Novelas en capítulos y cuentos cortos

jueves, 14 de mayo de 2015

Camino de Sangre y ... Rosas Caps. 21 y 22

                                                             21


El floreo del facón implicaba todo un arte impresionante cuando
los rivales se enfrentaban y sus armas, reflejando el sol,
parecían dos ruedas resplandecientes, dos espejos giratorios.
                                                                                               Guillermo E. Hudson


Tomaron por la Cuesta del Portezuelo.Debían escalar la sierra de Ancasti. Bellísimos panoramas los escoltaron desde que iniciaron su trayecto hacia Ipizca, Catamarca, en busca de Eulalia de Vildoza.
El día anterior habían hecho noche en la finca de Catalina, otra de las hermanas de Lorenza Reynafé, y de su marido Benigno.
La Domada, un pueblo pintoresco rodeado por ríos y arroyos, constituyó un goce para sus corazones atormentados por la persecución. Las súplicas que recibieron para que prolongaran su estancia entre ellos no bastaron para aplacar sus ansias de continuar viajando. Por consejo de Benigno cambiaron los caballos por mulas, aunque Moro, fiel compañero , continuó con ellos. ”Muchacho, las mulas son más aptas para el camino que piensan emprender”, les aconsejó.
Rafael montaba delante de Lourdes. De tanto en tanto giraba para comprobar que se encontrara bien. La sonrisa de Lourdes lo tranquilizaba. A Rafael le impresionaba ver como  los ojos de su mujer se confundían con “los mil tonos de verde” que los envolvían en un despliegue maravilloso de colores y aromas silvestres.
El sendero que tomaron y que escalaba por una ladera, era largo y serpenteante, un cordón montañoso lo bordeaba por un lado y por el otro, amenazantes precipicios.
Las mulas se movían seguras por esos terrenos irregulares, aunque lentamente y con paso desparejo. Muchas veces solían andar al borde del precipicio. Era entonces cuando Lourdes, que odiaba y temía a las alturas, cerraba con fuerza los ojos imaginando que cabalgaba libremente a través de su entrañable llanura.
La jornada iba transcurriendo y ellos continuaban ascendiendo. El camino se volvió más angosto y de curvas muy cerradas.La temperatura comenzó a bajar y Lourdes se envolvió en una manta confeccionada con lana de llama, obsequio de Catalina Reynafé.
Cordones de autóctonos molles, algarrobos, lapachos, quebrachos y palos borrachos matizaban el paisaje con tonos ocres y rosados.
Luego de un arduo ascenso alcanzaron la cima encontrando una vasta altiplanicie. El viento, molesto, soplaba en forma constante.Tomaron entonces por un curioso sendero bordeado por pastizales cruzados por pircas negras que los llevó directo a Ipizca.
Los sorprendió la noche destruídos por el cansancio.
Un changuito rezagado que conducía un rebaño de cabras hacia el campo de Eulalia los guió contento de haberse encontrado con forasteros.
La casa era vetusta con una galería que daba a un jardín en el abundaban los árboles frutales. A lo lejos se levantaban algunos corrales de piedra negra. Una vertiente del río del Valle, rica en pejerreyes y percas, bañaba la propiedad de Eulalia.
Como ya era costumbre, sus anfitriones los estaban esperando.
Delgada, el rostro curtido por el clima hostil, de porte dominante, lo que más se destacaba en Eulalia eran sus ojos oscuros e inquietos. Se acercó con elegancia a Lourdes y la beso cariñosamente. Saludó a Rafael y junto a José Domingo,su esposo,entraron al comedor en donde estaba dispuesta la mesa con una exquisita cena. Comieron vorazmente. Lourdes repitió el delicioso guiso de cabrito y limpió el plato,sin respetar las normas de etiqueta,con un crujiente pan de maíz. 
Una fuente de naranjas, dulces y jugosas, fue el remate adecuado para tan placentero festín.
Sentados en la galería disfrutaron de un zumo de lima ácido, fresco y fuertemente aromático.
_¿Cómo está Mercedes? Hace tiempo que no tengo noticias de ella.
_La abuela, ahora que el tío Lorenzo está a salvo en Montevideo, está más tranquila.La verdad es que pasamos tiempos de mucho sobresalto.
_Algo me informó Lorenza. Usted, Rafael, se jugó la vida liberando a Escalante.
_Ruego que los que me ayudaron no hayan sufrido las consecuencias de la fuga. Estoy preocupado por un amigo, sin su ayuda no lo hubiéramos logrado.
_No se aflija Rafael. En este momento lo importante es que puedan llegar sanos y salvos a Bolivia. No sé si sabrán que una niña de Buenos Aires, Camila O’Gorman, se escapó con el cura párroco de la Iglesia que frecuentaba.
_Sí, estamos al tanto_contestó interesado Rafael_¿los encontraron?
_No, pero Rosas desplegó un rastrillaje riguroso para dar con el paradero de ambos.
Lourdes escuchaba atentamente a esa mujer atractiva y de carácter, acostumbrada a manejar los negocios dejados por su padre al fallecer.”Nadie iguala en temeridad a Eulalia, nada la amedrenta”, Lourdes parecía escuchar a su abuela retratando a la querida amiga. De repente bostezó.
_¡Ay,niña!,yo aquí habla que habla y ustedes muertos de cansancio. ¡Elpidia!¡Elpidia! acompañalos a la habitación y dales todo lo que necesiten_una negra robusta y servicial apareció de pronto de atrás de una puerta ventana y con paso cadencioso los condujo a través de la galería .
Permanecieron una semana en Ipizca y para ellos fue un bálsamo de serenidad y verdor.Partieron un amanecer de cielo rosa y añil, cargados de provisiones y buenos augurios hacia San Miguel de Tucumán.
Como si fuesen los protagonistas de uno de los cuentos que le narraba su abuela de pequeña, se sumergieron en un valle mágico. Pasionarias, orquídeas, helechos y campanillas se abrían para darles paso entre jacarandaes, ceibos y lapachos. Lourdes estaba extasiada. Rafael, alerta. Tenía su trabuco cargado, por esa zona abundaba el pecarí y el temible yaguareté.
Un aullido ronco, de tono bajo los detuvo.
_¿Es un lobo Rafael?_tartamudeó Lourdes.
_No. Me parece que es un aguara guasú llamando a su compañera. No nos hará daño. Continuemos.
_Domingo cree que el aguará guasú es el lobizón un hombre lobo.
_¡Tonterías!Que imaginación tiene ese cochero.
_Sí, tonterías_aunque Lourdes no estaba muy convencida.
Un bosquecillo de chañares les ofrecía un buen refugio para pasar la noche. El entramado denso de su follaje los protegería de la lluvia que a menudo los sorprendía. Rafael se trepó y arrancó algunos de sus frutos, carnosos y dulces, y se los alcanzó a Lourdes que se los devoró con el entusiasmo de una chiquilla golosa.
Sobre un acolchado de hojas secas extendieron sus quilangos. Lourdes se durmió enseguida. Rafael permaneció vigilante. Algo le molestaba y la mantenía inquieto.
Pasos sigilosos,respiración contenida y de repente...ahí estaba,erguido delante de él.No estaba solo,tres más lo miraban con fiereza. Por un instante Rafael se sintió indefenso, pero al volverse hacia Lourdes y verla tan vulnerable, su sangre hirvió de ira.
_Santa Coloma_escupió el nombre.
_¡Ajá! Nuevamente nos cruzamos y esta vez no te me vas a escapar.
_¿Quién te mandó a seguirnos? El padrino...
_El mesmo,Lástima que me haiga pedido que no te mate. Si...es una gran lástima,me salgo de la vaina por hacerlo aunque pensándolo bien no me dio ninguna recomendación sobre ella_con la punta de la bota le pateó una pierna a Lourdes que se despertó con un grito de horror.
_¡A ella no la tocás!_ahí mismo desenfundó el facón dispuesto a dar pelea.
Santa Coloma era un experto “visteador”, es decir, de vista y reflejos rápidos; dueño de un buen acopio de mañas y de un gran dominio de emociones.
Rafael, por su parte, no se quedaba atrás en la esgrima criolla. Bien afirmadas sus piernas, el torso algo quebrado y adelantado trataba de llevar a Santa Coloma hacia las imperfecciones del terreno para que al trastabillar le pudiera “entrar”.
Comenzaron a danzar según el compás de la muerte. Unos puntazos se atajaban, otros se desviaban ya sea con facón o con el poncho que les envolvía el brazo opuesto al del armado con el facón, en un movimiento continuo, cubriéndose el torso y la cintura.
Lourdes los observaba aterrada. Nunca en su vida rezó tanto.”Madre protéjalo, no quiero quedarme sola. Mamita Pancha,que no lo lastime”.
Por un descuido, Santa Coloma siempre confiado, se tropezó con una raíz y cayó al suelo. Rafael aprovechó la situación y se le tiró encima. Con una mano le aplastó el brazo armado y con la otra le clavó la punta del facón en la garganta provocándole una herida superficial.
Los demás mazorqueros, testigos de la riña, apuntaron con sus tercerolas a Rafael.
_¡Detenganse!¡No se metan,carajo!Esto es algo entre esta mierda y yo_les ordenó Santa Coloma.
_Se acabó, hijo de puta. Volvete para Buenos Aires y decile al padrino que nos deje en paz.
_Yo soy tu mandadero, imbécil. Soltame, me voy pero antes....te dejo este recuerdito_con una pericia increíble Santa Coloma liberó el brazo y con agilidad le clavó el facón entre las costillas a Rafael.De un empujón se lo quitó de encima y con una carcajada siniestra se despidió de Lourdes.
_Que tu amante le dé mis saludos a San Pedro....ah....y también a su amiguito Camilo Santibañez. Ese traidor tuvo su merecido.
Santa Coloma y sus secuaces montaron y se perdieron en la espesura del bosque.
Lourdes corrió desesperada hasta Rafael. Al darlo vuelta su mano quedó cubierta de sangre. Gritó impotente. ¿Qué hacer?
_Mi amor no te asustes no es nada_trató de calmarla antes de caer en la inconsciencia.



                                                                 22


“...los clamores cotidianos de la tiranía
no podrán contra los progresos fatales
de la libertad.”                                        
                                                                Juan B. Alberdi



Un centenar de agujas le perforaban el cráneo.”¿A qué nueva tortura me están sometiendo?¿Mi padrino logró capturarnos al fin? ”Lentamente abrió los ojos. Le pareció ver en la lejanía una vela solitaria que arrojaba una luz tenue que iluminaba una habitación desconocida para él.”¿Dónde estoy? Lourdes....mi hijo". Se desesperó.
_¡Lourdes! ¡Por amor de Dios,Lourdes!, ¿dónde estás?_cada vez que emitía una palabra le estallaba la cabeza. Al sentarse atropelladamente en la cama un fuego abrasador le subió al rostro desde la cintura. Se volvió a recostar. El ardor era insoportable.”¿Qué me sucede?”, entonces recordó. ”Santa Coloma, hijo de puta.”
_¡Lourdes!_repitió a pesar del dolor.
La puerta se abrió de repente y Lourdes se apresuró a abrazarlo.
_Rafa, por fin despertaste_sus manos volaron hacia la frente. No tenía fiebre. Respiró aliviada.
_¿Cómo llegamos acá?
_Estamos a salvo, mi amor. Lo único importante es que te recuperes. Lo peor ya pasó. Mi madre y tu abuela, desde el cielo,  escucharon mis ruegos. Ahora es necesario que duermas amor.
Rafael consiguió conciliar un sueño tranquilo y reparador como hacía mucho tiempo no tenía.
Lourdes, con cuidado para no hacer ruido, corrió la mecedora de algarrobo hasta la cabecera de la cama. Al comprobar que Rafael comenzaba a mejorar una pesadez se apoderó de su cuerpo vapuleado por el trajín del viaje, por el embarazo y por las angustias sufridas.
Mientras lo observaba dormir rememoró las últimas vivencias. Cuando Lourdes se dio por vencida, creyendo que moriría junto a Rafael que se desangraba, cuatro hombres aparecieron de la nada. Eran peones de una finca cercana que estaban persiguiendo a un puma que estaba haciendo desmanes en el ganado.
En un principio, Lourdes los miró desconfiada, pero al darse cuenta de la sincera preocupación de los hombres agradecida aceptó la ayuda que le ofrecían.Como era imposible que Rafael montara, fueron en busca de una carreta para trasladarlo.
Esperó poco menos de una hora, sin embargo para ella significó una eternidad. Se sentía desvalida ante la urgencia de salvar a Rafael. Lo auxilió comprimiendo la herida con un trozo de su enagua de lino que desgarró desesperada. 
Cuando los vio llegar  revivió.
Con una delicadeza que no condecía con la apariencia ruda de los peones, acomodaron a Rafael en la parte trasera de la carreta sobre un colchón de pieles de ovejas.
Luego de un corto trayecto arribaron a la finca “El Vizcacheral”, propiedad de la familia Roca. Tomaron por un sendero custodiado por frondosos nogales y cedros cubiertos de orquídeas que los condujo directamente a la puerta principal del caserón.
Los peones apearon de la carreta a Rafael y a través de una larga galería lo llevaron hasta una amplia habitación, apenas iluminada por los tímidos rayos del amanecer. Cuando lo depositaron en la cama se quejó débilmente provocando un llanto descontrolado en Lourdes. En ese momento entró en la habitación una mujer de mediana edad,delgada, de ojos oscuros al igual que su cabello que lo usaba recogido en un rodete. Su tono de voz aunque cálido, reveló inquietud al encontrar a Lourdes tan desconsolada. Se acercó a Lourdes y tomándola de la cintura le señaló un sillón para que se relajara.
_Mi nombre es Agustina Paz y mi marido es el Coronel Segundo Roca. Estás en mi casa muchacha y vamos a hacer lo imposible para que tu ¿marido?_Lourdes hizo una señal afirmativa_para que tu marido se recupere. Es imprescindible que estés tranquila por tu bien y el de la criatura_con dulzura le acarició la incipiente redondez del vientre.
_Soy Lourdes Aguirrezabala y mi marido es Rafael Cané_consigió explicar_No queremos traerles problemas. Mi marido desertó de la Mazorca y uno de sus principales oficiales nos halló cerca de aquí. Se trabaron en una pelea con facón y el otro lo hirió en un costado.
Tomándola de las manos trató de serenarla.
_Ya mandé llamar al doctor Carlos Balbuena. Es excelente.Lo va a sacar adelante, vas a ver.
Un golpe suave en la puerta anunció al médico. Su apariencia física no ayudó para que Lourdes se tranquilizara. Calvo, gordo, bizco, desaliñado aunque pulcro en su vestir. Sin mirarlas ni saludar se dirigió directamente hacia la cama. Le retiró las vendas y evaluó la gravedad de la herida. Luego le pidió a una india ,vieja y bajita, que lo asistía que llenara de agua la jofaina que se encontraba sobre una cómoda. Se lavó concienzudamente las manos, se las secó y volvió con Rafael. La india ,que había desaparecido mientras el doctor Balbuena se higienizaba,regresó con un vaso que contenía un líquido oscuro.
_¡Usted!_se dirigió por primera vez a Lourdes_Ayúdelo a beber este jugo de moras. Es anestésico. Le ayudará a soportar el dolor cuando lo suture.
Sorprendida Lourdes obedeció sin pronunciar palabra. Con gran esfuerzo logró que Rafael se lo bebiera, acto seguido presenció cómo el médico cosía con destreza la superficie de la piel con una aguja delgada, previamente esterilizada en el fuego, y con hilo de seda. Cada punto con una sutura propia e independiente,separando un punto de otro. Rafael,adormilado parecía no sentir el paso de la aguja  en su cuerpo. Lourdes miraba fijamente, mareada.
_¡Doña Agustina!Llévese a la señora,se está por desmayar
Apenas pudo terminar la frase cuando Lourdes cayó redonda en brazos de doña Agustina que con esfuerzo pudo arrastrarla hasta uno de los sillones. 
El doctor Balbuena sin interesarse en Lourdes, continuó con su tarea. Al terminar de suturar, dejó uno de los extremos abiertos de la herida para que drenara el pus.
_¡Chaya!, la cataplasma, ¡pronto!
La india se aproximó con un cuenco de barro que contenía un emplasto hecho con yema de huevo, aceite de rosas y teberinto. Balbuena lo aplicó sobre la herida y luego la vendó.
_Terminamos.Chaya mantené la herida limpia.Realizá la cura cada tres días, bueno, para que te explico si vos sabes mejor que yo lo que se debe hacer. Cuando despierte que beba el depurativo de la sangre, si levanta fiebre, una cucharadita de esencia de sauce llorón. Lo dejo en tus manos Chaya.
Sin esperar respuesta se dirigió hacia las mujeres. Lourdes ya había vuelto en sí y lloraba en el hombro de doña Agustina.
_No llore mujer. Su marido se pondrá bien. No fue una herida profunda.Las costillas le protegieron los pulmones.Si no se infecta, esperemos que no, en pocos días se recuperará.Y ahora es su turno mi señora_con amabilidad y simpatía le tomó el pulso a Lourdes_Perfecto.¡Chaya!, una tisana de tilo para doña Lourdes. Le recomiendo que se refresque y descanse.
_Tengo que cuidar a Rafael. No lo voy a dejar solo_protestó.
_De ninguna manera, puede recostarse a su lado_la tranquilizó el doctor_Pero antes tome un baño que le sentará de maravillas y coma un refrigerio, Chaya estará con él mientras tanto. Le aseguro que todo saldrá bien.
Lourdes se sentía avergonzada. Había juzgado de inepto al doctor Balbuena por su apariencia física y sus malos modales. Sin embargo la habilidad y sabiduría en el arte de curar la habían sorprendido. No supo como agradecerle. Las palabras se le quedaron atoradas sin poder pronunciarlas. Lloró y lloró. El la abrazó paternalmente y la instó a beberse la tisana que Chaya diligentemente ya le había preparado.
Recordando su llegada a “El Vizcacheral” la sorprendió el sueño.
_¡Lourdes!¡Lourdes!¡No la toques maldito!_los gritos la despertaron.
_Por favor Rafael, fue una pesadilla. Santa Coloma huyó.
Lentamente Rafael abrió los ojos. Allí estaba Lourdes más bella que nunca,su mirada verdemar transmitiéndole su enorme amor.
_¿Dónde estamos?¿Qué pasó?_preguntó alarmado.
Lourdes se inclinó, apoyó sus labios sobre la frente de Rafael, seguía fresca. El, con un movimiento rápido se apropió de su boca carnosa y besándola con premura ahogó las protestas de la joven.
_Rafa, cuidado con la herida,se puede abrir_rezongó  disimulando una sonrisa.
Brevemente le contó todo lo que les sucedió desde su encuentro con Santa Coloma hasta su arribo a la finca de los Roca.
_El doctor Balbuena es excelente. El salvó tu vida con la ayuda de Chaya.
_¿Chaya es esa india antipática que me atosiga con menjunjes?
_¡Rafa!,no hables de ese modo.Gracias a esos menjunjes como los llamas, no tenes fiebre ni infecciones._lo retó _además no es antipática,ella es muy seria .Es una chamana muy sabia,me lo dijo doña Agustina.
En ese momento escucharon un tímido golpe en la puerta.
_Esa debe ser Chaya que viene a curarte...no protestes y sé gentil.
Divertido Rafael observó con cuánta elegancia Lourdes la invitó a pasar
Bajita,de cabellos plateados sujetos en una sola trenza que le llegaba más allá de la cintura. La expresión de su rostro ajado transmitía una sensación de bienestar que era contagiosa.
Rafael quiso agradecerle, pero Chaya se llevó el dedo índice a la boca pidiéndole que se callara. Sus manos pequeñas, callosas y diestras lo trataron con ternura. Con sumo cuidado lavó la herida con agua de cola de caballo y luego la cubrió con hojas molidas de llantén y miel de abejas.
Cuando concluyó les dirigió una mirada penetrante y sagaz que delataba la experiencia de vida que atesoraba en su interior. Los jóvenes enmudecieron, cohibidos por su presencia. Entonces Chaya les sonrió y desapareció.
Al rato llegó doña Agustina muy satisfecha.
_Me acaba de comentar Chaya que se siente mucho mejor.
_Doña Agustina no sé cómo agradecerle lo que ha hecho por nosotros.
_Ni lo mencione. ¿Acaso no dicen los Evangelios que hay que socorrer al prójimo cuando está en dificultades?
_Sí, pero pocos lo hacen_respondió con pesar Lourdes.
_No digas eso, a nosotros hasta ahora nos han tendido la mano, si no hoy no estaríamos en esta casa generosa.
_No se hable más del tema, lo importante es que se está recuperando. El doctor Balbuena se va alegrar con la noticia. Probablemente esta noche pase a visitarlo. Mi marido tuvo que salir de urgencia por unos inconvenientes que surgieron en la venta de nuestro ganado pero me dejo dicho que se sintieran como en su propia casa. Sólo espero que el bochinche de mis hijos no los molesten demasiado.
_Rafael, doña Agustina es madre de seis muchachitos adorables. Mi preferido es Julito, tan dulce y tan inteligente a pesar de tener tres años...
_Julio es un amor. Con Segundo pensamos que va a llegar a ser alguien importante. Lo apodamos “zorrito” por lo astuto, siempre sale airoso de sus travesuras.
_El otro día le conté que yo estoy esperando un bebé y ¿saben lo que me dijo?”Vamos a ser buenos amigos tu hijo y yo porque los dos te queremos muuuucho”, se colgó de mi cuello y me estampó un pegajoso beso de chocolate.
_¡Uy! El chocolate es su golosina preferida...Bueno no los aburro más hablándoles de mis hijos.Dentro de un rato les alcanzo la cena.Querrán comer solos o me equivoco_con picardía les guiñó un ojo y salió en medio de un frufrú de sedas. 
Alrededor de las diez de la noche pasó a controlar al convaleciente el doctor Balbuena.
_Muchacho me alegra verlo rozagante.
_Gracias doctor,sin su intervención ya estaría del otro lado...
_...y la de Chaya,Rafael,no se  olvide de Chaya. Aunque lo sorprenda yo aprendí mucho de ella. Chaya me enseñó el poder curativo de las plantas y eso es sumamente valioso. Le parecerá raro lo que le voy a decir pero Chaya y el químico Pasteur son mis dos grandes referentes. Extraña combinación¿verdad?
_Lourdes es una fiel admiradora de Chaya, doctor.
_Hace bien en serlo señora. Yo la conocí en esta casa hace veinte años y desde entonces siempre le pido consejos cuando me siento perdido en el tratamiento de algún paciente.
_Doctor ¿cuándo podemos irnos? Nos urge llegar a Bolivia
_Estoy al tanto de su situación, pero tranquilo, la herida debe cicatrizar completamente. Por lo menos deben esperar una semana más.
_¿Tanto?_se impacientó Rafael.
_Sí, no debemos correr riesgos innecesarios. Piense en su mujer que bastante sufrió pensando que lo perdía.
La convalecencia resultó ser un recreo de mimos y atenciones solícitas. Lourdes y Chaya se esmeraron en alimentarlo para que recobrara las fuerzas perdidas. Esa india, que le recordaba a mamita Pancha, terminó robándole el corazón.
Chaya, siempre silenciosa, el día de la despedida se mostró tierno y cariñoso haciéndolos estremecer.
_Lourdes, esta pomada es para que se la untes todas las noches sobre la cicatriz, es para evitar la tirantez de la piel.
La pomada estaba confeccionada con llantén, calabacita, menta, oreja de gato, cedrillo, eucalipto, ty pycha jú, tape cue, grasa de cerdo, restos de vela y cera de abeja. Chaya la había preparado con esmero para esa pareja de enamorados que le traía a la memoria la leyenda del invencible guerrero Tupac Canqui que se atrevió a ingresar al templo sagrado donde se congregaban las vírgenes sacerdotisas del Inti, el dios Sol. Allí descubrió a una bella ñusta aclla (sacerdotisa en quechua) de la que se prendó perdidamente. La sacerdotisa le correspondió, consciente de ignorar las restricciones de su religión para las elegidas. Juntos se escaparon buscando proteger el vientre de la aclla lleno de vida. El poder imperial bramó ante el desacato y destinó grupos armados para castigar a los culpables de tremenda transgresión. Tupac Canqui y la sacerdotisa lograron evadir a sus perseguidores y tuvieron muchos hijos que fundaron el Imperio Diaguita,  el pueblo de Chaya.
_Este presente es pa’vo Lourdes_le entregó una pequeña luna de plata repujada que pendía de un cordel de cuero_Es Killa, la luna, un talismán que protegerá tu embarazo y te librará de toda desgracia. Usalo siempre. 
Lourdes, emocionada, la abrazó deseando no separarse de esa mujer dueña de una extraordinaria fortaleza espiritual.
Doña Agustina con toda su prole permanecieron en la tranquera saludándolos a medida que se alejaban con pañuelos multicolores.
_Mamá ¿volverán?_la interrogó Julio con los ojitos húmedos.
_Sí, zorrito, Lourdes lo prometió. Acordate que su niño será tu mejor amigo.
_Mi más querido amigo, estoy seguro_aseveró convencido el futuro presidente de los argentinos.