patroncito Alejo. Quiere que vayas dentro de media hora al lugar que vo ya sabé.<br />
_ Está bien. ¿Puedes quedarte con doña Rosaura? Sólo debes refrescarla con estos paños y darle de beber agua cada tanto con una cuchara _ le pidió con una sonrisa.<br />
_ Claro, andá no ma´pué _ Asunta siempre estaba dispuesta a ayudar a Felipa porque muchas veces la defendió del acoso de Rubén. En una oportunidad hasta recibió diez latigazos por protegerla. Aún hoy recordaba el estallido de locura que tuvo Alejo al descubrir el castigo que su hermano le impuso a Felipa. Como un enajenado se lanzó sobre Rubén. Si no hubiese intervenido el padre Agustín que estaba de visita, Alejo lo hubiera golpeado hasta desmayarlo. Rosario, al enterarse, se encerró en un silencio absoluto que duró una semana.<br />
_ ¡Nunca!, entiendes, ¡nunca más vuelvas a poner tus mugrosas manos encima de Felipa! ¡Nunca! _ lo dijo con tal ferocidad que Rubén, el prepotente, quedó paralizado ante la reacción de su hermano.<br />
El recuerdo la hizo estremecer y sin más empujó a Felipa hacia la puerta.<br />
_ Andá, andá, no lo hagás esperar. Voy a cuidar muy bien a la patrona, no te priocupés.<br />
Por el camino, Felipa, volvió a trenzar su cabello de lustroso azabache, ajustó el moño de seda roja que lo adornaba y se acomodó la blusa de encaje blanco.<br />
A medida que se acercaba al galpón donde solían encontrarse para hacer planes y amarse, el corazón le comenzó a galopar como un potro desbocado. ¡Cuánto lo amaba! Por las mañanas se despertaba ansiando verlo y por las noches se dormía soñando con sus besos posesivos.<br />
Alejo la vio llegar por la orilla del río y corrió a su encuentro. La espera lo estaba matando. Ella lo esperó con los brazos abiertos. Se fundieron en un abrazo coronado por un beso de fuego.<br />
_ ¿Qué sucede Alejo? _ preguntó cuando recuperó el aliento.<br />
_ ¿Es que debe suceder algo para que quiera verte? Quiero verte porque eres el aire que respiro, ¿todavía no lo sabes? _ volvió a besarla, con violencia...con ardor desmedido.<br />
_ Alejo..._ suspiró. Ella lo amaba tal cual era: posesivo, iracundo aunque también, generoso y desinteresado. Él la amaba entregando todo de sí, la protegía, la consolaba, la escuchaba, la respetaba y la hacía reír.<br />
_ ¡Vamos! Tengo que decirte algo importante _ la tomó de la mano y corrieron hasta el galpón. La sentó, como cuando era una niñita, sobre una parva de alfalfa seca y mirándola fijamente le dijo:<br />
_ Esta noche nos fugamos.<br />
_ ¿Esta noche? _ el temblor que Alejo percibió en la voz de Felipa lo alarmó y enojó.<br />
_ Sí, a la medianoche te espero aquí _ Felipa lo escuchaba boquiabierta. ¿Cómo decirle que eso era imposible? No podía abandonar a doña Rosaura.<br />
_ Alejo _ comenzó _ No podem..._ no pudo continuar porque él le tapó la boca con la mano. Su mirada fiera la asustó.<br />
_ ¿Por qué no? ¿Cuál es el nuevo motivo para que posterguemos nuestra huida? ¡Estoy harto Felipa, harto! ¿Me oyes? ¡Harto! Si no estás aquí a la medianoche, partiré solo y no me verás jamás _ explotó con violencia.<br />
_ Comprende Alejo, tu tía está enferma, me necesita... _ Felipa no pudo frenar el llanto, lo perdería, estaba segura.<br />
_ Mi tía tiene dos hijas para que la cuiden _ Alejo le daba la espalda, no soportaba verla llorar, no quería transigir...esta vez ¡no!<br />
_ Le debo mucho a doña Rosaura. Ella me protegió, me dio la misma educación que a Felicitas y Rosario. Y lo que es más importante, me dio su cariño, la libertad. No puedo abandonarla _ dijo secándose las lágrimas que persistían en derramarse descontroladas.<br />
_ ¡Y a mí sí puedes abandonarme!, ¿verdad? _ Alejo giró y la encaró con vehemencia _ Basta de mentiras Pipa, tú no me amas.<br />
_ ¡Cómo se te ocurre! Claro que te amo, sólo que...<br />
_ Sólo que antes que yo están Felicitas, Rosario, mi tía...¿quién más? A sí, tu gato...y quizás algún esclavo al que le das algo más que tu compasión _ ni bien lo dijo se arrepintió pero ya era tarde, la herida estaba hecha. Felipa lo abofeteó con ira.<br />
_ Eres un...un... _ Alejo aferró los brazos de la joven que no cesaban de golpearlo en el pecho.<br />
_ Dilo, un loco. Pero loco de amor por ti y no soporto que me dejes a un lado. Siempre los demás son más importante que yo. Hasta cuando viviremos de esta forma, escondiéndonos, besándonos a hurtadillas sin poder declarar nuestro amor abiertamente. Te quiero Pipa y quiero vivir a tu lado libremente. Haz lo que quieras, si esta noche no estás aquí, me iré y jamás sabrás de mí _ la soltó con delicadeza, volteó hacia la puerta y cabizbajo desapareció por el sendero del río.<br />
Felipa quedó de rodillas llorando desconsoladamente. "Lo he perdido", se repetía.<br />
Al mediodía se presentó en el dormitorio de doña Rosaura, ojerosa y pálida. Los ojos irritados de tanto llorar.<br />
Asunta se sorprendió al verla en ese estado.<br />
_ ¿Qué te pasó, pué? _ se inquietó la negra bajando la voz para no despertar a la enferma.<br />
_ Después te cuento, ¿cómo está? _ preguntó acercándose a la cama y tomando una mano de la mujer.<br />
_ Bien, duerme tranquila. Le bajó la fiebre, pero vomita todo el agua que le doy.<br />
_ Ya no sé que hacer. Se va a deshidratar. ¿Felicitas vino a verla?<br />
_ La niña Felicitas se jue con el marido pa´la ciudá _ Le informó muy seria.<br />
_ ¿Regresó a la ciudad? ¿Por qué? _ se extrañó Felipa de la decisión de Felicitas encontrándose la madre en grave estado.<br />
_ Ah, no sé. No me preguntés porque no sé nada má. Y ahora me voy pa´la cocina que la Abe debe estar que arde porque me desaparecí en el pior momento. Dispué me contás que pasó con el Alejo, ¿eh?<br />
_ Sí, sí, a la tardecita te busco y te cuento. Y...muchas gracias Asunta por cuidar a doña Rosaura.<br />
Una vez sola, tomó asiento cerca de la cama, pegada a la cabecera. Rosaura abrió los ojos y los enfocó en ella. Con mano trémula, le acarició una mejilla.<br />
_ Querida, ¿qué te sucede? _ balbuceó la mujer.<br />
_ Nada doña Rosaura. ¿Cómo se siente?<br />
_ Mal _ fue la breve respuesta teñida de tristeza.<br />
_ Esta noche iré a casa de mi abuela Filomena. Ella sabrá qué hacer. Verá como prontito se recupera. Confiemos en la Virgen Morenita _ dijo tratando de infundir optimismo no sólo a la enferma sino a ella misma. Rosaura le sonrió mientras una lágrima rodaba por su mejilla ajada.<br />
Alguien golpeó la puerta. Era don Ildefonso. Felipa tembló, odiaba estar cerca de él. Siempre se escabullía para no toparse con ese viejo libidinoso que aprovechaba toda ocasión para manosearla o intentar besarla. Nunca se lo contó a Alejo, temía que al enterarse matara a su padre. Sus únicas confidentes eran Felicitas y Rosario, ellas eran su escudo...la protegían interponiéndose siempre a los avances del ladino. Doña Rosaura ahora poco podía hacer por Felipa, su extrema debilidad se lo impedía. Lejos quedó la mujer impetuosa y enérgica que una vez fue.<br />
_ ¿Cómo se encuentra mi hermana? _ preguntó mirándola fijamente.<br />
Felipa retrocedió hasta casi chocar contra la pared. Él la siguió lentamente hasta casi pegarse a ella. Felipa giró la cabeza hacia doña Rosaura que permanecía inmóvil en la cama.<br />
Ildefonso tomó entre sus dedos la trenza de Felipa que le colgaba a un costado del rostro y que le llegaba hasta la cintura. Adrede le rozó uno de los pechos y ella pegó un salto. Él sonrió con sorna.<br />
_ Ya no tienes a nadie que te proteja de mí. Mi pobre hermana yace en la cama, Felicitas y Darío viajaron a la ciudad en busca de un médico recién llegado al país... que dice tener la cura para Darío...¡ilusos! Y Rosario...bueno, que puede hacer esa pusilánime. Me dirás entonces que tienes a Alejo, tu amante. Lamento contrariarte, mi pequeña putita, Alejo se ha ido. ¿Por qué esa cara de sorpresa? ¿Acaso no se ha despedido? ¡Qué pena! Eso sí, me recomendó que te cuidara. Y yo pondré especial celo en hacerlo.<br />
_ ¡Mentiroso! _ gritó descontrolada y su grito despertó a Rosaura.<br />
_ Felipa, ¿eres tú? _ trató de incorporarse pero en el intento cayó pesadamente sobre la almohada.<br />
La joven empujó a don Ildefonso sacándolo de su camino y se apresuró a ayudar a doña Rosaura.<br />
_ ¿Por qué gritas? ¿Ildefonso?, ¿que haces aquí? _ apenas pudo pronunciar las palabras, su voz era pastosa.<br />
_ ¡Cómo que hago! He venido a saber como te encuentras. Estoy muy preocupado por ti, hermanita _ parecía sincero.<br />
_ Felipa, déjame con él. Tú vete a comer algo _ le pidió forzando una sonrisa. Todo era un esfuerzo para ella.<br />
_ Pero... _ si bien deseaba huir de esa habitación, no quería dejarla a solas con don Ildefonso. Intuía que el hombre tenía algo que ver con la enfermedad de doña Rosaura. Y sus presentimientos nunca fallaban.<br />
_ Por favor, querida _ insistió con tono desfalleciente. Felipa accedió inquieta y sin advertir la mirada lasciva de don Ildefonso, se marchó. Rosaura sí interpretó a su hermano.<br />
_ Déjala en paz _ susurró.<br />
_ ¿A qué te refieres? No comprendo _ dijo con inocencia.<br />
_ Bien lo sabes. Ellos se aman. No te interpongas.<br />
_ Sigo sin comprender _ se obstinó Ildefonso. Jamás aceptaría la unión de su hijo con una esclava, además una esclava que le calentaba la sangre. Ella le pertenecía y soñaba con montarla como a una yegua salvaje.<br />
_ Hazlo por mí. Concédeme este último deseo. Felipa no es una esclava, no te pertenece, es libre _ Rosaura empleó los restos de su fuerza para convencer a ese hombre más duro que el pedernal.<br />
_ Querida, no digas eso. No vas a morir. Ya sé que que le has regalado la libertad a pesar mío, pero a los ojos de la sociedad siempre será una esclava _ expresó con altivez.<br />
_ Ildefonso no la persigas, no intentes someterla _ le suplicó y un ataque de tos le impidió continuar hablando. Gotas de sangre mancharon el lienzo blanco que Rosaura se llevó a la boca. Idelfonso no se sorprendió.<br />
_ Ves lo que consigues esforzándote, debes descansar y dejarte de preocupar por tonterías. Ahora lo importante es que te recuperes. El doctor Arriaga confía que sanarás _ mintió. "No puedo hacer más por su hermana. Ni la sangría ni los emplastos han dado resultado. Solamente la quinina ha logrado bajar la fiebre, sin embargo mi diagnóstico es pesimista".<br />
Rosaura no pudo insistir, se sentía devastada. "¿Por qué me sucede esto justo ahora? Mis niñas me necesitan, sobre todo Rosario. Aunque trate de ocultármelo, sé que está sufriendo, no es feliz y temo que Rubén la esté maltratando. Y Felipa, la pobrecita, la más desamparada...¿qué será de ella sin mi protección?", reflexionó con el espíritu quebrado. El grito de Idelfonso pidiendo ayuda la sobresaltó.<br />
_ Asunta, rápido, ven a atender a tu señora _ la negra llegó inmediatamente y el patrón abandonó la habitación sin mirar a su hermana.<br />
"Te queda poco tiempo hermanita. Ya me deshice de Alejo. Ninguno de los dos estorbará los planes que he trazado para expandir mis campos. Si es necesario aniquilar una población entera de indios para obtenerlos, lo haré, cuento con la ayuda de Rubén y de mi amigo, el doctor Arriaga. Y lo mejor de todo, en esos planes estás incluida tú, mi pequeña. Pronto serás mía, sólo mía".<br />
<br />
Esa mañana, luego de dejar a Felipa llorando en el galpón, Alejo regresó a la casa malhumorado y decidido a darle una lección. Por supuesto que no se iría solo, la seguiría esperando hasta la eternidad si fuera necesario. Claro, eso ella no lo sabía y Alejo se regodeaba en la incertidumbre que sembró en el corazón de Pipa. "Se lo tiene merecido, ¡que sufra!, así como me hace sufrir a mí", pensó enfadado.<br />
Tan enfrascado estaba en sus pensamientos que pasó distraído por la sala sin percibir la presencia de su padre conversando con un militar. El vozarrón de Ildefonso lo detuvo antes de poder subir la escalera que lo llevaba al primer piso donde se encontraba su dormitorio.<br />
_ ¡Alejo! Mira quien ha venido a visitarnos _ Ildefonso se mostraba alegre, actitud que hizo desconfiar al joven. Al acercarse reconoció a la otra persona que permanecía sentada bebiendo jerez.<br />
_ Don Juan Manuel. ¡Que gusto verlo! _ un apretón de manos confirmó la mutua simpatía que se profesaban.<br />
Juan Manuel de Rosas, poderoso estanciero dedicado a la producción agropecuaria, era uno de los líderes militares que se pertrechaba para defender a Buenos Aires de la invasión del caudillo santafesino Estanislao López.<br />
_ ¡Muchacho! Lo mismo digo _ lo saludó con cordialidad.<br />
Alejo tomó asiento en un sillón frente al hombre con el que compartió armas en el Ejercito del Norte al mando del General Belgrano. En ese tiempo eran camaradas, hoy Rosas ostentaba el cargo de Coronel.<br />
_ Don Juan Manuel está aquí para proponerte formar parte del ejército que enfrentará a López _ comenzó Ildefonso.<br />
_ Así es Alejo, junto a Dorrego y a mi amigo Martín Rodriguez rechazaremos la invasión. Una invasión que tiene por objeto apoderarse de Buenos Aires, la provincia que posee las tierras productivas más ricas de nuestra Nación y por supuesto, apoderarse también del puerto, que como saben, concentra el comercio exterior de las provincias restantes _ los ilustró con vehemencia.<br />
_ Será un honor para mí formar parte de sus filas. Estoy a su disposición _ respondió enérgico aunque esto suponía retrasar la fuga. "La Patria me llama, no puedo ni debo negarme", concluyó resuelto.<br />
_ Así se habla muchacho. Don Ildefonso debe estar muy orgulloso de su hijo. Lamento que Rubén no pueda unírsenos.¡Que contratiempo que se haya fracturado la pierna! _ al escuchar tal afirmación Alejo se atragantó con el jerez que en ese momento bebía. Quiso intervenir para esclarecer el error cuando sintió la mano de hierro de su padre apretándole el hombro.<br />
_ Tiene razón don Juan Manuel, un verdadero incordio. Cuando Rubén se entere del motivo de su visita se pondrá hecho una furia por no poder formar parte de la campaña _ dijo con el rostro compungido.<br />
"Maldito farsante. ¿qué te propones padre?", Alejo comenzó a inquietarse.<br />
_ ¿Cuándo debo partir mi Coronel? _ preguntó quitándose con disimulo la mano de su padre que continuaba presionándolo.<br />
_ Ya mismo, prepara tus cosas que en media hora partimos hacia "Los Cerrillos". Allí nos esperan mis "Colorados del Monte", antes pasaremos por la casa de los Anchorena y de los Ortiz para continuar reclutando _ le aclaró urgiéndolo a partir hacia su estancia en San Miguel.<br />
"Los Colorados del Monte" era un regimiento creado por Rosas para combatir a los indígenas y a los cuatreros de la zona pampeana y ahora Alejo formaba parte de él.<br />
_ ¿Cómo se encuentra su familia? Doña Encarnación y los niños...Manuelita debe tener tres añitos, ¿verdad? _ Alejo escuchó la palabrería lisonjera de su padre mientras se retiraba. Pensó en Felipa.<br />
Debía despedirse de ella, contarle lo sucedido, pero el tiempo lo apremiaba, no podía hacerlo. Buscó a Lautaro en la caballeriza. Lo encontró durmiendo bajo un alero.<br />
_ ¡Lautaro!, ¡despierta! _ le gritó al oído. El indio pegó un salto que casi derriba a Alejo.<br />
_ ¡Eh!, ¿por qué me dispertás de esa manera? ¡Me vas a matar del susto! _ se quejó restregándose los ojos.<br />
_ Escucha bien lo que voy a decirte. ¡Lautaro!, ¿estás despierto o sigues en babia? _ Alejo lo tomó de los hombros y lo zamarreó con fuerza.<br />
_ ¡Pará, pará! Sí, te escucho, ¿que carajo pasa? _ protestó quitándose de encima al amigo malhumorado.<br />
_ Me voy ya mismo con don Juan Manuel a San Miguel del Monte para unirme a "Los Colorados".<br />
_ ¿Qué? _ Lautaro quedó perplejo ante la noticia _ y, ¿pa´qué?<br />
_ Vamos a luchar contra Estanislao López, el muy ladino quiere apoderarse de Buenos Aires.<br />
_ Voy con vo _ decidió al instante, no iba a permitir que Alejo fuera solo, ¿quién lo cuidaría mejor que él? Lautaro siempre fue su escudo en las batallas.<br />
_ De ninguna manera, tú te quedas. Debes cuidar a Felipa y vigilar al malnacido de mi padre. Seguramente aprovechará que no estoy para molestarla. Sólo confío en ti, Lauti, sólo en ti _ le rogó maldiciendo el giro que habían tomado los acontecimientos.<br />
_ No te priocupés, andá tranquilo, yo me encargo. Si es necesario clavarle una lanza a tu viejo, se la clavo con mucho gusto. Hace tiempo que se la tengo jurada _ se despachó con amargura y rabia contenida.<br />
Alejo asintió con un movimiento de cabeza y se dieron un fuerte abrazo.<br />
_ Explícale a Felipa lo sucedido, dile que me perdone por abandonarla pero no tuve opción. Es luchar o ser un traidor. Dile que la quiero y que muy pronto estaremos juntos y esta vez para siempre, lo juro por la memoria de mi madre.<br />
Alejo tomó las riendas de su caballo moro y sin volver la vista atrás, caminó al encuentro del Coronel Rosas que lo esperaba en la tranquera. Lágrimas amargas se anudaron en su garganta, sin embargo, no derramó ni una sola.<br />
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<br />gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-89850794931810693052017-11-10T16:56:00.000-08:002018-08-26T12:15:32.370-07:00UN NUEVO AMANECER, EpílogoBuenos Aires, febrero de1857<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_bYp4YowxxsjpTwtK71BjePNKZKGdqzHskS7iQczW99yW02vyRjR2rC7xrKamYrfegOglKskywy7GbhNoFQb9-Y39DxJAgyWxPcVc0f84aELh7vBDUCcFAAjk1_TTbZFLeJGjjnBHAVxD/s1600/chica.bmp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="323" data-original-width="254" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_bYp4YowxxsjpTwtK71BjePNKZKGdqzHskS7iQczW99yW02vyRjR2rC7xrKamYrfegOglKskywy7GbhNoFQb9-Y39DxJAgyWxPcVc0f84aELh7vBDUCcFAAjk1_TTbZFLeJGjjnBHAVxD/s320/chica.bmp" width="250" /></a></div>
Recién amanecía cuando el canto de la calandria los despertó. Lourdes abrió lentamente los ojos y los enfocó en el hombre que tenía a su lado. El corazón se le encogió ante la mirada de Rafael, una mezcla de deseo, amor y lujuria. Recuerdos de la noche pasada le quemaron la piel y ansió más.<br />
Sin embargo sus deseos se vieron truncos al escuchar unos golpes suaves en la puerta. <br />
_ Mamita, papito, ¿puedo pasar? _ Alba acostumbraba irrumpir en la habitación de sus padres muy temprano y meterse en la cama con ellos.<br />
_ Claro querida _ Lourdes vio la decepción en el rostro de Rafael, él también había planeado otro desenlace para esa luminosa mañana de verano. Ambos sonrieron resignados.<br />
_ Feliz cumpleaños, mi amor _ Rafael dio un lento beso a Lourdes preñado de promesas y se corrió dejando un espacio para su hijita.<br />
Alba, de un salto, subió a la cama y aferrada a su muñeca de trapo se acomodó muy oronda entre ellos.<br />
_ Y ahora, ¡a desayunar! _ exclamó alborozada _ Abuela Tina ya podés traer la bandeja _ gritó con desparpajo. Sus padres la miraron sorprendidos. ¿Que se proponía la pequeña pícara?<br />
Tina entró en el dormitorio detrás de una enorme bandeja que depositó sobre la cama.<br />
_ Perdón por la intromisión, pero Alba insistió de una manera... bueno, ustedes ya saben como es _ se disculpó Tina avergonzada.<br />
_ No se preocupe madre. Conocemos a esta señorita atrevida _ y Rafael comenzó a hacerle cosquillas a la niña.<br />
_ Basta papito, es el cumpleaños de mamita y tenemos que festejar. ¡Mamita te quiero hasta el cielo! _ Alba se colgó del cuello de Lourdes y la llenó de besos.<br />
_ Gracias chiquita, ¡que linda sorpresa! Festejemos, entonces.¡Que aroma tiene esta torta de manzana, Tina! _ Lourdes cortó un trozo, lo depositó en un platito de porcelana y se lo alcanzó Rafael _ Y este es para...<br />
_ ¡Miii! _ Alba se lanzó sobre la torta devorándola _ Tengo <i>mucha</i> hambre.<br />
Tina se acercó a Lourdes y la besó en la frente<br />
_ Feliz cumpleaños querida _ le deseo emocionada y luego los dejó disfrutando del desayuno para regresar a la cocina. La esperaba un día muy ajetreado, al mediodía se reuniría la familia en pleno para almorzar. Ella y Tomasa estaban a cargo del menú; Josefa y Domingo en ese momento estaban en el mercado comprando las provisiones y Lola lustraba los cubiertos de plata. Todo debía estar reluciente.<br />
_ ¿Té de menta? _ Rafael solícito llenó la taza de Lourdes con la humeante y aromática infusión, la favorita de su mujer. El tomó café y Alba saboreó un espeso chocolate.<br />
Nuevos golpes en la puerta anunciaron la llegada de otros visitantes.<br />
Sin esperar respuesta, Miguelito asomó la cabeza. Detrás de él, Gorrión reía divertido.<br />
_ Vamos, <i>dentrá </i>de una buena vez, <i>pué _ </i>al tiempo que lo decía lo empujó con fuerza.<br />
_ ¡Miguelito! _ se alegró Lourdes al ver a su hijo, todo un hombrecito.<br />
_ ¡Feliz cumpleaños mamita! _ junto a un enorme beso le entregó un bonito ramo de margaritas.<br />
_ Gracias querido, me encanta. Y vos, Gorrión, no te quedes ahí parado. Ven, dame un beso tú<br />
también _ lo animó sabiendo de su timidez.<br />
Desde aquella fatal noche en que ayudó a Miguelito escapar de las garras de Imanol, Gorrión pasó a formar parte de la familia. Lourdes y Rafael le debían la vida de su hijo y que mejor forma de agradecérselo que tomar la responsabilidad de cuidarlo y ofrecerle un hogar que le brindara el amor que nunca tuvo.<br />
_ Feliz <i>cumpliaño</i>, doña _ se atrevió a decir sonrojándose. Gorrión sentía un afecto especial por Lourdes, un enamoramiento que le aceleraba el corazón cada vez que ella le sonreía.<br />
_ Gracias Gorrión, pero no me llames doña. Me canso de decirte que soy mamá Lourdes para vos _ Lourdes le acarició la mejilla, ahora regordeta y rosada. El hambre y la miseria quedaron en el olvido.<br />
_ Feliz <i>cumpliaño</i> mamá Lourdes _ el niño imitando a Miguelito la abrazó con fuerza.<br />
Alba y Miguelito aplaudieron felices.<br />
_ Y ahora a comer esta torta de manzanas tan tentadora _ invitó jubiloso Rafael. "Después de la tormenta el sol, mi sol, ilumina nuevamente a la familia. Lourdes, te amo", pensó aliviado.<br />
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Cerca del mediodía, Lourdes buscaba a sus hijos en el jardín. Los niños solían jugar a las escondidas entre los arbustos y los canteros de flores que con esmero cuidaba Mercedes. La mujer ponía el grito en el cielo cuando por imprudencia los niños pisoteaban algún brote nuevo de peonías o caían sobre sus helechos. Mercedes sólo refunfuñaba, en realidad se divertía viéndolos corretear alegres y despreocupados, sobre todo ver a Miguelito reír la estremecía y conmocionaba.<br />
Habían pasado varios meses desde el rapto y parecía que la tragedia no había dejado huellas profundas en su nieto. Las pesadillas que por las noches lo atacaban fueron silenciándose para dar paso a un sueño sereno. Ya no se negaba a salir de la casa, ya no permanecía encerrado por horas en su habitación con todas las ventanas cerradas, ya no tartamudeaba. El terror fue desvaneciéndose en el alma de Miguelito gracias a la compañía de Gorrión y al desenfado de Alba. Lourdes y Rafael, eran los pilares a los que se aferraba el niño; ellos lo comprendían y protegían, con ellos se sentía seguro.<br />
_ Imanol se ha ido para siempre. Jamás volverá a molestarnos _ le dijo una noche Rafael luego de leerle una historia de caballeros y dragones. "Un niño es raptado de su casa por un dragón que lo encierra en una torre en medio del bosque. Su familia lo busca desesperadamente sin encontrar el camino que los llevara hasta él. Entonces su madre le suplica a Dios que lo proteja y lo salve. Su ruego es escuchado en el cielo y el Todopoderoso envía a uno de sus ángeles guerreros para que lo rescate. Así lo hace y lo devuelve a los brazos de su madre. El padre, un caballero de la corte del rey, siguiendo las indicaciones del Angel encuentra al dragón y lo mata".<br />
_ Como en el cuento, ese hombre malo era el dragón que quería lastimarme, entonces apareció Gorrión y me rescató. El fue el ángel de la historia y tú, papito, eres el caballero valiente que mató a ese dragón, porque, ¿está muerto, no, papito? _ preguntó acongojado.<br />
_ Si, hijito, si. No tengas miedo, Imanol no regresará jamás, te lo prometo _ Rafael esa noche durmió junto a Miguelito. "Hijo querido, siempre velaré por tu seguridad y la de toda la familia. Nadie volverá a hacernos daño. Lo juro."<br />
Mercedes sonrió al recordar ese momento, Rafael se lo contó a la mañana siguiente. "El estará bien", dijo segura mientras compartían unos mates en la cocina.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjq5k-V4irSkoaqgChhdPHjjemXOsSxjBdMy2DNSpZCUHET9Q63U2TIsZSVagLs8ldz-9BtYqO1H923cHs4aauydc8bjUdL3qiTWjDdfF0URMLYjqJLFndRUrQ6SekAV1JorVPHNBsuepok/s1600/ni%25C3%25B1ita.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="434" data-original-width="400" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjq5k-V4irSkoaqgChhdPHjjemXOsSxjBdMy2DNSpZCUHET9Q63U2TIsZSVagLs8ldz-9BtYqO1H923cHs4aauydc8bjUdL3qiTWjDdfF0URMLYjqJLFndRUrQ6SekAV1JorVPHNBsuepok/s320/ni%25C3%25B1ita.jpg" width="294" /></a></div>
Ahora ella observaba a los niños correr por el jardín. Miguelito, con los ojos cerrados contando hasta cien. Gorrión, escondido detrás del "arbusto de mariposas", lo llamaban así porque al florecer las mariposas se posaban en él en tal cantidad que prácticamente ocultaban las flores, y Alba, por supuesto, trepada en lo alto del naranjo.<br />
_ Abuela, ¿viste a los niños? _ era Lourdes la que no había superado el amargo trance. Vivía pendiente de su hijo. Delante de Miguelito trataba de mantenerse serena aunque interiormente el miedo atenazaba su corazón. "Está a salvo, él ha muerto", se repetía a diario, sin embargo, el temor persistía.<br />
_ Shh, están escondidos y Miguelito los está buscando. Allí está, apoyado en el aljibe, ¿lo ves? _ le indicó sin dejar de regar sus begonias _ ¿Y cómo estuvo el desayuno?<br />
_ Estupendo, abuelita _ respondió más calmada al constatar que Miguelito se estaba divirtiendo.<br />
_ Me alegro, querida. Alba se parece mucho a ti. ¡Cuánto disfruté aquel cumpleaños, hace tanto ya! ¿Recuerdas? Entraste como un torbellino a mi dormitorio con una fuente llena de confituras. Eras una campanita, feliz y cantarina. Y luego...<br />
_ Abuela, no quiero que recuerdes cosas tristes, menos aún en mi cumpleaños _ Lourdes sabía a que se refería Mercedes. A partir de ese cumpleaños la sombra maligna de la política oscureció sus existencias. Conoció a Rafael, el amor de su vida, pero la rivalidad sanguinaria entre federales y unitarios trató de separarlos, fueron perseguidos y ella, por un largo tiempo, sufrió la tortura de creer que Rafael había muerto en la batalla de Caseros. Mares de lágrimas los separaron hasta que nuevamente el amor los unió. Y cuando parecía que la paz los bendecía, el demente de Imanol intentó dañar a Miguelito. Sí, mucho sucedió desde aquel cumpleaños. Ya no era la niña inocente que pensaba que la vida era color de rosa, ahora sabía que la vida "era un arco iris y que entre sus colores se escondía el negro". Ahora ella estaba preparada para enfrentar con coraje a esa franja sombría y tenebrosa.<br />
_ Tienes razón querida, hoy está prohibida la melancolía. Hoy es un día para gozar.<br />
_ Si, abuelita, hoy y todos los días de aquí en adelante _ afirmó con convicción.<br />
Lola, fiel a sus hábitos, apareció corriendo, casi sin aliento.<br />
_ ¡Doña Mercedes, niña Lourdes! _ chilló mientras trataba de meter los mechones de cabello crespo que se le escaparon del rodete durante la corrida debajo del pañuelo rojo que cubría su cabeza.<br />
_ ¡Negra taruga!, ¿qué pasa? _ Mercedes acostumbrada a la impetuosidad de Lola no se alteró, aunque la reprendió.<br />
_ El señor Esteban acaba de llegar, pué, y encima cayó con esa negra mandona. ¡No la soporto doñita! _ compungida comenzó a hacer pucheros.<br />
_ Pero si Candelaria es un amor, estás exagerando Lola _ se rió Lourdes.<br />
_ <i>Usté </i>porque nunca vio como nos trata a la Tomasa, a mi <i>máma </i>y a mí. Cada vez que viene apoya su culo redondo en un banco de la cocina y empieza a criticar todo lo que hacemos: "Tomasa, al guiso le falta sal, Josefa, ¡que sucios están los plato!, lavalos de nuevo. Lola, no te muevas tanto que me <i>mariás</i>". Dígale alguito doña Mercedes, no la aguanto <i>má _ </i>se quejó lloriqueando.<br />
En ese instante apareció Esteban Salguero tomando un mate y de muy buen humor.<br />
_ ¡Feliz cumpleaños hijita! _ dijo dándole un beso en cada mejilla. _ Mercedes, está usted hoy encantadora _ la halagó.<br />
_ No diga tonterías Esteban, estoy como siempre _ respondió enfurruñada, sin embargo luego le sonrió coqueta _ Si me disculpan voy a ver que pasa en la cocina, parece que su cocinera cada vez que nos visita suscita el caos.<br />
_ <i>Pone pata pa´arriba todo, </i>don Esteban. <i>Usté </i>perdone pero es muy<i> bicha </i>la Candelaria _ volvió a quejarse Lola. Esteban sin sorprenderse le dio la razón entre carcajadas.<br />
_ Me lo vas a decir a mí. Mi casa es un contínuo campo de batalla. Entre Laureana y Candelaria me van a matar. Cuando Lorenzo me pidió el favor de albergar a Candelaria jamás imaginé que en mi casa se desataría una verdadera batalla campal _ las dos negras que se peleaban por atenderlo y prepararle los mejores platillos. Les estaba agradecido por demostrarle tanto afecto, pero lo volvían loco.<br />
Lola sofocó una risotada, le hizo una rápida reverencia y corrió detrás de Mercedes.<br />
_ Esta muchacha me hace reír. Es tan...<br />
_ Atolondrada...y leal... y cariñosa...y mi paño de lágrimas _ completó Lourdes.<br />
_ ¡Perdón mi querida niña! _ Esteban y Lourdes estaban sentados en un banco de piedra amparados por la sombra del añejo naranjo, testigo silencioso de tantos acontecimientos ocurridos en la historia de la familia Aguirrezabala. Le tomó las manos y la miró con tanto amor logrando derrumbar las murallas de resentimiento que todavía la separaban de él. El ruego de su padre encerraba vergüenza, humillación y un profundo dolor.<br />
Cuando Mercedes y Lorenzo le confesaron la verdad sobre Esteban Salguero y Consuelo, los odió por haber escondido por años tremendo secreto.<br />
_ No lo supe hasta mucho tiempo después de la muerte de tu madre, compre Lourdes, no quería que sufrieras por un hombre que, creía yo, nunca conocerías _ se lamentó Mercedes.<br />
_ Pero lo conocí _ expresó con frialdad.<br />
_ Ay querida, no me juzgues, te lo suplico, yo sólo quiero tu bien _ Mercedes estaba desconsolada, su nieta jamás se había mostrado dura con ella y esa actitud la estaba destrozando.<br />
_ Entiende Lourdes, de que te hubiese servido saber sobre la existencia de tu padre, un miserable que abandonó a tu madre con un su hijo en el vientre, un miserable que puso en escarnio público a nuestra familia, un miserable que provocó la muerte de tu madre y de tu abuelo. Si yo hubiera sabido su identidad antes de todas las desgracias que debimos pasar por su maldita culpa lo hubiera matado con mis propias manos _ la angustia hizo que Lorenzo estallara en un exabrupto.<br />
_ Y ahora se presenta pidiendo mi perdón y no puedo dejar de pensar que gracias a su ayuda encontramos con vida a Miguelito. Siempre estuvo a mi lado dándome esperanza. Por días no durmió acompañando a Rafael en la búsqueda. Como Jefe de Policía puso a todos sus hombres a nuestra disposición para dar con Imanol. ¡Abuelita, lo odio por abandonar a mamá pero también le estoy infinitamente agradecida por mi hijo! ¿Qué hago, abuela, qué hago? _ como cuando era una niñita apoyó su cabeza sobre el regazo de Mercedes y lloró.<br />
_ Perdonarlo _ la voz queda de Rafael serenó el torbellino de pasiones encontradas que se debatían en el alma de Lourdes.<br />
El joven se sentó junto a la dos mujeres y acarició arrobado la cabellera de Lourdes semejante al trigo maduro. Ese cabello que deseó tener entre sus dedos desde el momento en que la conoció en el atrio de la iglesia del Pilar, una muchacha bella y altanera que le robó el corazón. Lourdes,"su" Lourdes, el amor que le cambió la vida.<br />
_ Los remordimientos con los que convivió todos estos años fueron suficiente castigo para su pecado. Me reveló que nunca fue feliz, la imagen de tu madre lo persiguió sin tregua. El la amaba, pero fue un cobarde y te aseguro, pagó caro su cobardía. Dale una oportunidad Lourdes, demosle todos una oportunidad _ concluyó abarcando con la mirada a Mercedes y a Lorenzo.<br />
_ Sí querida, Rafa tiene razón. Presiento que Consuelo es feliz viéndote cerca de tu padre _ la alentó conmovida Mercedes.<br />
_ Yo noy partidario de esa idea, yo lo arrojaría a patadas a...<br />
_ ¡Lorenzo! Basta ya de rivalidades _ lo cortó exasperada Mercedes _ No te bastó con los enfrentamientos entre federales y unitarios, no fue suficiente la persecusión que sufrimos por "La Mazorca"...tantos amigos muertos en las revueltas durante el gobierno de Urquiza. Estoy harta del odio que derramó tanta sangre, ¡basta ya!<br />
_ Está bien, está bien hermanita, no te alteres. Perdonemos a ese canalla, hijo de p...<br />
_ ¡Lorenzo! _ volvió a callarlo Mercedes.<br />
Lourdes comenzó a reír, todos la miraron sorprendidos y a su abuela se le aligeró el corazón.<br />
La voz de su padre la trajo nuevamente al presente diluyendo sus pensamientos.<br />
_ ¡Cuánto te pareces a tu madre!, un rostro bello y sereno como el de ella. Lo tengo grabado aquí y aquí _ dijo señalando con su mano la cabeza y el corazón _ No soy un monstruo Lourdes y quiero demostrártelo, si me lo permites<br />
Lourdes estudió el rostro que esperaba ansioso una respuesta. La mirada de su padre la horadaba buscando cariño.<br />
Miguelito, Alba y Gorrión corrieron hacia ellos gritando y riendo. Estaban sudados y cubiertos de tierra, pero rozagantes.<br />
_ Mamita, dice Tomasa que la comida de tu cumpleaños está lista _ mientras Alba hablaba se sentó en la falda de Lourdes.<br />
_ Si nos atrasamos Tomasa se enoja _ declaró con seriedad Miguelito.<br />
_ La carbonada tiene un olorcito, vamos mamá Lourdes _ la apuró Gorrión tomándola de la mano.<br />
_ Papá, ¿puede llevar a Alba? _ le pidió con una amplia sonrisa que lo hizo estremecer y seguidamente lo besó en la mejilla dejandolo boquiabierto.<br />
Rafael se acercó a ellos enviado también por Tomasa.<br />
_ Papito haceme "sillita de oro" con el abuelito _ pidió con insistencia Alba, le encantaba sentirse una reina.<br />
"Papá", "abuelito", las palabras resonaron en el alma de Esteban como dulces campanadas. No podía pedir más a la vida.<br />
Lourdes se tomó del brazo de Rafael y le susurró al oído :"Te amo".<br />
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Muy lejos de allí alguien también festejaba en alta mar. Solo, en su camarote descorchó una botella de jerez.<br />
Su destino era incierto; su futuro, una nebulosa; pero en su mente bullían muchísimos proyectos.<br />
"Si vencí a la muerte, ¿quién podrá derrotarme? Resucité de entre los muertos, lo imposible para mí es posible".<br />
La pócima que ingirió al consultar el antiguo Grimorio engañó a sus enemigos. Lo creyeron muerto y, sin embargo, se encontraba en estado catatónico. Muy astuto.<br />
De un baúl extrajo una delicada copa de cristal, la llenó con el líquido ambarino. El aroma punzante de la bebida aguzó sus sentidos. Sintió que la fiera que dormía en su interior despertaba lentamente.<br />
El sabor avellanado del jerez le recordó el sabor de unos besos que extrañaba con dolor y ansias.<br />
"Jean, mi amante fiel. A tu salud". De un solo trago vació la copa. Volvió a servirse.<br />
"Mi segundo brindis es por ti Rafael y por el amor que no pudo ser". Esta vez luego de beber estrelló la copa contra el piso con desazón. Y lloró...<br />
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<br />gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-49718116876550258022017-10-28T13:13:00.001-07:002018-08-26T06:26:16.017-07:00UN NUEVO AMANECER, Cap.40<i>"¡Dios mio!, que solos se quedan los muertos". Gustavo Adolfo Bécquer</i><br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjitoKV9VZvjliGujVj6sBCedf_Zynnd8lGgqdwRqHyrDcKTQ-LmT9dcCuzZUuikT3iSKY3ffpb42BvXwNs4fpCGhAG1McTyt3XMA8QlTpKYtMNdGQcop3zj1uMnJ_1U-byagFKByLdtz5g/s1600/picatrix-paginas.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="813" data-original-width="550" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjitoKV9VZvjliGujVj6sBCedf_Zynnd8lGgqdwRqHyrDcKTQ-LmT9dcCuzZUuikT3iSKY3ffpb42BvXwNs4fpCGhAG1McTyt3XMA8QlTpKYtMNdGQcop3zj1uMnJ_1U-byagFKByLdtz5g/s320/picatrix-paginas.jpg" width="216" /></a></div>
Imanol se sirvió un brandy. Se paró pensativo frente a la estantería donde colocaba sus libros preferidos, libros que idolatraba, y luego de meditar, tomó uno de tapas de cuero oscuro. Abrió el ejemplar con reverencia y con suma delicadeza hojeó sus páginas escritas en latín buscando la pócima que le salvaría la vida.<br />
_ ¡Aquí está! _ exclamó ufano.<br />
Depositó el libro sobre la mesa y con el dedo índice fue recorriendo las indicaciones. Sentía el fuego del brandy en sus visceras y el fuego de lo sobrenatural corriendo por sus venas.<br />
"El Picatrix", nombre del grimorio que en ese momento consultaba, fue el obsequio de uno de sus profesores cuando estudiaba medicina en la Universidad de Montpellier : Michel de Nostradame, conocido entre los alumnos como Nostradamus. Este era un hombre de profundos conocimientos que adquirió en sus frecuentes viajes por Europa y Oriente. Allí intercambió información con doctores, alquimistas, cabalistas y místicos. Su sapiencia como
apotecario le fue de utilidad para crear la «píldora rosa», la solución para la peste.<br />
Y fue la "peste" que detonó en Imanol el deseo de ser médico.<br />
Contaba con siete años cuando el mal irrumpió en Barcelona. Si bien él vivía a varios kilómetros de esa ciudad, allí residían sus tíos y Hernando, su primo adorado. A pesar de ser cinco años mayor que él acostumbraban a compartir juegos y travesuras.<br />
Imanol admiraba el arrojo de Hernando, como aquel verano en Nájera cuando se escaparon durante la noche para incendiar la choza del gandul que había torturado y asesinado a "Gris", el gato que juntos habían rescatado del estanque evitando que se ahogara. Hernando lo bautizó Gris y desde entonces fueron inseparables hasta que una mañana, mientras paseaban por el pueblo, un grupo de niños los rodearon y comenzaron a burlarse de ellos. Envidiaban a Imanol por ser el hijo del Duque y vivir en la abundancia.<br />
Envalentonados por ser mayoría, los ataron a un árbol y a Gris lo encerraron en un pequeño tonel al que golpearon violentamente con palos. Cuando el tonel se partió, el gatito comenzó a maullar con fuerza y a temblar de miedo, con la cola hinchada y los pelos como púas de erizo. Entonces torturaron a Gris hasta matarlo. Los salvajes reían como desaforados; Imanol y Hernando, lloraban.<br />
"Nos vengaremos, te lo juro Imanol". Y esa noche lo hicieron, vieron al jefe de la banda calcinarse vivo. El maldito aullaba de dolor y espanto; Imanol y Hernando, reían victoriosos.<br />
¡Cuánto lloró Imanol al enterarse que su primo había contraído la peste! Los médicos nada pudieron hacer por él ni por sus tíos. Todos murieron. Ese fue el hito que determinó su vocación y fue lo que lo acercó a Nostradamus. Compartía con su maestro el afán por develar los misterios del cuerpo humano y la conexión del hombre con lo sobrenatural, con las ciencias ocultas.<br />
_ La fuerza zodiacal ayuda a dominar con precisión la naturaleza humana y todo lo que la rodea _ le confió su maestro una tarde en la biblioteca mientras depositaba en sus manos el valioso grimorio medieval.<br />
Imanol admiraba a Nostradamus. Su palabra era "palabra santa" y que se acercara a él para ofrecerle tan preciado y singular regalo, un honor.<br />
_ Mira, en El Picatrix está contenido el secreto de la vida. Sólo una mente privilegiada puede penetrar y comprender este misterio. Por eso te he elegido Imanol. El autor de esta joya, escrita en el siglo X, fue Abu-Maslama, un renombrado astrónomo y alquimista de Al-Andaluz. Guarda este manuscrito con celo, si lo utilizas con sabiduría será tu guía cuando te encuentres en una encrucijada.<br />
"Y ahora me encuentro en una terrible encrucijada", pensó llenándo nuevamente su copa con brandy.<br />
El tiempo apremiaba, sin embargo a Imanol parecía no preocuparle. Se paseó por los distintos anaqueles que colgaban de las paredes buscando los ingredientes para realizar la fórmula.<br />
_ Extracto de belladona, tarántula disecada, gusanos, polvo de sapo venenoso y hueso humano triturado. ¡Perfecto! _ aplaudió entusiasmado al comprobar que tenía todo lo necesario.<br />
Mezcló los componentes en un recipiente de cristal.<br />
Sentado a la mesa, fijó su mirada en la pócima. Elevó una plegaria a su amado Jean, el amante que nunca lo decepcionó, bebió de un trago el resto del brandy que quedaba en la copa y con una gasa embadurnó su rostro con el polvo obtenido.<br />
Cada una de las partículas de la fórmula entró en el riego sanguíneo a través de la epidermis llegando al corazón que en segundos se detuvo.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdRRdaFPbY4B4_RdjUOdK5K6b92cC6OJJuwou7guA8q5bffkS5fG5pJa-WIuxEmp4AzdAdSgFJLbv0Sy6MhaiPCWcqhFmcxqDXJCuwFkDyPS9wO1HMssGUsqrhx_bE0U7RTcpW66pG_-9W/s1600/caba.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="177" data-original-width="284" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdRRdaFPbY4B4_RdjUOdK5K6b92cC6OJJuwou7guA8q5bffkS5fG5pJa-WIuxEmp4AzdAdSgFJLbv0Sy6MhaiPCWcqhFmcxqDXJCuwFkDyPS9wO1HMssGUsqrhx_bE0U7RTcpW66pG_-9W/s1600/caba.jpg" /></a></div>
Rafael cabalgó con la velocidad del rayo. Estaba enfebrecido, ciego de cólera. Miles de recuerdos se atropellaban en su memoria.<br />
El día después de la batalla de Caseros, el día en que conoció a Joaquín, el hombre que lo auxilió en su hora más oscura. Sin su ayuda no hubiera podido seguir adelante, él fue esencial para encauzar su vida. El afecto de Joaquín y de la negra Candelaria, le dieron fuerzas en la búsqueda de su identidad perdida. Sonrió al pensar en la cocinera, siempre dispuesta a consentirlo y a animarlo. Y luego la aparición de Imanol y Amalia, los primos aristocráticos de Joaquín.<br />
"¡Maldita sea la hora en que los conocí!", masculló rabioso."Endiablado hipócrita, tu solícita ayuda para que recuperara la memoria no fue más que una sucia maniobra para destruir mi vida y de las personas que amo. Sabiendo la verdad sobre mi, tú y Amelia, tu obsesiva hermana, jugaron conmigo. ¡Que imbécil fui! Pero, ¿con qué objeto? ¿Para apartar a Lourdes de mi lado? ¿Para alejarme de mi familia? ¿Qué pretendían? ¿Qué amara a Amelia y tú quedarte con Lourdes?".<br />
Recordó las palabras de Candelaria : La muy zorra de Amelia me ordenó poner unos yuyos raros en tus comidas. Como me dio mala espina se los llevé a mi comadre que es curandera y ella me dijo que se usan para hacer el mal, no para curar...<br />
"¡No para curar!", repitió iracundo, "Y el cuento de la hipnosis...menos mal que don Lorenzo impidió que se llevara a cabo la sesión. ¿Qué pretendía Imanol sometiéndome a la hipnosis? Nunca lo sabré. Lo que sí sé es que el muy hijo de puta quiere destruírme y para lograrlo raptó a mi hijo. ¡Como has sido capaz Imanol! ¡Maldigo el momento en que confié en ti!".<br />
_ Rafael, creo que ese es el lugar _ la voz de Esteban interrumpió sus pensamientos. <br />
Desmontaron velozmente y secundados por varios vigilantes derribaron la pesada puerta de la vieja casona.<br />
El ruido atrajo la atención de algunos curiosos que a esa temprana hora se disponían a comenzar con sus labores.<br />
El aguatero y el lechero detuvieron sus carretas no muy lejos del lugar, atentos a lo que sucedía. Un grupo de negras achuradoras que carneaban reses en un matadero cercano se arremolinaron detrás de las carretas, expectantes.<br />
_ ¡Imanol!, hijo de puta, ¿dónde estás? _ gritó fuera de sí Rafael ni bien puso un pie en el laboratorio iluminado por dos candiles.<br />
_ ¡Imanol! _ insistió y en ese instante lo vio tirado en el piso, los ojos abiertos, mirando sin ver y la boca torcida en un rictus macabro.<br />
Esteban se arrodilló junto al cuerpo. Lo palpó buscando los latidos del corazón. Nada.<br />
_ Está muerto _ le confirmó. _ ¿Y eso? _ preguntó al notar que Rafael olía el contenido de un recipiente de cristal. _ Tenga cuidado, seguramente es el veneno que lo mató _ y con cuidado le arrebató el recipiente.<br />
_ Jefe, ¿qué hacemos con la chusma? Cada vez son má, pué _ se quejó uno de los vigilantes alarmado por la multitud que crecía en la calle frente al laboratorio.<br />
_ ¡Carajo!, malditos entrometidos. Ya sé, diles que encontramos un muerto por la viruela. Le van a faltar "patas para salir rajando".<br />
_<i> ¿De en serio, </i>Jefe? _ el hombre se puso pálido de repente.<br />
_ ¡Pero no, Toribio! Es una mentira para <i>que se hagan humo</i> _ se impacientó Esteban. <br />
_ Mire que es ladino, Jefe. <i>Flor de jabón </i>se van a llevar _ y riéndose fue a cumplir la orden.<br />
_ Mi personal es buena gente, pero falto de entendederas _ le aclaró a Rafael aunque el joven no había prestado atención a la intromisión del vigilante, estaba concentrado en descifrar la muerte de Imanol.<br />
"¿Se habrá suicidado por miedo al castigo de la ley, por remordimientos o por temor a mi venganza? Imanol, me robaste el placer de terminar con tu miserable vida. Por lo menos tengo la tremenda satisfacción de saber que ya no harás más daño, ¡lacra del infierno!", reflexionó sin quitar la mirada del cadáver.<br />
_ Mire Rafael... aquí, debajo de este libro, parece una carta...sí, es una carta y está dirigida a usted _ se extrañó Esteban.<br />
Rafael tomó el papel de un blanco inmaculado que le alcanzaba perplejo el Jefe de Policía.<br />
Atónito, comenzó a leer en voz alta:<br />
"Rafael, amor mio:<br />
¡Cuánto daría por ver la expresión de tu rostro al conocer mis sentimientos hacia ti! Probablemente estarás desconcertado y seguramente sentirás asco. Sin embargo, creo firmemente que si me hubieras permitido intimar contigo, lo hubieras disfrutado.<br />
Mi corazón se detuvo cuando te vi por primera vez. Nunca imaginé poder conocer en estás tierras abandonadas de las manos de Dios a un hombre como tú: valiente, honesto, temperamental, sin máscaras...Precisamente tu fiera autenticidad fue lo que me enamoró, tus reacciones preñadas de violencia me encendían de una manera desgarradora. Cuánto más me rechazabas, más te deseaba.<br />
Amelia también te amaba, pobre tonta. Sé que nunca le darías tu amor a una mujer tan insulsa y pusilánime como ella. La usé como pantalla para conseguir mi propósito: tú. Lamentablemente apareció Lourdes y arruinó mi estrategia. Primero pensé en matarla, soy un gran experto en venenos; supongo que a estas alturas de los acontecimientos ya te habrás dado cuenta, más tarde lo desestimé. Me propuse ganarte, era más excitante enfrentarme a ella por tu amor. "Ser el caballero que en una justa obtiene el favor de su amado" bonita imagen, ¿no te parece?.<br />
Lamentablemente en esta lucha interfirió una tercer contrincante, Amelia, así que cuando se puso demasiado pesada tuve que sacarla del juego.<br />
Te preguntarás por qué incluí en esta charada a Miguelito. ¡Por despecho!<br />
A pesar de mi empeño por cuidarte, por protegerte, me rechazaste, me despreciaste. Y eso, Rafael, no lo perdono. Así que decidí responder a tu humillación por donde más te duele, a ti y a esa perra de Lourdes. Pero, tranquilo, no le hice ningún daño, aunque mi intención era otra. El bribonzuelo se me escapó, cómo lo hizo, no lo sé. Lo cierto es que fue más astuto que yo. <br />
Ya estaré muerto cuando leas esta carta. No me arepiento de nada porque todo lo hice para ganar tu amor y si no lo tengo, ¿para qué vivir? Espero verte en la otra vida si es que existe. Tuyo, Imanol".<br />
Rafael estrujó el papel en su puño, para luego arrojarlo sobre el rostro contraído de Imanol.<br />
_ ¡Despreciable pervertido! _ lo insultó con saña.<br />
_ Vamos, Rafael, ya no tenemos nada que hacer en este lugar. Mis muchachos se encargarán del cuerpo, ¡vamos! _ juntos caminaron hacia la puerta; antes, recogió la carta y la acercó a la llama de una vela.<br />
_ ¡Toribio!, ¡Celestino!, encárguense del<i> fiambre</i>. Yo le avisaré al oficial Saturnino del hallazgo. Más tarde se reunirá con ustedes _ rugió Esteban. Los hombres sepultarían a Imanol en las afueras del cementerio ubicado en la iglesia de San Ignacio. La Iglesia Católica rechazaba al suicida y se le negaba la sepultura en el Campo Santo. El alma del suicida estaba condenada al fuego eterno.<br />
"Me gustaría estar en la Edad Media y ver tu cadáver arrastrado por las calles boca abajo con una estaca atravesando tu corazón y una piedra en la cabeza inmovilizando tu cuerpo para impedir que tu oscura alma regresara a dañar a tantos inocentes", pensó consternado Rafael.<br />
_ Regresemos a su casa Rafael. Deben estar esperando noticias nuestras. Debemos llevarles tranquilidad, sobre todo a Lourdes _ lo animó Esteban.<br />
_ Es verdad don Esteban, la pesadilla ha terminado _ respondió meditabundo.<br />
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Toribio, Celestino y tres vigilantes más, depositaron el cadáver de Imanol en una carreta tirada por dos bueyes y enfilaron hacia la iglesia de San Ignacio. No les gustaba nada la misión encomendada, los muertos los aterrorizaban, especialmente ése que para ellos era el mismísimo demonio.<br />
_¡Malaya sea nuestra suerte! _ despotricó Celestino, un joven rollizo y de baja estatura, sumamente supersticioso.<br />
_ No veo la hora de sacarnos de encima este <i>fiambre. </i>Espero que el padrecito nos permita enterrarlo enseguida. Me pone los pelos de punta tenerlo tan cerca _ retrucó Toribio, hombre de mediana edad, vizco y parlanchín. El cadáver iba detrás de ellos en la carreta envuelto en una manta._ Se <i>rumoriaba</i> por el pueblo que el <i>finao </i>tenía tratos con Belzebú.<br />
_ ¿Por qué decían eso? _ Celestino comenzó a sudar.<br />
_ Acaso no sabés que se robaba a los <i>gurises</i> <i>pa´destriparlos</i> y sacarles <i>tuita </i>la sangre _ intervino otro de los vigilantes que iba a caballo a un lado de la carreta.<br />
_ No, ¿<i>pa´qué</i>? _ Celestino además de sudar, empezó a temblar. La situación empeoraba y él lo único que quería era estar seguro en su rancho, con la puerta trancada y las ventanas bien cerradas.<br />
_ Mirá si serás <i>atrasao, pa´que va ser. Pa´</i> alimentar a Mandinga. La bebida preferida del diablo es la sangre humana y si es de inocentes, mejor _ lo ilustró Toribio.<br />
_ El Búho recibía a cambio la <i>inmortalidá </i>y sabiduría _ completó un cuarto vigilante.<br />
_ Pero si está más frío que un pedazo de <i>yelo _ </i>Celestino miró rápidamente hacia atrás para corroborar su afirmación.<br />
_ Los que saben dicen que a media noche se va a levantar de entre los muertos y tonce...<br />
_ ¡Callate Toribio! No seas <i>bolacero, </i>no ves que estás asustando al pobre muchacho. No le <i>hagás </i>caso Celes, te está <i>cargando</i> _ trató de poner serenidad el más centrado de los vigilantes.<br />
_ <i>¿Bolacero?, </i>¡yo no soy ningún <i>bolacero</i>!<i> _ </i>se ofendió Toribio.<br />
_ Miren, el cura está esperándonos. Enterremos pronto al Búho y vayámonos <i>pa´las casas</i> de una buena vez _ les rogó Celestino que estaba al borde de un ataque de pánico.<br />
El párroco estaba de mal humor. ¿Cómo se le había ocurrido al Jefe de Policía enviar a semejante delincuente y encima suicida, a su iglesia? ¡Inaudito!<br />
_ De ninguna manera, no voy a permitir que entierren a ese engendro del demonio en estas tierras _ se empecinó.<br />
_ Lo siento padrecito pero nosotros sólo recibimos órdenes de nuestro Jefe, así que por favor corrase del camino _ el cura estaba parado frente al gran portón de rejas que permitía el acceso al cementerio.<br />
_ Muy bien, si tienen que hacerlo, ¡háganlo!, pero no en suelo santo. ¡Es un suicida! Entiérrenlo fuera del Campo Santo, detrás de esos árboles _ enfadado les señaló un pequeño bosque de abedules que se extendía detrás del cementerio _ Y les advierto, esperen al anochecer para hacerlo.<br />
_ ¿Por qué? Si puede saberse _ se impacientó Toribio que deseaba desprenderse cuanto antes de ese maldito cadáver.<br />
_ Porque no quiero que perturben la paz de los muertos que reposan en la santidad.<br />
_ Lo que dice es una reverenda estupidez _ lo encaró Toribio harto de la displicencia del párroco.<br />
_ ¡Lenguaraz! ¡Descarado! ¡Cómo te atreves a contradecirme! _ gritó indignado por la falta de respeto a su investidura.<br />
_ Perdone a Toribio padrecito, es que estamos muy nerviosos, este muerto nos pone los nervios de punta. <br />
_ Muy bien, los perdono, vayan con Dios y sigan mis indicaciones.<br />
Una hora más tarde, el oficial Saturnino se unió a ellos en el bosquecito. Llegó con un cajón de madera ordinaria. Le echó una mirada al cadáver y se marchó.<br />
_ Muchachos, yo no sé ustedes, pero a mí me <i>pica el bagre. </i>Desde anoche que no como nada _ se quejó Celestino.<br />
_ A vos ni el miedo te quita el hambre, ¿no? _ se rieron los demás.<br />
_ Mi mujer me puso en la alforja queso y pan _ dijo uno.<br />
_ Yo tengo charqui y unas manzanas _ a Celestino se le hacía agua la boca mientras sacaba de su bolsa las provisiones.<br />
_ Yo colaboro con este vino patero _ Toribio mostró las dos botellas mirando con desconfianza hacia todos lados temiendo que apareciera algún oficial superior y lo reprendiera por tomar durante las horas de servicio.<br />
Nadie puso reparos a la colaboración de Toribio, todo lo contrario, la aplaudieron. Es más, a medida que el tiempo transcurría fueron apareciendo petacas de ginebra y caña.<br />
Cuando el sol se ocultó, todos estaban ebrios. A duras penas cavaron la fosa y pusieron el cuerpo dentro del cajón olvidando clavarlo. Tiraron unas pocas paladas de tierra sobre el cajón y se sentaron alrededor de la reciente tumba para descansar un momento antes de continuar. Mientras tanto seguían bebiendo.<br />
_ Tenemos que apurarnos, no vaya a ser que nos agarre la hora del diablo _ empezó Toribio.<br />
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Celestino, que estaba empinando una botella de ginebra se atoró al escuchar a su compañero.<br />
_ Toribio, no <i>empecés de nuevo</i> con tus cuentos, por favor te lo pido. Mirá que con el pedo que tengo me cago encima _ le suplicó el muchacho.<br />
_ Un poco <i>dispué </i>de la medianoche empieza la hora de Mandinga. Los espíritus que prestan <i>sirvicio </i>al diablo cruzan al mundo de los vivos para buscar a quien atormentar y de ser posible llevarse almas para sus filas _ contó Toribio hipando de tanto en tanto sin prestar atención al ruego del miedoso.<br />
Celestino se levantó como un resorte del pasto en donde estaba sentado y sin decir palabra montó un caballo y desapareció al galope.<br />
Los otros, sin discutir, lo imitaron. Ninguno quería que los sorprendiera la "hora del diablo".<br />
La tumba quedó a medio terminar.<br />
Tiempo más tarde la tapa del cajón se abrió. Imanol, sin dificultad, salió de su tumba. Cerró nuevamente el cajón y lo tapó con tierra, concluyendo así la tarea de los vigilantes que huyeron despavoridos.<br />
Enfundado en su capa lo engulló la oscuridad de la "hora del diablo".<br />
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<br />gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-25904035051121944742017-10-23T08:11:00.001-07:002018-08-25T11:03:37.762-07:00UN NUEVO AMANECER, Cap.39<i>"El destino es el que baraja las cartas,</i><br />
<i> pero nosotros los que las jugamos". Arthur Schpenhauer</i><br />
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A medida que desaparecían las brumas y clareaba el día, de igual modo se clarificaban los pensamientos y se pacificaban las turbulencias espirituales de Imanol.<br />
Sentado en un banco rústico y apoyados los codos sobre la gran mesa, altar sagrado de sus investigaciones, mesaba con rabia sus cabellos.<br />
"¿Cómo pudo ocurrir?", se repetía una y otra vez.<br />
Al ver la jaula vacía, lo asaltó una desagradable espasticidad que desbarató la seguridad que siempre lo caracterizaba. Sin embargo, su increíble poder de concentración lo ayudó a recuperarse a los pocos minutos.<br />
Revisó impaciente cada rincón hasta que el agujero en una de las paredes le dio la respuesta. <br />
"¡Pequeño bellaco!", pensó controlando su furia. Debía mantenerse sereno para actuar con celeridad y astucia.<br />
"No debe estar lejos. ¡Ya verás lo que te espera malandrín del demonio por desafiarme!"<br />
Montó el caballo y lo espoleó sin consideración. Debía encontrar al niño costara lo que costara. Adaptó los ojos a la oscuridad, atento a cualquier movimiento; aguzó su oído para captar una respiración agitada; afinó el olfato para percibir el miedo, un aroma que conocía muy bien, un aroma que lo encendía.<br />
Creyó escuchar un sollozo entre los arbustos que crecían a la vera del camino. Buscó con ahínco, pero nada, ¡nada!<br />
Inútilmente recorrió el camino ida y vuelta tres veces. Frustrado regresó al laboratorio rumiando ira. <br />
"A esta altura Rafael ya sabrá de mí y querrá vengarse. Eso es lo que amo de de él, su vena asesina; lo conozco y aunque se empecine en ocultar su espíritu violento, está allí, latente, buscando un motivo para estallar. Me hace feliz que ese motivo sea yo, que sea tan importante para él como para querer matarme. Lamento decirte, mi querido, que te lo voy a hacer difícil. ¡Ay Señor, como amo a ese hombre!".<br />
Feliz por las conclusiones a las que llegó y con el ánimo alto, comenzó a urdir un nuevo plan.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrtaPyFXrCNhSDuWjcgwTrsQX7qNCdkNqMmASqZGH9uLOCjnRgD1xDB0YyGCPQ77HAkYECKVLKAUDHkjx1J4SCV03iPEr5O0nt_iKcdE0oX-HI-bd5sIi3rd03tml-bhYpMgMCUWtm_7_h/s1600/abra.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="764" data-original-width="579" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrtaPyFXrCNhSDuWjcgwTrsQX7qNCdkNqMmASqZGH9uLOCjnRgD1xDB0YyGCPQ77HAkYECKVLKAUDHkjx1J4SCV03iPEr5O0nt_iKcdE0oX-HI-bd5sIi3rd03tml-bhYpMgMCUWtm_7_h/s320/abra.jpg" width="242" /></a></div>
_ ¿Dijiste Imanol? _ Lourdes experimentó que la tierra se abría a sus pies. Lorenzo, que estaba a su lado, la sostuvo.<br />
_ ¿Estás seguro querido? _ intervino Mercedes igual de impresionada que Lourdes.<br />
_ Sí abuelita, estoy seguro. Tuve mucho miedo _ respondió el niño sin soltarse de los brazos de su padre. Rafael lo apretaba contra su pecho. La sangre le hervía. "Cuando lo atrape lo voy a despellejar vivo como solía hacerlo en los tiempos de La Mazorca", juró. Entonces, un vendaval de recuerdos lo impactó con la fuerza de un huracán.<br />
Una catarata de escenas sangrientas lo cegaron por un instante. Él, combatiendo en el levantamiento de Corrientes, saltando sobre el enemigo y rebanándole el cuello con una naturalidad que daba escalofrío; él, con el trabuco naranjero, despedazando a decenas de unitarios en el campo de batalla; él, asesinando a sangre fría al Coronel Ramón Maza, jefe de una conjuración de unitarios y federales de valer contra Rosas, el déspota; él, torturando con impudicia. Se conmocionó, ¿ése era él?. Inmediatamente supo la verdad, sí, ése había sido él, pero una muchacha de ojos verdes y voluntad férrea lo había rescatado de la inmundicia en la que se revolcaba. Lourdes, el amor de su vida, la mujer por la que estaba dispuesto a todo. Sí, mataría a ese desgraciado aplicando toda la crueldad de la que era capaz, sin remordimiento, sin culpa.<br />
La calidez de una caricia lo volvió al presente.<br />
_ ¿Estás bien? _ Lourdes lo miraba preocupada, tratando de penetrar en sus pensamientos.<br />
_ Mejor que nunca, mi amor _ enlazó su mano a la de ella depositando un beso cálido en la palma suave y aterciopelada.<br />
Mientras tanto,Tina, corrió junto a su nieto. "Mi tesoro", le dijo, "¡por cuánto has debido pasar!"<br />
Lourdes, más serena, sentó a su hijo en su regazo y lo llenó de besos. Rafael se acomodó junto a ellos. Alba, desconcertada por la conducta de los adultos, prefirió permanecer en silencio y se dedicó a observar al niño desalineado oculto detrás de Lola.<br />
_ ¿Qué mirás? _ le dijo Gorrión con fastidio.<br />
_ ¿Cómo te llamas? _ Alba estaba fascinada con ese muchachito desgarbado de ropas harapientas.<br />
_ ¡Que te importa! _ respondió exasperado por la curiosidad de la pequeña.<br />
_ No seas malo, dime tu nombre. Quiero ser tu amiga _ el tono de súplica lo ablandó.<br />
_ Gorrión<br />
_¿Gorrión? Que nombre raro, pero me gusta mucho. ¿Tienes hambre? _ si todos estaban tan pendientes de Miguelito, entonces ella se preocuparía por ese niño famélico.<br />
_ Mucha _ le confirmó recordando que con el apuro y el miedo había perdido el morral con su comida por el camino.<br />
Alba sonrió satisfecha y lo tomó de la mano. Gorrión se resistió, pero Alba se impuso. Ella siempre hacía su voluntad. Pero cuando cuando estaban a punto de abandonar la sala la voz de Esteban, el Jefe de policía, los detuvo.<br />
_ Gorrión, necesito hacerte unas preguntas. Sientate acá _ le señaló una silla tapizada de terciopelo verde.<br />
_ ¿A mí? _ el miedo ante la presencia del magistrado lo hizo transpirar.<br />
_ Sí, si, a ti _ insistió con una sonrisa ante la cara de pánico del niño.<br />
_ Ahora no puede ir con usted, ahora viene conmigo a la cocina para comer un buen plato de mazamorra que hizo Tomasa _ Alba lo contradijo enfadada.<br />
_ ¡Alba! ¿Qué maneras son esas? _ la reprendió Mercedes.<br />
_ Abuelita Mechu, quiero invitar a mi amigo a comer. ¿No te das cuenta que tiene <i>mucha</i> hambre? _ lisonjeó. Alba era toda una actriz, adoptando una actitud inocente siempre lograba sus propósitos.<br />
_ Luego, luego, querida. Ahora es muy importante que Gorrión nos ayude a encontrar al hombre malo que se llevó a Miguelito. ¿Te parece bien? _ preguntó con paciencia Esteban tratando de ganarse el favor de la niña.<br />
Alba accedió, ese hombre le caía bien.<br />
_ Gorrión, ¿cómo conociste al doctor Pacheco del Prado? _ comenzó con soltura sin imprimir al interrogatorio formalidad.<br />
Todos en la sala hicieron silencio para escuchar a Gorrión. A Lourdes se le partió el corazón al verlo tan pequeño y frágil, el rostro manchado de barro y los ojos oscuros y enormes que revoleaba de un lado a otro buscando una salida por la que escapar.<br />
_ No tengas miedo querido, aquí nadie te culpa; todo lo contrario, te estamos agradecidos por rescatar a Miguelito. Sin tu ayuda..._ Lourdes se quebró en llanto no pudiendo terminar la frase. Rafael la contuvo. "No llores mi amor, nuestro hijo está a salvo", le susurró al oído. Miguelito la besó y Alba se sentó en las rodillas de Rafael. No la iban a dejar relegada, no señor.<br />
_ Mamita no estes triste, Miguelito ya está con nosotros. Además yo te quiero mucho, mucho _ dijo Alba secándole las lágrimas con sus deditos pegoteados de caramelo.<br />
Lourdes le sonrió enternecida.<br />
_ Yo también te quiero muñequita...a los dos...a los tres _ se corrigió _ Y ahora a dormir. Tina, por favor llevala a su dormitorio.<br />
_ ¿Y Miguelito? Que él también se vaya a dormir _ se enfurruñó.<br />
_
Primero va a tomar una sopa bien calentita y después se va a la cama
también. Si dejas de rezongar te cuento una de esas historias de hadas
que te gustan _ la tentó Tina. Alba, encantada, la siguió hasta el
dormitorio luego de darle un sonoro beso a sus padres, a Mercedes y a Lorenzo. A
Esteban se le hizo un nudo en el estómago cuando lo besó a él también<br />
_ No tenga miedo señora, el Miguelito es muy valiente y yo siempre lo <i>vuá</i> a defender _ soltó de repente Gorrión enternecido por el amor de Lourdes a sus hijos y viendo a la pequeña alejarse a los saltitos. El nunca conoció a su madre ni a su padre. Lo crió una abuela, pero al morir vivió arrimado a una familia vecina que lo maltrataba. A pesar de su corta edad, decidió huir, prefería pasar hambre y dormir en los atrios de las iglesias antes que recibir insultos y azotes por negarse a robar en los negocios de la Recova. El no era ningún ladrón. Una cosa era entrar en casas deshabitadas y hurgar en las alacenas tratando de hallar un trozo de pan, si tenía chicharrón, mejor o alguna fruta. Y otra muy distinta robar en las tiendas.<br />
_ Los dos son muy valientes. Y ahora cuéntame cómo conociste a ese doctor _ insistió Esteban.<br />
_ Un día se presentó en la fonda de don Nicanor, ahí trabajo yo, sabe. Bueno, yo estaba barriendo la mugre de los clientes cuando un hombre que comía en una mesa apartada me llamó. Me asustó un poco, estaba <i>tuito </i>de negro...¡ah! y hablaba con palabras difíciles, aunque entendí cuando me ofreció unas monedas.<br />
_¿Por qué te las ofreció?, ¿qué quería que hicieras? _ lo presionó Esteban.<br />
_ ¡<i>Pa</i>´que va hacer!, <i>pa´</i>que trabaje <i>pa</i>´él. Tenía que limpiar el lugar donde atendía a los <i>enjermos, </i>eso me dijo. Iba dos veces por semana.<br />
_ ¿Viste algo raro en el lugar? _ intervino Rafael, impaciente por concluir con las preguntas. Le hormigueaba la piel instándolo a comenzar la cacería. En su mente tenía el plan perfecto: acorralaría al maldito como si fuera un perro rabioso, luego se abalanzaría sobre él y gozaría destripándolo. Nadie atentaba contra su familia.<br />
_ La jaula y unos cuchillos muy <i>jilosos</i> que tenía arriba de la mesa...<br />
_ ¿Alguna vez viste a alguien más, además del doctor? _ lo interrumpió alterado Rafael.<br />
_ No, a <i>naides.</i> Yo <i>me iba pa´llá </i>a la nochecita <i>dispué</i> de lavar los platos en lo de don Nicanor, barría, ventilaba y acarreaba agua del arroyo <i>pa´</i> llenar el barril que tiene en la entrada. "Siempre tiene que estar <i>enllenado</i>", me decía muy serio.<br />
_ Si acostumbrabas ir a la nochecita, ¿por qué fuiste ayer a la medianoche? _ Esteban se moría por encender un cigarro; como Rafael, deseaba salir tras "El Búho", capturarlo y ponerlo tras las rejas. <br />
_ ¿Me daría un vaso de agua, doña? Tengo el gargero seco _ le dijo a Mercedes cuando vio que le ofrecía a Esteban una copita de licor de naranja.<br />
_ Lola, trae una jarra de agua. Cuando el Jefe de Policía termine con las preguntas te voy a preparar una rica cena, ¿contento? _ Mercedes estaba encantada con ese hombrecito, el salvador de su nieto.<br />
_ Sí, doña...tengo un <i>ragú... </i>¿No escucha como me chillan las tripas? _ respondió frotándose la panza.<br />
_ Gorrión, ¿por qué fuiste tan tarde al laboratorio? _ machacó Esteban. No había tiempo que perder, debía atrapar al demente, temía que huyera y eso sería catastrófico.<br />
_ El <i>dotor</i>, nunca me dijo su nombre, se apareció en lo de don Nicanor y me dijo que se iba de viaje y que ya no me necesitaba. Me pidió la llave y me dio unas cuantas monedas más. <i>Tonce,</i> yo pensé que <i>dispué</i> de dormir durante varios días abajo de la carreta del aguatero, me vendría bien dormir con un techo arriba de mi cabeza. Así que me <i>juí pa´llá no má.</i> Imagínese el susto que me di cuando lo vi al Miguelito <i>encerrao </i>en esa jaula y casi me cago encima cuando llegó el <i>dotor. </i>Por suerte el Miguelito encontró un <i>aujero</i> en la <i>paré </i>y por ahí nos escapamos. Corrimos como locos, el <i>dotor</i> nos seguía gritando y maldiciendo...<br />
_ En un momento pensé que nos había visto. Se nos acercó muchísimo, ¡ay mamita!, tuve mucho miedo pero hice lo que vos me enseñaste...<br />
_¿Qué Miguelito? _ preguntó Lourdes con la voz ahogada.<br />
_ Le recé a la abuelita Consuelo. Ella nos protegió mamita, ella nos escondió de Imanol _ aseveró convencido.<br />
_ Claro que sí mi amor, claro que sí _ Lourdes estaba emocionada, su madre siempre escuchaba sus ruegos. Su madre, ángel de la guarda de sus hijos.<br />
Esteban escuchaba consternado, Consuelo, la mujer a la que dañó por cobarde.<br />
_ Don Esteban, es hora, salgamos a buscarlo. Por lo que pude deducir del relato de Gorrión, la guarida de Imanol está muy cerca de donde nos encontramos con el negro Tadeo. El arroyo se extiende a pocos metros de allí y si el laboratorio está cerca del arroyo... _ Rafael hablaba atropelladamente, los nervios lo traicionaban, en sus ojos se podía leer claramente sus deseos de revancha.<br />
_ Los acompaño, quiero ver cara a cara a ese crápula que traicionó nuestra confianza _ se adelantó Lorenzo, por nada del mundo se quedaría fuera de la cacería.<br />
Rafael besó a Lourdes en los labios. La dulzura que saboreó apaciguó a la fiera que merodeaba escondida en su alma.<br />
_ Cuidate _ le musitó Lourdes a Rafael sin apartarse de su boca. <br />
Mercedes los vio partir raudamente desde el gran ventanal que daba a la calle de la Santísima Trinidad.<br />
"Señor protégelos. Ilumina su camino, que encuentren a ese criminal", rezó con fervor.<br />
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<i>Charles Dickens </i><br />
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La sorpresa los dejó mudos. Rafael se limitó a abrazar y llorar sobre el hombro del pequeño que se aferraba a él con fuerza.<br />
Lorenzo se mesaba el bigote con una mezcla de nervios y alivio que lo desbordaba.<br />
Mercedes, apoyada en la espalda de Rafael que permanecía arrodillado sosteniendo a Miguelito, acariciaba con ternura los rulos castaños del niño que se apoyada en el pecho de su padre.<br />
Lourdes, recostada en uno de los sillones de la sala, al escuchar semejante alboroto en el zaguán intentó levantarse, pero un mareo la hizo desistir. Tina la auxilió inmediatamente.<br />
_ Tina, ¿qué esta sucediendo? ¿Por qué grita Lola? _ se asustó pensando lo peor.<br />
_ Quédate recostada, yo voy a averiguar _ Tina, también preocupada, apuró el paso a través de la galería y casi se desvanece al presenciar la escena. ¡Su nieto, su Miguelito, sano y salvo! Con el corazón latiendo a prisa, corrió a unirse a los demás.<br />
Lourdes, no estaba dispuesta a esperar el regreso de Tina con noticias. Se incorporó con cuidado y antes de llegar a la puerta...<br />
_ ¡Miguelito! _ gritó entre lágrimas y risas.<br />
_ ¡Mamita! _ el niño abandonó los brazos de Rafael y corrió hacia su madre _ Mamita, mamita _ repetía con alegría.<br />
Lourdes lo acariciaba, lo llenaba de besos húmedos, lo estrujaba deseando tenerlo nuevamente en su útero, allí estaba seguro, nadie se lo arrebataría jamás.<br />
_ ¡Perdón, hijito, perdón! _ exclamó desgarrada. Todos los observaban en silencio, acongojados y felices, una rara mezcla de sentimientos.<br />
_ ¿Por qué me pides perdón mamita? Tú no tienes la culpa de nada _ la miró extrañado mientras se sorbía los mocos.<br />
_ Te pido perdón porque no supe protegerte, tesoro _ se lamentó Lourdes.<br />
Rafael, que escuchaba atentamente, intervino.<br />
_ Lourdes, no digas eso. Eres una gran madre, siempre pendiente de los niños _ entre tanto, con un brazo la tomó de la cintura y con el otro alzó a Miguelito. Los acomodó en el sillón, Miguelito sobre el regazo de Lourdes, aferrado a su cuello.<br />
Mercedes, Lorenzo y Tina se sentaron alrededor de ellos, todos muy emocionados y agradecidos a Dios por haberles devuelto al niño.<br />
Lola, en la cocina respondía todas las preguntas de Tomasa, Josefa y Domingo. Ellos compartían la felicidad de sus patrones.<br />
_ Por fin <i>vamo´a respirá</i> un poco de paz _ prorrumpió la cocinera sin dejar de dar fuertes golpes a la masa con la que se proponía hacer tortas fritas para festejar la aparición de Miguelito.<br />
_ Muy cierto Tomasa, pero en este misterio falta algo _ reflexionó Domingo.<br />
_ ¡Ay tatita!¡<i>Usté</i> y sus historias! _ bufó Lola cansada de escuchar relatos de ánimas y fantasmas. A su padre le encantaban los mitos y leyendas que desde pequeña le narraba sobre sus rodillas. Pero ahora ella ya era toda una mujer, ya no se asustaba...al menos no con facilidad, pensó frotándose las palmas transpiradas en la falda a lunares verdes.<br />
_ Yo escuché al Jefe de Policía...<br />
_ Don Esteban _ acotó Josefa levantando la vista de la sartén en la que freía las primeras tortas.<br />
_ Sí, ese <i>mesmo. </i>Como les decía, don Esteban le dijo a don Rafael y a don Lorenzo que a Miguelito lo había<i> ratado </i>"El Búho", ese mal parido que se roba chicos y los asesina _ terminó Tomasa.<br />
_ <i>Pa´mí, </i>"El Búho" es el <i>mesmísimo</i> Zúpay _ agregó Domingo. Al escucharlo, las mujeres se santiguaron atemorizadas.<br />
_ ¡Calláte viejo! No <i>llamés </i>al diablo<i> _ </i>se enojó su mujer.<br />
_ Sin que lo llame se apareció solito <i>no ma´, </i>¿acaso no dice la Tomasa que fue él el que se llevó al Miguelito? _ se defendió el negro.<br />
_ El Domingo tiene razón Josefa. Por lo que se comenta, "El Búho" se parece mucho al Zúpay : un jinete solitario vestido de negro, con sombrero alado y bastón de oro, como sus espuelas y su facón; una visión que se aparece aparece por las noches. Y como el Zúpay, "El Búho" también tiene una guarida _ expresó con orgullo Tomasa.<br />
_ ¡¿Una qué?!_ exclamó sin comprender Lola.<br />
_ ¡Mirá que <i>so´inorante</i>! Guarida...escondite, <i>¿entende´?</i> _ se alteró la cocinera.<br />
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Alba los vio discutir, pero no se detuvo, continuó su camino hasta la sala. Una pesadilla la despertó y como no encontró a la abuela Tina a su lado, decidió ir hasta la cocina por un vaso de leche. La abuelita Mercedes siempre le daba un vaso de leche tibia con miel cuando no podía dormirse y esa noche no podía dormir porque Miguelito había desaparecido y ella tenía mucho, pero mucho miedo.<br />
Sin embargo al descubrir que la cocina estaba muy concurrida, decidió ir en busca de su mamá. "Me voy a meter en su cama, le voy a pedir que me cante una nana y así me voy a dormir bien tranquilita a su lado", decidió.<br />
Al llegar a la sala se sorprendió al ver a todos despiertos, pero mayor fue su sorpresa cuando...<br />
_ ¡Miguelito, volviste! _ gritó.<br />
_ ¡Alba! _ el pequeño se bajó del regazo de su madre y corrió al encuentro de su hermanita. La abrazó y besó.<br />
_ ¡Te extrañe! _ le confesó la niña con un simpático mohín.<br />
_ Y yo a vos _ Miguelito expresó un sentimiento que jamás creyó tener. "¿Extrañar a esta diablita molesta? ¡Sí,sí!", pensó exultante. <br />
_ Mientras no estabas, Lola me regaló una gata gordísima, pero resulta que no era gordura sino que tenía gatitos en la panza. Y ahora tenemos tres gatos.Menos mal que volviste así me ayudas a cuidarlos. Pero,¿dónde cuernos estabas? _ le recriminó con el ceño fruncido y los brazos en jarra remedando a la abuela Mercedes. Los adultos rieron, ya distendidos, ante la actitud desafiante de la niña.<br />
_ Estaba encerrado en una jaula _ dijo de golpe.<br />
_ ¿ Queeé? _ gritaron todos al unísono. El terror trepó por la columna vertebral de Lourdes. Su hijo encerrado en una jaula. ¿Quién fue el autor de semejante monstruosidad? Lourdes lo apretó entre sus brazos.<br />
_ Si mamita, me mintió, me dijo que tenía un libro de fábulas y que me lo quería enseñar. Yo le creí mamita, yo le creí y fue mentira porque me llevó a un lugar feo y oscuro y ahí me encerró en una jaula muy grande y me dijo que me iba a hacer cosas que yo no entendí, creo...creo que cosas malas. Me dejó todo un día solo en la oscuridad. Yo tenía mucho miedo mamita, hasta que llegó Gorrión y me salvó.<br />
Todas las miradas se centraron entonces en el niño que hasta ese momento permanecía en un rincón apartado. Nadie había reparado en él, nadie lo había invitado a entrar, pero él lo había hecho igualmente. "Ni loco me quedo ajuera con ese loco suelto", pensó.<br />
_ No te quedes ahí parado amigo, ven aquí. Esta es mi mamá y mi hermanita Alba. Mis abuelas y mi tío Lorenzo.<br />
_ ¡Gracias Gorrión!, ¡gracias por rescatar a mi hijito! _ Lourdes, emocionada y agradecida, lo besó en ambas mejillas. El niño, sonrojado, bajó la vista y una sonrisa iluminó el rostro demacrado por el susto vivido.<br />
_ Gorrión _ Miguelito le tomó la mano y lo acercó a Rafael _ El es mi papá.<br />
Rafael se atragantó, la boca de Lourdes dibujó un "oh" silencioso, Tina y Mercedes se miraron contrariadas, a Lorenzo se le cayó el cigarro de la boca por la sorpresa y Lola casi se cae de bruces al escuchar la afirmación de Miguelito.<br />
_ ¿Rafael es mi papá mamita? _ preguntó confusa Alba.<br />
_ Si querida _ le confirmó con dulzura Lourdes.<br />
_ ¡Papito!, ¡mi papito! _ Alba reía y danzaba alrededor de Rafael hasta que él la atrapó y la colmó de besos. Lo mismo hizo con Miguelito. Nunca imaginó tanta felicidad: recuperar el amor de su mujer y de sus hijos.<br />
Mercedes no deseaba interrumpir, pero su curiosidad pudo más.<br />
_ Miguelito, querido mío, ¿quién te dijo que Rafael es tu papá?<br />
_ El hombre que me encerró en la jaula y que yo creía que era tu amigo y de mamita, el doctor Imanol.<br />
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<i> ni de mis momentos. Pero te quise,</i><br />
<i> y te quiero,</i><br />
<i> aunque estemos destinados a no ser". </i><br />
<i>Julio Cortázar </i><br />
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Imanol no se turbó al descubrir en la vera del camino principal que llevaba a su laboratorio al negro Tadeo maniatado y custodiado por dos vigilantes armados.<br />
Esa noche, luego de brindar con un excelente champagne francés por la muerte de su hermana, a quien hacía tiempo que deseaba sacar de su vida, se encargó de las dos sirvientas, mujeres entrometidas y cargosas. No las soportaba y en ese momento, gozó con la idea de someterlas a su placer. Por supuesto que no era una placer sexual sino...<br />
Pasó la lengua por sus labios reteniendo el exquisito sabor frutado de la bebida. Suspiró fascinado. La botella vacía determinó que la hora de la diversión comenzaba. Miguelito podría esperar. "El será la frutilla del postre, como solía decir mi aristocrática abuela", pensó con cinismo.<br />
Fue a su dormitorio con el fin de buscar el maletín de cuero negro. Lo abrió y constató tener todo cuanto necesitaba. Abrió con delicadeza la pequeña y alargada caja de plata. En su interior, forrado de terciopelo rojo, destacaban cuatro bisturíes y dos tijeras. "¡Gottfried, mon ami! Gracias a tu genialidad y pericia hoy disfruto de estos maravillosos instrumentos que me abren las puertas del saber", exclamó al recordar a sus gran amigo Gottfried Jetter, un maestro cuchillero que encauzó la comercialización de instrumentos quirúrgicos en Francia y al que conoció una espléndida tarde de primavera mientras paseaba por la ribera del Sena con su amado Jean.<br />
Al pensar en su amante, una sombra de tristeza turbó su corazón.<br />
"Jean, no quise traicionarte. Sólo que la soledad en que me dejaste me llevó a buscar otro amor, mon chéri. Pero él nunca me correspondió por más que intenté, siempre ignoró mis sentimientos, me humilló. ¡Desalmado Rafael! Pero hoy me cobraré venganza". Y entonces, Imanol rió con todas sus fuerzas, risotadas siniestras que parecían conjurar a los espectros más espeluznantes del infierno.<br />
Cerró con delicadeza la caja, tomó el maletín y se encaminó por la galería hacia el último patio, allí donde dormían tranquilamente las dos negras en su habitación. Entró con sigilo, apoyó el maletín sobre una mesa de patas chuecas y extrajo un frasco de vidrio transparente. Lo descorchó con precaución y con el líquido empapó un pañuelo.<br />
Una de las negras balbuceó en sueños. Imanol cayó como un buitre sobre ella cubriendo su boca y su nariz con el paño embebido en cloroformo. La mujer apenas luchó y enseguida cayó en la inconsciencia. Enseguida se ocupó de la otra que ni se inmutó.<br />
Con prontitud le quitó el camisón remendado y los calzones. Al ser ella muy delgada, le llamó la atención la redondez del vientre. La observó con detenimiento llegando a una conclusión que lo maravilló. "La negra está preñada".<br />
Tomó un bisturí de la caja de plata. Con pericia realizó una incisión del ombligo hasta el vello púbico. En el proceso lesionó la vejiga, pero no le importó. La prioridad era llegar al feto que tendría unos cuatro meses, calculó. <br />
A continuación, realizó incisiones más profundas a través de varias capas de tejido hasta llegar a la pared uterina donde realizó una última incisión. Abrió la bolsa amniótica y extrajo el feto cortando el cordón umbilical. Lo estudió fascinado. Luego lo dejó sobre la mesa junto al maletín.<br />
Extrajo la placenta y examinó el útero. En la sábana de la moribunda se limpió la sangre de las manos. Del bolsillo del pantalón sacó una libreta de anotaciones donde dibujó el útero, la vejiga y los intestinos. Mientras tanto la mujer moría desangrada.<br />
Al finalizar, miró la hora en su reloj de bolsillo y se alteró.<br />
"¡Mierda, que tarde se me ha hecho!", giró hacia la otra negra y la degolló. "Perdona pero no tengo tiempo para ti".<br />
Con el maletín en una mano y el feto en la otra se dirigió a la cocina. Buscó un frasco lo suficientemente grande para que lo albergara. Realizado su cometido lo escondió en su dormitorio detrás de un pilón de camisas recién planchadas dispuesto prolijamente en el ropero. Aprovechó para cambiarse no sólo la camisa, de cuello alto y duro, sino también el pantalón. "La elegancia y la pulcritud es la esencia de todo caballero", dijo mirándose al espejo. Se anudó el moño de seda blanco y en el centró colocó un broche de oro en el que se destacaba un gran rubí. Luego tiró las prendas manchadas de sangre debajo de la cama y con paso ligero se dirigió hacia la caballeriza.<br />
Galopó con urgencia eligiendo siempre los caminos linderos a la calle principal, agazapado entre la densa niebla y las sombras de la noche.<br />
De repente una mancha luminosa en la lejanía lo puso en alerta. Disminuyó la marcha y fue acercándose con cautela ocultándose entre los arbustos. Entonces lo vio y se le revolvieron las tripas.<br />
"¡Negro estúpido!", lo insultó.<br />
Sin embargo en sus planes, una situación como ésta ya la tenía prevista. Así que sin dudarlo desmontó del zaino y de la alforja que colgaba de la silla de montar sacó tres dardos, las puntas empapadas en un exótico veneno que un colega obtuvo en uno de sus viaje al Alto Perú. Colocó la cerbatana en su boca y sopló con fuerza. Una vez...dos veces...tres veces. ¡Victoria!<br />
Los vio revolcarse en la tierra, desconcertados, aterrorizados...por fin muertos, una muerte rápida que no les permitió pedir auxilio.<br />
Complacido volvió a montar; primero con sigilo, luego a galope tendido por caminos serpenteantes esquivando ramas y arbustos.<br />
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Esa noche, luego de finalizar todos sus quehaceres en la fonda de don Nicanor, Gorrión hizo un pequeño atado con las provisiones que siempre le regalaba el patrón cuando estaba de buen humor. Lió entusiasmado en un repasador deshilachado un trozo de queso, una hogaza de pan duro y dos tiras de charque. Al despedirse del viejo gruñón, robó dos manzanas del cajón que se exhibían en el mostrador.<br />
"¡Hoy voy a comer a mis anchas, sí señó!", canturreó mientras se alejaba de la fonda y rumbeaba hacia el laboratorio del doctor Imanol.<br />
El sereno pasó junto a él anunciando la medianoche. Gorrión apuró el paso soñando con el festín que se daría. De sólo pensarlo se le hizo agua la boca ya que desde el amanecer no probaba bocado.<br />
"<i>Pucha</i> que tengo suerte. El <i>dotor </i>me regaló unas monedas, don Nicanor me regaló comida y <i>aura voy a dormir a pata suelta</i>.<i> Pucha</i> que tengo suerte", se alegró el chiquillo acariciando una ganzúa que llevaba oculta en el bolsillo del pantalón.<br />
Ya no acostumbraba a colarse en las casas sin vigilancia de los ricachones, como él los llamaba, cuando en la época estival éstos viajaban a sus quintas en la zona de Retiro para gozar del fresco que venía del Río de la Plata y de los bosques de álamos y durazneros que rodeaban las propiedades. Ya no. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando recordó su última experiencia, aterradora y paralizante.<br />
Aquel día había amasado pan desde la madrugada en la fonda y había permanecido junto al horno de barro vigilando la cocción durante horas, además de restregar con furia el hollín de las cacerolas y lavar decenas de vasos. Por la noche, cansado y agobiado, se refugió en un caserón ubicado en las cercanías del Cabildo. Su amigo Pancracio, un zambo tres años mayor que él y con gran habilidad para forzar puertas y ventanas cerradas a cal y canto, lo esperaba silbando bajito en la glorieta del inmenso jardín. Con la ayuda de una ganzúa entraron sin mayor dificultad luego de comprobar que los vigilantes a pie no merodearan por la zona. Compartieron unos mendrugos de pan de cebada y unas manzanas algo rancias mientras Pancracio narraba divertido cómo había escapado "por un pelo" de las garras del cura párroco de San Ignacio al descubrirlo robando las monedas de la limosna. De repente las risas se detuvieron al escuchar unos ruidos de cadenas provenientes de la parte trasera de la casa. A continuación un aullido lastimoso les puso la piel de gallina.<br />
_ ¡El Cadejo! _ balbuceó con miedo Gorrión. El Cadejo, perro negro de centelleantes ojos rojos, espectral criatura asociada al mal que atacaba a los malhechores. <br />
_ ¡Carajo!, rápido Gorrión salgamos de acá _ Pancracio lo sacudió con fuerza. Gorrión estaba como en trance, sólo pensaba en el perro negro que venía a comérselos por haber invadido una propiedad ajena. <br />
Salieron disparados por la puerta de entrada llevándose por delante un mesa y estrellando contra el piso una primorosa fuente esmaltada que quedó hecha trizas.<br />
"Nunca más, nunca más me <i>vuá a meter</i> en una casa <i>estraña"</i>, se prometió esa noche terrorífica.<br />
Sin embargo ahora iba en camino del laboratorio de ese doctor misterioso. La alegría y el entusiasmo que le provocaba el tintinear de las monedas en su bolsillo le impedía ser cauteloso, suavizando la espantosa experiencia con el Cadejo.<br />
Espantando esos agrios recuerdos, llegó a destino con un hambre atroz. Su destreza en el uso de la ganzúa le permitió franquear la puerta sin dificultad.<br />
La densa oscuridad que lo recibió no lo asustó. Conocía el lugar al dedillo. Caminó con cuidado con los brazos extendidos para no tropezar con la gran mesa que se ubicaba en el medio de la sala. Tanteando a ciegas encontró un candil amurado a la pared que encendió con un yesquero que lo tomó prestado de las pertenencias de don Nicanor.<br />
La aureola de luz que rompió la penumbra, lo reconfortó. Se sentó en el frío piso de piedra y se dispuso a disfrutar de su banquete.<br />
De repente un ruido de cadenas lo alertó y un llanto desconsolado, lo paralizó.<br />
"¡Maldita sea mi suerte! Otra vez el Cadejo", se lamentó temblando como una hoja.<br />
Con rapidez juntó la comida que había dispuesto sobre un trapo sucio en el suelo, pero cuando estuvo a punto de huir lo detuvo un grito de socorro.<br />
_ ¡Por favor, no me dejes aquí! _ Miguelito había visto al niño escurrirse entre las sombras, ese niño era su esperanza.<br />
_ ¿Quién me llama, <i>pué</i>? _ Gorrión volvió al centro de la sala. Escudriñó en los rincones buscando el origen del llamado.<br />
_ Estoy encerrado en una jaula, ayúdame, por favor _ suplicó.<br />
La jaula, claro. Gorrión tomó una vela de la mesa y la encendió. Caminó con sigilo hacia el fondo de la habitación y allí estaba...un niño encadenado.<br />
_Pe...pe...pero, ¿qué hacés ahí? _ preguntó perplejo.<br />
_ Imanol me encerró, ayúdame a salir antes de que vuelva. ¡Me va a hacer algo malo! _ comenzó a llorar Miguelito.<br />
_ ¿Quién es Imanol? _ Gorrión estaba cada vez más confundido.<br />
_ El doctor. Por favor, debo salir de acá antes de que vuelva _ rogó con premura Miguelito.<br />
_ Pero si se <i>jué </i>de viaje. ¡Viejo mentiroso! Así que el <i>dotor </i>te encerró en la jaula. Ya me olía que era un flor de hijo de puta. Ya, ya te saco _ lo tranquilizó. Nuevamente utilizó la ganzúa para abrir la puerta de la jaula y liberarlo de las cadenas. En eso estaban cuando escucharon acercarse a un jinete.<br />
_ ¡Mierda! Debe ser el <i>dotor _ </i>maldijo Gorrión. Más veloz que el viento Pampero, apagó el candil y la vela. Tomados de la mano y acurrucados en un rincón, escucharon como se abría la puerta.<br />
_ Ahora sí que estamos <i>jritos </i>amiguito _ sollozó Gorrión.<br />
El taconeo de unas botas les delató la presencia cercana de Imanol.<br />
Miguelito codeó con urgencia a Gorrión señalando un hueco en la pared.<br />
_ Es nuestra salvación _ le dijo en voz muy baja.<br />
Gorrión sonrió, claro que sí.<br />
La estrechez del agujero no les impidió escapar con facilidad. Una vez en el exterior corrieron con la rapidez del rayo ocultándose entre los arbustos y espinillos.<br />
Corireron. Corrieron. Corrieron. El corazón aleteando como un pájaro en fuga. Las lágrimas les nublaba la vista y ellos corrían, corrían sin desfallecer.<br />
Atrás, Imanol encendió el candil y con una sonrisa devastadora se dirigió a la jaula.<br />
_ Miguelito, Miguelito, tu hora ha llegado _ sentenció saboreando sus mezquinas intenciones.<br />
Al descubrir la jaula abierta y vacía lanzó un improperio.<br />
_ ¿Dónde te escondes pequeño bribonzuelo? ¡Puta madre!, no me hagas enfadar porque será peor para ti _ la rabia rezumaba de todo su ser. La bestia que habitaba en su interior nuevamente se apoderó de él y bulléndole la sangre dio vuelta todo el laboratorio buscando al niño sin éxito.<br />
Fuera de sí montó en su caballo y como un demonio salido del infierno comenzó una desquiciada persecusión. Debía hallar a su presa.<br />
Los niños, sin aflojar su carrera desesperada, alcanzaron la calle de la Santísima Trinidad.<br />
_ ¡Allí, allí ...es la casa de mi abuela! _ se alegró Miguelito.<br />
Golpearon con apremio, una vez...otra...otra...y otra más hasta que alguien les abrió y Miguelito cayó en sus brazos extenuado mientras Gorrión respiraba con alivio. "Amiguito estamos a salvo", gritó entre lágrimas.<br />
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<i> flores de tinieblas". Virginia Woolf </i><br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9e4JjIMy2K7S-XyFGEFUjA1BHDwt6i0mNGFLUAcvrkAJ2SGqBbMUResujWotBrCwpsItSdxXoYhuxPf9sbxqS6r1HiY-K53iv8BiTo75eXP16jPs23fZnQECa5ifq724ND7PNc0jDHmpl/s1600/rezar.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="553" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9e4JjIMy2K7S-XyFGEFUjA1BHDwt6i0mNGFLUAcvrkAJ2SGqBbMUResujWotBrCwpsItSdxXoYhuxPf9sbxqS6r1HiY-K53iv8BiTo75eXP16jPs23fZnQECa5ifq724ND7PNc0jDHmpl/s320/rezar.jpg" width="221" /></a></div>
Lourdes desgranaba un rosario en su reclinatorio, aquel reclinatorio que sostuvo su frágil cuerpo cuando llorando rezaba por su amado Rafael, muerto, creía ella, en una cruenta batalla.<br />
Días grises, de angustia y tormento, días en los que deseó estar muerta. Sin embargo, Dios escuchó sus ruegos desesperados y le devolvió a su marido de la tierra de los muertos.<br />
Y ahora, nuevamente, el precipicio y la desolación.<br />
"¿Dónde estás Miguelito?, ¿dónde?. ¡Señor, te suplico que nada malo le suceda! ¡Protégelo, por favor! ¡Protégelo!", gemía en la oscuridad de su cuarto.<br />
Mercedes entró sigilosa. No deseaba perturbarla. Sin embargo, el leve resplandor de la vela que portaba hizo que Lourdes se volviera con brusquedad hacia la la luz.<br />
_ Querida, ¿por qué no te recuestas? _ Mercedes la ayudó a incorporarse y Lourdes, mansamente, se dejó llevar. Inútil oponerse, las fuerzas la habían abandonado dejándola laxa como una marioneta.<br />
_ Abuelita, ya pasaron casi cinco horas desde que Rafael se fue. ¿Por qué tarda tanto?...¡Ay Abuela, esta espera me mata!! _ la voz quebrada, el cuerpo quebrado...Mercedes, desesperada no sabía cómo consolarla, cómo contenerla...si ella misma estaba en el infierno.<br />
_ Lourdes, mi avecilla... _ comenzó a decirle mientras le trenzaba el cabello enmarañado.<br />
_ Así me llamabas de niña cuando lloraba por no tener mamá _ la miró con esos enormes ojos como dos charcas de aguas luminosas. Su fragilidad le perforó el alma.<br />
_ Siempre serás mi avecilla. Sin tu existencia me hubiera hundido en la tristeza más absoluta _ Mercedes la cubrió con una manta de vicuña. La calidez de la lana la reconfortó templando el hielo que atenazaba sus miembros _ Verás como Rafa regresa con Miguelito. No perdamos la esperanza _ se inclinó sobre su nieta y la besó en la frente.<br />
Lola apareció agitada.<br />
_ Don Rafael está en la sala con el Jefe de Policía.<br />
Al escucharla, Lourdes salió disparada como un rayo de la cama. Descalza corrió por los pasillos hasta alcanzar la sala. Ni bien lo vislumbró, se aferró a él buscando protección, consuelo. Poco a poco se soltó de él y al mirarlo a los ojos, supo la verdad. No lo habían encontrado, no había rastro de su Miguelito...y se desarmó en los brazos de su marido.<br />
Mercedes, que en ese momento llegaba con las botitas de cuero de Lourdes se quedó paralizada al cruzar su mirada con Esteban Salguero. Él esbozó una tímida sonrisa como de disculpa, y enseguida le volvió la espalda prestando atención a la pareja del sofá.<br />
Rafael, arrodillado sobre la alfombra, sostenía la mano de Lourdes que reposaba en el sillón. Lola la abanicaba con el último número de "La Moda Elegante", revista que coleccionaba Mercedes. Tina, sin perder un minuto, corrió por las sales y se las pasó por las fosas nasales.<br />
_ Gracias madre _ Tina se arrodilló junto a él y Rafael apoyó la cabeza en el hombro de su madre. ¡Cuánto necesitaba descansar!<br />
_ ¡Miguelito! ¿Dónde está Rafa, dónde? _ Lourdes gimió desgarrada.<br />
_ Lourdes, mi amor, seguiremos buscando. Probablemente esté escondido en alguna casona abandonada. Miguelito es muy fantasioso, con seguridad estará persiguiendo algún monstruo para darle caza _ "o mejor dicho, un monstruo le dio caza a mi pequeño", reflexionó angustiado _ Lourdes, este señor es Esteban Salguero, el Jefe de Policía, él nos está ayudando en la búsqueda.<br />
_ Así es señora _ Salguero se adelantó, le tomó una mano y se la besó _ "tan parecida a su madre", se emocionó _ Mis hombres tienen cubierto un extenso radio que cubre todo el barrio de Montserrat, incluso tres patrullas de vigilantes a pie recorren en este mismo momento palmo a palmo el "Barrio del Tambor". Lo encontraremos Lourdes _ se atrevió a llamarla por su nombre de pila imprimiéndole cariño...ternura _ Lo prometo.<br />
Mercedes carraspeó nerviosa. "¿Qué hace acá este tipo?", se indignó. Lorenzo, que regresaba de la cocina trayendo una taza de café, adivinando la intención de su hermana de "cantarle cuatro frescas" al patán desvergonzado que se animaba a presentarse en su casa, la casa de Consuelo, la codeó con brusquedad para evitar un verdadero desastre. Mercedes lo fulminó con la mirada, pero calló. Aún no era el momento de poner las cartas sobre la mesa.<br />
Rafael, ajeno a la animadversión que sentían Lorenzo y Mercedes hacia el Jefe de Policía, luego de hacer las presentaciones pertinentes, lo invitó con unos amargos en la cocina. Los hermanos comprendieron la intención de Rafael de conversar lejos de la atención de Lourdes y accedieron con prontitud.<br />
_ Mi amor, voy unos minutos a la cocina con Salguero y los tres vigilantes por unos mates. Algo caliente nos sentará bien antes de continuar la búsqueda. No, no querida, quiero que te quedes aquí descansando _ la detuvo con dulzura cuando Lourdes intentó levantarse y acompañarlo._ Madre,cuídela, por favor.<br />
Rafael besó a Lourdes y en el beso halló la fortaleza para no darse por vencido: su hijo vivía y pronto estarían juntos.<br />
Se sentaron en la larga mesa de la cocina. Rafael y Salguero frente a Mercedes y Lorenzo. Los tres vigilantes optaron por quedarse cerca del fogón. Lola servía los mates. Una fuente de tortas fritas en el centro de la mesa acaparó las miradas de los vigilantes que estaban famélicos luego de una ardua jornada en la que apenas probaron bocado.<br />
_ Jacinto llevate la fuente y den buena cuenta de ella, se lo merecen _ animó Salguero al vigilante más joven, un muchacho de apenas diesiseis años. Los hombres, agradecidos, comieron a cuatro manos ante una Lola escandalizada por la velocidad en que se vació la fuente.<br />
_ ¿Cuál es la situación Rafael? _ Lorenzo, pálido y ojeroso, temía lo peor.<br />
_ Es muy grave _ comenzó Rafael.<br />
_ Muy grave, lamento decir _ remarcó Salguero _ Hemos...<br />
_ Prefiero que nos informe Rafael _ lo interrumpió con acritud Mercedes.<br />
Lorenzo le lanzó una mirada feroz y Salguero bajó la cabeza, como avergonzado. <br />
_ ¿Qué sucede? _ Pregunto Rafael, perplejo ante la tirantez reinante entre Salguero y los hermanos Escalante.<br />
_ ¿Por qué? _ Lorenzo encendió un cigarro. Mercedes, de un manotazo, le quitó la cigarrera, extrajo otro cigarro, se lo llevó a la boca, lo encendió con el yesquero y aspiró el fuerte tabaco que Buenos Aires importaba del Paraguay. Los hombres, boquiabiertos, la observaron pasmados.<br />
_ ¡Mujer!, ¿desde cuándo fumás? _ exclamó Lorenzo ofendido por semejante desfachatez.<br />
_ Desde hoy, ¿algún problema? _ lo enfrentó, los ojos llameantes y la voz con el poder de una espada afilada.<br />
_ No, no, ningún problema. Si fumar te place..._ Lorenzo decidió no contradecirla. Si lo hacía Mercedes era capaz de decapitarlo. "El horno no está para bollos", pensó resignado.<br />
_ Muy bien. Y ahora basta de pavadas. En cuanto a lo que nos une a Salguero, es una historia amarga. El es el padre de Lourdes, el canalla que se burló de mi Consuelo. El miserable que provocó su muerte y la de mi marido _ cada palabra que Mercedes pronunciaba tenía la fuerza de un látigo que caía sobre Salguero dejándolo en carne viva.<br />
Rafael escuchaba anonadado.<br />
_ ¿Usted?...<br />
_ Sí, mi amigo. Yo soy ese cobarde que huyó dejando a la mujer que amaba más que a mi propia vida sumida en el oprobio y la vergüenza _ se lamentó cubriéndose el rostro con las manos.<br />
_ ¿Amarla?, ¿más que a su propia vida? ¡No me haga reír! Por su culpa mi sobrina tuvo que recluirse en un convento de monjas, alejada de todo afecto. Por su culpa sufrimos toda clase de afrentas. La sociedad pacata en la que vivimos no perdona, señor mío. Lourdes, de niña, nunca tuvo amigas. Las nobles familias, enteradas a pesar de nuestros recaudos, no permitieron que sus queridas hijitas hicieran migas con una bastarda. Mercedes, Tina y yo fuimos todo para ella, luchando siempre por su felicidad y lo logramos, señor mío, lo logramos a pesar de la ausencia de una madre y de un padre _ esto último lo remarcó con ferocidad.<br />
Los vigilantes que tomaban mate tranquilamente, sobresaltados por los gritos, huyeron al patio trasero llevándose la pava y el mate con ellos. <br />
_ De nada sirve decir que estoy arrepentido y que la vida me ha hecho pagar con creces mi falta _ Salguero estaba consternado.<br />
_ Efectivamente, de nada sirve _ expresó Mercedes con severidad mientras sacudía las cenizas del cigarro en un platillo de porcelana.<br />
_ Pero ahora se me presenta la oportunidad de rectificar en parte mi conducta. Como Jefe de Policía he puesto en acción a todos mis hombres. Tres patrullas de vigilantes a caballo y dos de vigilantes a pie recorren los suburbios de la ciudad para dar con Miguelito y capturar al monstruo que lo secuestró. Yo mismo junto a Rafael hemos estado a punto de atraparlo...<br />
_ ¿¡Cómo es eso?! _ lo interrumpió alterado Lorenzo. Mercedes ahogó un grito.<br />
_ Por el camino que lleva a la pulpería "El gallo rojo", nos topamos con una carreta. La conducía un negro que detuvimos tiempo atrás. En la carreta encontramos el cadáver de la señorita Amelia Pacheco del Prado.<br />
Mercedes quedó atónita al escuchar el nombre de la hermana del doctor Imanol. El cigarro se le cayó de los dedos temblorosos. La situación se volvía cada vez más siniestra.<br />
_ Lola, trae una botella de ginebra _ ordenó Lorenzo agitado.<br />
La negra, también temblando, puso sobre la mesa los vasos y los llenó de aguardiente. "No quiero <i>escuchá má, </i>no quiero<i> escuchá má,</i> ¡ay Dios mío!, que el Miguelito <i>estea </i>bien. Angelito de la Guarda, protejelo", repetía en silencio y se secaba las lágrimas con el dorso de la mano.<br />
_ Continúe Esteban, continúe _ Lorenzo le acercó uno de los vasos.<br />
_ Mientras identificábamos a la difunta, alguien, protegido por las sombras de la noche, asesinó al negro Tadeo como así también a dos de mis hombres que lo vigilaban. Lo hizo con dardos venenosos _ concluyó Salguero.<br />
_ No entiendo, ¿qué tiene que ver ese negro y el cadáver de Amelia con la desaparición de Miguelito? _dijo turbada Mercedes. Nerviosa encendió otro cigarro.<br />
_ Los vecinos de Montserrat nos confesaron, no sin oponer resistencia, que un hombre vestido de negro recorre las calles durante las noches, muchas veces con un niño de la mano. Ellos dicen que es Mandinga, el diablo, que anda suelto buscando saciar su sed con sangre inocente _ Rafael estaba conmocionado, respiraba con dificultad y un fuego interior lo consumía.<br />
_ ¡Cobardes hijos de puta! ¿Por qué nadie lo detuvo? _ vociferó Lorenzo y poniéndose de pie pateó una silla con fuerza.<br />
_ Tienen miedo, don Lorenzo. Creen que Mandinga caerá sobre ellos y los arrastrará al Infierno si se interponen en su camino. Están aterrados _ los defendió Salguero.<br />
_ Son ignorantes y el malparido se aprovecha de eso _ acotó fuera de sí Rafael.<br />
_ ¿Y usted cree que Miguelito está en las garras de ese hombre? _ preguntó Mercedes a punto de explotar.<br />
_ Todos los indicios nos llevan a creerlo. Don Nicanor, un comerciante de la zona en cuestión nos habló de un hombre con las características de "El Búho" que este mediodía lo vio pasar raudamente frente a su fonda con un niño. Más tarde se presentó en su negocio buscando a su peoncito, un tal Gorrión. Parece que lo empleó para tareas de limpieza, al menos eso entendió don Nicanor. Ese niño debe saber la ubicación de la guarida de "El Búho", estoy seguro _ Salguero se sirvió otra ginebra y aceptó un cigarro que esta vez sí le ofreció Lorenzo.<br />
_ Y ese chico, ¿dónde está? _ se inquietó Mercedes, blanca como la cera.<br />
_ Desaparecido y Tadeo , muerto. Los dos testigos que podrían llevarnos a "El Búho"... ¡Mierda, mierda, mierda! _ Rafael comenzó a caminar como un poseído por la cocina rompiendo todo cuanto encontraba a su paso _ Juro que te voy a encontrar Búho y te voy a desollar vivo. Lo juro por lo más sagrado, ¡carajo!<br />
El reloj Carrillón de la sala dio las tres de la madrugada y un golpe en la puerta de entrada los puso en alerta.<br />
Todos se miraron expectantes y contrariados. ¿Quién era a esa horas? Lola temblaba como una hoja; Mercedes, saltó de la silla; Lorenzo y Salguero acompañaron a Rafael hasta la puerta. Al pasar por la sala, Lourdes con miedo, se unió a ellos. Tina permaneció cerca de la chimenea rezando.<br />
La aldaba volvió a resonar en la oscuridad y en el corazón de cada uno de los habitantes de la casa.<br />
Rafael sin preguntar abrió de golpe la puerta y Miguelito cayó en sus brazos.<br />
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<i> El Infierno no guarda terrores para mí.</i><br />
<i> Esta es mi condición".</i><br />
<i>James Joyce </i><br />
<br />
Imanol, luego de despachar al indio Tadeo con el cadáver de su hermana, celebró su triunfo, un triunfo que bullía en su sangre,<i> </i>descorchando un aromático champagne francés que encontró oculto en un rincón privilegiado de la bodega.<br />
_ ¡Supremo! _ suspiró inhalando el bouquet del vino, un aroma floral a violetas y acacias que lo transportó a Perpiñán, un pueblito ubicado al sur de Francia. Una sombra enturbió su felicidad, el recuerdo de Jean le revolvió las tripas y de un manotazo apartó la botella de su vista. La deliciosa y cosquilleante sensación de las burbujas en su paladar se volvió áspera y más amarga que la bilis.<br />
_ Jean _ pronunció con dolor derrumbándose en uno de los sillones de la sala, cerró los ojos y la imagen del hombre al que amó con locura lo arrastró a las sombras de un pasado imposible de olvidar, un pasado grabado a fuego en cada una de sus malditas células.<br />
Dieciocho años tenía Imanol cuando su padre, el duque de Nájera, lo envió a estudiar medicina a Montpellier. El joven estaba exultante, por fin libre de la vigilancia paterna, opresiva y asfixiante. Por fin haría realidad su sueño, estudiar el cuerpo humano. La curiosidad y las ansias de investigar lo consumían. Sin embargo, grande fue su decepción cuando luego de un año de estudio intenso se topó con la dificultad de encontrar cadáveres para diseccionar.<br />
Los dedos de Imanol escocían de ansiedad por tomar un bisturí y rasgar la piel, cortar la carne inerte, separar los tejidos, y cual cortina que se corre, descubrir los órganos y sus misterios.<br />
Debía hallar una solución para su apremio y además debía hacerlo clandestinamente porque la Justicia prohibía la disección de cadáveres.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMyu-pzuOZcoU8wJKI0Pmr8DlCzOqdNW8Fd5ly7Ndf4R-z-ZCZgKQAA9O6fgiw1q83-x3qrr56BfyzZNGTUIs2XLF9oOksCXJTiOgbd38Uk5ZDOV5qo8JD38dkYndh34p2J2SaM8IxOMpp/s1600/anatomico.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="437" data-original-width="319" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMyu-pzuOZcoU8wJKI0Pmr8DlCzOqdNW8Fd5ly7Ndf4R-z-ZCZgKQAA9O6fgiw1q83-x3qrr56BfyzZNGTUIs2XLF9oOksCXJTiOgbd38Uk5ZDOV5qo8JD38dkYndh34p2J2SaM8IxOMpp/s320/anatomico.jpg" width="233" /></a></div>
Si Leonardo Da Vinci habia logrado descuartizar treinta cadáveres y observar su interior para realizar sus ilustraciones, él también lo conseguiría.<br />
Una mañana, mientras hojeaba un volúmen sobre Patología ricamente ilustrada en la biblioteca de la Facultad, un joven se sentó delante de él, mesa de por medio, y lo miró con insistencia.<br />
_¿Qué quieres? _ se enfadó Imanol. Odiaba las interrupciones cuando estaba enfrascado en la lectura.<br />
Pero cuando confrontó al impertinente, su corazón dio un brinco. Unos fascinantes ojos verdes, como el más puro jade, lo observaban con interés. Disimuló su desconcierto y repitió con tono ácido:<br />
_ ¿Qué quieres? ¡Detesto los entrometidos! _ "mentira, a ti te deseo", pensó contrariado sin poder controlar sus sentimientos.<br />
_ Me llamo Jean y pertenezco al los Resurreccionistas. Su merced sabrá a lo que me refiero, ¿verdad? _ una sonrisa cómplice acompañó su respuesta jovial y desenvuelta. Los "Resurreccionistas" se dedicaban a desenterrar cadáveres para la venta.<br />
_ ¡Claro!, y con eso..._ Imanol lo supo en ese momento: amaría a Jean oponiéndose a toda condena social, pisoteando tabúes y prejuicios.<br />
Desenfadado,se estiró sobre la mesa hasta casi rozar el rostro de Imanol. El aliento cálido del joven con resabio a cerveza y almendras no le molestó, todo lo contrario, imaginó un beso profundo e interminable.<br />
_ Vengo a ofrecerle mis servicios. Esta misma noche puedo conseguirle un cadáver _ dijo confidencialmente bajando la voz.<br />
La afirmación lo dejó atónito. Por fin sus ruegos fueron escuchados por Dios o por Satán, lo mismo daba.<br />
Imanol cerró de un golpe el libro que tenía entre sus manos y con un gesto de la cabeza invitó al joven a seguirlo.<br />
Se internaron en los jardines que rodeaban la Universidad buscando privacidad.<br />
_ ¿Cómo lo harás? _ preguntó exaltado. La posibilidad de cortar un cuerpo lo exitaba, como en ese momento lo excitaba la proximidad de Jean...alto...fibroso...apetecible.<br />
_ Esta madrugada ahorcaron un sodomita _ el delito heló la sangre de Imanol _ Y como nadie reclamó el cuerpo, los policías lo tiraron en la fosa común del cementerio, donde van los delincuentes y los marginales. Apenas está tapado por una fina capa de tierra, no será dificil sacarlo. Además si a eso le agregamos una buena propina al cuidador...<br />
Alli comenzó una relación que con el correr de los días se volvió febril. Jean resultó ser un amante fogoso que lo encendía con sólo rozarlo.<br />
Por las tardes, una vez finalizada la jornada de estudio, huían a Perpiñán y en una hostería a orillas del río Tët, se amaban libremente, ofreciéndose él uno al otro sin inhibiciones.<br />
Pero el idilio pronto se quebró como un leño seco. Encontraron a Jean degollado en un callejón maloliente.<br />
La noticia devastó a Imanol, y más aún cuando se enteró por una carta de Amelia que su padre había dado la orden.<br />
_ ¡Siempre me vigila!. Es un perro sarnoso que no se cansa de roer mis entrañas. No te aflijas padre, ya me encargaré de ti y para mí será el Paraíso oirte suplicar _ despojándose de los recuerdos, se sirvió otra copa de champagne.<br />
_ ¡Por ti, Jean! _ vació la copa de un trago y la estrelló con furia contra la pared _ Rafael, ¡maldito seas!, te amé casi tanto como a mi adorado Jean, pero tú no supiste apreciarme, ciego a mi amor por esa zorra. Ahora tendrás tu merecido. Encontrarás a tu hijito, claro que sí, tendido sobre la mesa de mi laboratorio y su pequeño corazón en una caja de terciopelo. Mi regalo para Lourdes _ una carcajada perversa tronó por toda la casa.<br />
Recobrado de sus amargos recuerdos, se enfundó en su capa de terciopelo negro y abandonó la casa montado en un zaino.<br />
"Tadeo seguramente hace rato que habrá llegado", pensó satisfecho. Primero gozaría sexualmente con Miguelito, para después continuar gozando con él, pero científicamente. Rió por lo bajo.<br />
Galopó por las calles silenciosas, todos dormían salvo su víctima que esperaba el desenlace fatal de su destino.<br />
Imanol sintió el miedo del niño correr por su sangre y se excitó. Apuró al caballo azotándolo con el rebenque.<br />
Cuando estaba llegando, la luz de antorchas lo alertó. Aminoró la marcha y buscó un camino entre los árboles, alejado del principal.<br />
Grande fue su sorpresa al ver a Tadeo con las manos y los pies amarrados entre dos vigilantes armados con sendos trabucos. A poca distancia de ellos, camuflado por las sombras de los árboles, bajó del caballo, extrajo una cerbatana y tres dardos de la alforja que colgaba de la silla de montar. Los dardos estaban untados con batracotoxina, un veneno que Imanol extrajo de un especímen de rana. Calentarlas sobre el fuego para que el veneno gotee era una diversión extraordinaria para él.<br />
Colocó los dardos en la cerbatana y sopló dando en el blanco con suma precisión. Uno...dos...tres...<br />
Convulsión, parálisis y muerte...todo en un pestañear de ojo. Asunto resuelto.<br />
Volvió a montar y sigilosamente se alejó del lugar. Nunca encontrarían su laboratorio, de eso Imanol estaba seguro. Tadeo podría haberlos guiado, pero ahora estaba ardiendo en el Infierno. Sofocó una carcajada y continuó la marcha. Miguelito lo esperaba.<br />
Quince minutos después desmontó frente a un edificio en ruinas, su laboratorio, su solaz. El chirrido de la cerradura al girar la llave despertó a los murciélagos que descansaban en las ramas de una acacia blanca. Dejó al zaino ramoneando tréboles y entró. <br />
La oscuridad le dio la bienvenida. Cerró la puerta y escuchó. Nada. Ni llanto ni lamentos. "Extraño, muy extraño", pensó buscando encender una vela. Con incertidumbre alumbró la jaula en donde tenía encerrado a Miguelito.<br />
_ ¡Mal rayo me parta!¿Dónde coño está ese niño? _ rugió como un volcán escupiendo lava.<br />
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<i> ni está el mañana,</i><br />
<i> ni el ayer escrito". Antonio Machado</i><br />
<br />
Rafael, intrigado por la reacción de Mercedes y Lorenzo al nombrar al Jefe de Policía, clavó su mirada en ellos esperando una respuesta.<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<i>_ </i>¿Lo conocen ustedes a don Esteban Salguero? Estoy seguro Lorenzo que cuando le comenté que la semana pasada me entrevisté con el Jefe de Policía, usted me dijo que no lo conocía _ afirmó levantando una de sus cejas adoptando una postura de perplejidad e intriga.<br />
_ Sí, si, lo conocemos, pero este no es momento de dar explicaciones. Rápido Rafael, corre a buscarlo. Si Salguero puede ayudarnos, pues, ¡que ayude! _ expresó contrariada Mercedes.<br />
_ ¡Ve, ve muchacho! No tenemos un minuto que perder _ lo apuró Lorenzo.<br />
Lo último que Lorenzo y Mercedes deseaban era abrir un capítulo del pasado que tanta tristeza les ocasionó, en ese instante.<br />
Rafael siguió el consejo de Lorenzo y en compañía de los dos vigilantes se dirigió presuroso a la casa de Salguero. El oficial Saturnino regresó a la comisaria por si se presentaba alguna novedad.<br />
_ ¿Quién es ese Salguero? _ Tina le susurró a Mercedes mirando de reojo a Lourdes que continuaba recostada en la chaise longue. Lola estaba a su lado tomándole la mano.<br />
_ Acá, no. Vamos a la biblioteca _ sugirió Mercedes invitando con un movimiento de cabeza a su hermano.<br />
_ ¿Por qué tanto misterio? _ una vez solos preguntó con interés Tina al observar como Lorenzo cerraba con llave la puerta.<br />
_ Esteban Salguero es el padre de Lourdes _ soltó a boca de jarra Mercedes y se desplomó en una de las sillas.<br />
_ ¿Queeeé? _ Tina, sorprendida, imitó a Mercedes _ ¿Pero cómo lo descubrieron? Lourdes cree...yo creía que ustedes no sabían quién era el padre _ la novedad la aturdió.<br />
_ Nos enteramos por casualidad, poco después de la Primera Comunión de Lourdes. Para ser más específico, en la fiesta que ofrecimos a nuestros amigos luego de la misa _ Lorenzo encendió un cigarro, necesitaba fumar, descargar los nervios de alguna manera.<br />
_ ¡Mi buen Dios! _ gimió tensa Tina _ No me dejen sobre ascuas, por favor, cuéntenme.<br />
_ Muy bien _ suspiró Mercedes _ Sucedió en esa bendita reunión. Un matrimonio conocido de Lorenzo...<br />
_ Con el hombre, Aldo Rivero de Zúñiga, hice varios negocios...venta de ganado, de cueros..._ intervino Lorenzo _ Una persona ingeniosa y honesta.<br />
_ Aldo es de mi agrado, pero su mujer, Teresa, es una víbora. Siempre metiendo las narices en los asuntos ajenos. Y precisamente esa arpía nos reveló el secreto mejor guardado de Consuelo _ manifestó Mercedes meneando la cabeza.<br />
_ Teresa, aprovechando que el marido y yo manteníamos una acalorada conversación sobre política, él estaba a favor de Rivadavia y de su pésimo decreto sobre prohibir la venta de terrenos fiscales y yo, por supuesto, en acérrima oposición...<br />
_ Al grano Lorenzo, al grano _ se impacientó Mercedes.<br />
_ Como decía _ Lorenzo fastidiado por la intolerancia de su hermana continuó _ Teresa, aprovechando la distracción de su marido se llevó a Mercedes a un lugar apartado y...<br />
_ Y allí me contó que en un viaje que hicieron a Córdoba, provincia a la que huyó el muy cobarde cuando se enteró del embarazo de Consuelo, asistiron a una reunión en la casa de la familia Salguero. Fue entonces cuando Esteban le confió a su marido la verdad: que el padre del hijo de Consuelo Aguirrezabala era él _ terminó Mercedes, los ojos cargados de lágrimas, la voz estrangulada.<br />
_ ¡Maldito hijo de puta! _ Lorenzo dio un tremendo golpe con su puño sobre el escritorio, una pila de libros tambaleó y el tintero se volcó provocando un desastre al derramarse la tinta sobre unas invitaciones y algunos documentos.<br />
_ ¡Lorenzo!, mira lo que consigues alterándote _ con un trozo de tela basta que encontró en uno de los cajones del escritorio trató de absorber la tinta que manchaba las invitaciones del gobernador Pastor Obligado a la demostración práctica de la telegrafía eléctrica mediante una línea tendida entre el Hotel Provence y un local de daguerrotipo ubicado sobre la plaza de la Victoria.<br />
_ ¡Mujer!, que importancia tienen esas estúpidas invitaciones en este momento _ vociferó Lorenzo, cada vez más alterado,<br />
_ Tienes razón, ¡a la mierda con esto! _ y de un manotazo arrojó las invitaciones al cesto de basura escondido bajo el escritorio.<br />
_ Me dejaron sin palabras. Y ahora este Esteban Salguero está al frente de la búsqueda de Miguelito...¡de su nieto! Tenemos que decírcelo a Lourdes _ propuso Tina.<br />
_ De ninguna manera _ se opuso Mercedes, ya bastante sufrimiento tenía su nieta para agregarle uno más.<br />
_ No seas terca mujer. Tina tiene razón, ya es hora de que Lourdes sepa la verdad sobre su padre _ Lorenzo se acercó a su hermana y la abrazó con ternura, ella apoyó la cabeza sobre el hombro de él y lloró quedamente.<br />
<br />
<i>_ </i>¡Esteban!, ¡Esteban! _ Laureana, la sirvienta de Salguero golpeó nerviosa la puerta del dormitorio liberándolo de su eterna pesadilla... de su conciencia atormentada por los remordimientos...de la imagen de Consuelo.<br />
_ Ya voy, ¿qué sucede? _ abrió la puerta frotándose los ojos soportando una fuerte jaqueca.<br />
_ Un tal Bautista Roldán pide verte _ la negra retorcía su delantal con nerviosismo.<br />
_ ¿A estas horas?, ¿qué quiere? _ se molestó _ ¡Estoy indispuesto, no puedo atenderlo!<br />
_ Es que...está muy angustiado...¡está como loco!, ¿qué le digo <i>tonce</i>? _ le gritó descontrolada.<br />
_ Calma Laureana, ¿dónde está? _ transigió vencido por la desesperación de la mujer.<br />
_ En la sala _ respondió con un hilo de voz.<br />
Lo encontraron caminando de un lado al otro, como un león enjaulado.<br />
_ Don Salguero, algo terrible sucedió. Miguelito, el hijo de doña Lourdes Aguirrezabala desapareció.<br />
Al escuchar el apellido se paralizó. ¿Aguirrezabala?<br />
_ ¿Cuando sucedió? _ trató de no tartamudear, debía controlar los nervios.<br />
_ Fue esta mañana, jefe _ contestó con energía el vigilante de bigote frondoso.<br />
_ ¿Y por qué no se me avisó? Dejé órdenes específicas al respecto: si otro niño desaparecía debían avisarme sin demora _ se enfadó.<br />
_ Como estaba con licencia por enfermedad, pensamos..._ se defendió el vigilante. El otro apoyó el argumento de su compañero.<br />
_ Pensaron mal. ¡Al carajo con mi enfermedad! Ante una urgencia deben buscarme inmediatamente. Y esto es una urgencia. ¡Entendido! Don Bautista, me cambio de ropa y salimos para la comisaría. ¡Laureana, mi uniforme, rápido! _ entre gritos y órdenes desapareció por el zaguán. Escucharon decir a la negra:<br />
_ ¿Cómo te vas a ir? Si estás volando de <i>jiebre</i> _ se alarmó. Laureana intentó hacerlo desistir sin éxito.<br />
_ Laureana no me jodas y haz lo que te digo ¡ya! _ la enfrentó malhumorado. La negra a regañadientes lo ayudó a vestirse.<br />
De camino a la comisaría, Rafael lo puso al tanto de todos los acontecimientos ocurridos hasta el momento. Le contó sobre la amnesia que lo separó de su familia. Le reveló su verdadero nombre: Rafael Cané. Y cómo la gran alegría del reencuentro con Lourdes, el amor de su vida, se oscureció con el rapto de su hijo Miguelito. Salguero lo escuchaba obnubilado. Por fin el cielo le daba una oportunidad para purgar su culpa. "Lourdes, hija, prometo devolverte a tu hijo, mi nieto, sano y salvo, aunque me cueste la vida".<br />
Los vigilantes, a su vez, le detallaron las pistas que obtuvieron a partir de su conversación con don Nicanor, el dueño de la fonda.<br />
_ Sin lugar a dudas "El Búho" está involucrado en esto, lo siento don Rafael _ dijo mientras desmontaban y dejaban los caballos al cuidado de un jovencito, aspirante a policía, que salió al encuentro de los recién llegados.<br />
Rafael sintió el impacto de la feroz aseveración en todos sus huesos, como un puñetazo desvastador.<br />
_ Vamos a mi despacho. ¡Saturnino! _ llamó al oficial que salía del sanitario secándose las manos con una toalla raída.<br />
_ ¡Jefe!, ¿está mejor? _ el oficial sintió alivio de tenerlo nuevamente al frente de la investigación.<br />
_ Eso es lo de menos _ y continuó crispado _ Saturnino, me extraña su transgresión, ¿por qué no me avisó cuando las cosas se complicaron? Estamos en un momento sumamente delicado.<br />
_ Perdón Jefe, no se volverá a repetir _ respondió cabizbajo.<br />
_ Eso espero, y ahora traiga una botella de ginebra para aflojar la tensión. Aquí al amigo le vendrá bien algo fuerte _ dijo palmeándole la espalda a Rafael.<br />
_ Pe-pe-pero estamos en servicio Jefe _ se escandalizó.<br />
_ ¡Una mierda el servicio!, una copita para entonar no entorpecerá la investigación. No se quede ahí parado como un ganso, ¡muévase!_ ¡Dios mío!, ese niño desaparecido era su nieto y posiblemente estaba en las garras de "El Búho".<br />
El pobre hombre se abrió paso a codazos entre los vigilantes que se amontonaban en los distintos escritorios comentando los sucesos del día. Debajo de su gabán, oculta la botella de ginebra. Una vez en la oficina del Jefe, se encerraron para pergeñar un plan. No había tiempo que perder y ya habían perdido demasiado. La vida del niño corría peligro.<br />
_ Saturnino, usted cree que El Búho tiene a Miguelito _ Salguero clavó sus ojos oscuros, insondables en el rostro ajado del oficial.<br />
_ No me cabe ninguna duda, Jefe. La certeza me la dio don Nicanor, el dueño de la fonda. La descripción que nos dio del hombre misterioso coincide con El Búho. Un hombre alto, corpulento, de cabello oscuro, bien vestido...un caballero, de buenos modales _ respondió convencido. A continuación descorchó la ginebra. Se hizo un breve silencio mientras todos bebían.<br />
_ ¿Cómo obtuvieron esos datos? _ preguntó intrigado Rafael _ La semana pasada cuando hable con usted poco se sabía. Sólo tenían un testigo y poco creíble, una tal Chinga, una india loca que acostumbra entonar canciones fúnebres.<br />
_ Como le aseguré en ese momento, ordené a mi personal reforzar la vigilancia sobre todo en la periferia de la ciudad. Vigilamos los barrios bajos las veinticuatro horas del día, hablamos con la gente...a veces amigablemente, otras no tanto, no es tiempo para andar con remilgos. Los vecinos de Monserrat tienen miedo, mucho miedo. Ellos dicen que Mandinga recorre las calles con sed de sangre. Les preguntamos bajo que forma humana se presenta Mandinga, el Diablo. Y ellos santiguándose nos respondieron: "un hombre de gran estatura siempre cubierto con una capa negra y luciendo un sombrero de copa. En su mano, un bastón de oro con el que señala a su víctima, siempre niños". Indagando descubrimos que han desaparecido más niños de los que están denunciados. Muchos de ellos son huérfanos, indigentes que viven de la limosna o el robo. También seguimos la pista que nos dio la Chinga y resultó que la loca tenía razón. Dimos con el negro que nos describió, en pedo y durmiendo a pata suelta cerca del río. Lo encerramos durante dos días, pero como no pudimos sacarle ni una palabra, parece que es retrasado el infeliz, lo soltamos. Igualmente lo tenemos vigilado. Tengo el presentimiento que está vinculado con El Búho. Como se dará cuenta, el oficial Saturnino Robles y sus vigilantes a caballo han hecho un excelente trabajo _ finalizó Salguero.<br />
_ Sin embargo no lo atraparon y mi hijo sufre las consecuencias _ se alteró Rafael.<br />
_ Tiene razón amigo, tiene toda la razón, pero no me va a negar que estas pistas pueden llevarnos hasta El Búho y a su guarida _ trato de tranquilizarlo Saturnino Robles _ Tómese otra copita, le va a caer bien.<br />
_ No quiero ginebra, no quiero más palabras vacías...¡quiero encontrar a mi hijo!, ¡ahora! _ enfurecido hizo fondo blanco.<br />
_ Saturnino, informe a los vigilantes a caballo que dentro de media hora saldremos a patrullar los alrededores de la parroquia de San Ignacio. Allí nos divideremos, su grupo se desplegará por la zona costera. Don Rafael y yo nos dirigiremos al área de pulperías con otro grupo de vigilantes. Don Rafael le aseguro que esta misma noche encontraremos a su hijo y daremos caza a El Búho _ le aseguró Salguero.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkxbgCpz71e3_G2ZSgknE2grg_pRGrxXTmOuO5SOZ57UIfClm6nOmID1ZtBwZtZViUkkhcf7I66HG_QccJ8fQKu68TNHBjCNLs47HnCAC0axfAB6CtuhOQyqE3uKUaL_VVvmnVCKVyrTqI/s1600/negro-globo.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="392" data-original-width="520" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkxbgCpz71e3_G2ZSgknE2grg_pRGrxXTmOuO5SOZ57UIfClm6nOmID1ZtBwZtZViUkkhcf7I66HG_QccJ8fQKu68TNHBjCNLs47HnCAC0axfAB6CtuhOQyqE3uKUaL_VVvmnVCKVyrTqI/s200/negro-globo.jpg" width="200" /></a></div>
Pasada la medianoche, el grupo encabezado por Salguero y Rafael cabalgaba por una calle fangosa y apenas iluminada por unos pequeños faroles colgados en la puerta de alguna pulpería y de algún que otro burdel. Los acordes de una guitarra y el canto lejano de un payador quebraban el silencio de la noche.<br />
De repente divisaron un bulto que se acercaba envuelto en la niebla nocturna. Si hubieran sido supersticiosos hubieran pensado que San La Muerte se acercaba en su busca. Pero no, no era San La Muerte, era un hombre enorme conduciendo una carreta.<br />
A una orden de Salguero, todos se detuvieron bloqueando el camino.<br />
Tadeo intentó cambiar de dirección. Los caballos se retovaron y la carreta casi vuelca.<br />
En cuestión de segundos lo bajaron del asiento y lo enlazaron como si fuese ganado. El negro gritaba y pateaba. Salguero desmontó al instante y lo silenció a rebencazos.<br />
_ ¡Callate negro de mierda! ¿Para dónde vas a estas horas? ¡Hablá carajo! _ tronó desquiciado.<br />
Tadeo lo miró aterrado; la nariz chorreando sangre. Recordó la terrible paliza que le habían propinado cuando lo encerraron días pasados.<br />
_ Si hablo me mata _ balbuceó.<br />
_ ¿Quién?, ¿quién te va a matar? _ Rafael intervino y como el negro se negaba a responder le propinó un feroz puntapié en los cojones. Tadeo aulló como un lobo _ Si no hablas te mato yo, engendro del demonio.<br />
_ El Búho _ respondió entre sollozos.<br />
_ Jefe venga a ver ésto _ Salguero dejó al negro con Rafael, colapsado por la confesión y corrió junto a Saturnino.<br />
_ El cadáver de una mujer y por el color de la piel supongo que fue envenenada _ Saturnino quitó la manta que cubría el cuerpo para que Salguero lo apreciara bajo la luz de una antorcha.<br />
_ Tiene razón, la envenenaron. ¡Rafael! _ lo llamó.<br />
Rafael se puso lívido al reconocerla. ¡Amelia! ¡Dios santo! ¿Qué estaba sucediendo?<br />
_ ¿La conoce? _ Salguero se sorprendió al notar la repentina palidez del muchacho.<br />
_ Es la hermana de Imanol, mi médico y primo de mi mejor amigo, Joaquín Insúa._ contestó sin dar crédito a la escena que tenía delante de él.<br />
_ Saturnino regrese con sus hombres a la Comisaría. Lleven la carreta con el cuerpo y den aviso a los familiares de la difunta. Rafael y yo forzaremos al negro para que nos guíe hasta la guarida de El Búho.<br />
Pero al regresar junto a Tadeo lo encontraron muerto. El y los dos policías que lo custodiaban, muertos.<br />
_ Dardos venenosos _ sentenció el Jefe de Policía al inspeccionar los cuerpos.<br />
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<br />gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-60772196004648684792017-07-30T17:19:00.002-07:002018-08-23T15:43:41.788-07:00UN NUEVO AMANECER, Cap.33<i>"Así pues, refrenó las inclinaciones de su corazón,</i><br />
<i> y no se permitió concesiones a la piedad.</i><br />
<i> El siguiente sentimiento que se apoderó del alma</i><br />
<i> fue una exquisita maldad".</i><br />
<i>Horace Walpole</i><br />
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Las manecillas del espléndido reloj Carrillón giraban desquiciadas mientras Imanol continuaba fumando plácidamente su cigarro. Un sabor dulce inundaba su paladar y hiel amarga, su corazón.<br />
Amelia yacía tiesa sobre el silllón de la sala. "El tono morado de tu piel conjuga perfectamente con los colores de esta habitación. No, tu cadáver no desentona en absoluto con la decoración de esta sala", pensó maravillado por su buen gusto. "Es una pena que deba arrebatarte de este grandioso escenario. Mi laboratorio te aguarda ansioso. Por fin se abrirán ante mí las puertas secretas de los órganos femeninos. Es la primera vez que disecciono a una mujer y tú, Amelia, tendrás ese privilegio", entusiasmado se palmeó la pierna, abandonó el cigarro en el cenicero y con paso lento se acercó a la ventana que daba a la calle. Corrió las pesadas cortinas de terciopelo azul y se asomó con discresión. Nada.<br />
"¿Dónde se habré metido ese negro badulaque? ¿Cómo puedo confiar en menudo coñazo? ¡Soy un imbécil!", se reprochó agitado. "Le especifiqué con claridad que se presentara con la carreta luego que el "sereno" diera la medianoche. ¡Esto me pasa por confiar en analfabetos y faltos de seso!", vociferó falto de cautela.<br />
Lo tenía sin cuidado si lo escuchaban las dos negras que aún permanecían despiertas. "Algo sospechan, pero yo sabré callarlas, cianuro y cantarella tengo de sobra", y una sonrisa ladina se abrió camino en su apuesto rostro.<br />
Las muchachas estaban alteradas. Los señores no cenaron y hacía horas que estaban encerrados en la sala de recepción. Por más que aguzaron el oído apoyándolo contra la puerta, sólo escucharon susurros incomprensibles. Luego de una larga espera, decidieron levantar la mesa que habían dispuesto para la cena. Ninguna se atrevía a golpear la puerta para solicitar alguna indicación. Comieron debatiendo la actitud diligente del patrón, siempre en voz baja. Nunca se había presentado en la cocina y menos aún para preparar un té para su hermana. ¡Muy extraño!Finalmente, agotadas de un día de trabajo pesado se encerraron en el dormitorio que compartían y que se encontraba al final del segundo patio, pegado al galpón donde se elaboraban las velas de cebo. Unos mates bien dulces las ayudaría a relajarse, decidieron exhaustas.<br />
Imanol, iba por la segunda botella de brandy cuando el trote de caballos le aligeró el espíritu. "¡Por fin!", dejó la copa a medio llenar sobre el mármol de la mesa ratona y corrió al portón trasero.<br />
_ ¡Negro inútil!, ¿por qué coño has tardado tanto? _ lo fustigó desencajado.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7ZsA3KKp5aIm4n91AfP6XdG6xaEGwZq8J1YswgF9XccAugsF-_RKIlCkAr9KWmFtqzW8zslw1HfGU0gyJcmKS-_GP0eE2FKwCLS8vnydfpo118JNdJASptFDskeUXd-c-T66E1AVfTzvF/s1600/carreta.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="249" data-original-width="241" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7ZsA3KKp5aIm4n91AfP6XdG6xaEGwZq8J1YswgF9XccAugsF-_RKIlCkAr9KWmFtqzW8zslw1HfGU0gyJcmKS-_GP0eE2FKwCLS8vnydfpo118JNdJASptFDskeUXd-c-T66E1AVfTzvF/s1600/carreta.jpg" /></a></div>
_ Perdón, patrón. Me pasó que una de las ruedas <i>me se salió del eje </i>y..._ intentó disculparse al tiempo que bajaba de un salto de la carreta y ataba los caballos a un árbol que crecía a la vera del camino.<br />
_ ¡Calla, calla!, no tengo tiempo para gilipolleces. ¡Andando! _ Imanol empujó con fuerza a Tadeo provocando que el negro entrara a trompicones en el patio. El infeliz no protestó, bien conocía el castigo por quejarse. Al llegar a la puerta del comedor, no se atrevió a entrar.<br />
_ ¿Qué esperas? ¡Entra maldita bestia!_ y de otro empujón lo hizo aterrizar de cabeza en el piso de madera. Tadeo tardó en incorporarse, su enorme panza le impedía moverse con agilidad.<br />
_ Apura el paso negro holgazán. Aquí está el paquete que debes llevar a mi laboratorio _ dijo señalando el cadáver.<br />
_ Pe-pe-pero esa,esa e´su hermana, patrón _ tartamudeó con sorpresa y horror.<br />
_ ¿En serio? ¡No me digas!¡Sí, es mi hermana, ¿y a ti qué te importa? _ estalló desaforado_ Deja de papar moscas y ayúdame.<br />
Entre los dos depositaron el cuerpo sobre la alfombra. Imanol la tomó de los brazos, ya algo rígidos, y Tadeo , de las piernas. Enrollaron la alfombra quedando Amelia atrapada dentro de ella.<br />
Tadeo la cargó al hombro sin esfuerzo alguno. Su anatomía era impresionante.<br />
_ ¡Listo! _ exclamó satisfecho Imanol.<br />
Caminaron con rapidez. Adelante, Tadeo con el bulto y por detrás Imanol, silbando una tonada alegre.<br />
Las negras, curiosas al escuchar los pasos presurosos, entornaron apenas la puerta del dormitorio y espiaron lo que sucedía en el exterior. Ahogaron un grito de escalofrío al ver a Tadeo moverse entre las sombras. Pensaron que era un ladrón, pero al ver que lo acompañaba su patrón se tranquilizaron y volvieron a la cama. Sin embargo, continuaron angustiadas porque un mal augurio flotaba en el ambiente.<br />
Tadeo tiró sin contemplaciones a Amelia dentro de la carreta, se ubicó en el asiento y con un gesto de la cabeza se despidió de Imanol. El chasquido del látigo puso en marcha a la yunta de caballos, que obedientes trotaron por la calle empedrada hasta que la niebla de la noche, densa como el aliento de un ebrio, los engulló misteriosamente.<br />
Imanol cerró el portón con presteza y regresó a la sala. Al pasar por la habitación de las sirvientas miró hacia el interior a través de un pequeño ventanuco. Todo oscuro, silencio absoluto.<br />
_ Las zorras lo han visto todo y ahora fingen dormir. Más tarde me ocuparé de ellas, pero primero comeré algo, las tripas me aúllan desesperadas y luego...luego, comenzará la diversión.<br />
<br />
Lourdes lloraba en brazos de Rafael. Mercedes caminaba frenética de una lado al otro del salón. Tina, sentada en un rincón, rezaba un rosario en voz baja. "¡Destino atroz!, me devolvió un hijo y me quitó un nieto", rumiaba entre Ave María y Ave María.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiV7ttxs5rO8Pn6jyzUHXR0QkIgOVeBK8cLhHrbH-AZhmEBINgHokRB1KokXzsWTTti-FdDSkTcc_WHrPL7hNqz0_S67ViPV0IQANVlLEHgriZg_pqkWzzC2gKduSUvkC1SLh9-qm3ukFp9/s1600/lourdes1.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="569" data-original-width="564" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiV7ttxs5rO8Pn6jyzUHXR0QkIgOVeBK8cLhHrbH-AZhmEBINgHokRB1KokXzsWTTti-FdDSkTcc_WHrPL7hNqz0_S67ViPV0IQANVlLEHgriZg_pqkWzzC2gKduSUvkC1SLh9-qm3ukFp9/s320/lourdes1.jpg" width="317" /></a></div>
Lorenzo iba por el sexto cigarro. Fumar le abría la mente. Debía pensar con calma. ¿Dónde estaría Miguelito? ¿Quién fue el mal nacido que lo secuestró?, ¿y con qué propósito? ¿Dinero, quizá? "Y si fue ese loco, "El Búho", así había bautizado la prensa al perverso que violaba y mataba niños por ser esa un ave nocturna portadora de la muerte.<br />
Lorenzo tembló al pensarlo, no de miedo, sino de furia e impotencia. El y Rafael habían recorrido prácticamente toda la ciudad empezando por la Plaza de la Victoria y la Recova. Preguntaron por Miguelito a todos los comerciantes del lugar y a las personas que transitaban por las calles.<br />
_ ¿Ha visto a un niño de ocho años, de cabello castaño y ojos claros? La última vez que se lo vio fue entre el público que se divertía con el mono del organillero.<br />
_ No, no lo he visto. Lo siento_ era siempre la misma respuesta, latiguillo funesto que los hundía en la desesperación.<br />
Tomasa apareció con una fuente de panes con chicharrón. La seguía Lola, con los ojos en compota de tanto llorar, trayendo la pava y el mate. Enseguida se puso a cebar.<br />
_ Coma alguito niña Lourdes, desde la mañana que no prueba bocado _ trató de convencerla la cocinera.<br />
_ No, gracias Tomasa. No puedo comer, tengo un nudo en el estómago _ dijo y con un pañuelo se secó las lágrimas imposibles de frenar.<br />
_ Un matecito <i>tonce. </i>Algo caliente le va hacer bien, niña _ insistió con ternura Tomasa.<br />
Rafael tomó el mate que le ofrecía Lola y lo sostuvo entre sus manos mientras Lourdes aprisionaba con sus labios la bombilla.<br />
La joven lo miró con los ojos brillosos y él le sonrió brindándole el ánimo que no tenía.<br />
_ Y <i>aura uno pa´usté,</i> don Rafael _ Lola le sirvió otro mate escondiendo la mirada. Estaba sumamente avergonzada, por su culpa se había perdido el niño. "Nunca me lo <i>vuá perdoná</i>", se repetía acongojada.<br />
_ ¿Alba? _ se alarmó Lourdes.<br />
_ Duerme, mi amor. Mi madre la acostó hace rato _ la tranquilizó Rafael.<br />
_ Tuve que leerle dos fábulas hasta que por fin cerró los ojitos _ agregó Tina interrumpiendo sus rezos.<br />
_ ¿Preguntó por Miguelito? _ Lourdes trató de sofocar el llanto.<br />
_ A cada rato, pero la tranquilicé diciéndole que el tío Lorenzo y Rafael lo traerían pronto de regreso _ le respondió tomándola de las manos. Las tenía frías y húmedas.<br />
_ ¿La policía encontró algún rastro, algún indicio?...¡algo!, ¡maldita sea! _ se exasperó Mercedes, estaba harta de tanta espera infructuosa. Ella misma había inspeccionado cada rincón de los bulevares y arrabales porteños acompañada por Domingo, todo sin éxito _ ¿Esos ineptos recorrieron los barrios de los negros? ¡Seguramente ni se les habrá ocurrido! ¡Mierda! ¡Mierda! _ Mercedes estaba fuera de sí, ella que nunca se descontrolaba en las situaciones límites.<br />
Y como si hubiera invocado al mismísimo demonio, la aldaba de la puerta resonó con potencia. Segundos después dos vigilantes de semblante sombrío se presentaron en la sala.<br />
Lorenzo se apresuró a interrogarlos.<br />
_ ¿Descubrieron algo?<br />
_ Lamento decirles que muy poco _ dijo el mayor de ellos dueño un frondoso bigote oscuro.<br />
_ ¿Cómo que muy poco? ¿¡Qué carajos están haciendo!? ¿Rascándose los huevos? _ los enfrentó Rafael _ Mi hijo hace horas que está perdido y todavía ni una puta pista tienen. ¿Qué basofia de policía tenemos?<br />
_ Don Rafael, entendemos sus nervios..._ comenzó a disculparse el otro vigilante, un joven delgado y de rostro chupado.<br />
_ Una mierda su comprensión, les ordeno que encuentren a mi hijo _ les gritó con tanta furia que hizo retroceder unos pasos a los dos vigilantes anonadados por el ambiente caldeado que se vivía.<br />
_ ¿Y qué es "eso poco" que averiguaron? _ los interpeló con igual furia Lorenzo. Las mujeres los observaban ansiosas, queriendo conocer las novedades.<br />
_ Una mazamorrera nos dijo que vio a un niño con la misma descripción de Miguelito de la mano de un hombre bien vestido mientras aplaudían al organillero<br />
_ ¿Un hombre? ¿Qué hombre? ¡Debemos encontrar a ese hombre Rafael! _ rogó desconsolada Lourdes.<br />
_ Tenemos una pista, señora _ trató de calmarla el vigilante más jóven _ Recorriendo Monserrat llegamos a una fonda donde suelen reunirse los chasquis para comer algún guisito carrero y entonarse con una ginebra. El dueño se llama Nicanor Parras. El nos contó sobre un hombre que paró en el lugar varias veces a almorzar y parece que trabó relación con su peón, un niño de unos nueve años llamado Gorrión.<br />
_ ¿Y eso que tiene que ver con mi hijo? _ chilló con impaciencia Lourdes.<br />
_ Este hombre no encaja en ese lugar de borrachos, jinetes, viajeros y payadores. Según don Nicanor, es un caballero culto y bien vestido, muy generoso al momento de pagar. Lo raro de todo esto, es la relación que trabó con el chico. Parece que lo contrató para hacer un trabajo misterioso _ contó con lujo de detalles el vigilante de bigotes.<br />
_ ¿Misterioso? _ preguntó intrigada Mercedes. Un mal presentimiento se despertó en ella, como una serpiente venenosa que se enrosca en el corazón y clava en él sus colmillos afilados.<br />
_ Sí señora, misterioso porque por más que don Nicanor le insistió para que le contara, el muchachito se negó rotundamente. Una vez, picado por la curiosidad lo siguió, pero el muy pícaro logró despistarlo. No supo más de él hasta hoy. El pibe pensaba que estaba solo en la fonda, pero en realidad don Nicanor estaba en la pieza del fondo embotellando vino patero. Al escuchar hablar a alguien pensó que era un cliente, pero cuando estaba a punto de alcanzar el mostrador, se detuvo abruptamente al reconocer al hombre misterioso. Se quedó escondido detrás de la cortina escuchando. Así se enteró que el desconocido le daba unas cuantas monedas de plata a Gorrión y le mencionaba algo sobre unas llaves y un laboratorio. El oficial Saturnino cree que ese hombre está relacionado con el secuestro de Miguelito.<br />
_ Y usted, ¿quién supone qué es este hombre enigmático? _ preguntó Rafael temiendo la respuesta, él también como Mercedes ya había llegado a una monstruosa conclusión.<br />
_ Pensamos que podría ser "El Búho" _ respondió de un tirón el vigilante flacucho.<br />
Lourdes sintió que la tierra se abría bajo sus pies. "¡Ay, Dios mío, no, no!Mi hijito, mi querido hijito!", gritó antes de desmayarse.<br />
Tina y Mercedes la socorrieron.<br />
Rafael corrió a su lado y la abrazó.<br />
_ Lo encontraré mi amor, te juro que lo encontraré.<br />
_ Y el niño, ese tal Gorrión, ¿dónde está? ¿Hablaron con él?, ¿qué les dijo? _ esgrimió Lorenzo, no había tiempo que perder.<br />
_ También desapareció _ respondieron al unísono los dos vigilantes.<br />
_ Y el Jefe de Policía, ¿qué opina de todo esto? ¿Qué plan tiene a partir de esta información? _ quiso saber Lorenzo _ Se debe redoblar las patrullas de vigilancia en la zona de Monserrat, debemos encontrar ese laboratorio.<br />
_ Don Esteban está en su casa, hace tres días que no se presenta en la <i>comisería. </i>El pobre sufre de dolores de cabeza muy fuertes _ lo disculpó uno de los vigilantes.<br />
_ Vigilante, en este momento no hay dolor de cabeza que valga _ aseveró el oficial Saturnino que en ese instante irrumpió en la sala _ Estamos en una etapa crucial, la presencia del Jefe es imprescindible para las próximas decisiones que deberán tomarse. Además su experiencia en la persecusión y captura de criminales es de gran valía, lo precede. Es un hombre de carácter que no se amilana ante nada. Repito, en este momento sus jaquecas pasan a segundo plano. No se preocupe don Lorenzo, ya mismo voy a buscar al Jefe. Doña Lourdes, confíe en nosotros, pronto volverá a abrazar a su hijito.<br />
_ Si me permite, yo iré a buscar a don Esteban Salguero _ saltó Rafael soltando con delicadeza el cuerpo frágil de Lourdes _ Y de su casa iremos directamente a Monserrat _ determinó sin importarle la opinión policial.<br />
_ ¡¿Esteban Salguero?! _ Mercedes y Lorenzo exclamaron turbados y sobresaltados ante la mirada desconcertada de los demás.<br />
<br />
<br />gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-67642449438832064952017-07-19T12:54:00.001-07:002018-08-23T15:02:43.226-07:00UN NUEVO AMANECER, Cap.32<i>"Encuentras mis palabras oscuras. </i><br />
<i> La oscuridad está en nuestras almas. ¿No crees?".</i><br />
<i>J. Joyce</i><br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFoqeCCiZgxNnj7x2fvEz_mwJ-oY-TE8e56Xv7CanJ_-FUiEyAIPEo8MyQCcUUwqPgKkYBZrQ7kk8Km44wS4XA9viIU36KI2X5xseosL-ZFAhYy3MkffjQH2JRyGZ-iZ0mkEIuIoeRaH4o/s1600/amelia.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="368" data-original-width="236" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFoqeCCiZgxNnj7x2fvEz_mwJ-oY-TE8e56Xv7CanJ_-FUiEyAIPEo8MyQCcUUwqPgKkYBZrQ7kk8Km44wS4XA9viIU36KI2X5xseosL-ZFAhYy3MkffjQH2JRyGZ-iZ0mkEIuIoeRaH4o/s320/amelia.jpg" width="205" /></a></div>
Llegó al atardecer. Amelia lo esperaba con los nervios de punta. No habían conversado desde la noche anterior cuando Imanol le expuso su plan. Raptar al hijo de Rafael y Lourdes.<br />
Se horrorizó al rememorar las andanzas de su hermano en el pasado. Primero tomó por amante al sobrino del Obispo de Nájera y se mostró con él en cuanta fiesta se ofrecía en el ducado causando la vergüenza de la familia. No conforme con ésto, violó y asesinó a dos niños de alto linaje. A pesar de ser el hijo del Duque, fue condenado. Pero gracias a las relaciones de su padre logró evadir la condena con la condición de abandonar el país.<br />
El no seria capaz de asesinar a ese chiquillo, ¿o si?. ¡No, claro que no! Amelia se desesperó.<br />
"Raptaré al mocoso", recordó decir a su hermano. "Haré que el miedo les congele la sangre, ¡malditos!"<br />
Fue lo último que dijo antes de encerrarse en su dormitorio. Ella contaba con encontrarlo por la mañana en el desayuno, pero Imanol no apareció. Una de las sirvientas le informó que "el señor" había salido muy temprano sin decir dónde.<br />
Optó por tomar un té inglés que le resultó amargo a pesar de las cuatro cucharadas de azúcar. Rechazó el budín de pan con canela, su confitura favorita. El malestar estomacal la estaba enloqueciendo.<br />
Maldijo no tener con quien desquitarse. La negra Candelaria los plantó para irse con Rafael. "La muy desagradecida", escupió con furia arrojando la taza de té contra la pared de la sala.<br />
Fuera de sí, de un tirón quitó el mantel que cubría la mesa. Fuentes, platos y tazas volaron por el aire provocando un gran estrépito. Impotente, comenzó a llorar desahogando toda la angustia contenida durante esos oscuros días.<br />
Luego se acostó e intentó dormir. ¿Por qué siempre se enamoraba del hombre equivocado? Cierta vez en Madrid, siendo aún una niña, una gitana le leyó las líneas de la mano.<br />
"Nada te faltará, viajes, joyas, vestidos; pero nunca te amarán. Entregarás tu corazón y un puñal lo traspasará". <br />
¡Cuánta verdad! Los años pasaron y Amelia pudo comprobar que la enigmática profecía se convertía en realidad. Los jóvenes que se acercaban a ella sólo ambicionaban su fortuna y su posición social. Los detestaba.<br />
Y cuando al fin halló al hombre con el que siempre soñó, el destino pérfido se lo arrebató.<br />
"No fue el destino, fue esa perra malparida. Rafael no la ama, me ama a mí, lo leo en sus ojos. Sé que me desea. Ella, la muy zorra, lo busca, lo acosa...él está confundido, ella lo confunde con sus artimañas de mosquita muerta. ¡No, no, no!, él es mío. Yo soy su verdadero amor. Imanol me ayudará a convencerlo...pero , ¿cómo?, ¿raptando al niño? Rafael y Lourdes se unirán en el dolor y eso a mí no me conviene. No comprendo que se propone Imanol con algo tan descabellado. ¡No lo permitiré!"<br />
Los pensamientos libraban una batalla a muerte en la mente de Amelia imposibilitando su descanso.<br />
Alterada, decidió renunciar a la siesta. Cambió su vestido de seda verde por uno blanco con volantes de gasa. Frente al espejo arregló su peinado y se pellizcó las mejillas para darles color. La palidez no le sentaba. Unas gotas de perfume en el cuello y se dispuso a esperar a su hermano. Esa misma noche debían aclarar varios puntos del plan. Amelia no estaba dispuesta a perder a Rafael por una estúpida venganza.<br />
Cuando oyó cerrarse de un golpe el portón de entrada, corrió al zaguán. Era él, Imanol.<br />
_ ¿A qué se debe este recibimiento entusiasta querida hermanita? _ la tomó del brazo y juntos se dirigieron a la sala.<br />
_ Siempre tan sarcástico, Imanol _ se enfadó _ Hace horas que te espero, ¿dónde estabas?<br />
_ Menos averigua Dios y perdona _ respondió sin perder su buen humor.<br />
_ ¡Imanol!, no estoy de ánimo para tus charadas. Dime, ¿qué te propones? _ lo enfrentó colérica.<br />
_ Amelia, primero de todo, como veo que estás sumamente irritada, te prepararé una infusión de valeriana. Necesitas relajarte. Ven, sientate. Yo mismo te la haré _ dijo solícito.<br />
En la cocina, pidió agua caliente a una negrita de unos trece años que estaba lustrando la vajilla de plata.<br />
De una de las alacenas tomó una taza de porcelana y del bolsillo de su gabán extrajo dos sobres pequeños.<br />
Abrió uno de ellos y echó un puñadito en la taza, luego volcó el agua.<br />
Abrió el segundo sobre y volcó todo el contenido en la taza. Revolvió con presteza la infusión con una cucharita de plata. Puso la taza sobre un platito y regresó a la sala.<br />
_ Un té caliente te vendrá de parabienes _ recitó mostrando una sonrisa radiante.<br />
_ Gracias hermano, realmente debo tranquilizarme para repasar a conciencia nuestro plan _ tomó un trago, luego otro y otro más _ No estoy de acuerdo con el rapto. Me parece innecesario.<br />
_ Asi que innecesario... _ Imanol comenzó a caminar de un lado a otro de la sala mientras Amelia terminaba su té.<br />
_ Sí, innecesario. Rafael, ¿ese es su verdadero nombre, no?, enloquecería y toda su furia la volcaría en mí. Ese sinsentido lo alejaría de mí, ¿no te das cuenta? Pienso que mi plan es mucho mejor _ decidió mirándolo fijamente, la espalda erguida.<br />
_ ¿Tu plan? ¿Esa ridiculez de drogarlo y embarcarlo a España...y luego hacerle creer que te embarazó durante la travesía? _ se burló.<br />
_ ¡Mi plan no es ninguna ridiculez! _ estalló ofendida. Comenzó a sentirse mareada.<br />
_ Una ridiculez mayúscula. ¿Piensas que Rafel, un hombre inteligente, caería en tu insípida trampa? ¡Por favor, no me hagas reír! _ trastornado, se sirvió una copa de brandy, debía mantener la calma.<br />
_ ¿Por qué el rapto? ¿Por qué tu venganza? ¿Tanto amas a Lourdes que debes vengarte de Rafael? ¿Piensas que ella recurrirá a ti para que la ayudes a encontrar a su hijo? ¡Memo!, nunca lo hará. Lourdes se refugiará en Rafael y los dos saldremos perdiendo _ intentó ponerse de pie pero un vahído se lo impidió. Imanol lo advirtió y sin inmutarse encendió un cigarro.<br />
_ ¿Por qué piensas que busco vengarme de Rafael? ¿Por qué me ha quitado la posibilidad de conquistar a Lourdes? _ preguntó irónico. Se sentó en un sillón frente a ella. Se cruzó de piernas y comenzó a fumar teatralmente.<br />
_ ¿Acaso no estás enamorado de ella? _ Amelia estaba perpleja. ¿Qué le sucedía? El corazón le latía desenfrenado y la frente se le perló de sudor.<br />
_ ¡Claro que no! No me gustan las mujeres, ¡los hombres me calientan! ¿Acaso te has olvidado de mis gustos, hermanita? Rafael me calienta, estoy enamorado de él. ¿Has olvidado por qué nuestro padre me desterró de España? ¿Has olvidado la vergüenza de nuestra aristocrática familia por mi homoxesualidad declarada? ¿¡Su repudio por querer vivir con mi amante rompiendo todas las reglas de la moralidad?! _ apretó con fuerza la colilla del cigarro contra el cenicero deseando que la colilla fuera la cabeza de su padre.<br />
_ ¡Violaste y asesinaste a dos niños inocentes!_ exclamó acalorada. Una quemazón le nacía en el estómago y ascendía hasta la garganta, ahogándola.<br />
_ ¿Qué es un niño caprichoso menos? Seguramente un futuro dandy vanidoso, un petrimetre altanero. Piensan que por follarse a una mujer son más viriles que aquellos que tenemos otros gustos _ con indiferencia tiró la ceniza sobre la lujosa alfombra _ Tú crees que soy un ser diabólico, despiadado y malvado, pero no es así, soy un ser humano que he sufrido terriblemente y sigo sufriendo por ser un incomprendido. Odio a nuestro padre, el es mi verdugo _ de un trago vació la copa de brandy y volvió a servirse otra _ Amo a Rafael y lo odio por rechazarme, por eso sufrirá y me complaceré en su sufrimiento.<br />
_ Pensé...pensé _ la sobresaltó un fuerte mareo.<br />
_ Tú no piensas, tú fastideas, ¡patética espía! Sé que me acompañas en mis viajes, no por amor fraternal sino porque eres la espía de nuestro padre. Permíteme que te instruya, querida hermanita, desde que dejamos España tuve decenas de amantes y muchos de ellos, menores de trece años y tú, estúpida criatura, ni lo advertiste, siempre soñando con el galán ideal y la tontería del amor eterno. Sabes, la carne fresca es mi debilidad, me encanta abrir caminos...derribar barreras.<br />
Amelia escuchaba escandalizada...aterrorizada...descompuesta...<br />
_ Te doy una primicia, yo soy el "loco", según ustedes "los cuerdos", que es el responsable de la desaparición de los niños. Los engatuzó y los encierro en el laboratorio que tengo en las afueras de la ciudad. Luego de divertirme, los uso como conejillos de indias para mis investigaciones. Los abro de arriba abajo, extraigo sus órganos...los estudio...los dibujo. Tengo treinta volúmenes atiborrados de notas y dibujos _ se jactó. Orgulloso, se sirvió otra copa de brandy. Debía brindar por la muerte de su hermana.<br />
_ ¡Demente! _ alcanzó a pronunciar, se sentía cada vez más débil.<br />
_ No soy un demente, sólo soy exéntrico. Además, ¿por qué no los puedo matar? Si de todas formas van a morir un día u otro. Te repito, ¿qué significa un androjoso menos en la faz de la tierra? Míralo de esta forma: esos chiquillos, quizá futuros delincuentes, fueron mi diversión y dieron su vida en pos de la ciencia _ concluyó seguro de su proceder.<br />
_ Imanol me siento terrible. No puedo respirar, ¡ayúdame! _ Amelia extendió sus brazos hacia su hermano, pero él se alejó de ella sin dejar de observarla.<br />
_ Me muero Imanol, ¿qué me has hecho? ¡El té! ¿Qué tenía el té? _ balbuceó Amelia sin fuerza. El pulso se le volvió irregular y lento, los labios y el rostro se tornaron azulados.<br />
Cuando cayó inerte sobre la alfombra, recién entonces Imanol se acercó a la mujer.<br />
_ ¡Muerta!. ¡Bendito cianuro! Al fin me dejarás en paz, al fin libre. Tu cháchara vacía siempre me aturdió _ la reprendió acercando un espejo a la nariz para comprobar que ya no respiraba. Buscó el pulso en el cuello, nada._ Hermanita no quería hacerte daño, sólo quería matarte.<br />
Encendió otro cigarro y la contempló embelesado. <br />
<br />
<br />gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-3400939084154670202017-07-10T12:51:00.000-07:002018-08-23T14:40:15.669-07:00UN NUEVO AMANECER, Cap.31<i>"El miedo no existe, no tengo miedo.</i><br />
<i> Es un color oscuro que se escapó de un cuento".</i><br />
<i>Aurelio González Ovies</i><br />
<br />
Gorrión barría silbando el piso de tierra de la pulpería cuando sintió que lo llamaban. Giró la cabeza hacia la puerta y vio a Imanol que le hacía señas para que saliera.<br />
<i>_ </i>¡Buenos días <i>dotor</i>! ¿Qué lo trae tan temprano por estos pagos?, ¿se cayó de la cama? _ el niño quiso ser gracioso pero su intento resultó un fracaso.<br />
_ No seas impertinente mocoso del diablo, hoy no estoy de humor para tus tontos chascarillos _ le respondió furioso.<br />
_ Perdón <i>dotor</i>, no quise <i>ojenderlo.</i> Pero pase, pase que se va a mojar _ una garúa persistente y molesta venía atormentando a la población de Buenos Aires desde hacía una semana.<br />
Imanol echó una mirada rápida al interior de la pulpería y al notar que estaba desierta, aceptó aliviado. Odiaba el clima porteño, tanta humedad lo irritaba.<br />
_ ¿Y tu patrón? _ preguntó algo nervioso, no deseaba ser visto ya que prefería mantener oculta su relación con el peoncito.<br />
_ Se <i>jué</i> al puerto a comprar cigarros de contrabando. <i>Dispué</i> los vende al doble, el muy turro _ Gorrión se rió de su ocurrencia, en cambio Imanol frenó el impulso de ahorcarlo.<br />
_ Me interesa una mierda a dónde fue tu patrón, lo que importa es que no está para poder conversar con tranquilidad. Antes pasé por mi laboratorio y encontré todo en orden. Hiciste bien tu trabajo _ Gorrión, todas las mañanas, compitiendo con el canto del gallo, cumplía con su trabajo de aseo en el refugio clandestino de Imanol. En un primer momento, pensó en el niño como una nueva presa de investigación, pero luego cambió de idea; prefirió mantenerlo cerca hasta concluir con su venganza y después...a lo mejor, lo probaría. "Parece frágil, sin embargo es de carne dura, sin adiposidad. Así me gustan a mí los críos, los disfruto más", el pensamiento, veloz como un rayo, le levantó el espíritu. "Sí, luego me ocuparé de él", decidió satisfecho.<br />
_ Gracias <i>dotor _ </i>se alegró y más todavía al recibir un pilón de monedas. "Esta noche voy a <i>morfar</i> un buen puchero", de sólo imaginarlo se le hizo agua la boca _ Gracias <i>dotor _</i> repitió con una ancha sonrisa que mostró algunos dientes picados.<br />
_ Ahora devuélveme la llave. No necesito más de tus servicios.<br />
_ ¿Está <i>siguro dotor</i>? _ Gorrión, desilusionado, le entregó la llave.<br />
_ Mira Gorrión, mañana parto hacia Cochabamba, así que por un tiempo voy a estar ausente de Buenos Aires. Te prometo que a mi vuelta volveré a contratarte. Me has sido de gran ayuda, mi actividad supone una limpieza extrema y tú has mantenido el laboratorio impecable. ¿Seguirás trabajando para mí, verdad? _ intentó ser simpático, debía continuar en contacto con ese espécimen.<br />
_ Claro <i>dotor,</i> cuente conmigo <i>pa´ </i>lo que guste _ respondió feliz pensando en los futuros centavos que ganaría.<br />
"Para lo que guste, por supuesto, para lo que guste", consideró Imanol y una mueca maquiavélica se dibujó en su rostro.<br />
_ Bueno Gorrión, hasta pronto, entonces. Y no le cuentes a nadie, ¡a nadie! de nuestro convenio.<br />
_ ¿<i>De lo qué?</i>_ se extrañó. "Este <i>dotor </i>habla muy raro"<br />
_ De nuestro trato...No le digas a nadie que nos conocemos y que trabajas para mí. ¿Has entendido ahora? _ se impacientó ante la ignorancia del niño.<br />
_ <i>Aura</i> sí <i>dotor. </i>Confíe en mí, voy a tener la boca más cerrada que un muerto _ le dijo risueño.<br />
"No te preocupes, pronto, muy pronto haré realidad tu propuesta", Imanol lo miró de arriba abajo, dio media vuelta y desapareció bajo la llovizna enfundado en su chaquetón negro.<br />
Gorrión continuó barriendo. Entre escobazo y escobazo, dejó volar su imaginación. "¿Y si esta noche me doy una vueltita por el laboratorio? ¿Y si me quedo a dormir ahí?<i> </i>Hay un brasero con el que me puedo calentar, en el galpón me muero de <i>jrío. </i>Además<i> los otros días </i>vi unas mantas guardadas en unos cajones que me vendrían bien, las mías tienen más <i>aujeros que perdíz baleada.</i> Sí, voy a hacer eso, total el <i>dotor,</i> como quiera que se llame, nunca me dijo su nombre, se va de viaje. Con estas monedas me voy a comprar pan, queso y un pedazo de panceta. Sí <i>senior</i>, me voy a dar un flor de festín, como dice el patrón cuando empina la botella de ginebra".<br />
Mientras tanto Imanol decidió pasar por la Recova con el fin de adquirir en la botica etanol, fenol, azufre, mercurio y madera de enebro, elementos que utilizaba en las disecciones de los cadáveres y en la desinfección, tanto de su persona como la del lugar luego de realizar las autopsias pertinentes y de tener sexo con sus víctimas.<br />
Luego de pagar la cuenta salió del negocio planeando el día del secuestro. Recordó entonces que había olvidado comprar aceite de rosas, siempre lo utilizaba para suavizar y quitar el olor pestilente de los desinfectantes de sus manos. Fue entonces cuando lo vio.<br />
Estaba frente a un organillero y su payasesco mono. No podía desperdiciar semejante ocasión. Seguramente Dios estaba de su parte.<br />
Se olvidó del aceite de rosas y caminó hacia el tumulto de gente que vitoreaba al imbécil organillero.<br />
Celebró al notar que el niño estaba solo. No le costó convencerlo que lo acompañara, él sabía de su devoción por los libros.<br />
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_ ¿Cuánto falta? _ Miguelito estaba cansado, habían caminado durante una hora. No garuaba y el cielo estaba despejado. Eso facilitó el trayecto a pesar del incordio que ofrecían las calles embarradas.<br />
_ Ya llegamos, es en la otra cuadra _ le indicó animándolo a apresurar el paso.<br />
_ Pensé que íbamos a su casa _ se extraño el niño pero sin inquietarse.<br />
_ Sí, pero antes debo visitar a un paciente _ inventó.<br />
Al llegar y ver que no era una casa sino un viejo caserón, Miguelito comenzó a desconfiar.<br />
_ Mejor volvamos doctor Imanol, es tarde y mi mamá se va a preocupar _ dijo titubeando.<br />
_ ¡De ninguna manera! _ y de un empujón lo hizo entrar.<br />
El lugar estaba oscuro, de modo que Imanol encendió varias velas.<br />
Miguelito pegó un grito al observar el sombrío entorno. Una enorme mesa llena de instrumentos extraños, muchos tubos de vidrio, tijeras y cuchillos de todas las medidas. Y lo mas peculiar de todo, una jaula monumental.<br />
Miguelito comenzó a temblar, algo andaba mal.<br />
Imanol lo tomó de un brazo y con violencia lo arrojó dentro de la jaula y la cerró con candado.<br />
_ ¿Qué está haciendo? ¡Sáqueme de acá! _ gritó con desesperación pero sin llorar, él nunca se mostraría débil ante ese loco. "Soy valiente como mi papito", se dijo recordando las anécdotas que le contaba el tío Lorenzo sobre su padre.<br />
_ Amiguito, te quedarás quietecito y sin protestar, sino deberé amordazarte y, créeme, no te gustará.<br />
_ ¿Por qué me hace ésto? _ lloriqueó olvidándose de su propósito.<br />
_ Tu padre se portó muy mal conmigo y ahora debo vengarme, así de simple es _ le explicó con una sonrisa torcida.<br />
_ ¿Mi papá? ¡Mi papá se murió!<br />
_ Te equivocas, tu padre vive y está muy cerca tuyo. Tu padre es Bautista _ Imanol estaba exultante, el opio que había fumado la noche anterior lo potenciaba.<br />
_ ¡Mentiroso! Mi papá murió en una batalla defendiendo a la Patria _ chilló alarmado.<br />
_ Error, mi querido niño, tu padre no murió en la batalla de Caseros. Lamentablemente se cayó de su caballo y por el golpe que sufrió perdió la memoria _ Imanol narró los acontecimientos friamente.<br />
_ ¿Mi mamá sabe? _ Miguelito estaba desconcertado.<br />
_ Por supuesto. Supongo que hoy iba a decírtelo, y como ella no ha podido hacerlo, lo hago yo. Tu padre vive y es Bautista, es decir, Rafael. Lamentablemente la familia feliz no podrá reunirse porque yo tengo a su querido hijito al que no verán nunca más _ una cacajada estridente redundó por todo el laboratorio. Miguelito temblaba descontrolado.<br />
_ ¿Qué me va hacer? ¡Quiero ir con mi mamá! ¡Mamita! ¡Mamita! _comenzó a gritar.<br />
Imanol, enfurecido, tomó un rebenque de la mesa y lo hizo estallar contra los barrotes de la jaula. <br />
_ ¡Deja de gritar mocoso! _ Miguelito, horrorizado, se calló al instante. Sólo lloraba ahogando sus quejidos.<br />
_ Así me gusta _ Imanol tiró el rebenque al piso y continuó:<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXl5GeoDqeteNzARP3XPY7QSA9a5dviyApGm_3RQiJfecojQH7qSQfjzs6Vo8peDJ5zGkLkyiwVR9TF70luqnJnmv40grQxpYixbAGyHHPYPWAHFFc0_0ggMlmHKhfaF5fRrRUi-JivOIb/s1600/instr.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="278" data-original-width="380" height="234" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXl5GeoDqeteNzARP3XPY7QSA9a5dviyApGm_3RQiJfecojQH7qSQfjzs6Vo8peDJ5zGkLkyiwVR9TF70luqnJnmv40grQxpYixbAGyHHPYPWAHFFc0_0ggMlmHKhfaF5fRrRUi-JivOIb/s320/instr.jpg" width="320" /></a></div>
_ Me voy, por la noche regresaré y conversaremos. Te aseguro que nos divertiremos _ "Yo, seguro", pensó relamiéndose, "Primero lo violaré imaginando que estoy penetrando a Rafael, al fin y al cabo es su hijo, su misma sangre. Y luego de gozar lo abriré para profundizar mis conocimientos sobre la anatomía humana. El sólo pensarlo, me exita. ¡Me gustan los niños, son sabrosos!".<br />
Imanol inspeccionó su instrumental. Todo debía estar dispuesto para esa noche: el cuchillo curvo para las amputaciones, la sierra para cortar huesos, el trepanador para perforar el cráneo, el litótomo para cortar la vejiga, los escarficadores para producir sangrado, tijeras de distintas medidas y todo tipo de desinfectantes. Todo en orden, todo perfecto.<br />
_ Hasta la noche Miguelito, descansa y si puedes sueña con los angelitos _ Imanol. alborozado y radiante abandonó el lugar apagando antes todas las velas.<br />
En medio de la oscuridad sólo se escuchaba correr a los roedores y el llanto quedo de un niño.<br />
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<i> </i>gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-56302406775846089102017-07-09T14:30:00.002-07:002018-08-23T14:23:28.468-07:00UN NUEVO AMANECER, Cap.30<i>"Su felicidad reía en su alma. Pero todo era un engaño.</i><br />
<i> No duró mucho esa risa".</i><br />
<i>Henri Michaux </i><br />
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Todo se estaba saliendo de control. Esa mañana había comenzado como cualquier otra : la pelea de costumbre entre Tomasa y Josefa, las dos siempre se disputaban amasar el pan; Miguelito, rezongando para no levantarse y continuar en la cama tapado hasta la nariz con el edrón de pluma de ganso; Alba, negándose a usar el vestido elegido por Lola para esa jornada; Lourdes, con los ojos irritados por llorar a escondidas en su dormitorio y doña Mercedes, cantando, siempre cantando una tonada enérgica y alegre. Así era ella, optimista en los peores momentos, contagiando su fortaleza a los que la rodeaban. Y Tina...Tina solucionando los problemas domésticos, apaciguando los ánimos, consolando a Lourdes y calmando los caprichos de los niños.<br />
Durante el desayuno, todo parecía andar sobre rieles. Lourdes disfrutando de la conversación atropellada de Miguelito y Alba, Mercedes los observaba y sonreía mientras saboreaba su café con leche, y Tina, controlando que nada faltara en la mesa. Todo perfecto, todo tranquilo hasta la irrupción de Lola.<br />
"El <i>senior </i>Rafael está en la sala y quiere hablar con <i>usté</i>, niña Lourdes".<br />
Miguel y Alba no le prestaron atención, ellos siguieron en su mundo de cuentos. Discutían sobre el destino del protagonista de su historia preferida: "El sastrecillo valiente". ¿Sería capaz de matar al unicornio y al jabalí que tenía atemorizado al pueblo y así poder casarse con la princesa?<br />
Mercedes, en cambio, al escuchar a Lola casi se atraganta con un pastelito de batata y Lourdes pegó un brinco haciendo caer su silla y volcando la taza de café sobre el mantel inmaculado.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinqTUXbCB2YC4skmBgetrFSbWYBa8-9SxYjV0O9KnG94q2Tk1TmA5NXOl3gbelCnkzNe0jZJuNfaQaMgDpK5Gid_tpzHS7iSOOu_wEQXPhiJlrDqmRNcwCeChQjaP7XjVWI6iyJc8W-C4M/s1600/organillero.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="382" data-original-width="236" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinqTUXbCB2YC4skmBgetrFSbWYBa8-9SxYjV0O9KnG94q2Tk1TmA5NXOl3gbelCnkzNe0jZJuNfaQaMgDpK5Gid_tpzHS7iSOOu_wEQXPhiJlrDqmRNcwCeChQjaP7XjVWI6iyJc8W-C4M/s320/organillero.jpg" width="197" /></a></div>
Una vez recuperada la calma, Lourdes fue al encuentro de Rafael. Tina pensó, entonces, que sería recomendable enviar a los niños de paseo a la Recova. Era mejor mantenerlos alejados de la casa; presentía que algo trascendental sucedería esa mañana. Lola los cuidaría.<br />
_ ¡Miguelito!, ¡Alba!, <i>¡apurensen! </i>No se queden ahí <i>papando mojcas, pué _ </i>los regañó Lola cuando los niños se paralizaron ante el organillero que cantaba remedando el ritmo del candombe de los negros:<br />
"Ya se va el organillero,<br />
nadie sabe a dónde va,<br />
dónde guarda su canción,<br />
pobrecito organillero si el manubrio te cansó<br />
dale vuelta a tu corazón".<br />
Mientras el organillo ejecutaba pegadizas melodías, un simpático mono capuchino pedía la cooperación de los oyentes pasando entre ellos con una pequeña bolsa de terciopelo rojo.<br />
El monito hizo una morisqueta de alegría cuando el niño depositó en la bolsa un centavo. La reacción del animal provocó la risa de los asistentes que aplaudieron entusiasmados.<br />
_ ¡Miguelito!, ¡Alba! _ insistió Lola _ Se hace tarde...don Manuel va a cerrar el almacén y la Tomasa me va a matar si no le compro el maiz <i>pal´locro. </i><br />
<i>_ </i>¡Lola!, no molestes. ve tú sola, nosotros te esperamos viendo bailar al monito _ ordenó muy serio Miguelito.<br />
<i>_ Ta´güeno, </i>pero no se me muevan de acá. Yo voy de una <i>disparada</i> y enseguidita vuelvo _ les recomendó dudando de dejarlos solos. Aún así lo hizo y con rapidez cruzó la calle. Desde la vidriera del almacén los vigiló hasta el momento en que don Manuel la atendió.<br />
Imanol, a su vez, también los vigilaba desde la otra punta de la Recova. Esperó que la negra desapareciera para unirse a los espectadores.<br />
_ El señor Mojo _ ese era el nombre del mono _ quiere demostrar su agradecimiento a este público tan selecto y para ello eligirá a uno de ustedes para darle un gran abrazo _ alardeó con voz ronca el organillero.<br />
Alba comenzó a gritar y a dar saltitos de ansiedad para ser elegida por el señor Mojo.<br />
_ ¡Allí, esa niñita! Ven _ la llamó el hombre.<br />
Alba, emocionada, se abrió camino hasta el centro del improvisado escenario empujando y pisando a los asistentes.<br />
_ Señor Mojo dele un abrazo a este bella señorita _ el mono de un salto subió a los hombros de Alba y con sus brazos peludos le rodeó el cuello. Alba no se asustó, todo lo contrario, comenzó a reír y a girar cargando al animalito.<br />
Aprovechando que toda la atención del público estaba centrada en Alba y el mono, Imanol se acercó a Imanol.<br />
_ Miguelito, ¿te agrada el espectáculo? _ el niño, al reconocer al doctor amigo de su madre, sonrió afirmando.<br />
_ Sí, este organillero es muy bueno _ continuó Imanol _ Me atraen sus melodías y las cabriolas de su mono. Parece que tu hermanita se está divirtiendo en grande. Miguelito, ¿te gusta la miel? Acabo de comprar dos potes. Te invito a probarla untada sobre unos deliciosos bizcochos de grasa, ¿aceptas? _ Imanol ya tenía trazado su maquiavélico plan. Engatusar, engañar, atrapar...<br />
_ Me encantaría doctor Imanol, pero le prometí a Lola esperarla aquí. Además, no puedo dejar sola a mi hermana _ respondió con cortesía aunque deseando acceder a la invitación. Miguelito sabía que en la casa de Imanol había una importante biblioteca y él se moría por conocerla.<br />
_ No hay problema, acabo de ver a Lola en el almacén y la puse sobreaviso. Por Alba no te preocupes, Lola me dijo que estará aquí en unos minutos. Podemos irnos tranquilos, ¿qué te parece? Además quiero enseñarte un nuevo libro de fábulas que mi padre me envió de España. Tiene unas ilustraciones increíbles _ ésto último terminó por convencer al niño.<br />
_ Vamos, entonces, doctor Imanol _ respondió animado y dándole la mano se dejó conducir por las calles porteñas con destino desconocido.<br />
Poco tiempo después regresó Lola buscándolos. La gente seguía rodeando al organillero, lo aclamaban y rogaban por nuevas interpretaciones. Alba jugaba con el señor Mojo.<br />
_ ¡Alba!, por <i>diosito santo</i> dejá ese bicho y <i>vamo´pa´las casas _ </i>le gritó atemorizada al ver al mono encaramado en la espalda de la niña.<br />
_ No es un bicho, Lola, es un mono y es más inteligente que tú _ Alba se ofendió por el modo en que Lola trataba a su más reciente amigo.<br />
_ ¡Qué cosas <i>decí vo´</i>! Dejá a ese bicho, digo, a ese mono _ se corrigió al ver el ceño fruncido de la pequeña _ y <i>volvamo</i>´que tu mamá debe estar <i>priocupada</i> por la tardanza. Y el Miguelito, ¿dónde está? _ se puso de puntillas y con la mano sobre los ojos en forma de visera comenzó a buscarlo en las cuatro direcciones._ ¡Virgencita Santa!, no lo veo, ¿dónde se habrá metido? <br />
_ Habrá vuelto a casa. Seguro se puso envidioso porque el Señor Mojo me eligió a mí y no a él _ dijo despreocupada Alba mientras se despedía del organillero y su mascota.<br />
Lola corrió de punta a punta la Recova arrastrando a una Alba malhumorada.<br />
_ ¡No está, no está! _ repetía cada vez más asustada _ ¡Niño desobediente!<br />
Atravesó la plaza de la Victoria, el corazón le palpitaba acelerado...Miguelito había desaparecido y ella era la culpable.<br />
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<br />gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-36745826680936706312017-07-02T15:23:00.002-07:002018-08-22T15:01:58.410-07:00UN NUEVO AMANECER, Cap. 29<i>"Aceptó por fin la única verdad. Sólo en él radicaba</i><br />
<i> la capacidad para encontrar la felicidad".</i><br />
<i>Spencer Johnson</i><br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6nhY47N15msjAPKdCyiWEx8SXFD9webMqYJ3602d9jUIn4QliC4iwymiTgKk_3nu0xzHX3HPit1oCEd0gC9TF8gHBBEUo2qnCUbnT68Z_PiQE7JsqhfDy9OeadgOA1q1t6sy7wRrasrSA/s1600/Mujer-llorando.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="510" data-original-width="938" height="173" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6nhY47N15msjAPKdCyiWEx8SXFD9webMqYJ3602d9jUIn4QliC4iwymiTgKk_3nu0xzHX3HPit1oCEd0gC9TF8gHBBEUo2qnCUbnT68Z_PiQE7JsqhfDy9OeadgOA1q1t6sy7wRrasrSA/s320/Mujer-llorando.jpg" width="320" /></a></div>
Madrugó. Las sábanas de lino le escocían la piel. y los pensamientos roían su cerebro. Debía buscarla, hablar con ella...volver a amarla.<br />
Bajó con cautela la escalera del suntuoso caserón evitando hacer ruido para no despertar a Lorenzo. Tomaría un café para darse ánimo, aunque, pensó, mucho mejor le vendría una copa de ginebra. ¿Y si hurgaba en la bodega? ¿Se escandalizaría su anfitrión?<br />
Sonrió al imaginar la expresión de espanto de don Lorenzo Escalante al descubrirlo tomando a tan temprana hora.<br />
Escuchó movimientos en la cocina y hacia allí se dirigió. Tres negras jovencitas y todas robustas, corrían de un lado a otro preparando el desayuno. Ni se inmutaron al verlo llegar, continuaron con sus tareas como si él fuera invisible.<br />
Rafael se sentó en un banco de madera que acercó a la mesa. Inmediatamente, una de las negras puso delante de él un tazón de café humeante, una azucarera y una bandeja con tortas fritas.<br />
_ ¿Gusta algo más el <i>senior?</i>_ le preguntó con cortesía mostrando una deslumbrante dentadura. Sin esperar una respuesta, hizo una leve reverencia y prosiguió cebando mate a sus compañeras que conversaban como cotorras.<br />
Rafael las observaba entre divertido y perplejo. De repente, por la puerta que daba al patio, apareció Candelaria con una canasta llena de membrillos.<br />
_ ¿Qué es <i>tuito</i> este jolgorio? ¡Cierren el pico de una buena vez que están volviendo loco a don Rafael! _ las regañó.<br />
Lejos de enfrentar a la recién llegada, las mujeres obedecieron modositas. La actitud de las sirvientas asombró a Rafael.<br />
_ ¡Cande! _ la llamó _ Explícame como haces para tomar "la batuta" con tanta rapidez. Arribamos anoche y ya eres la "mandamás". ¡Increíble! _ meneó la cabeza sorprendido mientras saboreaba el café.<br />
_ Como la antigua cocinera dejó el puesto por <i>enfermedá, </i>Don Lorenzo me puso en su lugar y me dio "carta blanca"...<br />
_ ¿Carta blanca? ¿Y tú sabes que significa? _ la interrumpió risueño.<br />
_ Por supuesto, quiere decir que puedo hacer lo que se <i>me dea la gana</i> y estas mocitas _ dijo señalándolas con su regordete dedo índice _ me tienen que obedecer o se las verán con el patrón _ y en voz baja acercándose al oído le murmuró _ Parece que don Escalante tiene un <i>caráter </i>de los mil demonios y además...<br />
Rafael, al comprender que si permanecía escuchando, la verborragia de la negra se haría interminable. La interrumpió con amabilidad para no herir sus sentimientos y huyó al salón comedor.<br />
_ Buenos días, Rafael. Veo que seguís siendo madrugador _ lo sorprendió Lorenzo. Estaba cómodamente sentado en un sillón de tres cuerpos estilo Luis XV que años atrás compró de contrabando a un comerciante inglés. Con las piernas cruzadas y sosteniendo una taza de porcelana, lo invitó a compartir con él un exquisito té que contenía un misterioso artilugio.<br />
Lorenzo al notar la extrañeza del joven, lo ilustró de inmediato.<br />
_ Se llama samovar, un viejo amigo me lo trajo de Rusia. Está hecho de metal y al contrario de la tetera tradicional, posee su propia fuente de calor. Hay un dicho en Rusia: "sentémonos junto al samovar", que equivale a decir, tengamos una charla distendida y en buena compañía. Algo así como disfrutar de unos buenos mates en nuestro querido Buenos Aires.<br />
Rafael aceptó complacido.<br />
_ Si le agregas un chorrito de cognac su sabor se intensificará _ añadió guiñándole un ojo con picardía _ Bueno muchacho, ¿cuál es tu plan? _ continuó interesado.<br />
_ Hoy mismo hablaré con Lourdes para aclarar nuestra situación. Don Lorenzo, quiero agradecerle su intervención en todo este asunto, gracias a usted desenmascaramos a Imanol y a su hermana. Hace algún tiempo que vengo sospechando de ellos, pero al no tener pruebas de su manipulación debí callar por temor a malinterpretar sus conductas. Es cierto que Candelaria me advirtió sobre el peligro de unas infusiones recetadas por Imanol que debía beber todas las mañanas, infusiones que la astuta negra nunca me preparó. Se limitó a darme simplemente té de manzanilla _ Rafael se sentió liberado de una gran carga al compartir sus sospechas con Lorenzo.<br />
_ Como te dije anoche, yo no estaba tranquilo con el diagnóstico de ese doctorcito por eso consulté con mi amigo que es un médico de renombre. Te repito, él me dijo que era una verdadera sandez no ponerte al tanto de la verdad. Lourdes, Mercedes y tu madre, me suplicaron que no lo hiciera. Tenían miedo que algo malo te sucediera, es que ese Imanol les lavó la cabeza con sus absurdas recomendaciones. Pero, ya ves, nada terrible te sucedió, y ahora no te entretengo más. Ve a buscar a Lourdes y comiencen una nueva etapa junto a sus hijos. Después de tanto sufrimiento es hora de la revancha _ lo animó palmeándole la espalda varias veces. Luego de compartir el exótico té lo acompañó a la puerta y lo vio alejarse en el carruaje.<br />
Alrededor de las nueve, la aldaba sonó tres veces con estridencia. Lola, dejó de servir el café con leche a los niños y se apresuró a abrir el portón. Lourdes, miró intrigada a su abuela y a Tina. ¿Quién vendría a importunar tan temprano? Todas estaban desayunando en la cocina, les encantaba hacerlo allí, un ambiente agradablemente caldeado en el que siempre flotaba un delicioso tufillo a hierbas silvestres y a frutas frescas.<br />
Lola casi se cae de espaldas al reconocer a Rafael.<br />
_ ¡Don Rafael!, este...quiero decir , don Bautista _ se corrigió de inmediato. "Siempre ando metiendo la pata", se angustió.<br />
_ Esta bien Lola, puedes llamarme Rafael, no hay problema _ la sorprendió con la respuesta _ Quisiera ver a Lourdes, ¿la llamas?, por favor.<br />
_ Enseguidita, pero pase, pase _ lo invitó exaltada. "Acá hay gato <i>encerrao</i>"<i> </i>, pensó extrañada. _ Espere en la sala, la señora Lourdes está en la cocina desayunando, ya la llamo _ y salió disparada hacia la cocina como si hubiese comido un ají picante y necesitara calmar la sed.<br />
_ ¡Niña Lourdes!, ¡niña Lourdes! _ gritó sofocada atropellando a la pobre Tomasa que se disponía a levantar las tazas de la mesa.<br />
_ ¡Cuidado, negra tonta! _ exclamó enfadada.<br />
_ Perdón Tomasa _ se excusó contrita_ ¡Niña Lourdes!, en la sala la está esperando don Rafael _ la excitación de Lola alarmó a las mujeres. Los niños habían salido al patio trasero a jugar.<br />
_ ¿Rafael? _ repitió ilusionada Lourdes.<br />
_ ¿Y a qué no sabe cómo me pidió que lo llamara?<br />
_ Déjate de adivinanzas y explícate de una vez _ explotó Mercedes, Lola le agotaba la paciencia.<br />
_ Me dijo que lo llamara Rafael. Niña Lourdes, ¿don Rafa ya se acuerda de <i>tuito</i>? _ preguntó con inocencia.<br />
_ ¿Cómo podemos saberlo? _ intervino Tina _ Lourdes, cuando hablaron el otro día, él no dio muestras de recordar, ¿verdad?<br />
_ No, Tina. Simplemente me escuchó distante, sin sentirse protagonista de la historia que yo le narraba. No se acuerda de mí, ni de los niños, ni de ti, Tina. Ni siquiera reconoció a su caballo, a Moro _ se sintió tonta al decir esto último, pero estaba devastada, al borde de las lágrimas _ ¿Y ahora qué quiere?, ¿para qué me busca? ¡Estoy harta de sufrir, Tina, harta!.<br />
_ Te comprendemos Lourdes, pero este no es el momento de desmoronarse. Sé fuerte y enfréntate una vez más a él. Además me intriga el hecho de que le pidiera a Lola que lo llamara Rafel. ¿A ustedes, no? _ Mercedes, como siempre, era el puntal en los momentos críticos.<br />
Lourdes y Tina, al igual que Tomasa y Lola, la miraron con los ojos desorbitados.<br />
_ Es verdad, abuela. Acá sucede algo raro y lo voy a descubrir ahora mismo _ se secó las lágrimas con determinación y con paso rápido recorrió la galería hasta llegar a la sala donde él la esperaba impaciente.<br />
_ Buenos días _ lo saludó con frialdad _ ¿a qué debo su visita?<br />
_ ¡Lourdes! _ Rafael se avalanzó sobre ella sin poder frenar el ímpetu de abrazarla y besarla.<br />
Lourdes, aturdida por la insólita reacción de Rafael, permaneció rígida como un bloque de hielo.<br />
_ No entiendo...¿qué sucede? _ expresó apabullada. Se negaba a tener esperanzas, ¿acaso él...?<br />
_ Lourdes, soy yo, tu Rafa. El hombre que nunca dejó de amarte. Si bien mi memoria traicionera borró tu imagen de mi mente, siempre has estado encerrada en mi corazón _ le confesó entre lágrimas de emoción.<br />
_ ¿Cómo?, ¿cuándo? _ Lourdes estaba conmocionada. Había esperado tanto ese momento, y ahora se sentía flotar, tan mareada estaba.<br />
_ Sentémonos, estás muy pálida _ con delicadeza la acomodó en un sillón; luego acercó otro al de ella y se sentó. Tomó sus manos y las besó con devoción. "Lourdes", Rafael suspiró feliz.<br />
Ella, obnubilada, creía que todo era un sueño, un bello sueño.<br />
_ Aunque me negué a aceptarlo, quizás fue por miedo a sufrir una decepción, comencé a recordarte en la fiesta de compromiso de Joaquín. Desde esa noche no pude dejar de pensar en ti, tu perfume lo llevé impregnado en mi piel. Tu imagen me perseguía en sueños. Yo luchaba por alcanzarte, pero siempre te desvanecías. Cada vez que nos encontrábamos, una luz se encendía en mi memoria acercándome a la verdad. Mi verdad eres tú, Lourdes. Perdón por haberte hecho sufrir, perdón, perdón...<br />
Lourdes lo observaba a través de un velo de lágrimas. Creyó que el corazón le explotaría de felicidad.<br />
_ Rafa, mi amor..._ atinó a decir _ ¡Cuánto te extrañé!<br />
Se abrazaron y Rafael le susurró al oído parafraseando a su poeta predilecto: "Esta noche quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos".<br />
Lourdes, al comprender el mensaje, rió por lo bajo sonrojándose de puro placer.<br />
En ese momento, Mercedes carraspeó para llamar la atención de la pareja que parecía estar en otro mundo.<br />
Lourdes y Rafael la miraron y sonrieron.<br />
_ ¡Abuelita!, Rafa recuperó la memoria _ exclamó.<br />
_ Ya lo sé, ya lo sé...Rafael, muchacho, ¡que felicidad! _ Mercedes abrazó jubilosa al joven.<br />
_ ¡Hijo! _ Tina apareció detrás de Mercedes y se unió a ellos en el abrazo _ Desde que te creímos muerto viví en una tumba, pero hoy he vuelto a la vida. ¡Hijito querido! _ emocionada lo llenó de besos.<br />
_ ¡Madre!, otra vez juntos. Le prometo que no volveremos a separarnos.<br />
_ Esto merece un brindis _ el vozarrón de Lorenzo interrumpió los besos, las lágrimas y los abrazos.<br />
_ Mi hermano siempre encuentra un motivo para celebrar...<br />
_ Y para descorchar un buen vino torrontés _ todos aplaudieron entre risas la ocurrencia de Lorenzo.<br />
_ Lourdes, fue Lorenzo quién nos comunicó la buena nueva _ le aclaró regocijada Mercedes.<br />
_ ¿Y las copas? ¿Quién trae las copas? _ exigió Lorenzo.<br />
Con diligencia, Tina fue en su busca. Regresó al instante con una bandeja cargada de copas altas de cristal.<br />
_ Rafael, a los niños se lo diremos esta noche cuando estemos más calmados, ¿te parece? _ reflexionó Lourdes. Y él estuvo de acuerdo. Por suerte Miguel y Alba estaban en la plaza de la Victoria con Lola. Tina los había enviado allí presagiando una novedad trascendental.<br />
Lorenzo comenzó a llenar las copas y hasta Tomasa, Josefa y Domingo, los padres de Lola, participaron del brindis.<br />
_ Mamita, ¿qué festejamos? _ la súbita presencia de Alba los paralizó.<br />
_ ¡Lola!¿No te dije que te quedaras hasta el mediodía con los niños en la plaza? _ la amonestó ofuscada Tina _ ¡Nunca prestas atención cuando te hablan!.<br />
_ Es que...es que.. _ tartamudeó inquieta.<br />
_ Habla, ¿qué sucedió? _ la zamarreó Lorenzo presintiendo una desgracia. <br />
_ ¡Es que Miguelito desapareció! _ y se largó a llorar.<br />
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<br />gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3655570127430614334.post-72230419503474453672017-06-27T06:25:00.001-07:002018-09-28T05:27:21.291-07:00FELIPA, EN CARNE VIVA Cap.18<i>"Te toqué y se detuvo mi vida"</i><br />
<i>Pablo Neruda </i><br />
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Buenos Aires, Enero de 1819<i> </i><br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8qzN-GAc0SFmBV6S6I-elP1cqHIBzgCXJ_VZ649bB5VlUdet7MJ6_yoY0LUdKBsDJOrzNf-ySialLU4Klu9P2MI6DbcWr961yC_DLBitczMSGIKq0D8QzMhMTpvb2KzHws5S1p7wAg9pT/s1600/rosario.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="263" data-original-width="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8qzN-GAc0SFmBV6S6I-elP1cqHIBzgCXJ_VZ649bB5VlUdet7MJ6_yoY0LUdKBsDJOrzNf-ySialLU4Klu9P2MI6DbcWr961yC_DLBitczMSGIKq0D8QzMhMTpvb2KzHws5S1p7wAg9pT/s1600/rosario.jpg" /></a></div>
El calor agobiante la impulsó a abandonar la recámara buscando una brisa fresca a orillas del río.<br />
Con sigilo descendió de la cama, él dormía profundamente. Como de costumbre, apenas le dio un frío beso en la mejilla acompañado de un <i>"Buenas noches, querida". </i>Eso era todo, ni una caricia ni una palabra de amor. Casi un año después de la boda, estaban allí, en la quinta de verano, en las afueras de la ciudad, compartiendo con la familia su postergada luna de miel. Rosario lloró su error. "¿Por qué me empeciné en este matrimonio?, ¿por qué no escuché los consejos de mi madre, de mi hermana y Felipa? ¿Por qué fui tan tonta? El profundo amor que le profesaba hoy es un profundo odio".<br />
Rubén expuso decenas de pretextos para no realizar el viaje de bodas, todos sin fundamentos. Ella aceptó la decisión de su marido con sumisión y con la tonta esperanza de hacerlo realidad más adelante.<br />
Felicitas y Darío hicieron un corto viaje a Montevideo. La muchacha no deseaba estar fuera de Buenos Aires mucho tiempo por temor a que Darío sufriera una recaída. Si bien la salud de su marido era buena últimamente, ella era muy precavida y deseaba tener todo bajo control.<br />
Rosario sonrió al recordar el rostro eufórico de su hermana al regresar. Se la veía feliz y agradecida a la vida por haber cruzado su destino con el de Darío, un hombre que la amaba con desesperación.<br />
¡Cuánto envidiaba a Felicitas, y a Felipa, también! Se avergonzó de ese sentimiento egoísta. "Si sufro, es exclusivamente por mi culpa, por mi necedad. El nunca me amó".<br />
Se cubrió con un mantón bordado con hilos de seda multicolores, cerró con cuidado la puerta del dormitorio, en puntillas cruzó el comedor y se dirigió a la cocina. Todo estaba en penumbras. Sus pies desnudos gozaron al ponerse en contacto con el frío piso de piedras. Salió a la intemperie por una puerta trasera. El cielo estrellado le dio la bienvenida y la luna, muy oronda, la tiñó de plata. Corrió como una chiquilla traviesa los pocos metros que separaban la casona de la ribera.<br />
Parecía un hada medieval: el viento cálido golpeaba su rostro haciendo que su largo cabello castaño se desplegara como alas de mariposa. El mantón resbaló por su espalda dejando en evidencia sus suaves curvas a través del camisón de gasa transparente. Toda ella era luz.<br />
Lautaro la observaba de lejos apoyado en el tronco de un sauce que una tormenta de verano arrancó de raíz. No podía apartar su mirada de aquella visión mágica de otra dimensión.<br />
Obnubilado, recordó las historias de su abuela, una poderosa "Machi" de su tribu, una curandera capaz de resucitar muertos.<br />
Rosario, bella y etérea, le recordó la leyenda de "Nube Azul", esposa del cacique Melín a quién amaba perdidamente. Cuando él se ausentaba, ella no hablaba con nadie hasta que regresara, y sólo derramaba lágrimas de amor.<br />
Cierta vez el ejército de los blancos atacó la toldería en una tristemente célebre campaña para desterrar a los indígenas de las Pampas. El grupo de ranqueles comandado por el cacique Melín fue emboscado y masacrado sin piedad. De la matanza sólo sobrevivió Nube Azul, que a lomo de su caballo huyó hasta llegar a una laguna. Y allí, aterida de dolor, maldijo a los blancos antes de morir.<br />
Las palabras de su abuela flotaban en las sombras de la noche: <i>"Los antiguos aseguran que en las noches de lluvia el espíritu de la india sopla y sopla para que el agua llegue hasta el pueblo de los blancos buscando su aniquilación. Dicen también que hasta que no haya un acto de desagravio por tamaña matanza, su espíritu lleno de furia, dolor y amor por su hombre, seguirá rondando y los males no cesarán para el maldito invasor".</i><br />
Lautaro apreció el brío de esa india indómita en Rosario. Envuelta en una nube de gasas y sedas, parecía flotar sobre la bruma que se desprendía de las aguas del Plata.<br />
<i> </i>La vio detenerse frente a la inmensidad del río y como una paloma herida por un flecha certera, desplomarse en la arena húmeda.<br />
Sin pensarlo, salió disparado hacia ella. Debía abrazarla...debía saber que le sucedía.<br />
Se arrodilló a su lado, ella ni se movió. Notó que lloraba y se atrevió a tomarla entre sus brazos. Era la primera vez que tocaba su piel. Lo quemó. ¡Cuánto la deseaba! Desde pequeño la deseaba...la amaba en secreto. Sólo Alejo sabía de su sufrimiento.<br />
Ella no se opuso al contacto, todo lo contrario, descansó en su cuerpo. Rosario lentamente levantó la cabeza y sus miradas se cruzaron. Ella sonrió con timidez, él la imitó. Permanecieron en silencio...enlazados... descubriéndose.<br />
Sin meditarlo, la besó. El, el indio bastardo, nieto de "Chamanes", besó con codicia y pasión a la princesa blanca, la niña de sus sueños...y ella, no sólo lo permitió sino que le correspondió.<br />
_ Rori _ se escuchó decir mientras saboreaba el dulzor de su boca.<br />
"Soychu ha premiado mi paciente espera", pensó agradecido al dios Sol por el tesoro que tenía entre sus brazos.<br />
La tendió con delicadeza sobre la arena y él se recostó a su lado sin dejar de besarla.<br />
Conteniendo sus tremendas ansias de ella, desabrochó uno por uno los diminutos botones de la pechera del camisón.<br />
Temblando, dejó al descubierto los pechos níveos, turgentes, que lo invitaban a saciar su sed. Se apoderó de ellos, no con rudeza como lo hacía Rubén, sino con ternura, con reverencia.<br />
Rosario jadeó y él, envalentonado, recorrió con sus manos ásperas y callosas la piel sedosa y fragante de su amada. Olía a moras silvestres, dulces y frescas.<br />
_ Te quiero, Rori, siempre te quise, en silencio y sufriendo por creerte inalcanzable _ le confesó.<br />
_ Lautaro, fui una tonta. Persiguiendo un espejismo, no advertí el verdadero amor. Ahora lo sé...estoy segura. Yo también te amo, siempre lo supe, pero me negué a aceptarlo _ Lautaro la escuchaba sorprendido.<br />
_ ¿Cómo ibas a querer a un indio <i>inorante</i> y encima tuerto? <i>Vo´sos</i> una princesa, como esas de los cuentos que Alejo nos leía en nuestro refugio de la ribera cuando éramos chicos, ¿te <i>acordá?_ </i>hablaba sin interrumpir sus caricias, cada vez más atrevidas.<br />
_ ¡Shh! _ Rosario lo silenció poniendo un dedo sobre sus labios, él inmediatamente, lo atrapó entre sus dientes y lo saboreó como si fuera azúcar.<br />
_ Jamás vuelvas a repetir eso de "indio ignorante y tuerto". Perdiste el ojo en una batalla defendiendo la libertad de nuestra Patria. Te respeto y admiro por eso. Y si no acepté mi amor por ti fue por miedo al rechazo social. Soy muy cobarde...terca, necia y cobarde. Perdón Lauti. _ el usar el diminutivo con el que cariñosamente se llamaban en la infancia, lo desarmó. La apretó contra su corazón y la penetró con urgencia. Ella sintió fuego corriendo por sus venas.<br />
Se amaron con intensidad. Por primera vez Rosario gozó. Rubén la ultrajaba, la humillaba; en cambio Lautaro la elevó hasta el séptimo cielo.<br />
Rosario llegó primero al orgasmo, una explosión de sentidos que la hizo volar hasta alcanzar las estrellas.<br />
Lautaro creyó que su corazón iba a estallar, tan acelerado estaba. Estar dentro de ella era la gloria.<br />
Cuando la tormenta de sentimientos amainó, Rosario se acurrucó junto al muchacho y suspiró.<br />
_ Lo odio _ dijo en voz baja.<br />
_ ¿Te maltrata? Porque si eso hace lo mata ya <i>mesmo _ </i>se enfureció Lautaro.<br />
_ No, sólo me ignora _ respondió para tranquilizarlo revelando sólo una parte de la verdad. Rubén la despreciaba, se burlaba de su inocencia comparándola siempre con su amante, una francesa que conoció en el burdel que solía frecuentar y que luego acomodó en una coqueta residencia en las afueras de la ciudad. Por vergüenza nunca se lo contó ni a su hermana ni a Felipa, menos a su madre. No quería que sufrieran por ella.<br />
_ Rosario prometeme que si ese mal nacido te pone una mano encima me lo vas a contar enseguida _ ante el silencio de la joven volvió a insistir con vehemencia _ ¡Prometémelo!<br />
Ella acarició con ternura el parche que ocultaba la cuenca vacía. El se lo permitió, a ella se lo permitiría todo porque ella era su dueña.<br />
_ Si, mi amor, te lo prometo _ mintió, jamás lo pondría en peligro.<br />
"Mi amor", esas palabras pronunciadas por Rosario y dirigidas a él, lo emocionaron. Nunca, ni en su más loco sueño, creyó escucharlas alguna vez.<br />
_<i> Tonce, </i>¿soy tu amor? _ preguntó apocado.<br />
_ Claro que sí, siempre has sido mi amor. Yo fui la tonta que no lo supo ver _ contestó divertida por la turbación de su hombre _ Lauti, debo regresar antes de que Rubén se despierte y no me encuentre.<br />
La ayudó a sacudirse la arena del camisón y del cabello. Pero al tocarla la tentación lo asaltó y sin resistirse volvió a besarla.<br />
_ Debo regresar... _ le repitió apenas convencida. Ella también deseaba prolongar ese momento fascinante y singular.<br />
A regañadientes se separaron. La acompañó tomados de la mano hasta la entrada de la cocina. Un último beso y la promesa de encontrarse al atardecer siguiente sirvió de consuelo para despedirse.<br />
Rosario, con el alma ligera, regresó a la cama. Apoyó la cabeza en la almohada y cerró los ojos. Recordó los besos brujos de Lautaro y sonrió ilusionada.<br />
Rubén. a su lado, en sueños añoraba los besos con sabor a opio de su amante.<br />
Lautaro caminó reflexionando sobre lo sucedido hasta su rancho, una pobre edificación en los linderos de la propiedad de su patrón, don Ildefonso. Al pensar en él se enfureció; lo odiaba y a Rubén, también.<br />
"Hijo de puta, si me entero que la hacés sufrir te despellejo vivo".<br />
Al llegar se tiró en el catre, puso los brazos detrás de la nuca y clavó la mirada en el techo de paja. Se distrajo por un segundo con una araña que tejía meticulosa su elaborada tela, trampa para algún insecto distraído.<br />
"¿Y <i>aura</i>?, ¿qué hago? Quiero a la Rosario con mi vida, pero no tengo nada <i>pa</i>´ofrecerle. Vivo en este rancho de mierda, y encima no es mío, es de don Ildefonso. ¡Todo es de él hasta yo <i>mesmo</i> le pertenezco, carajo! Ella se merece lo mejor y yo no tengo nada, sólo mi amor. De una cosa estoy siguro, no la voy dejar en manos de ese bellaco. Rosario me mintió, sé muy bien que Rubén la trata como si <i>juera</i> un trapo y yo no lo <i>voy</i> permitir. ¡Maldito marica! Me la <i>voy</i> llevar lejos de acá...sí eso <i>voy</i> hacer. Antes tengo que hablar con Alejo, él es mi amigo, mi único amigo. El me va a aconsejar, confío en él". Al llegar a esta conclusión cayó en un sueño profundo y tranquilo. Por fin su deseo inalcanzable se había hecho realidad.<br />
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<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men"><i>Pablo Neruda </i></span><br />
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<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">Rafael era prisionero de una ensoñación cuando escuchó en la lejanía un griterío persistente. Luchó con su poca fuerza para librarse del trance ilusorio y pertinaz.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">De repente reconoció el vozarrón del tío de Lourdes, don Lorenzo Escalante, que lo llamaba con insistencia.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">Imanol lo amonestaba con insolencia por interrumpir la sesión de hipnotismo.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Es muy grave despertarlo en este momento. Su intromisión es inaudita, señor.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Tonterías. Rafael, necesito hablarte con urgencia _ pasó junto a Imanol como un vendaval empujándolo sin ningún miramiento.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ No le permito señor que se inmiscuya _ atacó con furia el médico. Intentó detenerlo interponiéndose entre él y Rafael.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ ¡Apártese! ¿Qué se propone hacer con este hombre? _ lo encaró.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Sólo deseo ayudarlo a recuperar la memoria...sus recuerdos profundos, y la hipnosis es ... _ comenzó a explicar imponiéndose recuperar la calma.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ La hipnosis, ¡un rábano! Aquí estoy yo dispuesto a decirle la verdad, algo que debimos haberlo hecho hace mucho si no hubiera sido por sus taimados consejos _ contraatacó Lorenzo rojo como un ají picante.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_¡Cómo se atreve! Mi diagnóstico está fundamentado en estudios científicos altamente calificados. Si usted ahora le revela la verdad podría ser devastador para Bautista _ Imanol estaba desesperado al ver que su plan se hacía trizas.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ ¡Rafael! Su nombre es Rafael. Basta de mentiras. Consulté con el doctor Domingo Cabred, director del Hospicio de Las Mercedes, que acaba de llegar de Alemania donde hizo un curso sobre "trastornos de la personalidad". El me dijo que probablemente Rafael al caer del caballo, sufrió una lesión cerebral, mínima pero lesión al fin. Secuela de ésto fue la amnesia, a la que el llama "enfermedad del alma". El doctor Cabred me recomendó revelarle a Rafael su historia sin ningún temor. El la asumirá sin consecuencias graves para su salud mental, todo lo contrario, lo ayudará a encontrar el camino para su recuperación absoluta. ¡Usted nos ha engañado! _ le recriminó enfervorizado _ Y ahora, ¡apártese! _ le repitió encolerizado.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">Imanol estaba desconcertado, por primera vez no sabía que actitud tomar. </span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ ¡Rafael! _ Lorenzo, tomándolo de los hombros, lo sacudió con fuerza. Rafael abrió los ojos desorientado.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ ¿Don Lorenzo? _ preguntó perplejo y algo mareado.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Sí, querido amigo. Estoy aquí para poner punto final a esta pesadilla que nos involucra a todos. Estoy harto de ver sufrir a mi sobrina, ella no lo merece y tú tampoco _ explotó conmocionado.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Amo a Lourdes con toda mi alma...y a mis hijitos, también _ confesó turbado.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">Imanol y Lorenzo quedaron paralizados al escucharlo. ¿Entonces, él...?</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Sé que mi nombre es Rafael Cané, que estoy casado con Lourdes Aguirrezabala y que tenemos dos hijos: Miguelito y Alba. Esta tarde, la plática que tuve con Lourdes me despertó de la pesadilla que hace meses vivo. Poco a poco fui recobrando mi vida. Recordé a mi padrino, Ciriaco Cuitiño; su afecto y también su cólera por desobedecer sus designios. Recordé a mi abuela Pancha, ¡cuánto la quise! Una viejita linda que siempre se sacrificó por mi bienestar. Recordé todas las penurias que debimos padecer Lourdes y yo por defender nuestro amor. Recordé lo felices que fuimos y el inmenso amor que nos tenemos...</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Y entonces, ¿por qué aceptaste que te hipnotisara? _ se extrañó Imanol. Su rostro apacible no delataba la tormenta de pasiones que se desataba en su interior. "¡Mierda! Recuerda a la perra, recuerda a los dos engendros, ¿cómo haré para retenerlo?", mascullaba impotente.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Porque necesitaba poner en orden mis pensamientos, clarificar mis recuerdos antes de hablar con Lourdes. Mis sentimientos son firmes, no tengo dudas sobre ellos, la amo Lorenzo. Cuando nos encontramos en el compromiso de Joaquín, algo se removió dentro mío. Desde ese instante no pude quitarla de mi mente y de mi corazón.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Muchacho, ¡qué feliz me hace escucharte! _ Lorenzo le dio un fuerte abrazo.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">Imanol los observaba furibundo. Debía simular alegría por Rafael, no todo estaba perdido, todavía tenía un as en la manga que muy, muy pronto lo utilizaría.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Rafael, me alergra que hayas recuperado la memoria _ Imanol se acercó a ellos sonriendo _ Está visto que las hierbas que utlicé para tu recuperación han dado su fruto, a pesar de las críticas de don Lorenzo _ dijo sarcástico.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Puede ser _ Rafael no quiso empañar ese momento grato revelándo sus sospechas, ya lo haría.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">Imanol no insistió y permaneció callado en un rincón de la biblioteca saboreando un brandy añejo, necesitaba templar su furia.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">Amelia entró intempestivamente. </span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ ¿Qué hace usted aquí? _ confrontó con acritud a Lorenzo _ Acaso no le advertí que no interrumpiera a mi hermano.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Lo que usted me advierta me tiene sin cuidado, mi estimada dama _ respondió socarronamente.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ ¡Insolente! _ Amelia lo miró ofendida y confundida buscó a Imanol que halló entre las sombras bebiendo y fumando. Se acercó a él y en voz baja preguntó:</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ ¿Qué está sucediendo?</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Sucede, Amelia, que he recuperado la memoria _ Rafael, al escucharla, decidió calmar su curiosidad.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ ¡Excelente! Entonces, la hipnosis ha sido un éxito. Te felicito hermano _ Amelia supuso que el plan de ambos se había concretado. Lourdes había quedado en el olvido _ En hora buena Bautista _ sin importarle la presencia de Lorenzo, abrazó y besó en los labios a Rafael.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Mi nombre es Rafael, aunque creo que ya lo sabías. Como también sabías que Lourdes es mi esposa. ¡Imanol!, ¿por qué me ocultaron la verdad?, ¿por qué seguir fingiendo? _ Rafael ya no pudo seguir ocultando su malestar.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">Amelia se desplomó sobre uno de los sillones. "¡Todo perdido!", pensó contrariada.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Según mi experiencia en el campo psiquiátrico, es perjudicial para el paciente enfrentarlo a la verdad cuando éste pierde la memoria. Por eso aconsejé mantener silencio hasta que tú dieras algún indicio de recuperación. Rafael, lo hice por tu bien _ Imanol se mostró dolido por la desconfianza de Rafael.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Lourdes aceptó su opinión médica, creyó en usted y usted la traicionó _ se crispó Lorenzo.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Les repito, todo lo que hice fue por el bien de Baut...de Rafael. Nunca fue mi intención alejarlo de Lourdes _ dijo traicionándose en esta última frase.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ ¡Claro que sí! Ahora lo veo claro, estás enamorado de mi mujer, querías separarme de ella. Por eso Amelia se me ofrece con insistencia _ estalló envarado.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ ¡Pedante!¿Cómo te atreves a tildarme de golfa? _ llorisqueó ofendida _ Lourdes nunca te querrá como lo hago yo, me escuchas, ¡nunca!.</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOEiniPsbfEYNOha19zvFe4VmGGiK8TfrXA0_-5xCaO1JTudt9ItOfCxnkaKZFU-Vxn59hyphenhyphenALzLGVQ7DArBomJJeMWhoiq3BbdHGqMefq2F9kVD2s91VWUDw5IhT4BYZlfpV_ifk5pgk-i/s1600/carruaje.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="705" data-original-width="461" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOEiniPsbfEYNOha19zvFe4VmGGiK8TfrXA0_-5xCaO1JTudt9ItOfCxnkaKZFU-Vxn59hyphenhyphenALzLGVQ7DArBomJJeMWhoiq3BbdHGqMefq2F9kVD2s91VWUDw5IhT4BYZlfpV_ifk5pgk-i/s320/carruaje.jpg" width="209" /></a></div>
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ ¡Calla! _ Imanol le gritó con severidad _ En parte tienes razón, Rafael, amo a Lourdes pero te garantizo que jamás me sobrepasé. Puedes preguntarle. Sólo quise disfrutar de su compañía por un breve lapso hasta que tú volvieras a ella. Ese fue mi pecado, perdóname. No fue mi intención lastimar _ admitió contrito.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">Amelia lo escuchaba sorprendida. Imanol siempre salía bien parado, en cambio ella...</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Lorenzo, ¿me permite pasar unos días en su casa hasta que resuelva mi situación con Lourdes? _ sin responder a Imanol y dándole la espalda, decidió poner fin a toda relación con aquellos siniestros hermanos.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Por supuesto muchacho, recoje tus cosas. Te espero en mi carruaje _ Lorenzo se mostró satisfecho de sacar a Rafael de esa casa.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ ¡No te vayas Bautista! _ lloró Amelia rebajándose, nada le importaba ni su orgullo ni su linaje, sólo él.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Ya te dije que mi nombre es Rafael. Amelia, entiende que no te quiero y ¡nunca voy a quererte! _ le recalcó con dureza.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ ¡Déjalo Amelia! _ Imanol la apartó con suavidad de Rafael. No soportaba ver a su hermana humillarse de esa manera. A pesar de todo él la quería. Ella lloró en su hombro y él se lo permitió.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">Por la ventana del gran salón vieron el coche tirado por cuatro corceles alejarse por las calles empedradas. Candelaria los acompañaba. Hasta la negra ignorante los abandonaba.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ ¿Qué haremos Imanol? _ preguntó destrozada Amelia.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men">_ Vengarnos, hermanita, vengarnos. _ una sonrisa pérfida iluminó su atractivo rostro.</span><br />
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men"><br /></span>
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men"><br /></span>
<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men"><br /></span>
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<span class="whole-read-more" data-can-replace-url="phrase" data-query="utm_source=internal&utm_medium=link&utm_campaign=phrase_snippet_wholetext" data-url-param-0="pablo-neruda-si-nada-nos-salva-de-la-muerte-al-men"><i> </i> </span>gisikenblogspot.comhttp://www.blogger.com/profile/16158305776069396145noreply@blogger.com0