Novelas en capítulos y cuentos cortos

miércoles, 1 de junio de 2016

ALAS PARA UNA ILUSION, Cap 16

"Dicen que cuando conoces al amor de tu vida el mundo se detiene".



Esa noche los hermanos se reunieron en la biblioteca. Tenían una conversación pendiente y un tema importante por aclarar.
Ambos eran altos, delgados y atractivos. Renzo, el mayor, rondaba los veintiséis años. Rubio, dueño de una mirada ambarina capaz de inhibir al más petulante.
Arturo, dos años menor, siempre admiró a su hermano. De cabellos castaños y ojos de un gris tormentoso, siempre pronto a humillar a los demás. Ambos fueron consentidos desde la cuna, nunca sufrieron privaciones. Su madre y Jacinta, nunca les pusieron límites. Ana pensaba que de esa forma compensaba la ausencia del padre. Una sola vez, ya mayores, les habló sobre el suicidio del padre y el dolor inmenso que ese acontecimiento le provocó.
A ellos pareció no afectarlos, en definitiva no lo conocieron, eran muy pequeños cuando sucedió la tragedia. Fríos, insensibles, así eran los hermanos Gamazo Martinez.
Sin embargo había algo que los excitaba y motivaba : el juego.
Estudiaron para no soportar los regaños persistentes de su madre y por la mensualidad que ella les pasaba si le mostraban la libreta de notas de la facultad. A pesar de rehuirle al trabajo y a las obligaciones, en el estudio eran brillantes. Los dos eran abogados. Ana les montó una oficina en la zona más paqueta de Buenos Aires, pero ellos apenas les importó, sólo les entusiasmaba la noche porteña...cabarets, prostíbulos y garitos de juego clandestino.
Y precisamente la cita en la biblioteca se debía a esos temas escabrosos.
_ La otra mañana me dijiste que tenías algo importante que decirme, de que se trata _ empezó Arturo encendiendo un cigarrillo importado.
_ Desde ese momento quise que conversáramos pero nunca encontraba el momento adecuado. Mamá siempre está husmeando, atenta a nuestros pasos. ¡Insoportable! _ el malhumor de Renzo comenzaba a evidenciarse.
_ ¿Y cómo quieres que se comporte después de nuestra última entrada en la comisaria? ¿Recuerdas la cara que puso cuando nos vio en la celda? ¡Blanca como la cera se puso la pobre! Me divertió mucho, si señor _ se rió con ganas.
_ Es una exagerada la vieja. No era para tanto, al fin de cuentas nos defendimos...
_ Si no hubiera sido por tu gran habilidad en el manejo del cuchillo, hoy eramos finados _ sentenció Arturo.
_ "El Pardo" es un maldito que se la tengo jurada, no nos vuelve a robar en su puta vida _ con furia vació de un sólo trago todo el whisky servido en su copa.
_ Tranquilo Renzo, ya llegará el momento de la revancha y ese día nos cobraremos todo lo que nos ganó con trampa en el póker _ trató de calmarlo Arturo.
_ El día ha llegado. Mañana por la noche en "El Gato Negro". "Diente de oro" me pasó el dato, mañana se reúnen todos en el lupanar, incluído el Pardo. ¡Que buena combinación! Sexo, alcohol y "timba".
_ No grites que la vieja Jacinta seguro está con la oreja pegada a la puerta para después ir con el chisme a mamá.
_ ¡Pero si está más sorda que una tapia!_ escupió con furia sirviéndose otro whisky.
_ Igualmente seamos precavidos, nunca se sabe y necesitamos plata para la revancha...mucha plata. Tratemos de ser amables con mamá para poder sacarle el dinero.
_ Pobre vieja, es fácil de manejar. Un beso, un cheque; una sonrisa, otro cheque. Fácil, muy fácil _ suspiró satisfecho Renzo.
_ Ya empezaste a poner en marcha tu táctica, entonces _ dijo con sarcasmo Arturo.
_ ¿Qué quieres decir?
_ No te hagas el tonto Renzo. ¿Qué fue eso de "todos iremos a escucharte al Colón Lupe"? ¿Desde cuándo eres tan gentil con la huérfana?
_ Eso no fue una táctica, lo dije sinceramente.
_ ¿Acaso estás ablandándote?
_ Y tú...¿qué pasa contigo y Lupe? También te mostraste extrañamente cariñoso.
_ Me gusta, Lupe me gusta _ se sinceró Arturo.
_ Pues a mí también me gusta y voy a lograr que me quiera.
_ No me hagas reír. Tienes a tus pies a las mejores "minas" y deseas a Lupe, una niña que recién comienza a florecer.
_ Sí _ aseveró con firmeza, el rostro transfigurado por la violencia contenida. Nadie podía oponerse a sus decisiones, nadie, ni siquiera su hermano en el que veía un posible contrincante.
_ Pues bien, yo también quiero a Lupe. Estoy harto de que me arrebates todo lo deseo _ lo enfrentó con rabia.
_ Si te refieres a Malena y a Dolores, deberías agradecerme por haberte sacado de encima a dos busconas baratas, infieles y presumidas _ alardeó Renzo.
_ Las amé _ se quebró.
_ Y yo te demostré que ellas no merecían tu amor.
_ Lupe me gusta de verdad hermano, no te entrometas.
_ Lamento contradecirte, esta vez yo también estoy muy interesado. Veremos quien se lleva el premio.

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