Novelas en capítulos y cuentos cortos

lunes, 10 de julio de 2017

UN NUEVO AMANECER, Cap.31

"El miedo no existe, no tengo miedo.
 Es un color oscuro que se escapó de un cuento".
Aurelio González Ovies

Gorrión barría silbando el piso de tierra de la pulpería cuando sintió que lo llamaban. Giró la cabeza hacia la puerta y vio a Imanol que le hacía señas para que saliera.
_ ¡Buenos días dotor! ¿Qué lo trae tan temprano por estos pagos?, ¿se cayó de la cama? _ el niño quiso ser gracioso pero su intento resultó un fracaso.
_ No seas impertinente mocoso del diablo, hoy no estoy de humor para tus tontos chascarillos _ le respondió furioso.
_ Perdón dotor, no quise ojenderlo. Pero pase, pase que se va a mojar _ una garúa persistente y molesta venía atormentando a la población de Buenos Aires desde hacía una semana.
Imanol echó una mirada rápida al interior de la pulpería y al notar que estaba desierta, aceptó aliviado. Odiaba el clima porteño, tanta humedad lo irritaba.
_ ¿Y tu patrón? _ preguntó algo nervioso, no deseaba ser visto ya que prefería mantener oculta su relación con el peoncito.
_ Se jué al puerto a comprar cigarros de contrabando. Dispué los vende al doble, el muy turro _ Gorrión se rió de su ocurrencia, en cambio Imanol frenó el impulso de ahorcarlo.
_ Me interesa una mierda a dónde fue tu patrón, lo que importa es que no está para poder conversar con tranquilidad. Antes pasé por mi laboratorio y encontré todo en orden. Hiciste bien tu trabajo _ Gorrión, todas las mañanas, compitiendo con el canto del gallo, cumplía con su trabajo de aseo en el refugio clandestino de Imanol. En un primer momento, pensó en el niño como una nueva presa de investigación, pero luego cambió de idea; prefirió mantenerlo cerca hasta concluir con su venganza y después...a lo mejor, lo probaría. "Parece frágil, sin embargo es de carne dura, sin adiposidad. Así me gustan a mí los críos, los disfruto más", el pensamiento, veloz como un rayo, le levantó el espíritu. "Sí, luego me ocuparé de él", decidió satisfecho.
_ Gracias dotor _ se alegró y más todavía al recibir un pilón de monedas. "Esta noche voy a morfar un buen puchero", de sólo imaginarlo se le hizo agua la boca _ Gracias dotor _ repitió con una ancha sonrisa que mostró algunos dientes picados.
_ Ahora devuélveme la llave. No necesito más de tus servicios.
_ ¿Está siguro dotor? _ Gorrión, desilusionado, le entregó la llave.
_ Mira Gorrión, mañana parto hacia Cochabamba, así que por un tiempo voy a estar ausente de Buenos Aires. Te prometo que a mi vuelta volveré a contratarte. Me has sido de gran ayuda, mi actividad supone una limpieza extrema y tú has mantenido el laboratorio impecable. ¿Seguirás trabajando para mí, verdad? _ intentó ser simpático, debía continuar en contacto con ese espécimen.
_ Claro dotor, cuente conmigo pa´ lo que guste _ respondió feliz pensando en los futuros centavos que ganaría.
"Para lo que guste, por supuesto, para lo que guste", consideró Imanol y una mueca maquiavélica se dibujó en su rostro.
_ Bueno Gorrión, hasta pronto, entonces. Y no le cuentes a nadie, ¡a nadie! de nuestro convenio.
_ ¿De lo qué?_ se extrañó. "Este dotor habla muy raro"
_ De nuestro trato...No le digas a nadie que nos conocemos y que trabajas para mí. ¿Has entendido ahora? _ se impacientó ante la ignorancia del niño.
_ Auradotor. Confíe en mí, voy a tener la boca más cerrada que un muerto _ le dijo risueño.
"No te preocupes, pronto, muy pronto haré realidad tu propuesta", Imanol lo miró de arriba abajo, dio media vuelta y desapareció bajo la llovizna enfundado en su chaquetón negro.
Gorrión continuó barriendo. Entre escobazo y escobazo, dejó volar su imaginación. "¿Y si esta noche me doy una vueltita por el laboratorio? ¿Y si me quedo a dormir ahí? Hay un brasero con el que me puedo calentar, en el galpón me muero de jrío. Además los otros días vi unas mantas guardadas en unos cajones que me vendrían bien, las mías tienen más aujeros que perdíz baleada. Sí, voy a hacer eso, total el dotor, como quiera que se llame, nunca me dijo su nombre, se va de viaje. Con estas monedas me voy a comprar pan, queso y un pedazo de panceta. Sí senior, me voy a dar un flor de festín, como dice el patrón cuando empina la botella de ginebra".
Mientras tanto Imanol decidió pasar por la Recova con el fin de adquirir en la botica etanol, fenol, azufre, mercurio y madera de enebro, elementos que utilizaba en las disecciones de los cadáveres y en la desinfección, tanto de su persona como la del lugar luego de realizar las autopsias pertinentes y de tener sexo con sus víctimas.
Luego de pagar la cuenta salió del negocio planeando el día del secuestro. Recordó entonces que había olvidado comprar aceite de rosas, siempre lo utilizaba para suavizar y quitar el olor pestilente de los desinfectantes de sus manos. Fue entonces cuando lo vio.
Estaba frente a un organillero y su payasesco mono. No podía desperdiciar semejante ocasión. Seguramente Dios estaba de su parte.
Se olvidó del aceite de rosas y caminó hacia el tumulto de gente que vitoreaba al imbécil organillero.
Celebró al notar que el niño estaba solo. No le costó convencerlo que lo acompañara, él sabía de su devoción por los libros.
_ ¿Cuánto falta? _ Miguelito estaba cansado, habían caminado durante una hora. No garuaba y el cielo estaba despejado. Eso facilitó el trayecto a pesar del incordio que ofrecían las calles embarradas.
_ Ya llegamos, es en la otra cuadra _ le indicó animándolo a apresurar el paso.
_ Pensé que íbamos a su casa _ se extraño el niño pero sin inquietarse.
_ Sí, pero antes debo visitar a un paciente _ inventó.
Al llegar y ver que no era una casa sino un viejo caserón, Miguelito comenzó a desconfiar.
_ Mejor volvamos doctor Imanol, es tarde y mi mamá se va a preocupar _ dijo titubeando.
_ ¡De ninguna manera! _ y de un empujón lo hizo entrar.
El lugar estaba oscuro, de modo que Imanol encendió varias velas.
Miguelito pegó un grito al observar el sombrío entorno. Una enorme mesa llena de instrumentos extraños, muchos tubos de vidrio, tijeras y cuchillos de todas las medidas. Y lo mas peculiar de todo, una jaula monumental.
Miguelito comenzó a temblar, algo andaba mal.
Imanol lo tomó de un brazo y con violencia lo arrojó dentro de la jaula y la cerró con candado.
_ ¿Qué está haciendo? ¡Sáqueme de acá! _ gritó con desesperación pero sin llorar, él nunca se mostraría débil ante ese loco. "Soy valiente como mi papito", se dijo recordando las anécdotas que le contaba el tío Lorenzo sobre su padre.
_ Amiguito, te quedarás quietecito y sin protestar, sino deberé amordazarte y, créeme, no te gustará.
_ ¿Por qué me hace ésto? _ lloriqueó olvidándose de su propósito.
_ Tu padre se portó muy mal conmigo y ahora debo vengarme, así de simple es _ le explicó con una sonrisa torcida.
_ ¿Mi papá? ¡Mi papá se murió!
_ Te equivocas, tu padre vive y está muy cerca tuyo. Tu padre es Bautista _ Imanol estaba exultante, el opio que había fumado la noche anterior lo potenciaba.
_ ¡Mentiroso! Mi papá murió en una batalla defendiendo a la Patria _ chilló alarmado.
_ Error, mi querido niño, tu padre no murió en la batalla de Caseros. Lamentablemente se cayó de su caballo y por el golpe que sufrió perdió la memoria _ Imanol narró los acontecimientos friamente.
_ ¿Mi mamá sabe? _ Miguelito estaba desconcertado.
_ Por supuesto. Supongo que hoy iba a decírtelo, y como ella no ha podido hacerlo, lo hago yo. Tu padre vive y es Bautista, es decir, Rafael. Lamentablemente la familia feliz no podrá reunirse porque yo tengo a su querido hijito al que no verán nunca más _ una cacajada estridente redundó por todo el laboratorio. Miguelito temblaba descontrolado.
_ ¿Qué me va hacer? ¡Quiero ir con mi mamá! ¡Mamita! ¡Mamita! _comenzó a gritar.
Imanol, enfurecido, tomó un rebenque de la mesa y lo hizo estallar contra los barrotes de la jaula.
_ ¡Deja de gritar mocoso! _ Miguelito, horrorizado, se calló al instante. Sólo lloraba ahogando sus quejidos.
_ Así me gusta _ Imanol tiró el rebenque al piso y continuó:
_ Me voy, por la noche regresaré y conversaremos. Te aseguro que nos divertiremos _ "Yo, seguro", pensó relamiéndose, "Primero lo violaré imaginando que estoy penetrando a Rafael, al fin y al cabo es su hijo, su misma sangre. Y luego de gozar lo abriré para profundizar mis conocimientos sobre la anatomía humana. El sólo pensarlo, me exita. ¡Me gustan los niños, son sabrosos!".
Imanol inspeccionó su instrumental. Todo debía estar dispuesto para esa noche: el cuchillo curvo para las amputaciones, la sierra para cortar huesos, el trepanador para perforar el cráneo, el litótomo para cortar la vejiga, los escarficadores para producir sangrado, tijeras de distintas medidas y todo tipo de desinfectantes. Todo en orden, todo perfecto.
_ Hasta la noche Miguelito, descansa y si puedes sueña con los angelitos _ Imanol. alborozado y radiante abandonó el lugar apagando antes todas las velas.
En medio de la oscuridad sólo se escuchaba correr a los roedores y el llanto quedo de un niño.








 

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