Novelas en capítulos y cuentos cortos

sábado, 30 de enero de 2016

CAMINO DE SANGRE Y...ROSAS, Cap 10

"La manera en que la noche
 se conoce con la luna, sé eso conmigo.
 Sé la rosa más cercana 
 a la espina que soy".        
Jalal ud-Din Rumi



La habitación daba vueltas a su alrededor. No era por la herida ni por la tisana de tilo. La figura de su abuela se tornó borrosa por las lágrimas que opacaban su visión.
La voz de Mercedes, siempre cálida y tierna, sonaba dura...seca.
_ Es una locura, Lourdes. Totalmente descabellado.
_ Pero abuela, ¡lo quiero! _ gimió.
_ ¡Un mazorquero, Lourdes! ¡Un mazorquero!
_ Él no es un mazorquero, su padrino lo es.
_ ¡Ja! Ciriaco Cuitiño, un asesino, un hombre vil y arribista _ intervino Lorenzo, enfadado por la confesión de su sobrina.
_ Pequeña, lo único que deseo es tu felicidad y donde la buscas no está.
_ No diga eso abuela _ Lourdes estaba destrozada. ¿Con qué palabras expresarles que su corazón latía al compás del corazón de Rafael?
_ Querida, la Mazorca es una organización temible, es el brazo armado de Rosas, ¿comprendes? Asesinan a sangre fría. Muchos de mis amigos fueron torturados cruelmente y algunos fueron fusilados sin juicio previo. Y eran inocentes, Lourdes, ¡inocentes!_ Lorenzo se contuvo para no abofetearla, debía dominar su violencia.
_ ¿Y si ese joven finge amor para vigilarnos? ¿Y si me están espiando por el problema de mis tierras? _ continuó irascible Lorenzo.
_ Esa suposición es un disparate, tío. Rafael me quiere, su padrino no está enterado de nuestra relación. Además yo nunca mencioné ni su nombre ni su conflicto con las tierras que tiene arrendadas _ se ofendió.
_ Esa gente no es de fiar, querida, nosotros sólo queremos tu bien _ Mercedes se acercó al sillón donde estaba recostada Lourdes. Con su pañuelo de encaje le secó las lágrimas y la besó en la frente.
_ Abuelita, entiéndame, ¡lo quiero! _ insistió con firmeza.
_ ¡Insensata! _ gritó Lorenzo con rudeza.
_ Lorenzo, por favor, con exabruptos no solucionamos este dilema. Lourdes, perdí a tu madre, no quiero perderte a ti también. Tu amor por ese mazorquero es un peligro para todos, debes comprender.
_ Es verdad, querida _ Lorenzo más calmado, apeló al razonamiento _ Bien sabes que no estamos de acuerdo con la política de ese loco. Cercena nuestros derechos, pisotea la libertad...Desea manejarnos a su antojo implantando el terror. ¡Tantos jóvenes desaparecidos!, capaces, instruídos, amantes del progreso, defensores del libre albedrío. ¡Rosas impone su pensamiento y a los que se le oponen, los decapita! _ explotó indignado.
_ ¡Rafael no es como Rosas!_ chilló furiosa.
_ Pero si es un mazorquero, niña, ¡despierta de una vez! _ Lorenzo, con rabia, arrojó un florero contra la pared. Su sobrina, una criatura sensible, delicada con un asqueroso mazorquero...¡jamás!
_ Tío, por favor, entienda _ suplicó sollozando.
Mercedes los escuchaba discutir y un frío intenso se apoderó de su espíritu. Creyó que la tierra se abría bajo sus pies y ella caía, caía....la oscuridad la devoró.
_ ¡Abuela! _ Lourdes, olvidando su enojo, corrió en auxilio de su abuela que se desplomó sobre la alfombra.
_ ¡Mecha!, ¡carajo!...¡Josefa, las sales!. Este es el resultado de tu capricho _  increpó exasperado a su sobrina. "¡Hijo de puta, no dividirás a mi familia!", pensó furibundo contra Rosas.
_ ¡Abuela!, ¡huela, huela! _ las sales hicieron efecto y Mercedes reaccionó lentamente.
La sentaron en uno de los sillones y Tina se apresuró a preparar un té de belladona. El clima era tenso.
_ No ha sido nada, sólo un mareo inoportuno _ los tranquilizó.
_ Hay que llamar al doctor Muñiz...¡Domingo!
_ No, Lorenzo, me siento bien.
_ Sin embargo..._ dudó
_ No insistas. Ahora lo importante es que Lourdes piense con responsabilidad su decisión. Niña, nuestro destino está en tus manos. Lorenzo corre peligro; él ayudó en la fuga de Bustillo, Alberdi y Somallera. Si ese incidente llegara a conocerse, no sólo perdería sus tierras, sino su vida. Y nosotras...¡no sé que sería de nosotras!
_ Pero abuela, lo amo con todo mi corazón. Me siento completa junto a él.
Mercedes la abrazó con ternura, como cuando era una niñita y se asustada por los truenos durante las tormentas.
"Me encuentro en una encrucijada, ¿qué haré?", pensó Lourdes desconsolada.
_ Voy a romper con Rafael. No es mi intención dañarlos, no lo soportaría _ dijo quebrada. En un segundo, su mundo se desmoronó.
Mercedes sonrió complacida y Lorenzo respiró aliviado.
Esa noche la persiguió una nefasta pesadilla. Una mirada gris, tormentosa, la acechaba y le arrancaba el corazón. Se despertó agitada y repitiendo :"Rafael, no me abandones, ¡comprende!".
Se levantó somnolienta y caminó hasta la ventana. Se quedó allí, temblando, aguijoneada por el frío de la habitación y por el frío de su alma. Así la encontró Tina cuando fue a llevarle el desayuno.
_ ¡Lourdes!, estás helada. Rápido, acuéstate _ con prontitud la cobijó con varias mantas de lana de vicuña.
_ ¡Ay Tina! No quiero renunciar a mi amor por Rafa.
_ Lo siento tanto mi niña, pero no tienes alternativa _ Tina no pudo ofrecerle el consuelo que ella necesitaba.
Al quedarse sola, Lourdes buscó papel y pluma. Con letra redondeada y prolija, escribió una nota a Rafael citándolo en La Alameda.
Tomó la mantilla de seda que descansaba sobre una silla, se cubrió los hombros y fue en busca de Lola. Estaba en la cocina planchando sábanas. Sin desearlo, sonrió. La pobre Lola, flacucha y desgarbada, apenas tenía fuerza para levantar la pesada plancha de hierro.
_ Deja el planchado y llévale esta nota a Rafael. Seguro que aún está en su casa. Dásela únicamente a él, ¿has entendido?
_ Sí niña, voy enseguidita _ reconfortada por el recado abandonó la tarea que detestaba.
Encontró a Rafael en el preciso momento que montaba su caballo para dirigirse al cuartel. Se alarmó al ver a Lola, pero luego se alegró al leer la nota de Lourdes.
_ Dile que allí la espero.
Las horas pasaron lentamente para los dos. Aprovechando la siesta de su abuela, se escabulló por la puerta trasera del último patio. Los nervios la asfixiaban.
Cuando alcanzó la Alameda, él ya la esperaba. Le besó la mano controlando el ímpetu de su cuerpo que demandaba por más. La gente observaba y murmuraba. Había que ser precavidos.
_ Lourdes, te veo y aceleras mi corazón. Estos días he vivido al filo de la desesperación. Sin saber de ti después de ese maldito accidente. Por suerte me crucé con el doctor Muñiz, él me tranquilizó.
_ ¿Cómo supiste?
_ Mi padrino me contó sobre la manifestación. Creí enloquecer, Lourdes, esos delirantes podrían haberte matado. De solo pensarlo...
_ Shhh, mi amor, estoy bien, nada pasó _ con sensualidad lo calló apoyando un dedo sobre sus labios.
_ Me quemas Lourdes _ y ocultos tras un álamo, la besó con intensidad.
_ Mi abuela y mi tío Lorenzo están al tanto de lo nuestro _ consiguió decir, saboreando todavía la boca amada _ Están furiosos, no lo aprueban.
_ Pero...¿por qué? No lo entiendo.
_ Mi familia se opone al régimen rosista _ dijo mirándolo a los ojos.
_ Pero si don Juan Manuel los tiene en gran estima. Varias veces vi a tu tío en las tertulias organizadas por Manuelita en la residencia de Palermo _ se desconcertó Rafael.
_ Una mascarada. Mi familia no está de acuerdo con los procedimientos de atropello del Dictador.
_ ¿Por qué no me lo has dicho antes? ¿No confías en mí?_ se turbó.
_ Al principio tuve miedo y luego subestimé el conflicto político, me equivoqué. Es un fantasma que constantemente nos sobrevuela y ya no lo resisto. No quiero dejarte Rafael, se lo prometí a mi abuela, pero no quiero, no quiero _ Lourdes se arrojó en sus brazos llorando.
_ No voy a permitir que te alejen de mí. Nos pertenecemos, ¿acaso no lo entienden? Voy a luchar por ti, lo juro. ¿Me amas?
_ Por sobre todo y todos
_ Entonces verás como todo se soluciona, mi amor, no temas.
Rafael con sus besos, bebió cada una de las lágrimas de Lourdes.



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