Novelas en capítulos y cuentos cortos

martes, 30 de mayo de 2017

UN NUEVO AMANECER, Cap.25

"Era el fru-frú del almidón de tus enaguas
 cuando las sombras de la noche empezaban
 en las copas de los árboles.
 Era el tiempo de los abrazos y de la lluvia,
 las horas del amor profundo en las zarzas".   Marco Matos

Una semana antes del secuestro de Miguelito

La tarde plomiza acentuó la melancolía de Lourdes.  Sentada cerca de la chimenea, se arrebujó en su poncho de lana morada. El calor que se desprendía del fuego no bastaba para calmar el frío de su alma. Tantos encuentros con Rafael, tantas cenas, tantas conversaciones; algunos besos furtivos, algunas tímidas caricias y ...¡nada! El no recordaba, no la recordaba.
Mercedes no dejaba de alentarla: "No temas preciosa, en el momento menos esperado él recordará".
Pero, ¿cuándo? Los días pasaban, los meses pasaban y él...¡nada! ¡Maldito destino!
No deseaba llorar, estaba harta de derramar lágrimas por el amor de un hombre. No era una mendiga, era una mujer fuerte, pero cansada de enfrentarse a tantas arbitrariedades.
"Si no me recuerda que se vaya al infierno", pensó secándose con rabia las lágrimas que juró serían las últimas.
Las hojas de papel que dormían en su regazo la llamaron con insistencia. Leer aquel diario le hería el corazón, pero malévolo, se obstinaba en reclamar su atención.
Enero de 1845
Jueves
Cabalgamos sin descanso. Montamos juntos en el mismo caballo, nuestro fiel Moro. Voy relajada, descansando sobre el pecho de Rafael. El me abraza.
No queremos detenernos en las postas que avistamos en el camino por temor a que algún espía de La Mazorca nos reconozca.
Nos detenemos en un bosque de cipreses y en un claro almorzamos lo que mi querida Tomasa nos alistó con esmero: pan, queso, panceta y duraznos jugosos. ¡Todo riquísimo!
Hasta me preparó una dulce sorpresa: un puñado de alfeñiques, mis caramelos preferidos.
De repente siento el cuerpo de Rafa aprisionándome. Deposita un reguero de besos en mi cuello y yo me estremezco. Dejo que continúe, sus caricias cada vez más insolentes, más invasivas. Gozo, me delito. Nos perdemos en una tormenta de pasión hasta que vencida me duermo saciada en sus brazos amorosos. Descansados, partimos al amanecer. 
Sábado
Llegamos a Dolores a media mañana. Nos recibe una llovizna persistente.
Pasamos delante de la capilla. Más tarde iremos a ver al párroco, el padre Fermín, amigo de la abuela de Rafael. .
El rancho que buscamos está lejós del pueblo. Al llegar salto de la montura y corro hacia la puerta. Está sin tranca. Abro las pequeñas ventanas y descubro un mobilario humilde cubierto de telarañas.
Caliento agua en una vasija abollada y preparo un delicioso té de menta.
Bebemos la infusión riéndonos sin motivo. ¡Somos tremendamente felices!...
Lourdes interrumpió por un instante la lectura, la nostalgia es tanta que la asfixia. "Tiempos de un amor que no volverá", se repitió consternada.
Con manos temblorosas vuelve a abrir el diario en el momento de su boda...
Sábado por la noche
Mientras Rafael ultima los detalles de la ceremonia con el padre Fermín, a mí me preocupa que lucir en la celebración. No es lo que soñé, pero eso es lo de menos. ¡Soy feliz! 
Con sorpresa encuentro dentro de mi bolso, envuelto en papel de seda, un bellísimo vestido de tul y encaje color crema. "Fue el regalo de cumpleaños de tu madre. Ella no pudo usarlo. Ahora es tuyo Lourdes". La esquela de la abuela Mercedes me sobrecoge, sé que mi madre estará junto a mí esta noche. 
El vestido me sienta a la perfección. 
Alguien golpea. Es Eulogia, la mujer agradable que conocí esta tarde en la sacristía de la iglesia. Prometió ayudarme en mi arreglo y ha cumplido.
Decido dejar mi cabello suelto. ¡Está terriblemente largo! Me llega hasta la cintura...
Eulogia tejió para mí una corona de margaritas. Y para completar mi atuendo me regala un ramo de anémonas y crisantemos blancos, destacándose en el centro una rosa malva.
Con una sonrisa me dice: "Las anémonas representan el amor eterno". Tiempo después descubrí que  y la rosa malva es el símbolo de las almas gemelas.
Tina, con sigilo, entró en la sala trayendo un mate para Lourdes.
_ Hace tanto frío que pensé que te vendría bien un matecito bien caliente _ le dijo con ternura _ ¿Qué estás leyendo querida? _ preguntó con curiosidad al notarla tan absorta en la lectura.
_ Mi diario, el día de mi boda...¡Ay Tina!, ¡qué feliz fui! _ se lamentó, su corazón herido _ Lo intenté, Tina, intenté atraelo nuevamente hacia mí, pero fracasé y...y ¡no lo soporto! _ no pudo mantener su juramento y se deshizo en lágrimas amargas.
_ Mi querida niña _ Tina se arrodilló junto a ella y la abrazó _ no desesperes. Estoy segura que la Virgen Santa escuchará nuestras plegarias y muy pronto Rafael nos recordará. Recordará el amor profundo que se han tenido. Tengamos fe _ la besó en la frente con cariño maternal y la animó a tomar el mate que le ofrecía.
_ ¿Y los niños? No quiero que me vean llorar _ se preocupó, no deseaba entristecerlos.
_ En la cocina con doña Mercedes. Tomasa les preparó pastelitos de membrillo y los están disfrutando _ se rió logrando arrancar una sonrisa a Lourdes.
Al quedar nuevamente sola buscó la página que regocijaba su corazón.
Después de amarnos con frenesí corremos desnudos, protegidos por las sombras de la noche hasta la laguna que se esconde entre un tupido follaje detrás del rancho. Nos sumergimos en las aguas frías, pero nuestra pasión las entibia. Nos tocamos con apetito memorizando cada parte de nuestros cuerpos.
Rafael me susurra : "Te amo con cada frágil aliento, con cada sonrisa y con cada lágrima de mi ser. Y si Dios lo desea, tras la muerte te amaré aún más"...
_ ¡Mamita!, ¡mamita! _ Alba entró corriendo y llamándola a los gritos. Su aspecto dejaba mucho que desear: las trenzas deshechas, el encantador vestido de poplin celeste manchado de barro al igual que sus primorosas botitas de cuero. ¡Un verdadero desastre!
Al verla dejó a un lado el diario y la abrazó sin importarle lo sucia que estaba su niña. "El no me recuerda, pero aquí están nuestros hijos, testimonios de nuestro amor", pensó conmocionada.
La niña se apartó de su madre y hurgó preocupada en su rostro.
_ Mamita, otra vez llorando...¿por qué? _ se acercó y le acarició el rostro con el ceño fruncido.
_ No lloro tesoro, sólo estoy resfriada. Pero...¿qué te pasó?, ¿te caíste?, y Miguelito, ¿dónde está? _ Lourdes comenzó a examinar a su hija temiendo que estuviera lastimada.
_ Me trepé al naranjo y me caí _ Alba comenzó a lloriquear.
_ ¡Alba, cuántas veces te dije que no te trepes a los árboles! ¡Es peligroso! _ se enfadó Lourdes _ ¿Y por qué lo hiciste?
_ Para devolver a su nido al pajarito _ respondió con inocencia _ Pensé que la mamá estaría muy triste...No me regañes mamita, no me gusta que las mamás estén tristes, además sólo me raspé apenas las rodillas _ los pucheritos de la niña enternecieron a Lourdes. La sentó en su regazo mientras la colmaba de besos.
_ ¡Mamita!, me haces cosquillas _ se quejó entre risas.
_ ¿Y Miguelito?, ¿dónde estaba cuando tú trepabas al árbol? _ se inquietó. El nunca dejaba sola a su hermanita.
_ Estaba en la cocina con Lola y el señor Bautista. A Miguelito le gusta mucho conversar con el señor Bautista, pero yo me aburro...
_ ¿El señor Bautista está en casa?, ¿ahora? _ el corazón le comenzó a latir con fuerza.
_ Sí, mamita, en la cocina tomando mate y comiendo torta frita y hablando de caballeros y dragones. Los dragones echan fuego por la boca. Me asustan los dragones por eso los dejé y fui solita al jardín con "Canela" _ Alba se refería a su perrita, compañera de juegos y travesuras _ Ella fue la que encontró al pajarito entre las hojas secas.
_ ¡Vamos Alba! Quiero hablar con el doctor Imanol _ la tomó de la mano y juntas se dirigieron a la cocina, a pesar de las protestas de la niña.
"No estoy dispuesta a esperar más. No me interesa la opinión del doctor Imanol, creo que es torpe y descabellada. Tiene razón el tío Lorenzo. ¿Qué mal puede hacerle a Rafael reencontrarse con su familia? Yo asumo toda responsabilidad de las posibles consecuencias. Esta misma tarde sabrá quién es en realidad. Basta de encubrimientos" _ decidió sin cavilar


 



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