Novelas en capítulos y cuentos cortos

viernes, 23 de septiembre de 2016

ALAS PARA UNA ILUSION, Cap 39

"Te amo hasta la profundidad, la anchura y la altura que mi alma puede alcanzar". 
Elizabeth Browing



La tormenta amenazaba con desatarse sin piedad sobre la ciudad. Las estrellas, como fantasmas nocturnos, bregaban por abrirse paso a través de la densa niebla que intentaba devorarlas.
Lupe las observada desde el ventanal que daba al jardín. A pesar del calor, un escalofrío le provocó un leve temblor.
Arturo corrió a su lado y le cubrió los hombros con un chal que descansaba sobre el sofá.
_ ¿Tienes frío? Deja que te abrigue _ le susurró al oído.
_ ¡Oh!, gracias _ se sobresaltó complacida por el gesto caballeroso.
_ ¿Estas preocupada por Renzo?
Renzo, luego de cenar salió apresurado tras recibir una misteriosa llamada. "Detesto dejarte solo con Lupe, pero me urge ir al Gato Negro", le dijo a Arturo en voz baja para evitar que su mujer escuchara.
_ ¿Tendría que estarlo? _ contestó irónica, ella había captado el intercambio de palabras entre los hombres, aunque sin entender.
_ Ven, sentémonos. Te noto nerviosa, ten. Toma este brandy, te reconfortará _ le dijo mientras la conducía del brazo hasta una suntuosa chaise longue. Se sentó junto a ella.
_ Gracias, pero no estoy nerviosa, sólo angustiada. Hace tanto tiempo que no sé nada de Lina..._ suspiró.
_ ¡Esto es inaudito! Los celos de Renzo son enfermizos. ¡Mira que inventar la parodia de tu enfermedad! _ se ofuscó.
_ El es así. Tiene celos de Lina, de la música, de todo aquello que pueda anteponerse a él. Mi mundo debe ser él y sólo él _ se lamentó. Lupe dejó la copa de brandy sobre una mesita laqueada y se cubrió el rostro con las manos. "No debo llorar", se propuso.
_ ¡Lupe! ¡Mi queridísima Lupe! _ Arturo, dejando de lado cualquier reparo, la abrazó y besó sus cabellos cobrizos, ese cabello que le provocaba insomnio desde hacía tanto tiempo.
Ella, sin pensarlo, lo abrazó también. Necesitaba refugiarse en ese hombre que la comprendía.
_ Me siento tan sola, Arturo
La tristeza de ella lo conmovió. Con delicadeza se separó de Lupe y la miró a los ojos, tan azules, tan insondables...
.
_ No estás sola, yo estoy a tu lado, cuidándote, protegiéndote. ¡No temas, mi amor!_ le soltó con ternura.
La inesperada declaración alarmó a la joven.
_ Por favor Arturo, no me llames así. Si Renzo te escuchara...
_ Muy poco me importa Renzo. Estoy harto de él. Se comporta como un canalla contigo y ¡ya no lo toleraré más!.
_ ¡Arturo! ¡Arturo! ¡Calla! _ le suplicó _ No podría soportar que algo malo te sucediera. Renzo está loco.
_ ¿Te preocupas por mí, Lupe? _ expresó con un brillo de esperanza en la mirada.
_ ¿Cómo puedes preguntarme eso? ¡Claro que me preocupo por ti!_ rogó fuerzas al Cielo por no revelarle su amor, un sentimiento recién descubierto y que la atemorizaba por sus consecuencias fatales.
_ Lupe, sabes que te amo. Por ti cambie de vida. Por ti sería capaz de enfrentar a mi hermano y hasta a mi madre. Nada me importa, sólo tú _ sin esperar una respuesta la besó descontrolado. Tanta pasión retenida terminó por explotar como un volcán dormido durante mucho tiempo.
Lupe no se resistió. Le devolvió el beso, un beso lento y urgente a la vez.
Arturo, al notar su entrega, vibró de placer. No era un sueño, Lupe se le entregaba complacida.
¡Cuántas veces soñó con ese cabello semejante a llamas voraces desparramado sobre su cuerpo desnudo mientras la hacía suya!
Sus besos se deslizaron imprudentes a lo largo del cuello de Lupe y bajando la blusa de gasa, siguieron su camino hacia los pechos de la joven ansiosos de caricias.
_ ¡Basta Arturo! ¡Basta! _ gimió sin convencimiento.
_ No te niegues, ¡cuanto he deseado tenerte en mis brazos! _ dijo sin dejar de besarla _ Eres como una rosa, frágil y aterciopelada. No permitas que sus espinas nos separen.
"Esas espinas son mi defensa contra Renzo", pensó dolida.
Solos en la enorme casa, la pasión se desató entre ellos con la misma ferocidad de la tormenta que rugía en el exterior.
Lupe gozó como nunca. Con Renzo jamás gritó al llegar al orgasmo. En cambio con Arturo todo era pura electricidad.
Una lluvia suave siguió a la tormenta, una lluvia melodiosa que adormeció a los amantes.
_ Eres tan bella Lupe, te amo, tu eres mi eternidad _ le dijo apasionado _ Sabes, hay cosas que sólo pueden decirse besándose, sólo salen del alma si las llamas con un beso...
Lupe lo amaba por su gentileza, por su dulzura, por su manera de expresar los sentimientos.
_ Arturo, me siento avergonzada. Esto no debía haber sucedido _ ruborizada comenzó a vestirse.
_ Esto fue lo más hermoso que pudo habernos pasado. Nos pertenecemos, Lupe.
_ No, le pertenezco a Renzo, él es mi dueño _ gritó con rencor _ ¿Acaso no te has dado cuenta como me persigue, como me vigila, como me acosa?
Sin poder ahogar la angustia rompió en un llanto amargo.
_ Mi amor, hablaré con Renzo. Verás como se soluciona todo.
_ ¡No! ¡Renzo, no!_ se desesperó _ El te matará.
_ Calmate Lupe, esta bien no lo haré _ mintió _ Serénate mi amor.
_ No me llames así, Renzo podría escucharte _ dijo mirando hacia todos lados.
_ Renzo no está, tranquila Lupe _ Arturo intentó abrazarla.
_ No me toques, en cualquier momento puede aparecer y si nos descubre juntos es capaz de una atrocidad. No deseo que te haga daño. Muy tarde comprendí que te amo.
_ Lupe, no te imaginas lo feliz que me hace tu amor _ la tomó entre sus brazos a pesar de la resistencia de ella. "El Lobo está en su guarida disfrutando de sus putas. Tardará en regresar", pensó aliviado.
_ Esperemos a Ana. Renzo la respeta _ Ana era la esperanza de Lupe, sólo ella podría rescatarla.
_ Como tú quieras  _ dijo resignado. "¡Zángano! La respeta por su dinero. ¡Que sería de él sin el dinero de nuestra madre!", meditó.
_ Falta poco, en unos días estará con nosotros _ una sonrisa expresó su ilusión.
_ No Lupe, mamá recién volverá a principios de mayo. Una prima la está reteniendo...
_ No puede ser. ¿Es que esta tortura nunca acabará? Si ella no regresa, no podré ver a Lina...él no me lo permite. ¿Y nosotros?, ¿qué será de nosotros? Prométeme que no lo enfrentarás _ estalló.
Como Arturo permanecía en silencio, insistió con desesperación.
_ ¡Prométemelo Arturo!
Arturo no pudo responder. La puerta se abrió con violencia.
Renzo apareció trastornado, blanco como la cera. Una mancha roja crecía en su camisa.
_¡Lupe! _ atinó a decir antes de caer inconsciente en el hall de entrada.