Novelas en capítulos y cuentos cortos

jueves, 12 de noviembre de 2015

LA CABECITA NEGRA Epílogo

Querida Amanda:

                        Que rara me siento escribiéndote. ¿Cuánto hace que ya no estás entre nosotros? Mucho, pero mucho tiempo, casi no me acuerdo, pero lo que no olvido es la forma atroz en la que el destino te arrebató de nuestro lado. Mi corazón quedará herido hasta el día de mi muerte. ¡Te extraño tanto hermanita!
Me siento terriblemente sola. Sí, dirás que la tengo a mami , a la Sofi y a la Matilde, pero a ellas no puedo abrirles mi alma como lo hacía con vos. Te acordas Amanda cuándo solíamos sentarnos bajo la sombra de aquel algarrobo, allá en nuestra querida Charata, mientras las chicas y el César dormían la siesta, y charlábamos largo y tendido. Vos sabías escucharme. ¡Como vos, nadie!. Ni mami, te confieso. Nunca recriminaste mi conducta, sólo me aconsejabas con una dulzura  que jamás volveré a encontrar en otra persona.
Amanda, mi queridísima hermana mayor,mi segunda madre.
A medida que escribo estas líneas, lágrimas de nostalgia humedecen el papel, no las puedo contener.
Quisera tener el poder para hacer retroceder el tiempo, y así darte un abrazo fuerte y prolongado, y sobre todo para impedir que ese malparido de Pedro Machuca te dañara.
El César ya se encargó de él. Lo asesinó sin piedad, como esa lacra se merecía. ¡Ojalá se esté asando en el infierno!
Mami está feliz en Buenos Aires, el clima parece que le sentó bien. Su diabetes está controlada y eso nos tranquiliza a los cuatro.
La Sofí entró al convento de las clarisas. La idea no nos gusta para nada y menos al César que está furioso con semejante decisión.
La Mati está noviando con un compañero de la secundaria. Parece buen chico, pero el César, celoso como es, está que trina. "¡Es que todas las mujeres de esta familia se confabularon en mi contra!", se la pasa refunfuñando. ¡Pobre César!, siempre le estamos dando dolor de cabeza.
Hoy amaneció nublado y ahora está lloviendo en forma torrencial.
La señorita Concepción, en realidad debo llamarla "Niña", es una costumbre de la capital...Como te decía la niña Concepción se retiró a su habitación después de tomar su acostumbrado de té de manzanilla y yo, al quedar libre de mis obligaciones hasta mañana muy temprano, aprovecho para buscarte en mis recuerdos, en mi memoria...
¿Te diste cuenta como mejoré mi forma de expresarme?. Todo gracias a la niña Conce y a la señora Ethel, el ama de llaves de la mansión en la que trabajo. Ellas me enseñan modales, corrigen mi modismos de campesina bruta. Les estoy muy agradecida.

En realidad, ellas están completando, lo que años atrás inició el Esteban, mi adorado e inolvidable Esteban.
No creas que me convertí en una señorita de la "high", como dicen los porteños pitucos, ¡qué va!. Sigo siendo la misma Alma de siempre, entrometida, impulsiva y enamoradiza de aquellos tiempos, que hoy me parecen tan lejanos...
¡Cómo me divertía robar los novios de las otras chicas del pueblo! No sé que me impulsaba a hacerlo, quizá mis ganas de sentirme superior, de hacerles ver que aunque pobre, era mucho más linda y seductora que todas ellas juntas.
A vos no te gustaba mi comportamiento, pero al final lo disfrutabas conmigo cuando comprendías que eran unas arpías que siempre nos menospreciaban.
Las únicas de ley eran...y lo siguen siendo, la Alejandra y la Lucía.
La Jandra se convirtió en una eficiente jefa de enfermeras y la Lucía tiene un puesto de verduras en la feria municipal. Mientras atiende a los clientes, está pendiente de su hijita...de ella y del César, ¡es tan bonita! Se parece a vos, yo la adoro. Y el César...el César vive por ella, la mima, la llena de muñecas. Esto no es del agrado de su esposa, pero lo acepta a regañadientes.
Y bueno así son las cosas del querer, como dice una canción que escuché hace poco en la radio.
Y hablando de las cosas del querer, tengo un secreto que compartir con vos. Estoy conociendo a un muchacho encantador. Ni te imaginas lo gentil y educado que es. Lo conocí hace poco cuando vino a solucionar un desperfecto en el teléfono de la mansión. Se llama Julio.Me sedujo lo amable y correcto que fue conmigo. Pensé que no volvería a verlo, pero a los dos días me lo encontré en la parada del colectivo. Entre nosotras, me estaba espiando...¡Me alegro!
A partir de entonces, salimos todos los domingos. Todavía no dije nada en casa, primero quiero estar segura de mis sentimientos. A veces pienso que estoy traicionando al Esteban, pero bueno, como una vez me dijo la Mati, tengo que darme una segunda oportunidad para ser feliz y pienso que la vida me la está presentando. Veremos que sucede.
¡Hasta siempre hermana querida, ángel guardián de los Galarza, siempre estarás conmigo!
Con amor, ALMA.


                                                                    FIN

2 comentarios:

  1. Espectacular y conmovedora historia! Cada personaje toco mi corazón , y Alma...mi alma!
    Gracias, sos lo mejor que me paso en la vida!!
    Espero con ansias otra de tus historias.
    Te kiero!!

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  2. Hermosa historia !!! Qué buena escritora !! Felicitaciones ! Espero ansiosa la próxima !

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