Novelas en capítulos y cuentos cortos

jueves, 25 de junio de 2015

La Cabecita Negra Cap 3

Una brisa fresca las despertó el día soñado. Se apresuraron a asearse y a vestirse. Luego prepararon, como acostumbraban, el frugal desayuno: mate dulce y pan casero. Esa mañana lo acompañaron con un dulce de tomate que les regaló de su producción la tía Celina, hermana de su madre. Todo un festín.
_ Sofía, calentá el agua para el mate, y ¡que no hirva!_ Alma, la autoritaria, distribuyó las tareas entre sus hermanos_ Amanda cortá el pan; Mati despertá al César,¡que se levante ese haragán!, hay que cortar leña...se nos acabó ayer.
Al entrar a la cocina, doña Antonia encontró a sus hijos disfrutando del sencillo desayuno. Estaba orgullosa de ellos. Eran trabajadores, honrados y generosos. Nunca le reclamaron por la vida sacrificada que les había tocado, al contrario, la mimaban y le evitaban disgustos.
Sin embargo, últimamente, algo extraño le estaba ocurriendo. Su cuerpo no le respondía como antes y eso la inquietaba. Se propuso ir a consultar a doña Rosa, la curandera. Por el momento mantendría oculto el malestar, no deseaba preocuparlos.
_ ¡Máma!, venga, siéntese al lado mío_ doña Antonia sonrió al ver a César haciéndole señas, nadie más histriónico que él.
_ El dulce de tomate está para chuparse los dedos. Pruebe mami, pruebe._ Alma cortó una rodaja del esponjoso pan y lo untó con una abundante cantidad que se chorreaba por ambos costados_ ¡Coma!, ¡coma!, está muy flaca mami, ¿qué le anda pasando?.
_ Nada, que me va a pasar...¿tienen todo listo para el baile?_ nerviosa, cambió drásticamente de tema.
Esa pregunta fue el disparador para que estallara un"cacareo" que enloqueció a César.
_ ¡Cierren el pico loros barranqueros! Nos están dejando sordos a la máma y a mí.
_ Tiene razón el César. Hablemos de a una._ expresó con seriedad Amanda, la coherente.
_ Empiezo yo_  Alma, siempre imponiéndose _ Los vestidos están planchados. Anoche terminé de bordar la guarda de flores del mío. Ya se lo muestro mami, ¡quedó divino!.
_ Divino sólo es Dios_ terció Sofía, la devota.
Alma sin prestar atención al reproche de su hermana, como un rayo, desapareció y regresó a la cocina trayendo con extrema delicadeza el tesoro que le había robado horas de sueño.
_ Vas a parecer una princesa, Alma_ las elogió su madre_ espero que te portés bien...que se porten bien todas,¿eh?.
_ No se priocupe máma, que para tenerlas cortitas estoy yo.
_ Más te vale César, más te vale.
Avanzada la tarde, luego de una siesta reparadora, comenzaron los preparativos para la gran noche.
Matilde, acurrucada en medio de un embrollo de combinaciones de rayón, sujetadores de algodón y cintas multicolores de raso, observaba como las humildes cosechadoras se convertían en elegantes señoritas. "De Cenicientas a princesas por una noche", sonrió pensativa al recordar el cuento que el viernes anterior había leído en la biblioteca de la escuela.
_ ¡Mami, mami!, venga rápido, la Sofi no me presta el espejo_ se quejó Alma.
_ Ella ya lo tuvo,¡es mi turno!_ se defendió Sofía.
_ Damelo un momentito no ma', me falta pintar la boca.
_ ¡No! Ahora es mío,¡ no me molestés que se me corre el rimel, pué'.
_  Aunque la mona se vista de seda...!_ se burló Alma sacándole la lengua y de un tirón le quitó el espejo.
_¡Mami, mire lo que me está diciendo!,¡retela!_ lloró Sofía.
_ No se pélien, no se dan cuenta que a la máma la cansa tanto griterío_ les llamó la atención Amanda.
Doña Antonia, ojerosa y pálida, agradeció la solícita intervención de su hija mayor en medio de la trifulca.
En eso, la voz estridente de César le anunció el arribo de sus primas y de la tía Celina. Doña Antonia salió a recibirlas.
_ Celina, que alegría que puedas ir con ellas, así me quedo más tranquila.¡Salomé, Aurorita, que lindas están!
_ Mirá si voy a permitir que vayan solas con lo desbocao que son los mocitos. Cuando termine el baile yo te las traigo,¡faltaba ma'!
_ Gracias Celina. Pero...pasen, pasen. Las chicas están en la pieza peliando como gatas en celo. Vayan ustedes dos a ver si las calman.
Cuando se quedaron solas, Antonia le confió sus temores a la hermana.
_ No me siento nada bien, Celina. Ando mariada y meo mucho, si por culpa de eso casi ni puedo dormir a la noche...no sé que me pasa.
_ ¿Fuiste a lo de doña Rosa?_ la mujer se alarmó, era la primera vez que veía derrumbada a su hermana, hasta notó que la piel del rostro la tenía seca y con más arrugas.
_ La semana que viene me voy a dar una vuelta por su rancho.
_ La semana que viene ¡no!, te me vas este mesmo lunes y no se habla ma', chaque pué'.
_ Shh, ahí vienen, que no nos escuchen. No quiero asustarlas.
Matilde las precedía. Estaba encantada con la felicidad que vivían sus hermanas. ¡Ojalá pasara pronto el tiempo para que ella también pudiera ir a un baile!
_ Mami, ¿no están lindas?
_ Si m'hija, están hermosas.
Se despidieron de su madre y de Matilde, apresuradas por subirse al sulky. César las esperaba impaciente con las riendas en las manos para salir a todo galope. El bailongo habría empezado y él se salía de la vaina por sacarle lustre a la pista, enlazado a la cintura de alguna chinita.